Espartano27
Madmaxista
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Hijos de la gran fruta de la banderilla no dicen nada.
Este accidente cerebrovascular, la segunda causa de fin en España, no es exclusivo de la vejez. La barrera de los años se ha roto, pero hay esperanza: ocho de cada diez casos se podrían evitar tan solo mejorando los hábitos de vida
Julio Agredano (Madrid, 1972) vivía inmerso en la vorágine del trabajo, el estrés no le permitía descansar bien, no le prestaba importancia a la alimentación, tenía sobrepeso y lo de la actividad física no iba con él. Un grave error. Ese cóctel de circunstancias lo convertían en el candidato perfecto para sufrir un ictus a pesar de tener 39 años. Un día, estando de vacaciones con su mujer y su hijo, empezó a encontrarse mal: “No veía bien, me costaba moverme, me sentía sin fuerzas...”, explica. Relacionó el malestar con el cansancio acumulado y se fue a la cama. “Segundo gran error, porque en realidad estaba sufriendo un ictus”, añade.
Hasta la mañana siguiente, cuando su mujer lo encontró inconsciente, el madrileño no recibió tratamiento médico. Si hubiera acudido de inmediato al hospital, “probablemente no me hubiese tenido que enfrentar a una larga rehabilitación para recuperarme solo parcialmente de las secuelas físicas y psicológicas que me quedaron tras el infarto cerebral”, lamenta.
El caso de Agredano, que alguien joven sufra un ictus, es cada vez más común. De hecho, cualquier persona es susceptible de sufrirlo, desde bebés hasta ancianos. Según la Sociedad Española de Neurología (SEN), si no se previene, una de cuatro personas sufrirá un ictus a lo largo de su vida, no solo en la vejez –debido al deterioro natural del sistema cardiovascular– sino a edades más tempranas, como consecuencia de hábitos no saludables.
“La incidencia del ictus ha crecido en los últimos años entre la población menor de 50 años debido al incremento de malos hábitos como fumar, consumir drojas o excesivas cantidades de alcohol, el sedentarismo, una mala alimentación o el estrés”
En España, más de 100.000 personas sufren un ictus al año. Aproximadamente, una de cada seis muere. Es la primera causa de fin en mujeres y la segunda en hombres, según datos de la SEN. Es también la primera causa de discapacidad en adultos de ambos sexos. De aquellos que sobreviven, un 30% se convierte en dependiente funcional debido a las secuelas. Como advierte Javier Pardo, jefe del Servicio de Neurología del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz (Madrid): “El ictus es un problema de salud pública que requiere de concienciación que pasa por saber los factores de riesgo que produce el ictus y saber detectarlo tempranamente para así reducir drásticamente estas cifras”.
Como explica Rafael Arroyo, jefe del Departamento de Neurología del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid y del Complejo Hospitalario Ruber Juan Bravo (Madrid), el envejecimiento propicia la aparición de ictus debido al deterioro natural del sistema cardiovascular: las paredes de los vasos sanguíneos que tras*portan la sangre del corazón al cerebro se van deteriorando. El facultativo aclara que “no por envejecer tenemos que sufrir un ictus”, pero sí explicaría el incremento de la enfermedad que los expertos proyectan en una década, más del 30%: “Ahora vivimos más tiempo, la población es más mayor, y esta enfermedad se reproduce más”, apunta.
Sin embargo, Arroyo advierte sobre el incremento preocupante de casos que se están observando mucho antes de la edad geriátrica habitual. En las dos últimas décadas, los casos de ictus en España en personas de entre 20 y 64 años han aumentado un 25%. En la actualidad, la población afectada menor de 70 años representa un 60%; de ellos, los menores de 50 años son el 16%. Estas alarmantes cifras se deben al aumento de “malos hábitos como fumar, consumir drojas, excesivas cantidades de alcohol, el sedentarismo, una mala alimentación o el estrés”, detalla Arroyo.
Una enfermedad altamente prevenible
Julio Agredano recuerda ahora su vida antes del ictus: “No había hecho deporte en mi vida, pesaba 103 kilos, vivía sometido a una gran carga de estrés... La edad es un factor de riesgo que no se puede prevenir, pero muchos otros que causan el ictus, sí”, añade. Según la SEN, cerca del 90% de los casos se podrían evitar solo mejorando los hábitos de vida: llevar una dieta saludable, no fumar, no consumir drojas, beber bajas cantidades de alcohol e incorporar la actividad física diaria.
El doctor Pardo explica que existe una relación directa entre el ictus y enfermedades causadas por una presión arterial elevada como el colesterol o la hipertensión, que aumentan las resistencias que encuentra la sangre a su paso por las arterias. Otro tipo de patologías como las cardiopatías congénitas, la diabetes o incluso la apnea del sueño también están relacionadas con el ictus, como señala el doctor Arroyo. “Por eso es importante hacerse revisiones con frecuencia y recibir tratamiento si es necesario”, añade.
