Nimrod
Madmaxista
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En la fuente hay fotos.
Mediodía en Ginebra y la imponente sede del UBS de la calle Corraterie está atiborrada de gente. El público es diverso. Hay chicos con aspecto de estrella de rock, algo desaliñados pero con vaqueros rotos de 500 euros. Mujeres con bolsos de Hermès y rebecas de chinchilla. Ejecutivos con trajes a medida y relojes con diamantes engarzados. Y otros clientes con atuendos de H&M y Zara que van a los cajeros automáticos. Todos mezclados al entrar. Entran al banco por una de sus dos entradas, todas vigiladas por sofisticadas cámaras de seguridad. El edificio ocupa casi una manzana entera. Uno de sus laterales da a la emblemática calle de la Confédération números 5 y 7, otra a Corraterie 2 y una tercera a la calle de la Cité 4. El tranvía que pasa delante da una sensación de cotidianidad perpetua. tras*acciones de siempre, el público que no se mira entre sí. Pero, a finales de mayo, tres madrileñas quebraron esta serenidad.Lo que hicieron ha asombrado al mundo. Sacaron fajos de billetes de 500 euros de la bóvedas del banco, los despedazaron y los tiraron por el váter. Así, una y otra vez, hasta atascarlo... Esta es su desconcertante historia. Viajamos a la ciudad suiza para encontrar respuestas. Y, como verá, el dinero que fue recuperado de las alcantarillas.
Escena 1. 22 de mayo de 2017. En el aeropuerto suizo de Ginebra, de un avión llegado de Madrid descienden tres españolas de entre 50 y 60 años. Visten de manera elegante, con estilos distintos. La distancia que las separa del aeropuerto a la sede del UBS, siglas de Unión de Bancos Suizos, es de unos escasos 6,7 kilómetros. Esta delegación del UBS es especial. Administra lo que en inglés denominan Wealth Management (gestión patrimonial). Es decir, es el lugar donde se atiende a los clientes exquisitos, a aquellos cuyos patrimonios suelen superar largamente los dos millones de euros.
Escena 2.Dentro, la recepción del UBS se distribuye en distintos cubículos. Cada uno con un amable ejecutivo que espanta con delicadeza a los despistados y trata con extremo mimo a los clientes. Si uno mira al techo de 15 metros de altura se distrae con unas esculturas suspendidas que parecen nubes de cristal -diseñadas por el mismísimo Frank Gehry, autor del Guggenheim de Bilbao- situadas dentro de una cúpula de cristales azules. Las madrileñas piden sacar todo el efectivo de la caja de seguridad que al menos una de ellas tiene a su nombre. Su gestor patrimonial personal, un discreto empleado del UBS que suele hablar la lengua del depositante, las acompaña hasta una bóveda acorazada. Infranqueable si se quisiera forzar. La leyenda dice que un obús apenas lo mancharía de ceniza. Dentro, distintas cajas de seguridad. Abren la suya. Sus movimientos quedan grabados. Extraen fajos de billetes de 500.
Escena 3.Las cámaras de seguridad del UBS las cazan entrando en los aseos de la entidad. Horas después, retretes y tuberías del banco quedan obstruidos. Los fontaneros descubren la razón. Trozos y trozos de bin ladens los han taponado. Las autoridades del banco comprueban que la caja de caudales de las madrileñas está vacía completamente. Mas su aventura no había terminado. Es sólo el principio.Gilles Desplanches pertenece a una saga de pasteleros y panaderos. La compañía acaba de cumplir 30 años. Uno de sus mayores éxitos es colocar su buque insignia en el mismo centro del poder financiero, en la misma sede del UBS donde los clientes llegan volando a la ciudad en Falcon. Compartiendo puertas de ingreso y salida. Compartiendo clientes que son capaces de pagar cuentas que sin problemas superan los 150 euros per cápita.
Ubicado en un local de techos altos y decoración minimalista, cuya dirección es la calle de la Confédération 2, sus baños también se colapsaron con billetes jovenlandesados. A pesar de que esta es una de las zonas más tras*itadas de Ginebra, a escasos pasos de la calle de Rhône, una de las vías más caras del planeta, nada se filtró. El mutis de empleados tanto del banco como del restaurante fue absoluto. Hay cláusulas de confidencialidad estrictas entre el restaurante y el UBS que preservar. Nadie confirma ni niega nada. Desde la terraza del Gilles Desplanches, uno puede contar en media hora dos decenas de porsches, tres ferraris y un Bugatti. La gente degusta chocolates artesanales y champagne. Los sorbos son largos, los mordiscos cortos.
