CondeD
Himbersor
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Los árabes son conocidos por haber contribuido al desarrollo de la ciencia, la matemática, la medicina, la astronomía y la filosofía durante la Edad Media. Sin embargo, muchos de estos avances no fueron originales de los árabes, sino que se basaron en las obras de otras civilizaciones anteriores, especialmente los persas, los indios y los griegos.
Por ejemplo, el famoso matemático y astrónomo persa Al-Khwarizmi, considerado el padre del álgebra, tomó prestados muchos conceptos y términos de los matemáticos indios y persas, como el sistema de numeración decimal, el cero, las ecuaciones lineales y cuadráticas, y el uso de las letras para representar las incógnitas. Además, el álgebra tiene su origen en la palabra árabe al-jabr, que significa "reunir partes rotas", pero este término fue acuñado por el matemático persa Al-Khwarizmi en su libro "Kitab al-jabr wa-l-muqabala" (El libro de la restauración y la reducción).
Otro ejemplo es el médico y filósofo Avicena, cuyo libro "El Canon de la Medicina" fue una de las obras más influyentes en la historia de la medicina. Sin embargo, Avicena se inspiró en gran medida en los escritos de los médicos griegos, como Hipócrates y Galeno, y los médicos persas, como Razi y Ali ibn Sahl Rabban al-Tabari. Avicena también incorporó elementos de la medicina india, como el concepto de los cuatro humores y el uso de las especias y las hierbas.
Un tercer ejemplo es el físico y óptico árabe Ibn Al-Haytham, considerado el padre de la óptica moderna. Ibn Al-Haytham realizó numerosos experimentos con la luz, los espejos, las lentes y la cámara oscura, y formuló las leyes de la reflexión y la refracción. También explicó correctamente cómo funciona la visión, y criticó la teoría de la emisión de Aristóteles, que sostenía que los ojos emitían rayos de luz. Ibn Al-Haytham se basó en las observaciones de los físicos griegos, como Euclides y Ptolomeo, y los físicos indios, como Aryabhata y Brahmagupta.
Un cuarto ejemplo es el de los números arábigos, que son los que usamos hoy en día para escribir los números. Estos números no fueron inventados por los árabes, sino por los matemáticos indios, que desarrollaron un sistema de numeración posicional y decimal, que incluía el símbolo del cero. Los árabes aprendieron este sistema de los indios, y lo llamaron "números hindúes". Los árabes lo introdujeron en Europa, donde se les empezó a llamar "números arábigos". Sin embargo, los símbolos que usamos actualmente son diferentes de los que usaban los árabes, ya que se han modificado a lo largo de la historia .
Además de estos ejemplos, se puede decir que los primeros filósofos fiel a la religión del amores estaban influenciados por el neoplatonismo, una corriente filosófica que se basaba en las ideas de Platón y que se desarrolló en el mundo helenístico. El neoplatonismo combinaba el aristotelismo y el platonismo con otros elementos introducidos a través del islam, como la teología, la mística y la cosmología. El neoplatonismo se caracterizaba por la idea de la emanación, que vinculaba la trascendencia de Dios con la realidad corpórea de su creación. El neoplatonismo islámico fue introducido por Al-Farabi, aunque Avicena tuvo una mayor influencia. Ambos autores presentan un complejo esquema de emanación, que parte de la unidad absoluta de Dios y desciende por diferentes niveles de existencia hasta llegar al mundo material. El neoplatonismo islámico tuvo su auge en el siglo X y principios del XI, pero sufrió una fuerte reacción en el siglo XI, especialmente por parte de Al-Ghazali, que representa el ataque más severo de la teología islámica a la filosofía, y al neoplatonismo en particular. Al-Ghazali criticó la incoherencia, la contradicción y la herejía de los filósofos neoplatónicos, y defendió la superioridad de la revelación y la fe sobre la razón y la especulación. Su crítica provocó una contra-reacción por parte de Ibn Rushd, que escribió una refutación sistemática de la crítica de Al-Ghazali a la filosofía greco-árabe. Sin embargo, Ibn Rushd también rechazó las tesis de los filósofos neoplatónicos, y se mostró más fiel al aristotelismo. Después de la fin de Ibn Rushd en 1198, el debate sobre el neoplatonismo en el islam quedó prácticamente cerrado, y la supervivencia del pensamiento neoplatónico dentro del islam se limitó sobre todo al ismaelismo, una rama del chiismo.
