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Madmaxista
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Ha llegado a mis manos uno de los libros de lectura de 2º de primaria del colegio de los Maristas de Badalona. Un libro cuya principal funcionalidad es que los niños de esa edad (7 años) aprendan a leer. Efectivamente, leer. Pero el contenido de ese libro no es un cuento, no es un libro para aprender a leer, sino un trabajo de formación de la mente del niño. La cuestión es empezar lo más temprano posible, no vaya a ser que su entorno extraescolar (por ejemplo, la familia) lo configure de otro modo, y el sistema educativo llegue tarde y fracase en la obtención de sus objetivos.
Se me pone la piel de gallina cuando veo que, en Canadá, las escuelas católicas han cedido tanto, tanto, tanto, que se celebra en ellas (¡como en cualquier otra escuela del país!) el solemne izado de bandera para la celebración de las fiestas del Orgullo lgtb. Tan normalizada está esa fiesta, que por fin se ha puesto en marcha una rebelión (¡iniciada por un activista de la religión del amor!) para boicotear esa solemnísima “fiesta escolar”. Y crece con fuerza el boicot. Pero la mayoría de los obispos no están por la labor.
Pues visto el libro de aprendizaje de lectura que han impuesto los maristas de Badalona a sus alumnos de 2º de primaria, empiezo a temerme que, de normalidad en normalidad, acaben cayendo en el mismo hoyo en que cayeron los canadienses.
El título del libro es ya de por sí tremendamente significativo, y expresa sin disimularlo, cuál es su contenido: “No me importa” (en catalán, claro, “No m’importa”) un principio fundamental para construir sobre él, todo el armazón intelectual del niño: la primera respuesta, totalmente automática, ante cualquier cuestión (pregunta) que se le plantee al niño, la primera respuesta, por defecto, es “no me importa”. Educativo a tope, ¿no?
Para entender de qué va la movida (y la ideología definidísima que hay tras ella), hay que llegar a la última página del libro, con la última reflexión: “No me importa parecer una araña, porque soy una araña”. Y no es un cuento, es un libro adoctrinador: casi un catecismo (¿catecismo he dicho? ¡Vade retro!). Éste es el broche de oro del libro que han elegido los Maristas de Badalona para que sus alumnos de segundo de primaria aprendan a leer. Siendo un libro de aprendizaje de lectura, se supone que lo leerán muchas veces. Generalmente esos libros acaban memorizándose, de manera que llega el momento en que no sabes si el niño lee, o si recita de memoria. Y para que quede bien grabada la formulación más extrema de la idea que se le quiere imbuir y embutir al niño, ahí está la última frase, la que queda resonando: “No me importa parecer una araña, porque soy una araña”. ¡Fantástico!
La gran pregunta es: qué hacen los hermanos Maristas, esos genios de la enseñanza (no hay sorna en esta afirmación, san Marcelino Champanyat fue un auténtico genio de la enseñanza); ¿qué hacen, digo, los Maristas colocándoles a sus alumnos de 2º curso de primaria esa ideología? ¡A tan temprana edad! ¿A qué están jugando? S’han begut l’enteniment? ¿Ha sido idea de los maristas de Badalona, o se les ha impuesto desde la alta superioridad? ¿Cómo de alta?
Es que ofrecerle a un niño en edad de preguntar e indagar, a la edad en que aprenden a entender las cosas escritas (como si la lengua escrita fuese el idioma del saber) al tiempo que las entienden habladas; ofrecerle al niño el “no me importa” como respuesta fija a cualquier cosa que le llame la atención, que le haga reflexionar y que le empuje a preguntar; ofrecerle eso al niño cuya mente estás formando, es, con calificativo suave, una tremenda aberración. ¿Y eso es educar? ¿Eludir cualquier explicación es educativo?
Los padres que me hicieron llegar el libro, estaban absolutamente escandalizados. ¿A qué clase de colegio estamos mandando a nuestros hijos? ¿Para llegar ahí hemos elegido un colegio religioso de alto prestigio en la educación? Efectivamente, escandalizados y desconcertados, sin saber qué camino tomar, viendo cómo empiezan las cosas. Porque si a los 7 años ya les están imbuyendo la ideología de género al tiempo que les enseñan a leer, ¿cuál es el programa educativo en valores para cuando lleguen a la pubertad? Es que eso es sólo el principio. Y justo al principio, antes de empezar como quien dice, entran en tromba insuflando “su” ideología a los niños. ¿“Su” ideología? Esperemos que no, confiemos en que no sea ésa la ideología del centro, sino un gol que les han metido. Porque si aparecen los responsables del disparate defendiendo la idoneidad de ese libro de lectura (de aprendizaje de lectura) para el segundo curso de primaria del centro, es como para salir huyendo. Es que estamos ya en Canadá.
