Un nuevo estudio realizado por científicos franceses de las universidades de Caen y Rouen sobre tres variedades de maíz modificado genéticamente, muestra claras evidencias de riesgos para la salud.
España es el único país de la UE que permite el cultivo de uno de estos maíces, MON810, a gran escala. Los otros dos maíces están autorizados para su importación y para su entrada en alimentación humana y animal. El estudio se ha realizado a través de ensayos realizados por la multinacional Monsanto, que comercializa los tres maíces. El equipo científico examinó los datos de ensayos con ratas que se presentaron para conseguir su autorización, que eran hasta ahora confidenciales y han sido obtenidos en muchos casos por vía judicial. Según los autores es la primera vez que estos ensayos confidenciales, que Monsanto ha presentado para autorizar sus productos, son revisados por investigadores independientes.
Los científicos han encontrado, al analizar los datos, evidencias claras de riesgos para la salud en parámetros sanguíneos asociados con las funciones renales y hepáticas. Los cambios observados con los tres maíces tras*génicos siguen patrones típicos de disrupciones en el sistema metabólico. El equipo también critica duramente la forma en la que los datos fueron analizados por Monsanto, sin cumplir los estándares estadísticos internacionales ni los estándares para ensayos alimentarios.
Los tres maíces tienen, sin embargo, el visto bueno de las autoridades europeas, que han permitido su importación para entrar en la alimentación humana y animal en Europa y uno de ellos, el MON810, es cultivado sobre todo en España.
“Estos estudios demuestran que no es posible garantizar la seguridad de los alimentos tras*génicos. Por lo que desde DN no entendemos, en primer lugar, como se ha permitido comercializar estos cultivos sin contrastar en laboratorios públicos o independientes los estudios realizados por la compañía. Y en segundo lugar como se sigue permitiendo su comercialización, a pesar de las grandes dudas que sobre su salubridad tenemos, pues este nuevo estudio científico, no es mas que uno que se añade a una larga lista de estudios independientes sobre los impactos ambientales y los riesgos para la salud de los productos tras*génicos, que de forma reiterada son ignorados por las autoridades españolas y europeas.
Ana Etchenique, vicepresidenta de la Confederación de Consumidores y Usuarios (CECU) afirmó recientemente que: “No es posible que un gobierno escuche antes a la industria que a los ciudadanos; tiene que velar por prácticas agrícolas responsables, por la seguridad de los alimentos y por la salud de los ciudadanos / consumidores. ¿Por qué nuestro Gobierno no sigue los pasos de países como Francia, Austria o Alemania, que ya han prohibido el cultivo de tras*génicos?”.
Y desde DN opinamos que es ese mismo gobierno, el que tan meticuloso se pone a la hora de prohibir fitosanitarios a nuestros agricultores, el mismo que firma acuerdos con terceros países donde si se usan esos Fitosanitarios prohibidos en la UE. Y que por lo tanto si llegan al consumidor europeo y español, a través de las hortalizas que importamos de terceros países con los que se han suscrito esos acuerdos preferenciales.
España es el único país de la UE que cultiva tras*génicos a gran escala, en una situación de absoluta falta de tras*parencia y control. Entre los múltiples impactos demostrados, está la contaminación de los cultivos ecológicos y convencionales por tras*génicos. Los afectados no tienen amparo legal y han sido reiteradamente ignorados por el Gobierno.
El pasado miércoles, la Comisión de Medio Ambiente y Agricultura del Congreso votó una Proposición no de Ley, apoyada incluso por el grupo parlamentario socialista, para instar al Gobierno a sancionar las contaminaciones genéticas de los cultivos ecológicos y convencionales por parte de los cultivos tras*génicos y a establecer un sistema de compensación por todos los daños causados a los agricultores y productores ecológicos.
España es el único país de la UE que permite el cultivo de uno de estos maíces, MON810, a gran escala. Los otros dos maíces están autorizados para su importación y para su entrada en alimentación humana y animal. El estudio se ha realizado a través de ensayos realizados por la multinacional Monsanto, que comercializa los tres maíces. El equipo científico examinó los datos de ensayos con ratas que se presentaron para conseguir su autorización, que eran hasta ahora confidenciales y han sido obtenidos en muchos casos por vía judicial. Según los autores es la primera vez que estos ensayos confidenciales, que Monsanto ha presentado para autorizar sus productos, son revisados por investigadores independientes.
Los científicos han encontrado, al analizar los datos, evidencias claras de riesgos para la salud en parámetros sanguíneos asociados con las funciones renales y hepáticas. Los cambios observados con los tres maíces tras*génicos siguen patrones típicos de disrupciones en el sistema metabólico. El equipo también critica duramente la forma en la que los datos fueron analizados por Monsanto, sin cumplir los estándares estadísticos internacionales ni los estándares para ensayos alimentarios.
Los tres maíces tienen, sin embargo, el visto bueno de las autoridades europeas, que han permitido su importación para entrar en la alimentación humana y animal en Europa y uno de ellos, el MON810, es cultivado sobre todo en España.
“Estos estudios demuestran que no es posible garantizar la seguridad de los alimentos tras*génicos. Por lo que desde DN no entendemos, en primer lugar, como se ha permitido comercializar estos cultivos sin contrastar en laboratorios públicos o independientes los estudios realizados por la compañía. Y en segundo lugar como se sigue permitiendo su comercialización, a pesar de las grandes dudas que sobre su salubridad tenemos, pues este nuevo estudio científico, no es mas que uno que se añade a una larga lista de estudios independientes sobre los impactos ambientales y los riesgos para la salud de los productos tras*génicos, que de forma reiterada son ignorados por las autoridades españolas y europeas.
Ana Etchenique, vicepresidenta de la Confederación de Consumidores y Usuarios (CECU) afirmó recientemente que: “No es posible que un gobierno escuche antes a la industria que a los ciudadanos; tiene que velar por prácticas agrícolas responsables, por la seguridad de los alimentos y por la salud de los ciudadanos / consumidores. ¿Por qué nuestro Gobierno no sigue los pasos de países como Francia, Austria o Alemania, que ya han prohibido el cultivo de tras*génicos?”.
Y desde DN opinamos que es ese mismo gobierno, el que tan meticuloso se pone a la hora de prohibir fitosanitarios a nuestros agricultores, el mismo que firma acuerdos con terceros países donde si se usan esos Fitosanitarios prohibidos en la UE. Y que por lo tanto si llegan al consumidor europeo y español, a través de las hortalizas que importamos de terceros países con los que se han suscrito esos acuerdos preferenciales.
España es el único país de la UE que cultiva tras*génicos a gran escala, en una situación de absoluta falta de tras*parencia y control. Entre los múltiples impactos demostrados, está la contaminación de los cultivos ecológicos y convencionales por tras*génicos. Los afectados no tienen amparo legal y han sido reiteradamente ignorados por el Gobierno.
El pasado miércoles, la Comisión de Medio Ambiente y Agricultura del Congreso votó una Proposición no de Ley, apoyada incluso por el grupo parlamentario socialista, para instar al Gobierno a sancionar las contaminaciones genéticas de los cultivos ecológicos y convencionales por parte de los cultivos tras*génicos y a establecer un sistema de compensación por todos los daños causados a los agricultores y productores ecológicos.