El Paradigma de Género no explica la violencia de pareja

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Forero Paco Demier
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27 May 2020
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Este hilo es un corta y pega literal del blog Evolución y Neurociencias en su artículo El Paradigma de Género no explica la violencia de pareja, por lo tanto mi mérito se reduce únicamente a pegarlo aquí.

He reservado los primeros posts del hilo para continuar con el artículo ya que supera ampliamente el límite de caracteres permitidos por post en este foro. Lo he publicado en el principal porque considero que el paradigma de género condiciona la política y en consecuencia la economía española, sobre cuyo análisis se sustenta la existencia de este foro. Si éste no es el lugar adecuado, muévase a donde corresponda, aunque muy a mi pesar termine en el ático.

Como rezan las citas al comienzo del artículo, creo que es esencial para la formación de un criterio sobre cualquier materia intentar abordarla desde la posición más neutral de la que seamos capaces. Yo no soy mejor que nadie, yo no soy ése que es siempre capaz de analizar bien la postura opuesta a mi opinión, leyendo la bibliografía necesaria para ello, pero animo a todos a no creerse lo que dice este artículo únicamente porque esté en consonancia con sus ideas.

Soy consciente de que si este hilo tiene relativo éxito, es decir, si es leído por un número considerable de personas, aparecerán comentarios insultando a las feministas y mostrando una conducta agresiva hacia las mujeres en general. Por mi parte, me desmarco completamente de cualquier comentario con intención ofensiva que pueda aparecer en este hilo, y de hecho lo condeno. Así mismo, animo a todos aquellos que estén en desacuerdo con los principales pilares sobre los cuales se construye este texto a que ignoren tales insultos y a que abran su mente al mismo.

Sin más dilación, he aquí el texto:



Sólo aquellos tan autoengañados como para pensar que su propio juicio es infalible prohibirían a otros ser expuestos a puntos de vista diferentes.
- John Stuart Mill


Uno de los más patéticos -y peligrosos- signos de nuestros tiempos es el creciente número de individuos y grupos que creen que nadie puede estar en desacuerdo con ellos por una razón honesta.
-Thomas Sowell

La ciencia está convencida de que debe buscar la verdad, la religión está convencida de que ya la tiene.
-Jorge Wagensberg


El Paradigma de Género

El paradigma de género es el concepto o la visión de que la violencia de pareja íntima (VPI) es perpetrada por los hombres contra las mujeres para defender el patriarcado, una estructura social jerárquica que otorga el poder a los hombres. Según los defensores de este paradigma, si queremos entender la violencia doméstica debemos entender primero que la estructura de poder de la sociedad es una en la que los hombres son política, social y económicamente dominantes sobre las mujeres. Esta estructura de poder social se refleja en las relaciones interpersonales y los hombres mal-usan el poder que tienen en sus relaciones porque han sido socializados para creer que tienen el poder de controlar a las mujeres, incluso por medios violentos. Por tanto, argumenta el feminismo, la violencia doméstica es un problema de género, de violencia de los hombres contra las mujeres.

Su formulación inicial está en trabajos como los de Dobash y Dobash (1979) o MacKinnon (1989) que se adhieren al punto de vista de la sociología funcional, es decir, que la VPI es un acto político para preservar el patriarcado y el poder masculino. Esta teoría, que es la que maneja el feminismo radical, tiene un origen neomarxista viendo todas las relaciones como relaciones de género y poder donde los hombres (que juegan el papel de la burguesía en la ideología marxista) tienen el poder sobre las mujeres (que juegan el papel del proletariado) y la VPI sólo tiene dos fuentes: o es abuso de los hombres para defender el poder o es violencia defensiva de las mujeres para autoprotegerse. En definitiva, los hombres son los perpetradores de la VPI y las mujeres las víctimas. Las mujeres nunca son violentas excepto en defensa propia.

Esta visión es el paradigma dominante actualmente para entender la VPI en los ámbitos de nuestra sociedad que realmente importan: prensa, universidad, sistema judicial, partidos políticos, etc. En esta entrada voy a explicar los problemas que tiene esta visión y a concluir que este paradigma es un dogma ideológico sin base científica ni poder explicativo para entender la conducta humana. Vamos a empezar por mostrar los datos que tenemos que no apoyan este paradigma.

Los Problemas del Paradigma de Género

Una primera cuestión sería que desde esta visión no está claro cómo podríamos hacer responsables a los hombres de forma individual de sus actos si la culpa la tiene el patriarcado y los hombres simplemente han sido adoctrinados y educados en él. Tampoco está clara la explicación de por qué la mayoría de los hombres logran sustraerse a esta socialización, ya que la mayoría de los hombres no agreden a sus mujeres ni a otras personas ni consideran que a violencia contra la mujer es aceptable (Simon,2001). Pero vamos a ver algunos datos. Los voy a agrupar en varios bloques aunque, evidentemente, todos están relacionados:

1- La mayor parte de la violencia de pareja es simétrica

Aquí tocamos un tema que todavía se debate y en el que es fácil entrar en una guerra de cifras. Los datos varían mucho según la procedencia de las muestras. Cuando se usan muestras representativas de la población general y se pregunta por actos de violencia, encontramos que la violencia de pareja es recíproca y que las mujeres agreden tanto o más que los hombres (Archer,2000). La frecuencia en la población general puede llegar hasta un tercio de la población pero la gravedad de esta violencia es baja. Martin Fiebert recoge bibliografía sobre este tema y lleva ya recogidas más de 200 referencias que lo confirman, (Fiebert,2012). Un estudio reciente en 6 países europeos encuentra que la violencia bidireccional o recíproca es la más frecuente, con tasas similares de victimización y perpetración en hombres y mujeres (Costa y cols., 2015). En muestras de población general se encuentra que un 25% de la violencia es iniciada sólo por la mujer, un 25% sólo por el hombre y un 50% mutuamente (Satel, 1997). En una muestra de jóvenes de 18-28 años del National Longitudinal Study of Adolescent health de 2001 Whitaker encuentra que en el 24% de las relaciones hay algún tipo de violencia y la mitad de ella es violencia recíproca (49,7%); en la violencia que no es recíproca, las mujeres son las perpetradoras en el 70% de los casos (Whitaker, 2007)

Pero lo que también es verdad es que la violencia de los hombres tiene consecuencias más negativas que la de las mujeres en el sentido de que las mujeres resultan heridas con más frecuencia y la violencia masculina genera más miedo de la pareja, aunque los datos concretos dependen mucho de las muestras (Kar y O´Leary, 2010). Cuando en las encuestas se pregunta por delitos violentos (crime), agresiones que la gente considera como delitos, las frecuencias cambian porque mucha gente no considera ciertas agresiones como delitos y encontramos por ejemplo en Walby y Towers, 2018 que las mujeres son el 74% de las víctimas, y los hombres el 26% y encuentran sólo 300.000 víctimas de delitos violentos domésticos, un 0,7% de la población adulta de Inglaterra y Gales, que es donde se lleva a cabo el estudio. En este estudio, en los casos de violencia repetida grave el 80% de las víctimas son mujeres.

Aún así, la gravedad de la violencia que sufren los hombres no se puede obviar. En el estudio de Archer (2000) las mujeres resultaban heridas con más frecuencia en una proporción de 1/6 de una desviación estándar y requerían asistencia médica con mayor frecuencia en una proporción de 1/12 de una desviación estándar. En este estudio, (Weiss, 2010) las heridas significativas ocurren en un 12,6% de mujeres y un 8,5% de hombres. Las diferencias son menores también cuando se controla para tamaño y fuerza física (Felson, 1996). En el British Crime Survey, actos agresivos menores llevaron a heridas físicas en el 49% de los casos en mujeres y en un 36% cuando las víctimas eran hombres; en el caso de actos graves la diferencia fue 77% y 56%, respectivamente (Walby y Allen, 2004). Por supuesto, no se trata de una competición a ver quién es más víctima. Toda violencia contra cualquier persona debe ser combatida y todas las víctimas merecen nuestra empatía, solidaridad y esfuerzo. Aunque las mujeres resulten heridas con mayor frecuencia, los hombres también lo son (Straus, 2010) por lo que no se les debería negar protección.

Además, no hay que pasar por alto las consecuencias negativas de la violencia de las mujeres para ellas mismas y para la familia. Si la mujer introduce la violencia en la relación está mandando el mensaje al hombre de que es una estrategia válida para resolver los problemas y éste va a responder con violencia con consecuencias probablemente más graves. Y también muy graves son las consecuencias para la familia. Los hijos e hijas de padres donde existe violencia de pareja tienen más riesgo de perpetrar ellos mismos VPI. Una progenitora que dé un sopapo a su marido en el tras*curso de una discusión o conflicto está mandando a sus hijos el mensaje de que la agresión es una manera de resolver conflictos.

Son de gran calidad los trabajos prospectivos que forman parte del estudio Dunedin (hay también otros), del grupo de Terrie Moffitt, que encuentran que el abuso es un proceso diádico y ambos sexos participan en él (Moffitt y cols, 2001). Algunos de sus hallazgos, aparte de que las mujeres usan la violencia por lo menos tanto como los hombres (Moffitt y cols. 1997), son que tener padres de clase alta y crecer en un hogar con los dos padres presentes se asocia a bajo riesgo posterior de VPI; que dejar la escuela, un bajo C.I. y problemas de lectura se asocia a alto riesgo de VPI; que trastornos de conducta y delincuencia a los 15 años se asocia a alto riesgo de VPI; que jóvenes que tienen un largo historial de resolver los problemas interpersonales de una manera coercitiva usarán una táctica similar posteriormente en sus relaciones de pareja; que el uso de drojas en adolescencia predice VPI posteriormente; que la perpetración de VPI y el ser víctima de VPI están altamente correlacionados (Magdol y cols, 1998), solapamiento agresor/víctima que han encontrado otros (Beckley y cols, 2017) (Barnes y Beaver, 2012) (Vaske y cols 2012); y que existe un emparejamiento selectivo (assortative mating), es decir, que chicos y chicas con trastornos de personalidad y riesgo de VPI tienden a emparejarse entre sí (Moffit y cols.,2001). Capaldi y cols.(2004) concluyen también en su estudio en jóvenes que “la agresión parece bidireccional y basada en el emparejamiento selectivo, es decir, la gente agresiva se escoge mutuamente”.

