El me gusta la fruta okupa que asesina al exlegionario a traición es un héroe con documental progre inclu

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Rodrigo Lanza: “En el momento en que te bloqueas por miedo, ya te han ganado la batalla” - kaosenlared

Rodrigo Lanza tenía 21 años cuando un 4 de febrero de 2006 lo detienen en un control policial y le condenan los siguientes siete años de su vida. Esa noche empieza lo que se conoce como el “caso 4F”. Gracias al boom del documental ‘Ciutat Morta’, que da a conocer el tema de primera mano, […]

Rodrigo Lanza tenía 21 años cuando un 4 de febrero de 2006 lo detienen en un control policial y le condenan los siguientes siete años de su vida. Esa noche empieza lo que se conoce como el “caso 4F”. Gracias al boom del documental ‘Ciutat Morta’, que da a conocer el tema de primera mano, Rodrigo está viajando a distintas ciudades para acompañar la proyección del largometraje y explicar que en Barcelona, en pleno siglo XXI, aún existe la tortura en comisaría. Como el resto de implicados en el caso 4F, quiere hablar del caso para “que se sepa que estas cosas pasan y que otra gente esté más concienciada al respecto”. Hablamos con él de principios, de represión, de tortura, de corrupción y de miedo.

¿Cómo era Rodrigo Lanza antes del 4F?

Trabajaba de dependiente en una tienda de Puerta Ferrisa [zona comercial en el casco antiguo de Barcelona] en la época en que curraba media jornada y ganaba 700 pavos. A parte estaba estudiando Historia en la Universidad de Barcelona con una beca. Y vinculado a los movimientos sociales: iba por okupas, tenía vínculos con la gente del Forat de la Vergonya, con la gente de Vallcarca, …

Hasta el 4 de febrero de 2006 eres una persona sin antecedentes, ¿cómo recuerdas el momento de la detención?

Tenía un porrazo en la cara, toda la cara sangrando a borbotones (fueron ocho grapas en la cabeza) y toda la camiseta llena de sangre Bueno, fue… (suspira) A mí me pegan el primer porrazo y yo salgo corriendo. Lo que deduzco es que que me pegaron, empezó la carga y, entonces, alguien tiró la maceta. Creo que es mentira eso de que llamaron a los refuerzos cuando el policía fue herido; los llamaron antes y empezaron a cargar cuando ya sabían que venían. Todo esto lo deduzco. A mí me pegan, me doy la vuelta, corro como de aquí a diez metros y ya viene un coche con la sirena. Es obvio que habían llamado antes. Yo me subo a la acera, el coche se sube también como para embestirme, salto el capó, salgo corriendo y veo a dos policías que se bajan del coche y vienen directos a por mí. Mucha gente me pregunta: “¿Por qué van a por ti?“. Tenía un porrazo en la cara, toda la cara sangrando a borbotones (fueron ocho grapas en la cabeza) y toda la camiseta llena de sangre. Creo que me vieron así y dijeron: “pues mira, a por él“. Era el más identificable en ese aspecto. Entonces me meto en un callejón, me dan el alto, los veo atrás y yo, petulante, me paré. Eran las seis de la mañana, iba bebido, estos iban frescotes o encocaos (vete a saber cómo va la poli a esa hora) y me dije: “me van a pillar igual, pues mira, pasaré la noche en calabozo, me acusarán de atentado o desordenes públicos. Lo típico, me van a detener, vamos a hacer un par de conciertos para sacar la pasta de la multa y ya está”. Y me paré, no podía correr más.

¿Estabas solo?

En el callejón, sí. Me iban persiguiendo, vi un callejón y empecé a correr solo. Y estos dos [policías] iban detrás mío, me paré y ya está. Es mi gran error, debería haber corrido hasta que se me salieran los pulmones pero no sabía que iba a pasar eso. Lo recuerdo bastante borroso, tengo como imágenes claras, muchos flashes. Pero entre flash y flash (ya no sé si son recuerdos que me he construido yo o si realmente pasó así, todo es muy confuso) sí que me acuerdo que me esposaron de la mano al pie y yo flipé. Me arrastraron y después me llevaron de vuelta a la calle principal. Ahí me levantaron, me esposaron bien y me metieron de los pelos a un coche. Después, a lo poco, entró Alex. Yo ya estaba flipando. Eso no era normal, había demasiada policía. Policías corriendo pa tos los laos. Ahí ya me empecé a acojonar.