Escena 4.Han pasado algo más de tres semanas de la visita de las tres españolas y un hombre de edad mediana ingresa en la marisquería Café du Centre, a 400 metros -una parada de tranvía- en línea recta del UBS y del Gilles Desplanche. El edificio data de 1871 y queda en la Plaza de Molard 5. El local se inauguró en 1933 y conserva una arquitectura tradicional, arañas en los techos, madera por doquier y escaparates con las exquisiteces del día. Su delicia máxima es Le Royal, a 260 euros, que incluye una langosta y delicias varias. A maridar con un champagne Gosset Cuvée Celebris del 2004 servido por el mismo precio. Las cámaras registran la entrada y salida del misterioso hombre que tenía los bolsillos llenos. Los baños quedan también bloqueados con restos de bin ladens.
El periodista que descubrió el caso: "es como una película de Almodóvar".
Lo encontraron los limpiadores. Esta vez no sólo en el inodoro. También en la sarama. Uno de los administradores del centenario restaurante, que queda frente a una tienda de Longchamp, lo confirma a Crónica. Los empleados hablan entre susurros a colegas de la plaza, donde hay más cafeterías y restaurantes. «Son decenas de miles. Billetes y billetes. ¡Increíble!», dice Pierre. No es su nombre verdadero. No lo da por miedo a perder su trabajo. «Esto es muy pequeño, te exigen referencias y de enterarse terminas en el McDonald's. O ni eso».
Pero el hombre no sólo actuó allí. En Plaza de Molard 7, a 10 pasos de distancia, se hace una llamada a medianoche desde la pizzería Molino, quizás el más bello de la veintena de locales que esta cadena tiene en Suiza, donde su Pizza Sophia Loren vale 28 euros. Una conversación:
-Tenemos el inodoro del baño de hombres atascado -habla un empleado, el segundo al mando.
-Pues cierra y lo vemos mañana- responde el interlocutor, su superior.
-Tienes que verlo. Lo han tapado con billetes.
-¿Con billetes?
-De 500 euros.
Le ordena que cierre el local. Que ninguno toque nada. Que al día siguiente a primera hora llamen a la Policía. Así se hace. A las siete de la mañana el lugar ya está rodeado de agentes. «La policía sella las puertas. Toma huellas dactilares en todas partes. Se le ordena a un fontanero que rompa el cuenco. Y descubre que aún hay mucho dinero en la taza», relata un testigo. Fueron cuatro horas de trabajo. «Primero arriba la policía normal. Después, la financiera». Todos se dan cuenta de que lo sucedido era más que un misterio. Resulta impactante ver una de las bolsas repletas de billetes cortados, la bolsa humedecida [imagen que le mostramos -en exclusiva- en la portada de este suplemento].
Los cuatro locales atascados -un banco y tres restaurantes- quedan en la zona más concurrida de la ciudad suiza, rodeados de tiendas de lujo como Longchamp y Louis Vuitton.
Otra de las pruebas recopiladas es un vídeo donde se observa a los trabajadores de uno de los locales. Se aprecia su reacción al ver trozos de billetes de 500 euros saliendo por los retretes: «¿Es real? ¿Es dinero real?», se preguntan. Suena bachata de ritmo de fondo. «Los empleados del bistrot nos entregaron los billetes ya lavados y empaquetados, aún húmedos, en bolsas de plástico tras*parentes», cuentan fuentes policiales. «Y a pesar de esta limpieza no huelen precisamente a rosas».
Escena 5.Comisaría de Policía. Boulevard Carl-Vogt 17-19. Los agentes han podido identificar a las misteriosas mujeres y saben, por el número de serie de los billetes, que son del mismo grupo de billetes, los que se lanzaron en el UBS y en Gilles Desplanches, que los del Molino y Café du Centre.
"-Tenemos el inodoro de hombres atascado con billetes...
-...De 500 euros"
A finales de junio, un abogado español, en representación de los dueños del dinero, hace saber a los investigadores la disposición de sus clientes a correr con todos los gastos que han provocado los atascos en sus baños. Era, en apariencia, la única vía de investigación abierta.