Pero vamos a la primera página de este genial material pedagógico: “No me importa (es el leitmotiv) parecer una niña (eso lo dice el borroso niño de la ilustración) porque me siento una niña”. De principio a fin, lo que es o lo que eres no importa nada; lo que importa es lo que “sientes” o lo que “te sientes”, sin parar mientes en si concuerdan tu “sentirte” y tu ser. ¿Es así como se configura la mente de un niño en un colegio de alto nivel educativo? Prescindiendo, de momento, del hecho de que además es un colegio religioso. Porque probablemente no se ha planteado la dirección pedagógica del colegio, si hay padres que les han elegido a ellos en vez de a la escuela pública, por huir del adoctrinamiento de los niños en toda la panoplia ideológica impuesta desde el poder. Vigilen a ver si se les ha infiltrado algún alumno de la religión del amor, porque van a ser ellos los que se atrevan a alzarse contra esos abusos educativos: como en Canadá.
Pero sigamos recorriendo las páginas del libro. La 2, en consonancia con la 1, dice: “No me importa parecer un niño (claro, eso lo dice la borrosa niña de la ilustración), porque me siento un niño. Sigue en la normalización de la libre autoasignación “de género”, prescindiendo del sesso: en último término, para alcanzar el ideal globalizador, que es el derecho a usar y abusar del sesso a capricho. Desde la infancia, claro está: y hay que educarla para eso. Y no por casualidad, esto ocurre en un momento en que la ONU ha decidido defender los “derechos sensuales de la infancia” (entre ellos el derecho a tener sesso con quien quiera, con un adulto, por ejemplo). Ahí estamos: la pederastia para satisfacer al adulto (¡no al niño!), como derecho del niño. Hay que ponerse al día, ¿no?
En los textos 3 y 4, la cosa se endereza un poco: 3. No me importa tener la piel diferente porque me gusta su tonalidad. ¿No saben los educadores de nuestros hijos, que los valores no se sostienen en el “me gusta”, sino en argumentos mucho más sólidos, con largo recorrido histórico? 4. No me importa estar rellenito o subida de peso porque como sano y hago deporte. Y si ni comes sano ni haces deporte, ¿entonces sí que te ha de importar? Y para posicionarte respecto a la gordura de otros, ¿has de averiguar previamente si comen sano y hacen deporte? Ciertamente estamos en una construcción lamentablemente endeble de la mente del niño. ¡Menudos educadores! Y lo hacen a través de los libros de aprendizaje de lectura.
Y llegamos al 5: más doctrina todavía, todo un tratado de la neofamilia. No me importa tener dos padres o dos madres, o un padre, o una progenitora o UN PADRE Y UNA progenitora, porque somos una familia. Lo importante para el niño es que le dé lo mismo tener dos padres, dos madres o un padre y una progenitora (en la familia de toda la vida, por diversas circunstancias podía quedarme sólo con padre, o sólo con progenitora; lamentable, pero no estrambótico). Y teniendo en cuenta las doctrinas que se pretende inculcarle, el orden de la normalidad está primero en los dos padres, luego en las dos madres; y lo más raro, ya para el final, la familia con un padre y una progenitora. ¡Qué rareza! ¡Y por qué te iba a importar si al final la ley dice que son una familia!
Sí, claro, estas cosas ha de tenerlas muy claras el niño desde los 7 años. Incluso antes de aprender a leer. ¡Bueno, mientras aprende! Se supone que en las lecturas de 3º de primaria ya irá saliendo el cambio de sesso, el aborto y lo que cuelga. ¡Por qué iba a importarle todo eso!
¿Hay alguien ahí? Quiero decir, algún marista (católico para más señas) responsable de eso. Pero claro, me temo que esto no es una rareza de los maristas, sino de toda la que sigue llamándose “Escuela Cristiana”.
Continuará, que aún estamos a la mitad del libro.
