Cirujano de hierro
Será en Octubre
El Área de Desarrollo Urbano lanza un plan especial de protección para los muros islámicos que vieron nacer a la ciudad (Mayrit), allá por el siglo IX: "Así se salda una deuda histórica".
El viento penetraba ayer con furia por los escondrijos del parque Emir Mohamed I. Las garras de la borrasca Fien rascaban sin descanso los restos de aquella muralla islámica (siglo IX) que sobrevive como puede al paso del tiempo. De aquel Mayrit que germinó 12 siglos atrás, a este Madrid que mantiene en cajones insospechados restos de su historia más profunda. La Catedral de la Almudena desvía la mirada, pese a que a sus pies subsiste un tramo de 120 metros de longitud (2,60 de espesor y 11,50 de altura máxima) de aquel recinto amurallado levantado durante el dominio andalusí. Sillares de *******nal y caliza, entremezclados con ladrillos de construcciones más modernas. Algunos de esos restos incluso duermen mimetizados entre edificios colindantes.
El aire, pese a su ímpetu, es incapaz de adentrarse en la calle Escalinata, que baja la mirada ante el porte del Teatro Real. A unos pocos metros, sobre una colección de inoportunos graffitis, restos de la muralla vuelven a asomarse en ese profundo bodegón del Madrid de siempre. Igual que en ese guiño del número 14 de la calle Espejo. Los muros pasaron a ser cristianos a partir del siglo XII, sirviendo de parapeto contra incursiones de ejércitos de almorávides y almohades, con su cerca de 100 torreones. Dos culturas entrelazadas con sillares que en otros días hilvanaron una fortaleza.
Por eso, hace apenas una semana el Ayuntamiento aprobó en Junta de Gobierno un plan especial para la protección de la muralla. Una iniciativa del Área de Desarrollo Urbano que dirige Mariano Fuentes destinada a poner en valor los restos de aquellos primeros latidos de la ciudad. «Madrid salda una deuda con sus murallas: la árabe y la cristiana», argumenta Javier Hernández, Director General de Planeamiento. «Ha habido que replantearlo todo para proteger los restos constatados. La muralla lleva siendo Bien de Interés Cultural desde 1954, pero siempre ha faltado inversión económica».
Restos de la muralla de Madrid, en la calle Escalinata.
MILLONES DE EUROS
Y es que por decreto del 15 de enero de 1954, el Ministerio de Educación Nacional declaró monumento histórico-artístico aquellos restos de la vieja muralla. "La importancia arqueológica de este monumento es muy grande, pues Madrid no está sobrado de patentes recuerdos de su historia y puede decirse que carece de los de la época medieval", sostenían hace ya casi siete décadas. En 1997, llegaría el Plan General de Ordenación Urbana, con una superficie de 25.748,19 m2. Y ahora, ya en 2023, se da un paso más y se amplía el área de protección a 300.873,50 m2, en zonas donde se ha podido documentar históricamente su presencia. Para dar a conocer a la ciudadanía los lienzos de estos muros que son el ADN más puro de la ciudad.
«Ahora existirá una normativa en estos suelos que carecían de norma. Se protegerán zonas verdes por un importe de 9,5 millones para respetar y observar la muralla desde jardines», prosigue Javier Hernández. «Se trata de visitarlo y volver a tener la sensación de muralla», abunda. Habrá zonas verdes con una extensión de 3.400 metros cuadrados y un Centro de Interpretación en la calle Espejo pensado para darle más perspectiva al proyecto.
Pero si la muralla es uno de los grandes tesoros de Madrid, ¿por qué ese olvido? «Madrid tiene un problema desde finales del siglo XV y con la llegada de los Austrias. Felipe II lo convierte en un espacio de prestigio dentro de la corona e instala aquí la capital. La muralla termina convirtiéndose en un corsé y estorba. Quisieron hacer una ciudad moderna, cambiando la de derechasda para que tuviera más aspecto de palacio y no de castillo. Así que, la muralla sobraba», desgrana Antonio Malalana Ureña, catedrático de la Universidad CEU San Pablo y autor del libro Madrid. Génesis y evolución de la muralla del siglo XII. «La ciudad dejó de tener un sentido militar y, pese a que se impide construir pegado a la muralla, llega un momento en que eso deja de suceder», apunta.
"UN REGALO ENVENENADO"
«La capitalidad fue un regalo envenenado, y entre la especulación, las desamortizaciones o la oleada turística napoleónica, el Madrid medieval se perdió», señala Juan Cortés Martín, profesor de Historia y autor del libro Mis muros de fuego son, que lleva más de una década enseñando la ciudad con visitas guiadas. «Hay tramos de muralla que exigen una labor detectivesca para ser encontrados. No hay ningún sitio donde ir para ver la muralla, salvo que sepas dónde ir e interpretar los restos», subraya el experto.
«Liberar la muralla sería revertir la Historia. Madrid es una ciudad fundada por el Islam, de nueva planta. La almudayna se excavó entera y no se han hallado restos romanos ni visigodos. Esos muros que aún viven son los primeros restos de la capital», continúa Malalana, que subraya lo que se esconde bajo el número 12 de la calle Bailén: «Es lo más importante porque certifica la fundación de Madrid. Durante muchos años fue un lugar de gente sin techo, una zona que asustaba y con olores a orín». El plan municipal, que aún se encuentra en proceso de información pública, recoge la segregación de esa parcela para adaptarse al trazado histórico, recuperando el espacio de la planta inferior.