-¿Qué pasó con los daños?-pregunta Crónica al administrador de uno de los locales de Plaza de Molard. Lleva en la solapa un nombre: Kevin Costner. No es broma.
-Nos llamaron y nos preguntaron cuánto costó reparar los daños. Eran unos 2.800 euros. Los pagaron inmediatamente. Allí se acabó todo para nosotros -responde el falso Costner, que comparte edad y porte con el actor de Hollywood.
Según ha podido saber este suplemento, se habrían podido recuperar hasta un total de 126.000 euros. Tuvieron que romper inodoros y tuberías para hacerlo. Sólo en un baño encontraron 26.000 euros en billetes despiezados. ¿Pudieron perderse en los desagües hasta un millón, ya que todos los protagonistas no pararon hasta que los inodoros quedaron inutilizados? ¿Cuánto ocupa un millón de euros en billetes de 500? Lo ha respondido un estudio de Harvard. Se necesita sólo la cuarta parte del espacio de un maletín de 38 centímetros de largo, 29 de alto y siete de ancho para llevarlos encima. Y pesan dos kilos y medio. Cabían, sin problema, en los bolsos de las tres madrileñas. «Todo lo sucedido es como una película de Almodóvar», describe Fedele Mendicino, el periodista que desveló en La Tribune de Genève este caso, que ha dado la vuelta al mundo. A Mendicino, quien ha colaborado estrechamente con Crónica, hay algo que no termina de convencerle en toda esta historia. Piensa que si el propósito era evadir impuestos, hay muchas maneras de hacerlo sin necesidad de destruir el dinero.
Un abogado español pagó todos los desperfectos en los baños.
El abogado helvético especialista en fiscalidad David Zollinger opina que «es poco probable que se trate de lavado de dinero. Billetes de dinero, auténticos, sólo se destruyen cuando la existencia física del mismo representa un problema para su dueño. Es entonces cuando es preferible destruirlo antes que esconderlo». Mendicino es muy cauto antes de hablar de su teoría personal. Él cree que puede tratarse más de un acto producto de rencillas familiares, alguna herencia, por ejemplo. Describe a las mujeres como gente que seguramente proviene de un estatus social alto: el dinero podría haber ocasionado problemas dentro de sus familias, por lo que las mujeres habrían preferido destruir el problema. Zollinger coincide con él en que puede tratarse más de un acto de venganza o rabia entre las personas involucradas.
La oficina bancaria es para clientes con un patrimonio que suele superar los dos millones de euros.
Escena 6.Kevin Costner bromea con los clientes. «Me preguntan si pueden ir al baño a recoger su dinero». Fuentes consultadas refieren que, si el dinero no tiene origen ilegal, éste puede pasar a poder de los que lo encontraron y podrá ser utilizado de nuevo. La destrucción de dinero no está penada en Suiza y las tres españolas han pagado ya los gastos ocasionados por los atascos en los establecimientos afectados. Pero el caso no está definitivamente cerrado. Según ha sabido Crónica, la policía financiera sigue realizando pesquisas con vistas a conocer más detalles de la procedencia de tanto cash.
Tras desvelarse el caso, la autoridades helvéticas se esmeran en descubrir si hay un origen ilícito. Todo les genera sospechas. En el mundo hay 300.000 millones repartidos en billetes de 500 euros. La mayoría de los usuarios son hombres de entre 25 y 54 años, empresarios, y viven en Luxemburgo, Italia, Austria, Bélgica o España. En este caso son tres elegantes madrileñas. Otro punto es esencial. Europol señala que uno de los mayores destinos de los billetes de 500 es Suiza para actividades relacionadas con «evasión fiscal o corrupción», señala el informe de Harvard. Cabe señalar que el UBS tiene investigaciones abiertas por blanqueo de capitales, corrupción y evasión fiscal en Europa y América. Los fondos que sacaron las madrileñas se habían depositado hace unos años. «La clave está ahora en España», añade Mendicino. Los vídeos y las identidades de las tres madrileñas en el banco están resguardados por la policía. Por ahora.
La Policía sigue realizando pesquisas para saber el origen del dinero.
En las calles de Ginebra, el tranvía pasa al lado del UBS. El edificio está a contraluz, las personas que salen de su interior apenas se distinguen. En el camino de vuelta el avión de Iberia, un grupo de amigas que superan los 50 están enfadadas primero. Carcajadas, después. Una carga un bolso de compra de Longchamp. El viaje de retorno a Madrid dura dos horas y cinco minutos.
Mediodía en Ginebra y la imponente sede del UBS de la calle Corraterie está atiborrada de gente. El público es diverso. Hay chicos con aspecto de estrella de rock, algo desaliñados pero con vaqueros rotos de 500 euros. Mujeres con bolsos de Hermès y rebecas de chinchilla. Ejecutivos con trajes a medida y relojes con diamantes engarzados. Y otros clientes con atuendos de H&M y Zara que van a los cajeros automáticos. Todos mezclados al entrar. Entran al banco por una de sus dos entradas, todas vigiladas por sofisticadas cámaras de seguridad. El edificio ocupa casi una manzana entera. Uno de sus laterales da a la emblemática calle de la Confédération números 5 y 7, otra a Corraterie 2 y una tercera a la calle de la Cité 4. El tranvía que pasa delante da una sensación de cotidianidad perpetua. tras*acciones de siempre, el público que no se mira entre sí. Pero, a finales de mayo, tres madrileñas quebraron esta serenidad.Lo que hicieron ha asombrado al mundo. Sacaron fajos de billetes de 500 euros de la bóvedas del banco, los despedazaron y los tiraron por el váter. Así, una y otra vez, hasta atascarlo... Esta es su desconcertante historia. Viajamos a la ciudad suiza para encontrar respuestas. Y, como verá, el dinero que fue recuperado de las alcantarillas.
Escena 1. 22 de mayo de 2017. En el aeropuerto suizo de Ginebra, de un avión llegado de Madrid descienden tres españolas de entre 50 y 60 años. Visten de manera elegante, con estilos distintos. La distancia que las separa del aeropuerto a la sede del UBS, siglas de Unión de Bancos Suizos, es de unos escasos 6,7 kilómetros. Esta delegación del UBS es especial. Administra lo que en inglés denominan Wealth Management (gestión patrimonial). Es decir, es el lugar donde se atiende a los clientes exquisitos, a aquellos cuyos patrimonios suelen superar largamente los dos millones de euros.
Escena 2.Dentro, la recepción del UBS se distribuye en distintos cubículos. Cada uno con un amable ejecutivo que espanta con delicadeza a los despistados y trata con extremo mimo a los clientes. Si uno mira al techo de 15 metros de altura se distrae con unas esculturas suspendidas que parecen nubes de cristal -diseñadas por el mismísimo Frank Gehry, autor del Guggenheim de Bilbao- situadas dentro de una cúpula de cristales azules. Las madrileñas piden sacar todo el efectivo de la caja de seguridad que al menos una de ellas tiene a su nombre. Su gestor patrimonial personal, un discreto empleado del UBS que suele hablar la lengua del depositante, las acompaña hasta una bóveda acorazada. Infranqueable si se quisiera forzar. La leyenda dice que un obús apenas lo mancharía de ceniza. Dentro, distintas cajas de seguridad. Abren la suya. Sus movimientos quedan grabados. Extraen fajos de billetes de 500.
Escena 3.Las cámaras de seguridad del UBS las cazan entrando en los aseos de la entidad. Horas después, retretes y tuberías del banco quedan obstruidos. Los fontaneros descubren la razón. Trozos y trozos de bin ladens los han taponado. Las autoridades del banco comprueban que la caja de caudales de las madrileñas está vacía completamente. Mas su aventura no había terminado. Es sólo el principio.Gilles Desplanches pertenece a una saga de pasteleros y panaderos. La compañía acaba de cumplir 30 años. Uno de sus mayores éxitos es colocar su buque insignia en el mismo centro del poder financiero, en la misma sede del UBS donde los clientes llegan volando a la ciudad en Falcon. Compartiendo puertas de ingreso y salida. Compartiendo clientes que son capaces de pagar cuentas que sin problemas superan los 150 euros per cápita.
Ubicado en un local de techos altos y decoración minimalista, cuya dirección es la calle de la Confédération 2, sus baños también se colapsaron con billetes jovenlandesados. A pesar de que esta es una de las zonas más tras*itadas de Ginebra, a escasos pasos de la calle de Rhône, una de las vías más caras del planeta, nada se filtró. El mutis de empleados tanto del banco como del restaurante fue absoluto. Hay cláusulas de confidencialidad estrictas entre el restaurante y el UBS que preservar. Nadie confirma ni niega nada. Desde la terraza del Gilles Desplanches, uno puede contar en media hora dos decenas de porsches, tres ferraris y un Bugatti. La gente degusta chocolates artesanales y champagne. Los sorbos son largos, los mordiscos cortos.
