El Partido Tertuliano y la democracia televisiva

Chuck Norris

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Na súa recente entrevista con Ana Pastor, Pablo Iglesias -político e gurú- dixo literalmente: "A batalla das ideas ten na televisión o seu terreno principal". Ou sexa, ou fas parte do Partido Tertuliano ou non tes futuro político ("O 95% dunha lideranza é un dispositivo audiovisual", sostén o profesor da Complutense). Esta é unha curiosa teoría vinda dun político que se di tras*formador e que en tempos non moi remotos profesaba ideoloxías revolucionarias. Que dirían os clásicos Enrique Bustamente -Los Amos de la información en España (Akal, 1982)- ou Hans Magnus Enzesberger -Elementos para una teoría de los medios de comunicación (Anagrama, 1984) destas declaracións do líder de Podemos? Talvez parafrasearían a frase de Lenin de que a liberdade de imprensa só a ten o dono da imprensa. Mutatis mutandis, a liberdade de expresión na televisión só a ten o dono da televisión, só a ten aquel que te pode convidar ou non a estar no prime time.


Estariamos, pois, na democracia televisiva, curiosa forma da democracia en que os líderes non son o produto dunha selección por parte da militancia dunha dada formación politica, senón que ascenden ao topo da pirámide por cooptación das televisións, que son as que os poñen diante das cámaras. A resposta de Iglesias, sensíbel ás críticas, á pergunta de que por que o levan tanto a programas de prime time é a previsíbel. Lévano porque é negocio, porque dá audiencia. Argumento pobre. Primeiro, porque a habelencia comunicativa de Pablo Iglesias -que é evidente- é tamén produto da experiencia (a prática comporta mellora, se pasas a vida nos platós acabas adquirindo determinadas habilidades). E segundo, porque as televisións teñen formas alternativas de procurar a audiencia que non pasan por publicitar as mensaxes dun líder pretensamente rupturista.
A batalla das ideas televisiva que preconiza Pablo Iglesias non a poden practicar nen Bildu nen ERC nen o BNG porque ningún dos seus líderes vai ser cooptado polos amos da información en España
A democracia televisiva está aquí, portanto, e é aquela en que os donos das televisións poñen e quitan líderes. Por que caíu en tan poucos meses Cayo Lara como líder de IU se nas recentes europeas a formación de esquerdas conseguira o seu mellor resultado en moitos anos? Porque as televisións se dedicaron a promover o seu relevo, o telexénico Alberto Garzón, a quen convidaban no canto de Lara. Cooptaron Garzón e criaron a atmosfera de presión social que levou a facer a posición de Lara insustentábel dentro de IU.


En todo caso, é evidente que a fórmula Podemos non é universalizábel (foi patético ver esoutrodía Podemos, PP e PSOE discutiren nun plató a ver quen deles saía máis na tele) porque os titulares da democracia catódica non prodigan os seus convites moito alén do recén estreado tripartidismo. E se o ollarmos desde as nacións sen Estado, e desde as opcións políticas nacionalistas, aí o panorama é o que é. A batalla das ideas televisiva que preconiza Pablo Iglesias non a poden practicar nen Bildu nen ERC nen o BNG porque ningún dos seus líderes vai ser cooptado polos amos da información en España (que hoxe na televisión son un duopolio, por un lado a dupla LaSexta-Antena 3, por outro Cuatro-Tele5).


Gábanse os portavoces de Podemos da súa democracia interna. De que non sei cantos militantes optaron á secretaría xeral. Moi ben. Mais que porcentaxe da populación é capaz de pronunciar o nome dalgún candidato alternativo a Pablo Iglesias? Debe ser infinitesimal. Por que? Porque ningún deles pisa os platós das televisións, ningún deles goza do favor dos que teñen o poder de dicer quen sae e quen non.