¿Notaste algún tipo de coacción o maltrato psicológico? En el documental se habla de que te llaman “Sudamericano”…

Nos sacan del coche y cuando nos meten en el furgón ya empieza todo el ‘tinglao’En el momento de la detención, nada. Ahí no saben ni que soy “Sudamericano”. Empezó todo después. En el coche de policía nos pidieron la identificación. Me quitaron la billetera del bolsillo, se llevaron mi DNI, y desde ahí, poco a poco… Nos sacan del coche y cuando nos meten en el furgón ya empieza todo el tinglao. En esos momentos simplemente detenían gente, al primero que pillaban. De hecho, tenemos varios testigos que, incluso en el juicio, testificaron sobre esto. Una abogada declaró que iba para su casa después de salir de la fiesta de unos amigos y la tiraron contra una pared. La empezaron a pegar y dijo “soy abogada, soy abogada”, aunque la policía le seguía pegando.

¿A Juan y a Álex (dos de los encausados, también, como Rodrigo, de origen sudamericano) los conocías antes del 4F?

Sí, a Juan lo había visto un par de veces, frecuentábamos casi ambientes parecidos. Pero al que conocía era a Álex.

¿Esa noche ibais juntos?

Vamos a ver si podemos recolectar más testigos, no para reabrir el caso, si no para que se haga un cambio de sentenciaSí, veníamos del mismo lado, veníamos juntos y nos encontramos con el control policial. Yo iba hacia el metro y él no sé para donde iba, si iba hacia el metro o si quería ir a la fiesta. Pero es que no nos dio tiempo a nada. De hecho, hace poco salió una chica que, por el boom de ‘Ciutat Morta’, quiere testificar. Ha contactado con mi progenitora y le dijo que me vio diciéndole a la policía que simplemente quería pasar al metro. Vamos a ver si podemos recolectar más testigos, no para reabrir el caso, si no para que se haga un cambio de sentencia.

Al resto de los detenidos no los conocías pero, ¿crees que teníais algo en común?

Nada. Fueron detenciones totalmente arbitrarias. Es muy lógico, es tan burdo y tan obvio cómo lo hicieron… Detuvieron a mogollón de gente y al final fue como “mira, tenemos estos, los que sean extranjeros con los cargos más graves y después ya por pintas”. Los “con más pintas” hasta los “con menos pintas”. Y ya está. Fue totalmente así. Se montaron una historia con eso.

En el documental se hacen constar mucho las “pintas” de Patri… ¿En la calle también se guiaron por eso?

La mayoría de los detenidos de la calle estaban dentro de la casa. Fueron saliendo de la casa y los iban pegando y deteniendo y ya está. La gente salía corriendo y a unos que otros les iban pillando. Detuvieron cinco más así [a parte de a Juan, Álex y Rodrigo]. Y después a Patri y Alfredo…

Fuisteis todos a la misma comisaría. ¿Qué pasa cuando llegáis a comisaría? ¿Os toman declaración?

¡Que va! No nos toman declaración en ningún momento. Simplemente te quitas todo lo que llevas (todo lo que llevas, o sea, todo, todo, todo, hasta los piercings, todo), te bajas los calzoncillos al frente de un escritorio y si te demoras un segundo en quitarte un piercing, viene un madero y te empieza a tirar para quitártelo. “No tenemos todo el día”. Y ya te meten [dentro]… A mí, a parte. Yo estuve todo el tiempo solo. Creo que ahí debería haber sospechado que iban a por mí porque el resto estaban en dos calabozos, tres y tres. Y yo, solo. Y después, en [la comisaría de los] Mossos d’Esquadra también estuve siempre solo. La primera vez que declaro es delante de la Jueza de Instrucción del número 18, Carmen García Martínez.

¿Cuánto tiempo pasas incomunicado?

Dos días. Sin poder llamar ni nada. Después veo a mi abogado, en la comisaría de los Mossos d’Esquadra. Es el primero que me dice los cargos. Me dice que me están acusando de intento de homicidio. Le pregunto que cuánto es eso, que cuántos años. Me dice que de 20 a 25. Ahí me quedo flipado. ¿Qué es esto? ¿Qué está pasando aquí? ¿Dónde está la cámara oculta?

¿Pasaste miedo?

Muchas, muchas, muchas veces. Cuando me pegaban pensaba que no iba a parar eso en la vida. Pasé más miedo antes de que empezaran, cuando ya veías que se te venía la situación y no sabías cómo iba a ser. Lo que más me acojonó fue cuando estaba en [la comisaría de los] Mossos d’Esquadra, entré en la sala, vi a los dos agentes encapuchados, cerraron la puerta, vi a los otros agentes detrás y ya empezaron a cerrarme en círculo. Ahí me acojoné muchísimo, fue como… “Buf, de esta no salgo”. Encima había una silla con una cuerda al lado (me acuerdo de esa imagen) y pensé que me iban a hacer daño de manual. Me acojoné. Ahí también nos obligaron a desnudarnos por el hecho de humillarnos después de la paliza. “Levántate”, te levantas. “Quítate la ropa”, te empiezas a quitar la ropa y te quedas en calzoncillos. “¡Toda la ropa!” (a gritos todo el rato), “¡que te quites la ropa!”, te bajas los calzoncillos y, mientras te los están bajando, te dicen: “súbete los calzoncillos, guarro, qué quieres ¿que te veamos la picha?”. Simplemente por reírse de ti, después de que te peguen. Es humillante, sin más. Te da mucha rabia.

¿Te ves presionado en algún momento para autoinculparte?

No. Sólo me iban pegando palizas… Hay una declaración de un policía en el juicio que dice que yo me acerque a la reja y le dije “oye, disculpa, yo no quise hacerle eso a tu compañero”, como preocupado del estado de su compañero. Declaraciones totalmente inventadas, nunca se me hubiera ocurrido preguntar eso porque mientras menos hablara, menos me pegaban. Pero en ningún momento me pegan para firmar una declaración. Bueno, me pusieron un papel delante y me dijeron “firma”. Yo no firmé. Me dieron una leche, y lo firmé. Por suerte, eran mis pertenencias, las cosas que me habían requisado (claramente no era todo, perdí mi chaqueta, todos los piercings, la billetera, etc.). Ahora pienso que no lo leí. Pero claro, estaba ahí, después de que te hayan pegado una paliza brutal, te ponen un papel y te dicen “firma”, tú empiezas a leer y te llueven bofetones de todos lados… Pues lo firmas. En ese momento me hacen firmar una declaración [falsa] y estoy estropeado.

“Llueven bofetones de todos lados”, ¿cuándo acaba la tortura?

Las torturas acaban cuando entramos en prisión. De hecho, cuando llego a la guandoca, me alegro porque ya no estoy con la policía. Soy un preso, estoy con personas. Se acabó la tortura. Prefiero mil veces estar en una guandoca que estar en una comisaría. Eso es súper fuerte que se diga en un, entre comillas, Estado de Derecho, que no es tal. Después de la primera cena en el módulo común [el quinto día preso], habían dos carceleros que nos dijeron “esperen aquí”. Me paro y espero. Vacían el comedor y empiezan a llegar carceleros. Ahí nos dieron un par de bofetones, nada. Creo que ellos estaban un poco acojonados de que realmente fuéramos asesinos de policías y pensaban que íbamos a atacar a cualquier persona con uniforme. Nos dijeron: “aquí como ataquen a un compañero, os la veréis con nosotros”. Nos dieron como un “toque de atención” que después de la paliza en comisaría no fue nada para mí. Fue como un acto de intimidación simbólico. En la guandoca sabían que no éramos presos comunes y después de todo el apoyo que había fuera sabían que si nos tocaban teníamos contactos con abogados, con prensa (aunque fuera de contrainformación) y que el caso saldría a la luz. No era como si pegaran a cualquier otro preso. Tuvimos esa suerte.

¿Qué secuelas le quedan a una persona torturada?

Cuando salí de la guandoca, veía un coche de la Guardia Urbana, agachaba la cabeza y entre la rabia y la impotencia me daban ganas de llorar No sé, yo salí de la guandoca muy violento y agresivo. Pero creo que lo he llevado bastante bien. Lo que más notaba es que me daba entre rabia, pena, impotencia y ganas de llorar cada vez que veía a un policía. No podía enfrentarme a la mirada de un policía. Cuando salí de la guandoca, veía un coche de la Guardia Urbana, agachaba la cabeza y entre la rabia y la impotencia me daban ganas de llorar. A veces, sin querer, se me corrían las lágrimas y mis amigos me decían “oye tío, que no pasa nada”. Pero es que no lo puedes evitar… Poco a poco lo vas pasando. Creía que lo tenía superado antes de todo este boom del documental y ahora que lo cuento me emociono otra vez. Veo que son cosas que no se pasan porque no las cuentes. Creo que harán falta años y años… si es que las superas. Para mí tampoco es algo que tengas que olvidar, ni por asomo. Ir hablando de esto y mostrar el docu me ha servido muchísimo para superarlo. Y hablarlo y hablarlo, para enfrentarme a ello.

¿Todos los policías iban con la misma violencia?

Sí, todos. Todos nos sacaban fotos llamándonos “asesinos, me gusta la fruta, mírame aquí, si te vemos en la calle te vamos a apiolar, ojalá te pases 20 años en prisión y el año 20 que salgas te pegamos un tiro”. Todos. Creo que los que tienen mínima humanidad no bajan a calabozos (lo cual también me parece ser cómplice). Un detalle: yo pedí un vaso de agua porque llevaba todo el rato en calabozo sin beber. Cuando me estaban pasando el vaso (de estos de plástico), el policía lo apretó y dijo “toma, aquí tienes tu agua”. Cosas así… cebándose todo el rato.

¿Crees que tuvo represalias denunciar las torturas?

No, porque las archivaron sistemáticamente. Creo que van haber otro tipo de represalias ahora, por ejemplo la portada de El Periódico. Ahora que ha salido de “nuestro círculo”, la policía tiene mucha rabia. Sé que me tienen como enemigo, no ya público, sino personal. Eso acojona un poco. Mi abogado me dijo que cuando vaya a Barcelona, que alguien me recoja en la estación siempre. Que no camine solo por ahí. Que si voy a algún lado se lo diga siempre a alguien, al menos a mi progenitora. Tener que decirle a tu progenitora con 30 años dónde vas a estar, son cosas que te putean mogollón.

Te siguen coartando tu libertad fuera de la guandoca.

Sí. Después de la guandoca el concepto de libertad que creía con 21 años, que lo tenía súper claro y definido, cambió. Cuando te pasan todas estas cosas, ciertos conceptos te los tienes que replantear bastante. Pero es lo bonito de esos conceptos, que sean difíciles de definir, si no, apaga y vámonos.

¿Cómo se vive fuera de la guandoca sabiendo que no eres libre?

Luchando, intentando no quedarme de brazos cruzados. Poco a poco e intentando ser cada día más libre y demostrarle a la gente que las cadenas siguen ahí aunque no las vean. Es mucho más esclavo un hombre en su rutina diaria si se la auto-impone que alguien que está preso pero afronta eso siendo él mismo y con valor. No sé si lo pienso o me he obligado a pensar eso para no deprimirme. Son cosas que no las voy a saber nunca. Si supiera que no soy libre afuera y eso no me diera fuerzas para seguir (apoyando a otros presos o implicándome en movimientos políticos, sean del tipo que sean) pues sí que me afectaría mucho más. Lo importante es que el estar preso te fuerza para luchar, no al revés. Eso es lo importante.

Se supone que cuando alguien es condenado es porque se ha demostrado que no es inocente.