El plan para rescatar la (olvidada) muralla de Madrid: "Hay tramos que requieren una labor detectivesca"
El viento penetraba ayer con furia por los escondrijos del parque Emir Mohamed I. Las garras de la borrasca Fien rascaban sin descanso los restos de aquella muralla islámica (siglo IX) que sobrevive como puede al paso del tiempo. De aquel Mayrit que germinó 12 siglos atrás, a este Madrid que mantiene en cajones insospechados restos de su historia más profunda. La Catedral de la Almudena desvía la mirada, pese a que a sus pies subsiste un tramo de 120 metros de longitud (2,60 de espesor y 11,50 de altura máxima) de aquel recinto amurallado levantado durante el dominio andalusí. Sillares de *******nal y caliza, entremezclados con ladrillos de construcciones más modernas. Algunos de esos restos incluso duermen mimetizados entre edificios colindantes.
El aire, pese a su ímpetu, es incapaz de adentrarse en la calle Escalinata, que baja la mirada ante el porte del Teatro Real. A unos pocos metros, sobre una colección de inoportunos graffitis, restos de la muralla vuelven a asomarse en ese profundo bodegón del Madrid de siempre. Igual que en ese guiño del número 14 de la calle Espejo. Los muros pasaron a ser cristianos a partir del siglo XII, sirviendo de parapeto contra incursiones de ejércitos de almorávides y almohades, con su cerca de 100 torreones. Dos culturas entrelazadas con sillares que en otros días hilvanaron una fortaleza.
Por eso, hace apenas una semana el Ayuntamiento aprobó en Junta de Gobierno un plan especial para la protección de la muralla. Una iniciativa del Área de Desarrollo Urbano que dirige Mariano Fuentes destinada a poner en valor los restos de aquellos primeros latidos de la ciudad. «Madrid salda una deuda con sus murallas: la árabe y la cristiana», argumenta Javier Hernández, Director General de Planeamiento. «Ha habido que replantearlo todo para proteger los restos constatados. La muralla lleva siendo Bien de Interés Cultural desde 1954, pero siempre ha faltado inversión económica».
Restos de la muralla de Madrid, en la calle Escalinata.
MILLONES DE EUROS
Y es que por decreto del 15 de enero de 1954, el Ministerio de Educación Nacional declaró monumento histórico-artístico aquellos restos de la vieja muralla. "La importancia arqueológica de este monumento es muy grande, pues Madrid no está sobrado de patentes recuerdos de su historia y puede decirse que carece de los de la época medieval", sostenían hace ya casi siete décadas. En 1997, llegaría el Plan General de Ordenación Urbana, con una superficie de 25.748,19 m2. Y ahora, ya en 2023, se da un paso más y se amplía el área de protección a 300.873,50 m2, en zonas donde se ha podido documentar históricamente su presencia. Para dar a conocer a la ciudadanía los lienzos de estos muros que son el ADN más puro de la ciudad.
«Ahora existirá una normativa en estos suelos que carecían de norma. Se protegerán zonas verdes por un importe de 9,5 millones para respetar y observar la muralla desde jardines», prosigue Javier Hernández. «Se trata de visitarlo y volver a tener la sensación de muralla», abunda. Habrá zonas verdes con una extensión de 3.400 metros cuadrados y un Centro de Interpretación en la calle Espejo pensado para darle más perspectiva al proyecto.
Pero si la muralla es uno de los grandes tesoros de Madrid, ¿por qué ese olvido? «Madrid tiene un problema desde finales del siglo XV y con la llegada de los Austrias. Felipe II lo convierte en un espacio de prestigio dentro de la corona e instala aquí la capital. La muralla termina convirtiéndose en un corsé y estorba. Quisieron hacer una ciudad moderna, cambiando la de derechasda para que tuviera más aspecto de palacio y no de castillo. Así que, la muralla sobraba», desgrana Antonio Malalana Ureña, catedrático de la Universidad CEU San Pablo y autor del libro Madrid. Génesis y evolución de la muralla del siglo XII. «La ciudad dejó de tener un sentido militar y, pese a que se impide construir pegado a la muralla, llega un momento en que eso deja de suceder», apunta.
"UN REGALO ENVENENADO"
«La capitalidad fue un regalo envenenado, y entre la especulación, las desamortizaciones o la oleada turística napoleónica, el Madrid medieval se perdió», señala Juan Cortés Martín, profesor de Historia y autor del libro Mis muros de fuego son, que lleva más de una década enseñando la ciudad con visitas guiadas. «Hay tramos de muralla que exigen una labor detectivesca para ser encontrados. No hay ningún sitio donde ir para ver la muralla, salvo que sepas dónde ir e interpretar los restos», subraya el experto.
«Liberar la muralla sería revertir la Historia. Madrid es una ciudad fundada por el Islam, de nueva planta. La almudayna se excavó entera y no se han hallado restos romanos ni visigodos. Esos muros que aún viven son los primeros restos de la capital», continúa Malalana, que subraya lo que se esconde bajo el número 12 de la calle Bailén: «Es lo más importante porque certifica la fundación de Madrid. Durante muchos años fue un lugar de gente sin techo, una zona que asustaba y con olores a orín». El plan municipal, que aún se encuentra en proceso de información pública, recoge la segregación de esa parcela para adaptarse al trazado histórico, recuperando el espacio de la planta inferior.
El plan para rescatar la (olvidada) muralla de Madrid: "Hay tramos que requieren una labor detectivesca"
Última edición: