Hay testimonios históricos comprobados del destino de los guerreros veteranos desde época egipcia, y, curiosamente, las cosas cambiaron muy poco hasta 1900.
Los guerreros veteranos destacados prosperaban. Siempre. Por la cuenta que le traía a sus líderes y gobernantes. Si no morían, solían acabar de terratenientes. Un pequeño terrateniente rural, con una finquita concedida por el monarca, un par de siervos o aparceros, y a veces, una pequeña pensión o una dote para las hijas, puede parecernos una cosa de vida comparada con la de un faraón, pero desde la óptica de la época, era ser de clase media.
Y desde el Imperio Nuevo hay también indicios de una institución que ha llegado hasta nuestros días con no muchos cambios: los hospitales. No me refiero a los sanatorios de enfermos, o los dispensarios de campaña. Me refiero a centros de alojamiento y cuidado de desvalidos, que empezaron creándose para los soldados viejos que no podían sustentarse, y luego se fueron extendiendo a esclavos, a cargo de sus dueños o del Estado en las sociedades donde el Estado mostraba algún interés por ellos, a peregrinos y a pobres en general. Pero el hospital de veteranos todavía existe, un poco enmascarado por la extensión del Estado de Bienestar a toda la plebe. Incluso algún club de fútbol inglés importante empezó siendo el equipo de fútbol de uno de ellos.
Esta exposición presenta el sesgo, inevitable, de que habla de sociedades civilizadas y alfabetizadas, como Egipto, Roma, o la Inglaterra victoriana. Pero hay pruebas de actos de providencia real hacia los veteranos en sociedades "bárbaras" como la de los zulúes del rey Shaka o las de los daneses vikingos. Ya no sé si hospitales, aunque sí con la llegada del cristianismo: los caballeros hospitalarios estaban para eso.