¿Un juez, que tiene que impartir justicia y hacer que esas cosas no pasen? Esa gente sí que es la peligrosa. La policía son los perros y los jueces los que que les sueltan la correaClaro. Pero no lo han demostrado nunca. Lo único que según los jueces lo demuestra es la declaración de dos policías que son los que han mentido y están en la guandoca. Eso es lo fuerte: la veracidad que tiene la policía frente a un juez o los intereses políticos que hay detrás. Porque estoy seguro de que los jueces sabían que éramos inocentes y nos juzgaron igual. Incluso al policía lo puedo entender. No lo comparto, obviamente, pero puedo entender que, siendo policía, estás con un grupo de gente y de repente hieran a un compañero tuyo, y te vengues… No es lo profesional, pero lo puedo entender. Pero ¿un juez, que tiene que impartir justicia y hacer que esas cosas no pasen? Esa gente sí que es la peligrosa. La policía son los perros y los jueces los que que les sueltan la correa.

Una de las cosas que habéis denunciado es que no tuvisteis derecho a defensa. ¿Qué tipo de presiones reciben los testigos que queríais aportar?

Pues tenemos una carta escrita de la jueza de instrucción Carmen García Martínez que le manda un auto a nuestro abogado diciendo que si presenta más testigos, al ser gente que se encontraba en el lugar y el momento de los hechos, los iba a poner como imputados porque “lo más lógico es que hubieran sido partícipes de la trifulca”. Eso es coaccionar testigos, lo cual es ilegal, ya no sólo aquí, sino a nivel europeo e internacional. Eso de partida. Cuando pasó lo del 4F también hubo un estado policial en ese barrio brutal Después, nosotros fuimos a hablar con muchos vecinos y nos dijeron que había pasado la policía (la Guardia Urbana) intimidándoles para que no hablaran. Cuando pasó lo del 4F también hubo un estado policial en ese barrio brutal. Vecino que bajaba al barrio, se identificaba. Y miles de cosas que nosotros sabemos pero son muy complicadas de demostrar.

A ti te ‘cayeron’ más años que al resto de detenidos. ¿Qué se alega para que la condena no sea igual para todos?

Nada, simplemente inventaron la historia. Creo que nos cogieron por racismo institucional. A mí me acusan de ser el ‘autor material’ de tirar la piedra porque necesitan que uno lance la piedra, no necesitan a tres. Juan, Álex y yo somos los ‘cabecillas’. Lo que dicen los atestados policiales es que vamos nosotros tres con “nuestros acólitos” (es la palabra que usan), “armados con palos, piedras, etc.”. A Juan, a Álex y a mí nos acusan también de ‘liderar’ toda esa agresión y a Juan y a Álex de lanzar otros objetos, que no están pero sí le causan heridas a otro agente. Parece que yo era el que tenía mejor puntería.

Y mucha fuerza para poder tumbar un policía con una piedra…

Sí, sí. Vamos, imposible. O con un cojín porque tengo que haberle tumbado sin dejarle ninguna lesión frontal. Eso con una piedra es imposible. De hecho, a uno de los forenses le preguntaron con qué intensidad se tiene que lanzar un objeto [para causar ese tipo de impacto sin marca] y dijo que tenía que ser o un pitcher de béisbol de los que salen uno cada diez años (y que esté a cuatro metros del policía y, aún así, le revienta la cara) o con un sistema de honda, catapulta o un mecanismo así, porque no es normal que una persona tenga tanta fuerza. Yo en esa época pesaba 70 kilos. Era imposible.

Después de cinco años en prisión, ¿cómo definirías el sistema penitenciario español?

Es castigo, sin más. Es castigar al pobre y al viajero. La justicia se paga y está demostrado. Es un saco de pobres e pagapensiones, por lo general. Bellísimas personas (no todos, claramente, hay de todo en todos lados), las mejores experiencias y los mejores recuerdos que tengo de todo esto son los presos. No la guandoca, los presos.

¿En qué consiste la reinserción?

