Es jueves por la tarde-noche y la desesperanza se adueña de una terraza cualquiera de la calle Castello. Todo sucede en una mesa de madera, de las de cenicero de metal y código QR para ver la carta, como manda en la etapa de la el bichito-19, en el que habrá muerto gente por pulmonías derivadas de beber en la calle. Eso no se dice. Eso no interesa. Nos gusta. Nos da igual fallecer mientras nos alcoholizamos. En esa mesa, hay una CHARO con un gorrito de pelo que le cubre toda la cabeza, de inspiración rusa. A su lado, otra, con intensos ojos azules, que observa a su alrededor en busca de un varón dispuesto a cruzar miradas. Ella tiene al suyo en casa, no me cabe duda. Sólo quiere atención, ego; que algún gañán se acerque a ella para poder reivindicarse. ¿Cómo? Con una conversación superficial de 15 minutos antes de que ambas partes se desencanten.
CHARO, no eres feliz. Buscas la dopamina con la torpeza y el temor con los que se movería Pablo Echenique en una tienda de Lladró. Hoy has dejado a PACO en casa. En realidad, ha sido él quien no ha querido hacer nada. Ponían el partido del Granada...y no se lo quería perder. Ese alopécico fracasado se ha emocionado con un equipo del que nunca le habías escuchado hablar. Sólo porque es español y ha sido capaz de pasar algunas rondas de la competición europea menos interesante. Hace dos semanas, llegaste a casa tras hacer la compra en Mercadona, cargada con las bolsas, y le encontraste reclinado, en el sofá, gritando al televisor porque le habían hecho un penalti a un jugador rojiblanco y el árbitro no lo había pitado.
-¿Ya estás con el fútbol? - dijiste.
-Pero si es que es un escándalo, CHARO. Esto no es normal, ese penalti lo he visto yo desde casa. Aquí hay gato encerrado. Es lo de siempre: España ya no es lo que era y a la UEFA no le interesa que ganemos. ¿Crees que interesa que gane un equipo de un país donde gobierna Pablo Iglesias? - respondió.
Entonces, claro, CHARO, recorriste el trecho que separa la entrada de tu hogar de la cocina con la cabeza agachada, dejaste las bolsas en la encimera, las fuiste vaciando en silencio y, después, llenaste un vaso de agua y lo metiste al microondas. Cuando lo sacaste, metiste un par de bolsas de tila, que no levantan el ánimo, pero, al menos, calman un poco esa ansiedad que te asalta cada vez que recuerdas los votos que leíste el día de tu boda. "Hasta que la fin os separe"... "Fuera de juego, me gusta la fruta", escuchas desde el salón.
Este jueves has salido con Yoli, que ha dejado a NEIZAN con su padre, fontanero. No has pensado en ningún momento en ser infiel a PACO, pues eso generaría más malestar en ti que en él, que no se enteraría. Sin embargo, tienes ganas de gustar, de que te digan que eres atractiva a los 41. Hoy quieres soñar, CHARO. Necesitas que tus fantasías se alimenten con un concepto. Uno claro, y es que, si algún día decides divorciarte, todavía podrías encontrar un hombre que sea mejor que PACO. Es decir, aún tendrías la posibilidad de evitar la soledad. Es decir, el fracaso, la casa vacía, ese pitido de oídos que te asalta cuando todo está en silencio.
Han pasado 15 años desde la boda y 13 desde el desencanto. 13 años. ¡13! Fue ahí cuando descubriste que las fantasías que albergaba tu cabeza sobre el matrimonio, la pareja y la felicidad eterna eran falsas. Cuando te diste cuenta de que Pretty Woman y El padre de la novia eran fake news. No hay forma de sobreponerse al ambiente decadente de tu barrio, de esos pisos colmena en los que nunca hay espacio para la total tranquilidad. Por la noche, en verano, te despierta a las 2 de la mañana el camión de la sarama. No tenéis aire acondicionado y hay que dormir con la ventana abierta. Eso implica escuchar a los trabajadores de la limpieza, pero también a la vecina colombiana gemir cuando Wilson se la ama en plan agresivo. Y al anciano con EPOC que se muere de tos. Y la meada que echa el vecino de arriba a las 00.30 horas antes de irse a la cama.
Nunca saldrás de ahí porque PACO es feliz con su trabajo de recepcionista en un MIDAS. En realidad, él no tiene la culpa, es alguien simple y básico. Te enamoraste porque lo puso todo muy fácil. Era cariñoso, se preocupaba por ti y le encantaban todos los planes de vida en conjunto que le proponías. Pero no tiene ambición. Le encanta hablar con los mecánicos y con los clientes del Real Madrid, de lo lechón que es Luis Enrique; de la tras*exualidad de Marco Asensio, de la prima de riesgo, del índice de tras*misión a 14 días del 'covi' y de lo chanchas que son ahora las chavalas, que hacen la vida imposible a sus padres enseñando carne en internet. PACO no tiene la culpa: ha dado lo que te prometió, no ha cambiado. Pero su estatismo te mata, CHARO. Cada vez que le escuchas decir eso de DON RAFAEL NADAL un domingo, tu corazón se rompe un poco. Tu alma se ennegrece. Tu vida se acerca un poco más hacia la catarata por la que caerás. Y que conduce a la depresión más absoluta.
Este jueves has salido, CHARO, y te huele el aliento a patatas bravas. Cada pocos segundos, además, te sube por la garganta un cúmulo de gas que has ingerido con ese doble de cerveza. YOLI y tú estáis rodeadas de chicos jóvenes y no sabéis muy bien cómo comportaros. Miráis alrededor buscando familiaridad como quien aterriza en MARTE y se siente completamente ajeno a ese ambiente. Queréis una mirada de ese cuarentón con polo Lamartina y patillas como jovenlandesante de la Puebla. Queréis la típica conversación de borracho de bar con ganas de amar. Incluso no haríais ascos a que os contara un par de chistes ese alopécico de las barbas, la camisa de flores ajustada a su barriga y los pantalones tobilleros.
Hoy, CHARO, CHARITO, CHARO, has salido para tratar de demostrar que hay vida más allá de PACO. Y para darte cuenta, cuando vuelvas a casa en la línea 5 de metro, que en realidad hace muchos años que estás muerta. Hoy, eres una especie de zombie.
CHARO, no eres feliz. Buscas la dopamina con la torpeza y el temor con los que se movería Pablo Echenique en una tienda de Lladró. Hoy has dejado a PACO en casa. En realidad, ha sido él quien no ha querido hacer nada. Ponían el partido del Granada...y no se lo quería perder. Ese alopécico fracasado se ha emocionado con un equipo del que nunca le habías escuchado hablar. Sólo porque es español y ha sido capaz de pasar algunas rondas de la competición europea menos interesante. Hace dos semanas, llegaste a casa tras hacer la compra en Mercadona, cargada con las bolsas, y le encontraste reclinado, en el sofá, gritando al televisor porque le habían hecho un penalti a un jugador rojiblanco y el árbitro no lo había pitado.
-¿Ya estás con el fútbol? - dijiste.
-Pero si es que es un escándalo, CHARO. Esto no es normal, ese penalti lo he visto yo desde casa. Aquí hay gato encerrado. Es lo de siempre: España ya no es lo que era y a la UEFA no le interesa que ganemos. ¿Crees que interesa que gane un equipo de un país donde gobierna Pablo Iglesias? - respondió.
Entonces, claro, CHARO, recorriste el trecho que separa la entrada de tu hogar de la cocina con la cabeza agachada, dejaste las bolsas en la encimera, las fuiste vaciando en silencio y, después, llenaste un vaso de agua y lo metiste al microondas. Cuando lo sacaste, metiste un par de bolsas de tila, que no levantan el ánimo, pero, al menos, calman un poco esa ansiedad que te asalta cada vez que recuerdas los votos que leíste el día de tu boda. "Hasta que la fin os separe"... "Fuera de juego, me gusta la fruta", escuchas desde el salón.