Una de cada cuatro personas sufrirá un ictus. Por qué esta enfermedad no entiende de edad
Este accidente cerebrovascular, la segunda causa de fin en España, no es exclusivo de la vejez. La barrera de los años se ha roto, pero hay esperanza: ocho de cada diez casos se podrían evitar tan solo mejorando los hábitos de vida
elpais.com
Este accidente cerebrovascular, la segunda causa de fin en España, no es exclusivo de la vejez. La barrera de los años se ha roto, pero hay esperanza: ocho de cada diez casos se podrían evitar tan solo mejorando los hábitos de vida
Julio Agredano (Madrid, 1972) vivía inmerso en la vorágine del trabajo, el estrés no le permitía descansar bien, no le prestaba importancia a la alimentación, tenía sobrepeso y lo de la actividad física no iba con él. Un grave error. Ese cóctel de circunstancias lo convertían en el candidato perfecto para sufrir un ictus a pesar de tener 39 años. Un día, estando de vacaciones con su mujer y su hijo, empezó a encontrarse mal: “No veía bien, me costaba moverme, me sentía sin fuerzas...”, explica. Relacionó el malestar con el cansancio acumulado y se fue a la cama. “Segundo gran error, porque en realidad estaba sufriendo un ictus”, añade.
Hasta la mañana siguiente, cuando su mujer lo encontró inconsciente, el madrileño no recibió tratamiento médico. Si hubiera acudido de inmediato al hospital, “probablemente no me hubiese tenido que enfrentar a una larga rehabilitación para recuperarme solo parcialmente de las secuelas físicas y psicológicas que me quedaron tras el infarto cerebral”, lamenta.
El caso de Agredano, que alguien joven sufra un ictus, es cada vez más común. De hecho, cualquier persona es susceptible de sufrirlo, desde bebés hasta ancianos. Según la Sociedad Española de Neurología (SEN), si no se previene, una de cuatro personas sufrirá un ictus a lo largo de su vida, no solo en la vejez –debido al deterioro natural del sistema cardiovascular– sino a edades más tempranas, como consecuencia de hábitos no saludables.
“La incidencia del ictus ha crecido en los últimos años entre la población menor de 50 años debido al incremento de malos hábitos como fumar, consumir drojas o excesivas cantidades de alcohol, el sedentarismo, una mala alimentación o el estrés”
En España, más de 100.000 personas sufren un ictus al año. Aproximadamente, una de cada seis muere. Es la primera causa de fin en mujeres y la segunda en hombres, según datos de la SEN. Es también la primera causa de discapacidad en adultos de ambos sexos. De aquellos que sobreviven, un 30% se convierte en dependiente funcional debido a las secuelas. Como advierte Javier Pardo, jefe del Servicio de Neurología del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz (Madrid): “El ictus es un problema de salud pública que requiere de concienciación que pasa por saber los factores de riesgo que produce el ictus y saber detectarlo tempranamente para así reducir drásticamente estas cifras”.
Como explica Rafael Arroyo, jefe del Departamento de Neurología del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid y del Complejo Hospitalario Ruber Juan Bravo (Madrid), el envejecimiento propicia la aparición de ictus debido al deterioro natural del sistema cardiovascular: las paredes de los vasos sanguíneos que tras*portan la sangre del corazón al cerebro se van deteriorando. El facultativo aclara que “no por envejecer tenemos que sufrir un ictus”, pero sí explicaría el incremento de la enfermedad que los expertos proyectan en una década, más del 30%: “Ahora vivimos más tiempo, la población es más mayor, y esta enfermedad se reproduce más”, apunta.
Sin embargo, Arroyo advierte sobre el incremento preocupante de casos que se están observando mucho antes de la edad geriátrica habitual. En las dos últimas décadas, los casos de ictus en España en personas de entre 20 y 64 años han aumentado un 25%. En la actualidad, la población afectada menor de 70 años representa un 60%; de ellos, los menores de 50 años son el 16%. Estas alarmantes cifras se deben al aumento de “malos hábitos como fumar, consumir drojas, excesivas cantidades de alcohol, el sedentarismo, una mala alimentación o el estrés”, detalla Arroyo.
Una enfermedad altamente prevenible
Julio Agredano recuerda ahora su vida antes del ictus: “No había hecho deporte en mi vida, pesaba 103 kilos, vivía sometido a una gran carga de estrés... La edad es un factor de riesgo que no se puede prevenir, pero muchos otros que causan el ictus, sí”, añade. Según la SEN, cerca del 90% de los casos se podrían evitar solo mejorando los hábitos de vida: llevar una dieta saludable, no fumar, no consumir drojas, beber bajas cantidades de alcohol e incorporar la actividad física diaria.
El doctor Pardo explica que existe una relación directa entre el ictus y enfermedades causadas por una presión arterial elevada como el colesterol o la hipertensión, que aumentan las resistencias que encuentra la sangre a su paso por las arterias. Otro tipo de patologías como las cardiopatías congénitas, la diabetes o incluso la apnea del sueño también están relacionadas con el ictus, como señala el doctor Arroyo. “Por eso es importante hacerse revisiones con frecuencia y recibir tratamiento si es necesario”, añade.