Virtelius Temerarius
MARISTAS AL DÍA: “NO ME IMPORTA”
MARISTAS AL DÍA: “NO ME IMPORTA”
septiembre 01, 2024 33Ha llegado a mis manos uno de los libros de lectura de 2º de primaria del colegio de los Maristas de Badalona. Un libro cuya principal funcionalidad es que los niños de esa edad (7 años) aprendan a leer. Efectivamente, leer. Pero el contenido de ese libro no es un cuento, no es un libro para aprender a leer, sino un trabajo de formación de la mente del niño. La cuestión es empezar lo más temprano posible, no vaya a ser que su entorno extraescolar (por ejemplo, la familia) lo configure de otro modo, y el sistema educativo llegue tarde y fracase en la obtención de sus objetivos.
Se me pone la piel de gallina cuando veo que, en Canadá, las escuelas católicas han cedido tanto, tanto, tanto, que se celebra en ellas (¡como en cualquier otra escuela del país!) el solemne izado de bandera para la celebración de las fiestas del Orgullo lgtb. Tan normalizada está esa fiesta, que por fin se ha puesto en marcha una rebelión (¡iniciada por un activista de la religión del amor!) para boicotear esa solemnísima “fiesta escolar”. Y crece con fuerza el boicot. Pero la mayoría de los obispos no están por la labor.
Pues visto el libro de aprendizaje de lectura que han impuesto los maristas de Badalona a sus alumnos de 2º de primaria, empiezo a temerme que, de normalidad en normalidad, acaben cayendo en el mismo hoyo en que cayeron los canadienses.
El título del libro es ya de por sí tremendamente significativo, y expresa sin disimularlo, cuál es su contenido: “No me importa” (en catalán, claro, “No m’importa”) un principio fundamental para construir sobre él, todo el armazón intelectual del niño: la primera respuesta, totalmente automática, ante cualquier cuestión (pregunta) que se le plantee al niño, la primera respuesta, por defecto, es “no me importa”. Educativo a tope, ¿no?
Para entender de qué va la movida (y la ideología definidísima que hay tras ella), hay que llegar a la última página del libro, con la última reflexión: “No me importa parecer una araña, porque soy una araña”. Y no es un cuento, es un libro adoctrinador: casi un catecismo (¿catecismo he dicho? ¡Vade retro!). Éste es el broche de oro del libro que han elegido los Maristas de Badalona para que sus alumnos de segundo de primaria aprendan a leer. Siendo un libro de aprendizaje de lectura, se supone que lo leerán muchas veces. Generalmente esos libros acaban memorizándose, de manera que llega el momento en que no sabes si el niño lee, o si recita de memoria. Y para que quede bien grabada la formulación más extrema de la idea que se le quiere imbuir y embutir al niño, ahí está la última frase, la que queda resonando: “No me importa parecer una araña, porque soy una araña”. ¡Fantástico!
La gran pregunta es: qué hacen los hermanos Maristas, esos genios de la enseñanza (no hay sorna en esta afirmación, san Marcelino Champanyat fue un auténtico genio de la enseñanza); ¿qué hacen, digo, los Maristas colocándoles a sus alumnos de 2º curso de primaria esa ideología? ¡A tan temprana edad! ¿A qué están jugando? S’han begut l’enteniment? ¿Ha sido idea de los maristas de Badalona, o se les ha impuesto desde la alta superioridad? ¿Cómo de alta?
Es que ofrecerle a un niño en edad de preguntar e indagar, a la edad en que aprenden a entender las cosas escritas (como si la lengua escrita fuese el idioma del saber) al tiempo que las entienden habladas; ofrecerle al niño el “no me importa” como respuesta fija a cualquier cosa que le llame la atención, que le haga reflexionar y que le empuje a preguntar; ofrecerle eso al niño cuya mente estás formando, es, con calificativo suave, una tremenda aberración. ¿Y eso es educar? ¿Eludir cualquier explicación es educativo?
Los padres que me hicieron llegar el libro, estaban absolutamente escandalizados. ¿A qué clase de colegio estamos mandando a nuestros hijos? ¿Para llegar ahí hemos elegido un colegio religioso de alto prestigio en la educación? Efectivamente, escandalizados y desconcertados, sin saber qué camino tomar, viendo cómo empiezan las cosas. Porque si a los 7 años ya les están imbuyendo la ideología de género al tiempo que les enseñan a leer, ¿cuál es el programa educativo en valores para cuando lleguen a la pubertad? Es que eso es sólo el principio. Y justo al principio, antes de empezar como quien dice, entran en tromba insuflando “su” ideología a los niños. ¿“Su” ideología? Esperemos que no, confiemos en que no sea ésa la ideología del centro, sino un gol que les han metido. Porque si aparecen los responsables del disparate defendiendo la idoneidad de ese libro de lectura (de aprendizaje de lectura) para el segundo curso de primaria del centro, es como para salir huyendo. Es que estamos ya en Canadá.
