Nimrod
Madmaxista
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Os traigo una noticia del confidencial:
El descubrimiento de Manny Medrano, un estudiante universitario que vive en Eliot House (Harvard), ha hecho que sea posible dar voz a Diego, un campesino que vivió en un pueblo remoto del Imperio Inca a finales del 1.600 y que existía como un simple número anónimo registrado en uno de estos sistemas de nudos. Gracias a Medrano, no solo se ha revelado la identidad del hombre y la situación de su pueblo sino también su forma de vida.
"Le está dando a los incas su propia voz", explica a 'Harvard Gazette' Gary Urton, presidente del Departamento de Antropología y profesor de Estudios Precolombinos de Dumbarton Oaks, quien apoyó a Medrano en su investigación. "Nunca pude entender los significados ocultos en estos dispositivos. Manny los descubrió centrándose en su tonalidad y en su posición (derecho e izquierdo). Este ha sido el único caso que hemos descubierto hasta ahora en el que coinciden uno o más (un total de seis) quipus con un registro del censo", añade.
Aunque todavía no se ha graduado, este joven que tiene ahora 21 años, aparece como autor principal de un estudio para la revista 'Ethnohistory' que será publicado en enero de 2018. El hallazgo se presenta como "la primera vez en la historia que se puede leer esta lengua". "Pensamos que el lenguaje es hablado o escrito pero este sistema va más allá; es parecido al braille: un idioma que se puede percibir, tocar y manejar con las manos", relata Urton.
El estudiante comparó los nudos de un quipu con un censo español realizado en la misma región de la costa norte de Perú. Entonces, advirtió que la cantidad de colores únicos de las cuerdas del inca equivalía a la cantidad de nombres de pila que había en el censo español. Por ejemplo, había nueve Felipes, indicados todos de un mismo tonalidad, mientras los Josés tenían otro diferente.
Un estudio anterior de Urton había establecido que el documento español aludía a 132 contribuyentes de un poblado. Medrano, tras hacer su propia lectura, identificó 132 grupos de cuerdas. "Ahora sabemos no solo que había seis clanes en el valle, sino también cuál era el estatus de cada uno de los grupos así como el de cada habitante", explicó Medrano a 'The Boston Globe'.
Cuando el discípulo supera al maestro
Urton ha explicado que el descubrimiento ha sido "un paso importante" en la comprensión de la vida de este imperio, conocido durante mucho tiempo como el único de la Edad de Bronce sin lenguaje escrito. Durante su primer año, el alumno comenzó un curso introductorio en el que recogió una base de datos de cientos de quipus en museos de todo el mundo.
Tras el buen trabajo, el profesor contrató a su pupilo para organizar las citas del libro que ha publicado recientemente, 'Historia inca en nudos: lectura de quipus como fuentes primarias'. "He estado estudiando unos 600 sistemas en Norteamérica y Europa, no solo por su tonalidad, sino también por la forma en que las cuerdas giran a cada lado y otras características similares. Hay mucha variación estructural. Sabía que tendríamos mayor posibilidad de descifrar esta lengua con uno o más documentos en español que registraran la misma información", comenta Urton.
Sin nada que hacer en vacaciones, Medrano se puso manos a la obra con la hipótesis de que los nudos anchos o dorsales contenían información significativa sobre la división en diferentes partes del pueblo de Recuay. Estas mitades no solo organizaron el pueblo geográficamente sino que también reflejaron el estado social. "La idea de que podía descifrar números o palabras codificadas en estos cables me encantó", confesaba Medrano. Así consiguió realizar este descubrimiento.
"Cuando mis abuelos vinieron a EEUU hace un par de generaciones, no pensaron que alguien de la familia escribiría algo que trascendiese. Al hablar con mis amigos sobre el trabajo que estoy realizando tienen nociones aisladas de cómo se puede contar la historia, ya sea por escrito o en imágenes. Esta investigación choca con lo que ya sabíamos, pero a la vez combina la información. Lo que cogimos de las fuentes españolas es una lectura colonial de lo ocurrido. Es importante diferenciar lo que dice la historia europea sobre estas personas de lo que expresan los indígenas de sí mismos", explica Medrano.