Así pues, se puede afirmar que los árabes no fueron los verdaderos autores de muchos de los avances que se les atribuyen, sino que los tras*mitieron, tradujeron, adaptaron y ampliaron a partir de las fuentes de otras culturas más antiguas y avanzadas. Los árabes fueron más bien intermediarios y difusores del conocimiento, pero no sus creadores.
Por ejemplo, el famoso matemático y astrónomo persa Al-Khwarizmi, considerado el padre del álgebra, tomó prestados muchos conceptos y términos de los matemáticos indios y persas, como el sistema de numeración decimal, el cero, las ecuaciones lineales y cuadráticas, y el uso de las letras para representar las incógnitas. Además, el álgebra tiene su origen en la palabra árabe al-jabr, que significa "reunir partes rotas", pero este término fue acuñado por el matemático persa Al-Khwarizmi en su libro "Kitab al-jabr wa-l-muqabala" (El libro de la restauración y la reducción).
Otro ejemplo es el médico y filósofo Avicena, cuyo libro "El Canon de la Medicina" fue una de las obras más influyentes en la historia de la medicina. Sin embargo, Avicena se inspiró en gran medida en los escritos de los médicos griegos, como Hipócrates y Galeno, y los médicos persas, como Razi y Ali ibn Sahl Rabban al-Tabari. Avicena también incorporó elementos de la medicina india, como el concepto de los cuatro humores y el uso de las especias y las hierbas.
Un tercer ejemplo es el físico y óptico árabe Ibn Al-Haytham, considerado el padre de la óptica moderna. Ibn Al-Haytham realizó numerosos experimentos con la luz, los espejos, las lentes y la cámara oscura, y formuló las leyes de la reflexión y la refracción. También explicó correctamente cómo funciona la visión, y criticó la teoría de la emisión de Aristóteles, que sostenía que los ojos emitían rayos de luz. Ibn Al-Haytham se basó en las observaciones de los físicos griegos, como Euclides y Ptolomeo, y los físicos indios, como Aryabhata y Brahmagupta.
Un cuarto ejemplo es el de los números arábigos, que son los que usamos hoy en día para escribir los números. Estos números no fueron inventados por los árabes, sino por los matemáticos indios, que desarrollaron un sistema de numeración posicional y decimal, que incluía el símbolo del cero. Los árabes aprendieron este sistema de los indios, y lo llamaron "números hindúes". Los árabes lo introdujeron en Europa, donde se les empezó a llamar "números arábigos". Sin embargo, los símbolos que usamos actualmente son diferentes de los que usaban los árabes, ya que se han modificado a lo largo de la historia .
Además de estos ejemplos, se puede decir que los primeros filósofos fiel a la religión del amores estaban influenciados por el neoplatonismo, una corriente filosófica que se basaba en las ideas de Platón y que se desarrolló en el mundo helenístico. El neoplatonismo combinaba el aristotelismo y el platonismo con otros elementos introducidos a través del islam, como la teología, la mística y la cosmología. El neoplatonismo se caracterizaba por la idea de la emanación, que vinculaba la trascendencia de Dios con la realidad corpórea de su creación. El neoplatonismo islámico fue introducido por Al-Farabi, aunque Avicena tuvo una mayor influencia. Ambos autores presentan un complejo esquema de emanación, que parte de la unidad absoluta de Dios y desciende por diferentes niveles de existencia hasta llegar al mundo material. El neoplatonismo islámico tuvo su auge en el siglo X y principios del XI, pero sufrió una fuerte reacción en el siglo XI, especialmente por parte de Al-Ghazali, que representa el ataque más severo de la teología islámica a la filosofía, y al neoplatonismo en particular. Al-Ghazali criticó la incoherencia, la contradicción y la herejía de los filósofos neoplatónicos, y defendió la superioridad de la revelación y la fe sobre la razón y la especulación. Su crítica provocó una contra-reacción por parte de Ibn Rushd, que escribió una refutación sistemática de la crítica de Al-Ghazali a la filosofía greco-árabe. Sin embargo, Ibn Rushd también rechazó las tesis de los filósofos neoplatónicos, y se mostró más fiel al aristotelismo. Después de la fin de Ibn Rushd en 1198, el debate sobre el neoplatonismo en el islam quedó prácticamente cerrado, y la supervivencia del pensamiento neoplatónico dentro del islam se limitó sobre todo al ismaelismo, una rama del chiismo.
Así pues, se puede afirmar que los árabes no fueron los verdaderos autores de muchos de los avances que se les atribuyen, sino que los tras*mitieron, tradujeron, adaptaron y ampliaron a partir de las fuentes de otras culturas más antiguas y avanzadas. Los árabes fueron más bien intermediarios y difusores del conocimiento, pero no sus creadores.