castguer
Madmaxista
Como cualquier otra religión, también la Democracia promete su Paraíso a sus adeptos. Es un Paraíso Terrenal, que los bienpensantes de la Derecha y de la Izquierda llaman, respectivamente, Globalización y Mundialización. Las prelaturas democráticas internacionalistas tienden, por su propia naturaleza a un mundo cada vez más unificado y amorfo. La locomotora que lleva el mundo a la Globalización es, indudablemente, los EEUU. Pero anteriormente lo fue el Imperio Británico, pues la Globalización, o Mundialización, es el fruto de una conspiración multisecular. Las cosas no suceden por que sí, sino que son consecuencia de los actos de los hombres. El piloto de aquella locomotora es el Establishment, o Sistema, cuyo meollo es el Sionismo.
El fin último es un mundo unificado, a lo que coadyuvan las prelaturas internacionalistas y una política de migraciones que despersonalizan a pueblos y patrias. Un Paraíso en el que cada sector geográfico tendrá asignada una misión productiva, bajo un mando férreo. El 17 de febrero de 1950 el circunciso banquero James P. Warburg dijo: “Vamos a tener un Gobierno Mundial, tanto si nos gusta como si no nos gusta. La única cuestión es si el Gobierno Mundial se conseguirá por la fuerza o por consentimiento”. El pragmatismo ha ido imponiendo ambas opciones. Ya desde la Revolución Francesa las libertades reales de hombres, pueblos y naciones han sido paulatinamente absorbidas por entidades omnipotentes; primero los estados, luego los bloques (hasta hace bien poco, comunistas y anti-comunistas) y ahora el mundo globalizado, posibilitado por las prelaturas democráticas que encadenan al mundo como los habitantes de Liliput encadenaron a Gulliver.
Demos
El fin último es un mundo unificado, a lo que coadyuvan las prelaturas internacionalistas y una política de migraciones que despersonalizan a pueblos y patrias. Un Paraíso en el que cada sector geográfico tendrá asignada una misión productiva, bajo un mando férreo. El 17 de febrero de 1950 el circunciso banquero James P. Warburg dijo: “Vamos a tener un Gobierno Mundial, tanto si nos gusta como si no nos gusta. La única cuestión es si el Gobierno Mundial se conseguirá por la fuerza o por consentimiento”. El pragmatismo ha ido imponiendo ambas opciones. Ya desde la Revolución Francesa las libertades reales de hombres, pueblos y naciones han sido paulatinamente absorbidas por entidades omnipotentes; primero los estados, luego los bloques (hasta hace bien poco, comunistas y anti-comunistas) y ahora el mundo globalizado, posibilitado por las prelaturas democráticas que encadenan al mundo como los habitantes de Liliput encadenaron a Gulliver.
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