Clavisto
Será en Octubre
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El cabrero entró en modo bucle una vez más y ya no pude soportarlo. De todas formas era casi la hora de irse a la cama y eso hice tras hacerme una manola mirando el vídeo de una tetona. Estaba tan cansado y tenía el cerebro tan embotado tras pasar otra tarde viendo streamings del cabrero psicótico que por una vez me costó poco coger el sueño.
No desperté bien. Me duché y cogí el coche para ir a abrir el bar. A mitad de la rampa vi que un vecino petulante tenía parado el suyo justo en el acceso, dejándome a merced de la gravedad. Andaba ajustando el porta de la bici y me hizo una señal con la mano. Enseguida subió al coche para apartarlo. Llovía. ¿Qué clase de iluso hace esas cosas?
Oscar llegó al mediodía en compañía de su padre. Ayer, sin su hijo, me enseñó un vídeo del chico tocando el piano. Yo sé desde hace tiempo que Oscar toca el piano. La música es terapia entre los chicos de su condición. Pero dejad que os cuente la mía en los minutos previos al visionado.
Ayer también tuvo su mediodía, uno más, uno al menos tan gris y lluvioso como el de hoy o el de antes de ayer o el de...Ahora no recuerdo quien llegó primero, si mi viejo amigo o el muy animoso doctor jubilado. Yo creo que fue este, sí. Poco antes me había acordado de él y al rato apareció con otro viejo al que luego se le añadiría uno más. Fue extraño. Al menos dos meses habían pasado desde la última vez que estuvo por aquí. Un personaje, un líder en toda regla, un macho alfa, vamos. A mi me hace bastante gracia, aparte que no lo duele nada el bolsillo. Después de todo no me queda mucho para cumplir medio siglo sobre la Tierra y eso es algo que también tiene sus cosas buenas.
Y en esas andábamos, él pidiendo por los demás, saludando con toda amabilidad a una antigua enfermera que se le acercó, una viejuna que había entrado poco después en compañía de su pareja, un tipo que poco menos alucinó ante la situación, dos besazos y tal, "¡esto lo pago yo, Kufisto!"
"Se la ***ó seguro" pensé.
- Mira esto, Kufisto -dijo el padre de Oscar alargando su teléfono.
Y entonces vi y oí a Oscar tocando el piano. Bastaron cinco segundos para darme cuenta de que ese no era el vídeo de un chico tocando el riff de "Smoke in the water" ante su orgulloso padre.
Ante un piano de pared el chico deslizaba los dedos sobre el teclado como cualquiera podría hacerlo. Pero él caso era que él estaba interpretando obras maestras sin partitura alguna. De cabeza. Me sonaba a Mozart.
- Esto es Mozart -le dije-, uno de sus conciertos para piano -No me lo podía creer.
Asombrado tras esos dos minutos y medio en los que llegué a olvidar que estaba trabajando y a punto de amarme un buen shishi en la forma de un caduco doctor se lo devolví tras verlo una vez más.
- ¡Pero esto es increíble!
- Hola, Oscar.
- Dile hola a Kufisto -dijo su padre.
- Hola, Kufisto -respondió sin mirarme, absorto en el teléfono que hoy emitía música de piano.
Agua y patatas fritas. Dos bolsas.
- Eso suena a Mozart -dije.
- ¡Es Kuhlau!
- ¿Quien?
- ¡Kuhlau! -respondió como uno que no necesita hablar.
Lo busqué en Internet. Lo encontré. Nació cinco años antes de la fin de Mozart. Sonaba a Mozart.
Lleva cuatro años estudiando piano. Tiene once. Cuando él nació yo estaba en la pura cosa. Y empecé a escribir para escapar de ella.
- Oye -le digo a su padre después de ver otro vídeo-, aquí hay que hacer algo. Yo te lo muevo, estoy en foros y conozco gente, pero esto no puede quedarse aquí.
No. No puede quedarse aquí. Hay que abrir un puñetero canal de Youtube.
Como hizo el cabrero.
No desperté bien. Me duché y cogí el coche para ir a abrir el bar. A mitad de la rampa vi que un vecino petulante tenía parado el suyo justo en el acceso, dejándome a merced de la gravedad. Andaba ajustando el porta de la bici y me hizo una señal con la mano. Enseguida subió al coche para apartarlo. Llovía. ¿Qué clase de iluso hace esas cosas?
Oscar llegó al mediodía en compañía de su padre. Ayer, sin su hijo, me enseñó un vídeo del chico tocando el piano. Yo sé desde hace tiempo que Oscar toca el piano. La música es terapia entre los chicos de su condición. Pero dejad que os cuente la mía en los minutos previos al visionado.
Ayer también tuvo su mediodía, uno más, uno al menos tan gris y lluvioso como el de hoy o el de antes de ayer o el de...Ahora no recuerdo quien llegó primero, si mi viejo amigo o el muy animoso doctor jubilado. Yo creo que fue este, sí. Poco antes me había acordado de él y al rato apareció con otro viejo al que luego se le añadiría uno más. Fue extraño. Al menos dos meses habían pasado desde la última vez que estuvo por aquí. Un personaje, un líder en toda regla, un macho alfa, vamos. A mi me hace bastante gracia, aparte que no lo duele nada el bolsillo. Después de todo no me queda mucho para cumplir medio siglo sobre la Tierra y eso es algo que también tiene sus cosas buenas.
Y en esas andábamos, él pidiendo por los demás, saludando con toda amabilidad a una antigua enfermera que se le acercó, una viejuna que había entrado poco después en compañía de su pareja, un tipo que poco menos alucinó ante la situación, dos besazos y tal, "¡esto lo pago yo, Kufisto!"
"Se la ***ó seguro" pensé.
- Mira esto, Kufisto -dijo el padre de Oscar alargando su teléfono.
Y entonces vi y oí a Oscar tocando el piano. Bastaron cinco segundos para darme cuenta de que ese no era el vídeo de un chico tocando el riff de "Smoke in the water" ante su orgulloso padre.
Ante un piano de pared el chico deslizaba los dedos sobre el teclado como cualquiera podría hacerlo. Pero él caso era que él estaba interpretando obras maestras sin partitura alguna. De cabeza. Me sonaba a Mozart.
- Esto es Mozart -le dije-, uno de sus conciertos para piano -No me lo podía creer.
Asombrado tras esos dos minutos y medio en los que llegué a olvidar que estaba trabajando y a punto de amarme un buen shishi en la forma de un caduco doctor se lo devolví tras verlo una vez más.
- ¡Pero esto es increíble!
- Hola, Oscar.
- Dile hola a Kufisto -dijo su padre.
- Hola, Kufisto -respondió sin mirarme, absorto en el teléfono que hoy emitía música de piano.
Agua y patatas fritas. Dos bolsas.
- Eso suena a Mozart -dije.
- ¡Es Kuhlau!
- ¿Quien?
- ¡Kuhlau! -respondió como uno que no necesita hablar.
Lo busqué en Internet. Lo encontré. Nació cinco años antes de la fin de Mozart. Sonaba a Mozart.
Lleva cuatro años estudiando piano. Tiene once. Cuando él nació yo estaba en la pura cosa. Y empecé a escribir para escapar de ella.
- Oye -le digo a su padre después de ver otro vídeo-, aquí hay que hacer algo. Yo te lo muevo, estoy en foros y conozco gente, pero esto no puede quedarse aquí.
No. No puede quedarse aquí. Hay que abrir un puñetero canal de Youtube.
Como hizo el cabrero.