También encontraron que el 10% de la muestra Dunedin que presentó conductas antisociales desde la niñez fue el responsable del 62% de las condenas por violencia contra las mujeres a los 26 años (Moffit y cols 2002). Que la presencia de trastornos de personalidad medidos 10 años antes predicen la posterior perpetración de VPI (Ehrensaft y cols., 2006). Con respecto a las chicas en concreto, Moffit y cols. encuentran que rasgos antisociales a los 15 años predicen la elección posterior de un hombre abusivo así como la perpetración de violencia de pareja por parte de estas chicas sobre sus parejas (aún descontando la violencia cometida por la pareja). Características como aprobación del uso de la agresión, excesivos celos y suspicacia, tendencia a experimentar emociones intensas y rápidas y pobre autocontrol predicen la perpetración de VPI, características que se encuentran también en los hombres abusadores. En un estudio prospectivo a 40 años, su grupo encuentra que la violencia en la pareja es mutua y que existe una relación entre conductas antisociales en la adolescencia y posterior VPI por lo que la prevención de la violencia de pareja debe empezar ya en la adolescencia (Lussier y cols., 2009). En conjunto, todos estos hallazgos cuestionan la visión de que la psicología y la psicopatología no importan y que todo se explica con el Patriarcado; es más, los trastornos de personalidad tienen mayor poder predictivo que el sesso. En este video Terrie Moffit explica que cuando salieron estas conclusiones por primera vez fueron rechazadas por las criminólogas feministas y que tuvieron muchas dificultades para publicar sus artículos y que después de publicados nunca les invitaron a presentar los resultados en ninguna conferencia. Y estamos hablando de una investigadora de un gran prestigio que ha recibido premios al máximo nivel en psicología y criminología.

2-Las mujeres también son perpetradoras de la violencia

Cada vez hay más evidencia de que se ha subestimado el papel de la mujer como perpetradora de la violencia de pareja. Ver artículo divulgativo en el Scientific American o en The Atlantic así como los artículos originales, (Lara Stemple,2017) (Lara Stemple,2014) basados en datos del Bureau of Justice Statistics (JBS) y del Centers for Disease Control and Prevention (CDC). En estos estudios las muestras no se refieren sólo a violencia de pareja o domestica sino a instituciones para jóvenes o cárceles y la frecuencia de perpetración de violencia por parte de las mujeres es elevada . Otras referencias: (Carney y cols 2006) (Hines y Douglas, 2009)

3- Los hombres también son víctimas

Los hombres son también víctimas. Hay también muchas referencias. Por citar algunas: Hines,2007, Perryman y Appleton 2016, (Nowinski y Bowen, 2012) (Dutton y White, 2013) (Wright, 2016) (Cook, 2009). Los hallazgos principales son que un número significativo de hombres informan ser víctimas de abuso doméstico, que los hombres son reacios a informar o denunciar este abuso, que cuando lo hacen se encuentran con barreras y estigma y que la victimización masculina está infraestudiada. Según datos de la Office for National Statistics británica entre 2012-2013 un 7% de mujeres y un 4% de hombres fueron víctimas de abuso doméstico (Wright, 2016). Como dice Hines, con respecto al reconocimiento de este hecho estamos todavía en una situación similar a la que se estaba en los años 70 del siglo pasado con respecto al reconocimiento de la violencia contra las mujeres en el matrimonio.

4- La violencia en parejas gayses y heterosexuales ocurre con una frecuencia similar.

La violencia en parejas gayses ocurre con una frecuencia similar a la que ocurre en parejas heterosexuales. Las mujeres agreden a las mujeres en parejas lesbianas y los hombres a los hombres en parejas lgtb. La bibliografía en este tema es también muy clara. Por citar algunas referencias: Battered lgtb men: an exploration of abuse, help seeking, and why the stay (Merril y Wolfe,2014) y Shattering Illusions: same-sex domestic violence (Pam Elliott,1996).

5- Maltrato infantil

Las mujeres perpetran violencia contra los niños, incluyendo filicidio e infanticidio, con una frecuencia similar a los hombres: Filicidio, infanticidio y neonaticidio: estudio descriptivo de la situación en España entre los años 2000-2010, (Alba Company Fernandez y cols, 2015), Child Homicide perpetrators worldwide: a systematic review (Heidi Stöckl y cols. 2017).

Bien. Con esto es suficiente para poner en entredicho los presupuestos del paradigma de género en el sentido de que los hombres siempre son perpetradores de la violencia y las mujeres las víctimas. Vamos a ver ahora si el paradigma de género puede explicar estos datos.
 
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Casi mejor hubieses puesto sólo la sección "Conclusiones y perspectivas futuras", que al final es lo importante, con un enlace final al artículo original para el que le interese leer todo.
 
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