Pero vamos a la primera página de este genial material pedagógico: “No me importa (es el leitmotiv) parecer una niña (eso lo dice el borroso niño de la ilustración) porque me siento una niña”. De principio a fin, lo que es o lo que eres no importa nada; lo que importa es lo que “sientes” o lo que “te sientes”, sin parar mientes en si concuerdan tu “sentirte” y tu ser. ¿Es así como se configura la mente de un niño en un colegio de alto nivel educativo? Prescindiendo, de momento, del hecho de que además es un colegio religioso. Porque probablemente no se ha planteado la dirección pedagógica del colegio, si hay padres que les han elegido a ellos en vez de a la escuela pública, por huir del adoctrinamiento de los niños en toda la panoplia ideológica impuesta desde el poder. Vigilen a ver si se les ha infiltrado algún alumno de la religión del amor, porque van a ser ellos los que se atrevan a alzarse contra esos abusos educativos: como en Canadá.
Pero sigamos recorriendo las páginas del libro. La 2, en consonancia con la 1, dice: “No me importa parecer un niño (claro, eso lo dice la borrosa niña de la ilustración), porque me siento un niño. Sigue en la normalización de la libre autoasignación “de género”, prescindiendo del sesso: en último término, para alcanzar el ideal globalizador, que es el derecho a usar y abusar del sesso a capricho. Desde la infancia, claro está: y hay que educarla para eso. Y no por casualidad, esto ocurre en un momento en que la ONU ha decidido defender los “derechos sensuales de la infancia” (entre ellos el derecho a tener sesso con quien quiera, con un adulto, por ejemplo). Ahí estamos: la pederastia para satisfacer al adulto (¡no al niño!), como derecho del niño. Hay que ponerse al día, ¿no?
En los textos 3 y 4, la cosa se endereza un poco: 3. No me importa tener la piel diferente porque me gusta su tonalidad. ¿No saben los educadores de nuestros hijos, que los valores no se sostienen en el “me gusta”, sino en argumentos mucho más sólidos, con largo recorrido histórico? 4. No me importa estar rellenito o subida de peso porque como sano y hago deporte. Y si ni comes sano ni haces deporte, ¿entonces sí que te ha de importar? Y para posicionarte respecto a la gordura de otros, ¿has de averiguar previamente si comen sano y hacen deporte? Ciertamente estamos en una construcción lamentablemente endeble de la mente del niño. ¡Menudos educadores! Y lo hacen a través de los libros de aprendizaje de lectura.
Y llegamos al 5: más doctrina todavía, todo un tratado de la neofamilia. No me importa tener dos padres o dos madres, o un padre, o una progenitora o UN PADRE Y UNA progenitora, porque somos una familia. Lo importante para el niño es que le dé lo mismo tener dos padres, dos madres o un padre y una progenitora (en la familia de toda la vida, por diversas circunstancias podía quedarme sólo con padre, o sólo con progenitora; lamentable, pero no estrambótico). Y teniendo en cuenta las doctrinas que se pretende inculcarle, el orden de la normalidad está primero en los dos padres, luego en las dos madres; y lo más raro, ya para el final, la familia con un padre y una progenitora. ¡Qué rareza! ¡Y por qué te iba a importar si al final la ley dice que son una familia!
Sí, claro, estas cosas ha de tenerlas muy claras el niño desde los 7 años. Incluso antes de aprender a leer. ¡Bueno, mientras aprende! Se supone que en las lecturas de 3º de primaria ya irá saliendo el cambio de sesso, el aborto y lo que cuelga. ¡Por qué iba a importarle todo eso!
¿Hay alguien ahí? Quiero decir, algún marista (católico para más señas) responsable de eso. Pero claro, me temo que esto no es una rareza de los maristas, sino de toda la que sigue llamándose “Escuela Cristiana”.
Continuará, que aún estamos a la mitad del libro.
Virtelius Temerarius
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