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Los Verdes alemanes piden deportaciones más rápidas, más armas y más gas licuado
Los solicitantes de asilo rechazados por el sistema no tienen acceso a programas de integración, no pueden trabajar ni formarse, con lo que permanecen en ocasiones incluso años en estado vegetativo en albergues de asilo.
En Berlín, no sorprende a nadie que el alcalde de la ciudad, Kai Wegner, miembro del partido cristianodemócrata (CDU), se plantee ahora llevar a cabo deportaciones durante los meses de invierno. En una entrevista con el diario conservador Frankfurter Allgemeine Zeitung, expresaba el jueves “la necesidad de entablar conversaciones con nuestros socios socialdemócratas de coalición para evaluar si podemos permitirnos una pausa en las deportaciones entre octubre y abril”. En definitiva, el SPD sigue un compás muy similar en esta cuestión. Sin embargo, lo que ha sorprendido a muchos es la petición que esta semana realizó la co-presidenta del partido verde Bündnis 90/Die Grünen, Ricarda Lang.
La política verde instó a que se firmen cuanto antes acuerdos que permitan la deportación de solicitantes de asilo cuyas solicitudes hayan sido rechazadas. Algo que figura en el texto de coalición del tripartito alemán y hasta ahora se consideraba una concesión de los verdes para entrar en el gobierno con la que, en teoría, no estaban de acuerdo. En realidad, durante los primeros seis meses del año, se deportó un 27% más de personas en comparación con el mismo período del año anterior, según la respuesta del gobierno a una pregunta parlamentaria del partido La Izquierda (Die Linke). Los solicitantes de asilo rechazados por el sistema no tienen acceso a programas de integración, no pueden trabajar ni formarse, con lo que permanecen en ocasiones incluso años en estado vegetativo en albergues de asilo.
posiciones de izquierda desde hace mucho tiempo”. En el pasado eran un partido de izquierda alternativa que se consideraba el brazo parlamentario y la voz de movimiento pacifista, y asegura que “en la década de 1980, incluso buscaban disolver la OTAN y prohibir el comercio de armas”.
Pero a más tardar con la caída del realismo socialista, las fuerzas pro-OTAN prevalecieron. “A los oportunistas verdes como Joschka Fischer desde el establishment político se les insinuó muy temprano que debían desechar su postura anti-OTAN si querían jugar en la liga de los poderosos”, explica Rude. Fischer al final “logró que el partido apoyara las operaciones militares del ejército alemán”. Fue un gobierno federal rojo-verde con Fischer como Ministro de Relaciones Exteriores el que llevó a cabo la primera guerra que partió de suelo alemán después de 1945, en 1999 en Yugoslavia. “Por cierto, una guerra de agresión contraria al derecho internacional”, resalta Rude. Hasta entonces, la consigna antifascista y de izquierdas era «Nunca más fascismo, nunca más guerra». Pero también en ella Fischer defraudó al antifascismo y el antimilitarismo, explica el autor.
Los solicitantes de asilo rechazados por el sistema no tienen acceso a programas de integración, no pueden trabajar ni formarse, con lo que permanecen en ocasiones incluso años en estado vegetativo en albergues de asilo.
En Berlín, no sorprende a nadie que el alcalde de la ciudad, Kai Wegner, miembro del partido cristianodemócrata (CDU), se plantee ahora llevar a cabo deportaciones durante los meses de invierno. En una entrevista con el diario conservador Frankfurter Allgemeine Zeitung, expresaba el jueves “la necesidad de entablar conversaciones con nuestros socios socialdemócratas de coalición para evaluar si podemos permitirnos una pausa en las deportaciones entre octubre y abril”. En definitiva, el SPD sigue un compás muy similar en esta cuestión. Sin embargo, lo que ha sorprendido a muchos es la petición que esta semana realizó la co-presidenta del partido verde Bündnis 90/Die Grünen, Ricarda Lang.
La política verde instó a que se firmen cuanto antes acuerdos que permitan la deportación de solicitantes de asilo cuyas solicitudes hayan sido rechazadas. Algo que figura en el texto de coalición del tripartito alemán y hasta ahora se consideraba una concesión de los verdes para entrar en el gobierno con la que, en teoría, no estaban de acuerdo. En realidad, durante los primeros seis meses del año, se deportó un 27% más de personas en comparación con el mismo período del año anterior, según la respuesta del gobierno a una pregunta parlamentaria del partido La Izquierda (Die Linke). Los solicitantes de asilo rechazados por el sistema no tienen acceso a programas de integración, no pueden trabajar ni formarse, con lo que permanecen en ocasiones incluso años en estado vegetativo en albergues de asilo.
posiciones de izquierda desde hace mucho tiempo”. En el pasado eran un partido de izquierda alternativa que se consideraba el brazo parlamentario y la voz de movimiento pacifista, y asegura que “en la década de 1980, incluso buscaban disolver la OTAN y prohibir el comercio de armas”.
Pero a más tardar con la caída del realismo socialista, las fuerzas pro-OTAN prevalecieron. “A los oportunistas verdes como Joschka Fischer desde el establishment político se les insinuó muy temprano que debían desechar su postura anti-OTAN si querían jugar en la liga de los poderosos”, explica Rude. Fischer al final “logró que el partido apoyara las operaciones militares del ejército alemán”. Fue un gobierno federal rojo-verde con Fischer como Ministro de Relaciones Exteriores el que llevó a cabo la primera guerra que partió de suelo alemán después de 1945, en 1999 en Yugoslavia. “Por cierto, una guerra de agresión contraria al derecho internacional”, resalta Rude. Hasta entonces, la consigna antifascista y de izquierdas era «Nunca más fascismo, nunca más guerra». Pero también en ella Fischer defraudó al antifascismo y el antimilitarismo, explica el autor.