Escena 4.Han pasado algo más de tres semanas de la visita de las tres españolas y un hombre de edad mediana ingresa en la marisquería Café du Centre, a 400 metros -una parada de tranvía- en línea recta del UBS y del Gilles Desplanche. El edificio data de 1871 y queda en la Plaza de Molard 5. El local se inauguró en 1933 y conserva una arquitectura tradicional, arañas en los techos, madera por doquier y escaparates con las exquisiteces del día. Su delicia máxima es Le Royal, a 260 euros, que incluye una langosta y delicias varias. A maridar con un champagne Gosset Cuvée Celebris del 2004 servido por el mismo precio. Las cámaras registran la entrada y salida del misterioso hombre que tenía los bolsillos llenos. Los baños quedan también bloqueados con restos de bin ladens.
El periodista que descubrió el caso: "es como una película de Almodóvar".
Lo encontraron los limpiadores. Esta vez no sólo en el inodoro. También en la sarama. Uno de los administradores del centenario restaurante, que queda frente a una tienda de Longchamp, lo confirma a Crónica. Los empleados hablan entre susurros a colegas de la plaza, donde hay más cafeterías y restaurantes. «Son decenas de miles. Billetes y billetes. ¡Increíble!», dice Pierre. No es su nombre verdadero. No lo da por miedo a perder su trabajo. «Esto es muy pequeño, te exigen referencias y de enterarse terminas en el McDonald's. O ni eso».
Pero el hombre no sólo actuó allí. En Plaza de Molard 7, a 10 pasos de distancia, se hace una llamada a medianoche desde la pizzería Molino, quizás el más bello de la veintena de locales que esta cadena tiene en Suiza, donde su Pizza Sophia Loren vale 28 euros. Una conversación:
-Tenemos el inodoro del baño de hombres atascado -habla un empleado, el segundo al mando.
-Pues cierra y lo vemos mañana- responde el interlocutor, su superior.
-Tienes que verlo. Lo han tapado con billetes.
-¿Con billetes?
-De 500 euros.
Le ordena que cierre el local. Que ninguno toque nada. Que al día siguiente a primera hora llamen a la Policía. Así se hace. A las siete de la mañana el lugar ya está rodeado de agentes. «La policía sella las puertas. Toma huellas dactilares en todas partes. Se le ordena a un fontanero que rompa el cuenco. Y descubre que aún hay mucho dinero en la taza», relata un testigo. Fueron cuatro horas de trabajo. «Primero arriba la policía normal. Después, la financiera». Todos se dan cuenta de que lo sucedido era más que un misterio. Resulta impactante ver una de las bolsas repletas de billetes cortados, la bolsa humedecida [imagen que le mostramos -en exclusiva- en la portada de este suplemento].
Los cuatro locales atascados -un banco y tres restaurantes- quedan en la zona más concurrida de la ciudad suiza, rodeados de tiendas de lujo como Longchamp y Louis Vuitton.
Otra de las pruebas recopiladas es un vídeo donde se observa a los trabajadores de uno de los locales. Se aprecia su reacción al ver trozos de billetes de 500 euros saliendo por los retretes: «¿Es real? ¿Es dinero real?», se preguntan. Suena bachata de ritmo de fondo. «Los empleados del bistrot nos entregaron los billetes ya lavados y empaquetados, aún húmedos, en bolsas de plástico tras*parentes», cuentan fuentes policiales. «Y a pesar de esta limpieza no huelen precisamente a rosas».
Escena 5.Comisaría de Policía. Boulevard Carl-Vogt 17-19. Los agentes han podido identificar a las misteriosas mujeres y saben, por el número de serie de los billetes, que son del mismo grupo de billetes, los que se lanzaron en el UBS y en Gilles Desplanches, que los del Molino y Café du Centre.
"-Tenemos el inodoro de hombres atascado con billetes...
-...De 500 euros"
A finales de junio, un abogado español, en representación de los dueños del dinero, hace saber a los investigadores la disposición de sus clientes a correr con todos los gastos que han provocado los atascos en sus baños. Era, en apariencia, la única vía de investigación abierta.
-¿Qué pasó con los daños?-pregunta Crónica al administrador de uno de los locales de Plaza de Molard. Lleva en la solapa un nombre: Kevin Costner. No es broma.
