El Pez Z simple líder de masas

Cui Bono

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Es antiguo, pero muy actual.

La piel de Bobo - El Foxino Común

El Foxino Común
Erich Von Holst escogió de entre todos los foxinos de su piscina experimental – el foxino común es un pez perteneciente al género de la carpa - a un pez cualquiera, llamémosle Z, y le extirpó la parte anterior del cerebro. Esa parte del cerebro es en esta especie la sede de todas las reacciones colectivas. El foxino simple conserva sus funciones motrices y nada como un pez normal. Von Holst repuso al pez ``orate´´ a convivir con el resto del banco de peces. ¿Qué ocurrió?

[banco de peces]

La forma más primitiva de ``sociedad´´, en el sentido más amplio del término, es la asociación anónima, cuyo ejemplo más característico es el banco de peces. En el interior del banco no hay estructura alguna, no hay jefes ni subordinados, sino sólo un inmenso conjunto de miembros iguales.

El aislamiento, la perdida de contacto con el banco pueden significar un peligro inmediato para la vida individual. Por esa razón, el comportamiento grupal parece perfectamente funcional, y tan beneficioso para la supervivencia del individuo como para la del grupo. Los peces miran con sus ojitos a cada instante vigilando a sus compañeros e imitan cualquier movimiento que perciban, copiándolo. Así se influyen mutuamente. Cuando uno de ellos percibe el peligro y huye, tras*mite su sensación a los demás, que han captado su miedo. Así es posible que bancos enormes de peces se muevan como si de una unidad se tratara. Son uno con el colectivo y renuncian de esta manera al costoso trabajo de pensar y tomar lentas decisiones individuales. En vez de pensar miras lo que hacen los demás y lo imitas. Es una extraña forma de democracia espontánea.

[bando]

¿Pero qué ocurrió en este contexto con el pez Z? Lo que sigue es una pequeña reflexión sobre el liderazgo.

Este pez, como era petulante, no entendía que su supervivencia dependía del grupo así que no le importaba abandonar el banco en solitario. En realidad nada le importaba. Los peces indecisos, con el miedo a flor de piel, miraban y estudiaban el movimiento de los demás y seguían al que más decisión y seguridad demostraba. ¿Y cuál era éste?

[z]

Pues eso, que en una variante de la mejor escena de Forrest Gump, se pusieron todos a seguir al pez simple que, petulante perdido, iba a su bola sin ningún sentido. Por fin habían encontrado un líder. Un tipo sin dudas. “No entendí lo que decía pero percibí palabras firmes” leí hace poco en el artículo de un nacionalista refiriéndose a un discurso del ciclista en la pasada feria del berriguna.

Sí, el defecto había convertido al pez bobalicón en un dictador. Un dictador al que todos seguían ciegamente y que podía llevar al banco de peces directamente a las redes de un pescador, a la boca de cualquier peligro, a cualquier recoveco sin escapatoria y al desastre y destrucción del propio banco. ¿Les suena? ¡Quién nos iba a decir que terminaríamos viviendo en una piscifactoría, experimentando en carne propia el experimento del Z pez!
 
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