El descubrimiento de Manny Medrano, un estudiante universitario que vive en Eliot House (Harvard), ha hecho que sea posible dar voz a Diego, un campesino que vivió en un pueblo remoto del Imperio Inca a finales del 1.600 y que existía como un simple número anónimo registrado en uno de estos sistemas de nudos. Gracias a Medrano, no solo se ha revelado la identidad del hombre y la situación de su pueblo sino también su forma de vida.
"Le está dando a los incas su propia voz", explica a 'Harvard Gazette' Gary Urton, presidente del Departamento de Antropología y profesor de Estudios Precolombinos de Dumbarton Oaks, quien apoyó a Medrano en su investigación. "Nunca pude entender los significados ocultos en estos dispositivos. Manny los descubrió centrándose en su tonalidad y en su posición (derecho e izquierdo). Este ha sido el único caso que hemos descubierto hasta ahora en el que coinciden uno o más (un total de seis) quipus con un registro del censo", añade.
Aunque todavía no se ha graduado, este joven que tiene ahora 21 años, aparece como autor principal de un estudio para la revista 'Ethnohistory' que será publicado en enero de 2018. El hallazgo se presenta como "la primera vez en la historia que se puede leer esta lengua". "Pensamos que el lenguaje es hablado o escrito pero este sistema va más allá; es parecido al braille: un idioma que se puede percibir, tocar y manejar con las manos", relata Urton.
El estudiante comparó los nudos de un quipu con un censo español realizado en la misma región de la costa norte de Perú. Entonces, advirtió que la cantidad de colores únicos de las cuerdas del inca equivalía a la cantidad de nombres de pila que había en el censo español. Por ejemplo, había nueve Felipes, indicados todos de un mismo tonalidad, mientras los Josés tenían otro diferente.
Un estudio anterior de Urton había establecido que el documento español aludía a 132 contribuyentes de un poblado. Medrano, tras hacer su propia lectura, identificó 132 grupos de cuerdas. "Ahora sabemos no solo que había seis clanes en el valle, sino también cuál era el estatus de cada uno de los grupos así como el de cada habitante", explicó Medrano a 'The Boston Globe'.
Cuando el discípulo supera al maestro
Urton ha explicado que el descubrimiento ha sido "un paso importante" en la comprensión de la vida de este imperio, conocido durante mucho tiempo como el único de la Edad de Bronce sin lenguaje escrito. Durante su primer año, el alumno comenzó un curso introductorio en el que recogió una base de datos de cientos de quipus en museos de todo el mundo.
Tras el buen trabajo, el profesor contrató a su pupilo para organizar las citas del libro que ha publicado recientemente, 'Historia inca en nudos: lectura de quipus como fuentes primarias'. "He estado estudiando unos 600 sistemas en Norteamérica y Europa, no solo por su tonalidad, sino también por la forma en que las cuerdas giran a cada lado y otras características similares. Hay mucha variación estructural. Sabía que tendríamos mayor posibilidad de descifrar esta lengua con uno o más documentos en español que registraran la misma información", comenta Urton.
Sin nada que hacer en vacaciones, Medrano se puso manos a la obra con la hipótesis de que los nudos anchos o dorsales contenían información significativa sobre la división en diferentes partes del pueblo de Recuay. Estas mitades no solo organizaron el pueblo geográficamente sino que también reflejaron el estado social. "La idea de que podía descifrar números o palabras codificadas en estos cables me encantó", confesaba Medrano. Así consiguió realizar este descubrimiento.
"Cuando mis abuelos vinieron a EEUU hace un par de generaciones, no pensaron que alguien de la familia escribiría algo que trascendiese. Al hablar con mis amigos sobre el trabajo que estoy realizando tienen nociones aisladas de cómo se puede contar la historia, ya sea por escrito o en imágenes. Esta investigación choca con lo que ya sabíamos, pero a la vez combina la información. Lo que cogimos de las fuentes españolas es una lectura colonial de lo ocurrido. Es importante diferenciar lo que dice la historia europea sobre estas personas de lo que expresan los indígenas de sí mismos", explica Medrano.