-Nos llamaron y nos preguntaron cuánto costó reparar los daños. Eran unos 2.800 euros. Los pagaron inmediatamente. Allí se acabó todo para nosotros -responde el falso Costner, que comparte edad y porte con el actor de Hollywood.
Según ha podido saber este suplemento, se habrían podido recuperar hasta un total de 126.000 euros. Tuvieron que romper inodoros y tuberías para hacerlo. Sólo en un baño encontraron 26.000 euros en billetes despiezados. ¿Pudieron perderse en los desagües hasta un millón, ya que todos los protagonistas no pararon hasta que los inodoros quedaron inutilizados? ¿Cuánto ocupa un millón de euros en billetes de 500? Lo ha respondido un estudio de Harvard. Se necesita sólo la cuarta parte del espacio de un maletín de 38 centímetros de largo, 29 de alto y siete de ancho para llevarlos encima. Y pesan dos kilos y medio. Cabían, sin problema, en los bolsos de las tres madrileñas. «Todo lo sucedido es como una película de Almodóvar», describe Fedele Mendicino, el periodista que desveló en La Tribune de Genève este caso, que ha dado la vuelta al mundo. A Mendicino, quien ha colaborado estrechamente con Crónica, hay algo que no termina de convencerle en toda esta historia. Piensa que si el propósito era evadir impuestos, hay muchas maneras de hacerlo sin necesidad de destruir el dinero.
Un abogado español pagó todos los desperfectos en los baños.
El abogado helvético especialista en fiscalidad David Zollinger opina que «es poco probable que se trate de lavado de dinero. Billetes de dinero, auténticos, sólo se destruyen cuando la existencia física del mismo representa un problema para su dueño. Es entonces cuando es preferible destruirlo antes que esconderlo». Mendicino es muy cauto antes de hablar de su teoría personal. Él cree que puede tratarse más de un acto producto de rencillas familiares, alguna herencia, por ejemplo. Describe a las mujeres como gente que seguramente proviene de un estatus social alto: el dinero podría haber ocasionado problemas dentro de sus familias, por lo que las mujeres habrían preferido destruir el problema. Zollinger coincide con él en que puede tratarse más de un acto de venganza o rabia entre las personas involucradas.
La oficina bancaria es para clientes con un patrimonio que suele superar los dos millones de euros.
Escena 6.Kevin Costner bromea con los clientes. «Me preguntan si pueden ir al baño a recoger su dinero». Fuentes consultadas refieren que, si el dinero no tiene origen ilegal, éste puede pasar a poder de los que lo encontraron y podrá ser utilizado de nuevo. La destrucción de dinero no está penada en Suiza y las tres españolas han pagado ya los gastos ocasionados por los atascos en los establecimientos afectados. Pero el caso no está definitivamente cerrado. Según ha sabido Crónica, la policía financiera sigue realizando pesquisas con vistas a conocer más detalles de la procedencia de tanto cash.
Tras desvelarse el caso, la autoridades helvéticas se esmeran en descubrir si hay un origen ilícito. Todo les genera sospechas. En el mundo hay 300.000 millones repartidos en billetes de 500 euros. La mayoría de los usuarios son hombres de entre 25 y 54 años, empresarios, y viven en Luxemburgo, Italia, Austria, Bélgica o España. En este caso son tres elegantes madrileñas. Otro punto es esencial. Europol señala que uno de los mayores destinos de los billetes de 500 es Suiza para actividades relacionadas con «evasión fiscal o corrupción», señala el informe de Harvard. Cabe señalar que el UBS tiene investigaciones abiertas por blanqueo de capitales, corrupción y evasión fiscal en Europa y América. Los fondos que sacaron las madrileñas se habían depositado hace unos años. «La clave está ahora en España», añade Mendicino. Los vídeos y las identidades de las tres madrileñas en el banco están resguardados por la policía. Por ahora.
La Policía sigue realizando pesquisas para saber el origen del dinero.
En las calles de Ginebra, el tranvía pasa al lado del UBS. El edificio está a contraluz, las personas que salen de su interior apenas se distinguen. En el camino de vuelta el avión de Iberia, un grupo de amigas que superan los 50 están enfadadas primero. Carcajadas, después. Una carga un bolso de compra de Longchamp. El viaje de retorno a Madrid dura dos horas y cinco minutos.
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