La reinserción no existe. La reinserción es básicamente agachar la cabeza y pasar por el aroLa reinserción no existe. La reinserción es básicamente agachar la cabeza y pasar por el aro. De hecho a mí nunca me pudieron reinsertar. ¡Pero es que nunca estuve insertado en el sistema del que ellos hablaban! Reinsertarme es ridículo. Yo empecé a hacer “mi tratamiento” en Quatre Camins porque hasta que no estás condenado firmemente (antes estaba preventivo), no me podían hacer nada. Me decían que iban a intentar reinsertarme. Yo les decía que cómo me iban a reinsertar si estaba estudiando, tenía a mi familia, un trabajo… Me quitaron el trabajo, los estudios, mi familia, mis apoyos y me ponen ahí entre mogollón de “delincuentes”, ¿y así me querían reinsertar en la sociedad? Que no me vengan con pantomimas. Yo firmé, me presenté voluntario, pero sé que ahí están castigando delitos. La reinserción no existe. La reinserción es aniquilar a la persona y la guandoca, a parte de aniquilar a esta gente que es indeseable en la calle, que son básicamente pobres y gente disidente o con un poco de conciencia (la guandoca está petada de gente así). Si dejas de hacer cosas por miedo a caer preso es que la guandoca ya está funcionando y tú le estás dando coba. Tú eres tu propio carceleroLa función es la de generar miedo. Lo más grave de la prisión es la función que cumple de cara a la gente que está libre. Yo muchas veces lo digo: no hay que tener miedo de la guandoca. Si dejas de hacer cosas por miedo a caer preso es que la guandoca ya está funcionando y tú le estás dando coba. Tú eres tu propio carcelero.

Después de todo, ¿cómo te planteas ahora la vida?

Pues yo creo que voy a seguir como hasta ahora. Tampoco me planteo mucho. A mi me pasó esto en un momento de vida, con 21 años, que por fin me consideraba adulto: tenía trabajo, estaba estudiando, me estaba yendo bien en mis planes. Pero la vida me hizo “¡plas! ¡Aquí la que planea soy yo!”. Lo único que puedes decir no es lo que vas a decidir qué hacer con tu vida, sino con qué actitud te tomas lo que la vida te va mostrando. He aprendido a vivir de esa forma, no planificando mucho, viendo qué viene a continuación y tomándomelo con la mejor actitud posible e intentaré seguir así. Y cuando llegue a viejo poder decir “mira, no lo he hecho tan mal”. No espero nada más de la vida. Sentirme contento con lo que he hecho.

¿Qué le dirías a esa gente que tiene miedo?

Estamos en guerra y es mucho más peligrosa que una guerra de balas. Es una guerra de miedo social El miedo se pierde enfrentándose a él. Lo más importante es eso, en el momento en el que te bloqueas por miedo, ya te han ganado la batalla. Y la idea ahora es no perderla, no perder la guerra. Estamos en guerra, en cierto modo, y es mucho más peligrosa que una guerra de balas. Es una guerra de miedo social. Es horrible, tienen a la sociedad adormecida y anestesiada. La gente tiene que darse cuenta que somos muchas más las personas que estamos indignadas con esto que las personas que están contentas con el sistema en el que viven. No digo que todos tengamos la misma idea de lo que queremos en el futuro, pero hay que partir de hacer caer las cosas que no nos gustan. Hay que salir a la calle para hacer eso, no vale tampoco estar mandando opiniones por internet. Al final la lucha se ve en la calle. No me refiero a lucha de salir exclusivamente “a hacer barricadas, quemar contenedores y atacar lo que sea”. Sino a salir y mostrar tu descontento, sin más, de la manera que cada uno prefiera. Que cada uno escoja su forma de luchar, que es lo más bonito que tenemos, que tenemos miles y miles de maneras de replantearnos la lucha. Ellos tienen una. No tengan miedo, por favor, que el miedo es lo peor que puedes tener. Es bueno porque te mantiene alerta pero en el momento en el que te bloquea es totalmente inútil. Que no sean unos zombies, que sean personas. Lo bonito de nosotros es que nos podemos enfrentar a ello y si yo, que he vivido esto, estoy aquí fuera diciéndolo, imagínate.


---------- Post added 12-dic-2017 at 22:00 ----------

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