Este jueves has salido con Yoli, que ha dejado a NEIZAN con su padre, fontanero. No has pensado en ningún momento en ser infiel a PACO, pues eso generaría más malestar en ti que en él, que no se enteraría. Sin embargo, tienes ganas de gustar, de que te digan que eres atractiva a los 41. Hoy quieres soñar, CHARO. Necesitas que tus fantasías se alimenten con un concepto. Uno claro, y es que, si algún día decides divorciarte, todavía podrías encontrar un hombre que sea mejor que PACO. Es decir, aún tendrías la posibilidad de evitar la soledad. Es decir, el fracaso, la casa vacía, ese pitido de oídos que te asalta cuando todo está en silencio.
Han pasado 15 años desde la boda y 13 desde el desencanto. 13 años. ¡13! Fue ahí cuando descubriste que las fantasías que albergaba tu cabeza sobre el matrimonio, la pareja y la felicidad eterna eran falsas. Cuando te diste cuenta de que Pretty Woman y El padre de la novia eran fake news. No hay forma de sobreponerse al ambiente decadente de tu barrio, de esos pisos colmena en los que nunca hay espacio para la total tranquilidad. Por la noche, en verano, te despierta a las 2 de la mañana el camión de la sarama. No tenéis aire acondicionado y hay que dormir con la ventana abierta. Eso implica escuchar a los trabajadores de la limpieza, pero también a la vecina colombiana gemir cuando Wilson se la ama en plan agresivo. Y al anciano con EPOC que se muere de tos. Y la meada que echa el vecino de arriba a las 00.30 horas antes de irse a la cama.
Nunca saldrás de ahí porque PACO es feliz con su trabajo de recepcionista en un MIDAS. En realidad, él no tiene la culpa, es alguien simple y básico. Te enamoraste porque lo puso todo muy fácil. Era cariñoso, se preocupaba por ti y le encantaban todos los planes de vida en conjunto que le proponías. Pero no tiene ambición. Le encanta hablar con los mecánicos y con los clientes del Real Madrid, de lo lechón que es Luis Enrique; de la tras*exualidad de Marco Asensio, de la prima de riesgo, del índice de tras*misión a 14 días del 'covi' y de lo chanchas que son ahora las chavalas, que hacen la vida imposible a sus padres enseñando carne en internet. PACO no tiene la culpa: ha dado lo que te prometió, no ha cambiado. Pero su estatismo te mata, CHARO. Cada vez que le escuchas decir eso de DON RAFAEL NADAL un domingo, tu corazón se rompe un poco. Tu alma se ennegrece. Tu vida se acerca un poco más hacia la catarata por la que caerás. Y que conduce a la depresión más absoluta.
Este jueves has salido, CHARO, y te huele el aliento a patatas bravas. Cada pocos segundos, además, te sube por la garganta un cúmulo de gas que has ingerido con ese doble de cerveza. YOLI y tú estáis rodeadas de chicos jóvenes y no sabéis muy bien cómo comportaros. Miráis alrededor buscando familiaridad como quien aterriza en MARTE y se siente completamente ajeno a ese ambiente. Queréis una mirada de ese cuarentón con polo Lamartina y patillas como jovenlandesante de la Puebla. Queréis la típica conversación de borracho de bar con ganas de amar. Incluso no haríais ascos a que os contara un par de chistes ese alopécico de las barbas, la camisa de flores ajustada a su barriga y los pantalones tobilleros.
Hoy, CHARO, CHARITO, CHARO, has salido para tratar de demostrar que hay vida más allá de PACO. Y para darte cuenta, cuando vuelvas a casa en la línea 5 de metro, que en realidad hace muchos años que estás muerta. Hoy, eres una especie de zombie.
