El islam no ha sido el guardián de la Civilización clásica

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El islam no ha sido el guardián de la civilización clásica

Con este posteo traduzco unas explicaciones del presbítero francés Guy Pagès sobre la civilización (si se la puede llamar así) fiel a la religión del amora.

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Para idealizar el islam nunca han faltado voces criticando las deficiencias de Occidente y, al menos implícitamente, la religión ****ocristiana que le ha dado forma. Pero si, según dicen, la civilización fiel a la religión del amora debe ser felicitada, no será por ella misma sino que, de entre los pueblos a los que el islam sometía, algunos lograron rescatar de las culturas que les precedieron una parte suficiente de lo genial que tenían y, además, lo hicieron fructificar. Pero ello no gracias al islam, sino a pesar del islam, el cual lo único que ha hecho siempre es destruir o inutilizar. Si la imposición del idioma árabe a esas civilizaciones facilitó la amalgama entre el genio de las mismas y el islam, fue, principalmente, para hacer que los pueblos islamizados no pudiesen acceder a sus propias culturas y para que perdieran la posibilidad de conocer y desear otra cosa que no fuera el islam. ¿Por qué será que los fiel a la religión del amores siempre han destruido todas las obras de arte no islámicas que han podido? ¿Qué les pasó a esas prósperas civilizaciones tales como Egipto, Bizancio, Cartago, Persia… después de que el islam se acercase a ellas? Nada bueno: civilización sustituida progresivamente por ignorancia y barbarie.

Hay quienes afirman que el islam estaba en Francia antes que el cristianismo, que las raíces de Europa son cristianas pero también fiel a la religión del amoras, y que fueron los árabes fiel a la religión del amores quienes nos trajeron el saber de la Grecia clásica. Pero el caso es que el griego ya se hablaba por todo el Imperio romano, prueba de ello es que el Nuevo Testamento estaba escrito en griego y que el Dios que este anunciaba era el Logos, la Palabra (Jn 1,1). Los clérigos de Europa y en particular los monasterios carolingios siempre estudiaron la filosofía griega con sus categorías. Siempre los monjes cultivaron los tesoros de la Antigüedad clásica y, tras las destrucciones ocasionadas por los bárbaros, los monjes europeos acudieron a los monjes y letrados cristianos orientales para recuperar el saber y la ciencia helénicos en los cuales siempre Bizancio trató de enraizarse.

Régine Pernoud escribe: «A menudo estos detalles no se tienen en cuenta cuando se trata de las traducciones de Aristóteles que más adelante harían los filósofos árabes en España: jamás hubiesen podido emprender una tarea semejante en Sevilla, como por otra parte en Siria o en otras regiones de Oriente Próximo, si ahí no hubiesen encontrado las bibliotecas que conservaban las obras de Aristóteles, y ello mucho antes de que España fuese invadida, es decir, la España de antes del siglo VIII. La ciencia y el pensamiento árabes no hicieron más que ahondar en unas fuentes preexistentes, en unos manuscritos que ofrecieron este conocimiento de Aristóteles y demás autores clásicos. Sería completamente absurdo suponer lo contrario, pero esto precisamente es lo que no se ha dejado de hacer. Y este error lo reproducen en nuestros libros de texto, en los que se menciona a Avicena o a Averroes, pero pasan completamente por alto a Isidoro de Sevilla. Incluso en arquitectura, Jacques Fontaine, muy buen conocedor de la Hispania visigoda, subraya que, eso que generalmente se les atribuye a los árabes, el arco de herradura, ya llevaba existiendo desde más de cien años atrás con respecto a la irrupción de los árabes en la península.»[1]

Los cristianos árabes o arabizados tradujeron los textos del saber griego al siríaco, y luego del siríaco al árabe. Para esto último, traducir al árabe, tuvieron incluso que crear nuevos términos a pesar de que según el Corán el árabe es la lengua «perfecta» (Corán 16,103; 26,195; 41,44). «La civilización europea no ha tomado prestada ninguna referencia textual ni argumento teológico del islam en cuanto religión. Lo mismo cabe decir respecto de los campos político y jurídico, siendo Europa siempre fiel a su derecho o a sus marcos institucionales.»[2]

Si, como dicen, los fiel a la religión del amores tras*mitieron la herencia griega a Occidente, ¿por qué no empezaron por ellos mismos en cuanto a sacar provecho de la misma? Dice Étienne Gilson:

«Por una extraordinaria inversión de la historia, el mundo del islam, cuyos sabios habían favorecido decisivamente el nacimiento y desarrollo de la filosofía escolástica, no quiso saber nada de la filosofía, mientras que la cristiandad la acogía ampliamente. [...] Una educación dedicada exclusivamente a inculcar a los niños la fe coránica ha producido, hasta fines del siglo XIX, unas generaciones cuyo espíritu se ha mantenido impermeable a toda influencia procedente del exterior. No se conoce ningún otro ejemplo comparable de esterilización intelectual de pueblos enteros utilizando la fe religiosa. Para quien dude del efecto que esta ocasiona sobre las mentes, compárese lo que había sido el pueblo bereber —y, por regla general, los pueblos norteafricanos— antes de ser conquistado por el islam, con lo que llegó a ser desde entonces. Casi todos los padres de la Iglesia latinos son jovenlandeses: Tertuliano de Cartago, el númida Arnobio de Sicca y su alumno Lactancio, san Cipriano de Cartago, Victorino el Africano, el bereber san Agustín; en resumen, toda esta gloriosa cabeza de columna de la patrística latina [...] ¡Cuántos dones espléndidos aportados por África a la Iglesia de Roma [...]!»[3], cuando Europa sólo contribuyó con san Ambrosio y san Jerónimo.

En suma, «el islam tras*mitió la cultura griega a Occidente solamente mediante el exilio de aquellos que rehusaban ser dominados por él»[4] «Que el islam haya conservado, gracias a los cristianos siríacos, árabes o arabizados, una gran parte del saber griego es indiscutible. Que Occidente se haya beneficiado de ello es exacto, aun si este no fue el único canal por el cual redescubrió este saber. Pero que los fiel a la religión del amores hayan tras*mitido voluntariamente este saber a los cristianos es sólo una idea que no tiene en cuenta la realidad. Esos tiempos de yihad y cruzadas ignoraban las cooperaciones culturales entre dos mundos en guerra»[5]

Asimismo, ¿no habría que reconocer que «el Oriente de la religión del amor se lo debe casi todo al Oriente cristiano»?[6]

El saber griego es científico. Si la Biblia fuese una palabra caída directamente del cielo, resultaría incomprensible; pero el caso es que es la palabra de Dios asumida por el lenguaje humano y es por ello que siempre ha sido posible mantener un vivo deseo de comprenderla y llegar efectivamente a comprenderla y a obedecerla. Es por ello que, en Europa, desde el comienzo, la teología y las ciencias han recurrido con interés a la filosofía. San Clemente de Alejandría (150-220) decía que el cristianismo es «la verdadera filosofía», y san Justino lo veía como «el cumplimiento del objetivo filosófico», de la «búsqueda de Dios», verdad una y suprema. La filosofía y el cristianismo eran entonces aliados en la lucha contra el politeísmo tradicional. Por el contrario, el islam no ha manifestado más que indiferencia o desprecio por el saber griego, y por eso los mahometanos no sólo han destruido numerosas bibliotecas y monasterios, sino que siempre han creído que el único razonamiento que el islam puede tolerar es el de sus dictámenes jurídicos y, en el siglo IX, pusieron punto final, oficial y definitivamente, a toda posibilidad de reflexionar sobre el islam o sobre sus textos fundadores. Un «ulema» no es aquel que estudia las ciencias tal y como nosotros las conocemos en Occidente, sino el que estudia el Corán. En fin, ¿cómo vamos a creernos que un de la religión del amor pueda interesarse en algo que no sea el Corán y los hadices? Por cierto, está históricamente registrado el hecho de que, el espíritu griego de la ciencia, la filosofía, el derecho y la política tras*formaron para bien Europa, pero no pudo hacer lo mismo en el mundo de la religión del amor, por culpa de la religión de Alá. De estas disciplinas, los fiel a la religión del amores sólo echaron mano de la medicina, la astronomía y la óptica, y aún con el único fin de aprovecharse de algunas de sus consecuencias prácticas. Además, téngase en cuenta que Avicena (980-1037), Averroes (1126-1198) y Ibn Jaldún (1332-1406) no sabían griego y que, si hicieron fructificar una parte del saber de la Antigüedad clásica, fue exclusivamente gracias a las traducciones hechas por cristianos siríacos. En resumen: la manera de saber qué es realmente el islam, es por sus frutos, y así todo el mundo puede ver que, contrariamente a lo que algunos dicen, el islam no ha sido el guardián de la civilización clásica.





[1] Régine Pernoud, Pour en finir avec le Moyen-Âge, Le Seuil, Points, 1979, p. 45.
[2] Sylvain Gouguenheim, Aristote au Mon Saint-Michel, Seuil, 2008, p. 197.
[3] Étienne Gilson, Le Philosophe et la Théologie (1960), éd. Vrin, 2005, pp. 175-176.
[4] Sylvain Gouguenheim, Aristote au Mon Saint-Michel, Seuil, 2008, p. 34.
[5] Ibíd., p. 183.
[6] Ibíd., p. 101. Ahí hay ciertamente una deuda que a menudo no se tiene en cuenta, ni en el mundo de la religión del amor ni en el mundo occidental.
 
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