La democracia televisiva



En su reciente entrevista con Ana Pastor, Pablo Iglesias -político y gurú- dijo literalmente: "La batalla de las ideas tiene en la televisión su terreno principal". O sea, o formas parte del Partido Tertuliano o no tienes futuro político ("El 95% de un liderazgo es un dispositivo audiovisual", sostiene el profesor de la Complutense). Esta es una curiosa teoría viniendo de un político que se dice tras*formador y que en tiempos no muy remotos profesaba ideologías revolucionarias. ¿Qué dirían los clásicos Enrique Bustamente -Los Amos de la información en España (Akal, 1982)- o Hans Magnus Enzesberger -Elementos para una teoría de los medios de comunicación (Anagrama, 1984) de estas declaraciones del líder de Podemos? Tal vez parafrasearían la frase de Lenin de que la libertad de prensa sólo la tiene el dueño de la prensa. Mutatis mutandis, la libertad de expresión en la televisión sólo la tiene el dueño de la televisión, sólo la tiene aquel que te puede invitar o no a estar en el prime time.

Estaríamos, pues, en la democracia televisiva, curiosa forma de la democracia en que los líderes no son el producto de una selección por parte de la militancia de una dada formación politica, sino que ascienden al tope de la pirámide por cooptación de las televisiones, que son las que los ponen delante de las cámaras. La respuesta de Iglesias, sensible a las críticas, a la pergunta de que por que lo llevan tanto a programas de prime time es la previsible. Lo llevan porque es negocio, porque da audiencia. Argumento pobre. Primero, porque la habilidad comunicativa de Pablo Iglesias -que es evidente- es también producto de la experiencia (la prática compuerta mejora, se pasas la vida en los platós acabas adquiriendo determinadas habilidades). Y segundo, porque las televisiones tienen formas alternativas de conseguir la audiencia que no pasan por publicitar los mensajes de un líder pretendidamente rupturista.

La batalla de las ideas televisiva que preconiza Pablo Iglesias no la pueden practicar ni Bildu ni ERC ni el BNG porque ninguno de sus líderes va a ser cooptado por los amos de la información en España

La democracia televisiva está aquí, portanto, y es aquella en que los dueños de las televisiones ponen y quitan líderes. ¿Por qué cayó en tan pocos meses Cayo Lara como líder de IU se en las recientes europeas la formación de izquierdas había conseguido su mejor resultado en muchos años? Porque las televisiones se dedicaron a promover su relieve, el telegénico Alberto Garzón, la quien invitaban en vez de Lara. Cooptaron a Garzón y crearon la atmósfera de presión social que llevó a hacer la posición de Lara insostenible dentro de IU.

En todo caso, es evidente que la fórmula Podemos no es universalizáble (fue patético ver ese día a Podemos, PP y PSOE discutir en un plató a ver quien de ellos salía más en la tele) porque los titulares de la democracia catódica no prodigan sus convites mucho al otro lado del recien estrenado tripartidismo. Y si lo vemos desde las naciones sin Estado, y desde las opciones políticas nacionalistas, ahí el panorama es lo que es. La batalla de las ideas televisiva que preconiza Pablo Iglesias no la pueden practicar ni Bildu ni ERC ni el BNG porque ninguno de sus líderes va a ser cooptado por los amos de la información en España (que hoy en la televisión son un duopolio, por un lado el duo LaSexta-Antena 3, por otro Cuatro-Tele5).

Se exaltan los portavoces de Podemos de su democracia interna. De que no sé cuantos militantes optaron a la secretaría general. Muy bien. ¿Pero qué porcentaje de la población es capaz de pronunciar el nombre de algún candidato alternativo a Pablo Iglesias? Debe ser infinitesimal. ¿Por qué? Porque ninguno de ellos pisa los platós de las televisiones, ninguno de ellos disfruta del favor de los que tienen el poder de dicer quien sale y quien no.


A democracia televisiva - Opinión - Sermos Galiza - A Información precisa
 
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