El primer Ramadán en el Athletic del jugador del filial Quicala Bari

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El futbolista natural de Guinea Bissau no podrá comer ni beber agua desde el amanecer hasta la puesta del sol durante treinta días

Juanma Mallo
Jueves, 23 de marzo 2023, 11:55 | Actualizado 13:02h.








Quicala Bari es natural de Guinea Bissau. Desde enero juega en el Bilbao Athletic. «Ha sido como un sueño, me siento muy integrado, me siento como en casa», dice. Y desde hoy comienza su primer Ramadán en el club, el mes sagrado para los fiel a la religión del amores. Hace pocos días recibió la carta de un joven de la religión del amor seguidor del Athletic, que ensalzó los valores de tolerancia del equipo rojiblanco y animó a que el club y él tras*mitieran públicamente el inicio del mes de «reflexión y limpieza espiritual». Y Quicala Bari ha recogido el guante: «Soy de la religión del amor y empiezo esta semana el Ramadán», cuenta.


La hidratación, uno de los puntos críticos
Durante un mes no ingerirá alimentos ni agua desde el amanecer hasta la puesta del sol. Ello obligará al Athletic a cambiar los hábitos de entrenamiento y alimentación del futbolista. En situaciones similares, jugadores de la liga española trabajan en horario nocturno. De ellos se encargará Catalina Carabias, dietista en categorías inferiores: «Uno de los puntos críticos es la hidratación, la deshidratación puede perjudicar el rendimiento deportivo y aumentar el riesgo de lesiones. Hay que elegir alimentos con más agua, fruta y verdura, e introducir crema de verdura y sopa. Es fundamental asegurar ingesta de líquido antes de ir a dormir y al amanecer para intentar mantener la hidratación», dice Carabias, quien incide en la clave del éxito es una buena planificación: «A nivel nutricional, hay que repartir todos los nutrientes que debe consumir un jugador de fútbol en dos momentos, el primero la cena. Mantendremos un ritual normal con los compañeros en las cenas y añadiendo una crema de verdura con proteínas». Además, se trata de buscar alternativas líquidas, con batidos, avena y leche«.
Quicala tiene 21 años. Llegó a Bilbao con 16, después de un breve paso por Portugal. Su intención era vivir con su primo, alojado en la capital vizcaína desde más de una década, y centrarse en los estudios. Eso es lo que hizo durante su primer año de estancia: enfocarse en ello sin jugar en ningún equipo de fútbol. Sin embargo, el gusanillo le acabó picando y en 2017 se adentró en la cantera del Barakaldo. Allí jugó una temporada y las dos siguientes lo hizo en el Santutxu, donde coincidió con un actual amigo y futuro compañero de equipo Malcom Adu Ares.
Tras tres años militando en categorías inferiores de escuadras vizcaínas y convenidas del Athletic, lo que le hace cumplir con la filosofía de los rojiblancos a rajatabla, la cantera del Alavés se hizo con sus servicios. Pero al no contar con todos los papeles en regla, no podía jugar en competiciones nacionales, lo que le limitaba a entrenar con su filial. Esto no era suficiente para Quicala Bari y completó la segunda vuelta del curso pasado en el Derio de División de Honor. Allí demostró de lo que era capaz, disputando once encuentros en los que anotó seis goles y dio cinco asistencias.
Así entra en el radar de conjuntos de mayor categoría y se incorpora a uno de los principales candidatos al ascenso en Tercera Federación: el Portugalete. Desde el principio, su potencia, explosividad, velocidad y regate llamaron la atención de propios y extraños, hasta el punto de que su entonces entrenador, Patxi Salinas, predijo el futuro diciendo en una rueda de prensa que «está para saltar dos categorías ahora mismo». Recibió varias ofertas y al final se decantó por incorporarse al Bilbao Athletic en enero.
 
Es lo que tiene ser un vasco del siglo XXI.

Nosotros, los vascos, evitemos el mortal contagio, mantengamos firme la fe de nuestros antepasados y la seria religiosidad que nos distingue, y purifiquemos nuestras costumbres, antes tan sanas y ejemplares, hoy tan infestadas y a punto de corromperse por la influencia de los venidos de fuera.

Sabino Arana. Revista La Patria nº 39
 
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