bravo013
Madmaxista
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Soy más rico que Bill Gates
LO DICE el rumano Florin Fluturel y lo avala el Registro Mercantil de su país y la World Record Academy. Basa su fortuna en un invento, que oculta, y que asegura que vale 125.000 millones de euros
ALEXANDRU PETRESCU
AL CIELO. Florin Fluturel, abogado, 34 años, practica paracaidismo y le gustaría convertirse en el primer turista espacial rumano.
Hasta hace poco más de un mes era un absoluto desconocido. Y ni siquiera ahora que Forbes -la biblia que mide las grandes fortunas del planeta- ha llamado a sus puertas para comprobar si merece el peldaño más alto entre los más ricos, su nombre es reconocido en los altos círculos financieros. «¿Florín qué?», pregunta un empresario rumano, compatriota del misterioso personaje.
Florin Mihai Fluturel, 34 años, abogado establecido en la localidad rumana de Iasi, inventor autodidacta, padre de revolucionarios -y secretos- avances tecnológicos que rozan la ciencia ficción y el hombre más rico del mundo, según se autoproclama. Ni Carlos Slim ni Bill Gates. El capital de Florin Fluturel (98.750 millones de euros) duplicaría al de Bill Gates (42.044 millones de euros) y al del empresario mexicano Carlos Slim, quien con 42.787 millones de euros acaba de desbancar del trono al dueño de Microsoft.
Florin Fluturel es un hombre tremendamente hermético en todo lo que tiene que ver con sus negocios, muy cauteloso con sus palabras e incluso receloso acerca de la finalidad de las preguntas. «Antes de ser tan prudente», se justifica, «presenté muchos de mis inventos a los medios y al poco salieron con otra forma por ahí, haciéndome perder muchísimo dinero. Hoy tengo un equipo de especialistas en relaciones públicas y mediáticas a mi servicio que me indican lo que puedo o no decir».
El equipo del que habla es el mismo que le prohibe que la cámara de Crónica lo retrate sosteniendo un globo terráqueo. No vaya a ser que la imagen se entienda como un desafío y enfade a los jeques árabes del petróleo, explica su jefe de prensa. Fluturel vive en un piso sobrio para la millonada que se le presume -«hay que tener un gran respeto a la gente que no lleva nada en los bolsillos. Ser modesto y moderado es el secreto del éxito. No quiero presumir de nada», dice-. Reside, junto a su mujer y su hija, en un apartamento de 75 metros cuadrados ubicado en un edificio de seis pisos en Isasi. Dentro, muebles sencillos pero modernos y ecológicos, tres habitaciones, dos cuartos de baño, cocina y un salón de 15 metros cuadrados equipado con aparatos de audio y vídeo de última generación.
En la habitación que hace las veces de su despacho tiene colgado el certificado de la World Records Academy que lo acredita como el hombre más rico del mundo. El flamante diploma fue expedido el pasado 31 de julio.
Para entender el porqué del título y el origen de su supuesta fortuna hay que acudir a la empresa Romvector, de la que Fluturel posee el 79%. Romvector, cuenta el nuevo rico, es dueña de un avance futurista, un sistema que permite controlar cualquier aparato electrónico a través del pensamiento. Es decir, que uno, con sólo desearlo podrá hacer que se encienda el televisor, cambiar el canal, poner la lavadora o bajar el sonido del equipo musical.
Alumbrado el invento, el abogado Fluturel contrató los servicios de una contable rumana, Veronica Stefanescu, para que pusiera valor al hallazgo. La experta concluyó que el dispositivo tenía un mercado potencial de 30 millones de personas y cada una estaría dispuesta a pagar por él unos 4.000 euros. Calculadora en mano, el invento, rubricó Stefanescu, valía 125.000 millones de euros.
El siguiente paso que dio Fluturel fue acudir al Registro Mercantil rumano para inscribir a su empresa, Romvector. Como capital social aportó el invento y el certificado con la valoración de la experta. Desde el 7 de julio pasado, Romvector vale 125.000 millones de euros y puesto que Florin Fluturel es el accionista mayoritario -tiene un 79% de la misma y otro 10% está en manos de su esposa, Mihaela Silvia, también abogada- se ha convertido él solo en dueño y señor de una fortuna, intangible de momento, de 98.750 millones de euros.
Crónica ha tenido acceso al documento de inscripción en el Registro Mercantil y al certificado de la experta que atestiguan la veracidad de las cifras, pero no así al invento que Fluturel esconde al mundo. Una empresa japonesa, asegura, lo tienta ya para comprárselo. «Si quiero, puedo vender la compañía en cualquier momento», dice cuando se le manifiestan dudas sobre el revolucionario invento. «Aunque hoy parezca una locura, llegará un momento en que será de lo más normal. Nadie tuvo fe en la telefonía móvil en su momento y ya ve hoy en día...», dice el inventor autodidacta, quien con sólo nueve años osó construir una nave espacial que acabó hecha añicos en el suelo.
Aparte del sistema para manejar aparatos con la mente, Romvector -cuenta Fluturel- es propietaria de un millar de creaciones, todas con tintes futuristas: un arma no letal que provoca indigestión aguda, un sistema de aire comprimido para los motores diésel, una plataforma robótica multifuncional con aplicaciones en el terreno militar, un sistema de reducción de la agresividad de los seres vivos... «No podemos ampliar información sobre nuestros inventos y la actividad de Romvector porque tenemos varios protocolos firmados con empresas colaboradoras y, sobre todo, son inventos muy secretos bajo la llave del silencio», dice Nicolae Nacioiu, científico, agente del Centro de Tecnología Militar de Bucarest y dueño de un 10% de Romvector, millonario también pues. «Altos cargos de los ejércitos rumano y de la OTAN nos impiden aún hacerlo público», añade.
EN ALICANTE
A Florin Fluturel podremos verlo en unos meses en Alicante. Ha elegido la ciudad levantina para presentar a nivel mundial otra de sus criaturas, un sistema que asegura que ralentizará el ritmo de envejecimiento. La elección no es casual. Con su presencia quiere demostrar a los españoles que no todos los rumanos son peones y mujeres de la limpieza. «Algunos de los albañiles que han levantado tantos edificios para los españoles tienen estudios superiores y muchas sirvientas hablan dos o tres idiomas», dice.
Fluturel conoce la situación de sus compatriotas en España de primera mano, pues tiene familiares trabajando aquí pero, asegura, no quieren ser entrevistados por miedo a que los secuestren por culpa del parentesco con Florin. «Me gustaría visitar los castillos de España y hacer la ruta de Don Quijote y del Cid Campeador, comprarme un chalé en Marina D'Or, ver cómo el mar lame la arena....», asegura.
Quiere también hacerse con algún medio de comunicación en nuestro país, abrir un Liceo para los hijos de los pagapensiones rumanos y comprar un equipo de fútbol. «Me gusta el F.C Barcelona», dice. Desde luego, si su fortuna se materializa en dinero contante y sonante no tendría problemas para adquirir el Barça al contado. Con 98.750 millones de euros podría comprar un millón de apartamentos como el que tiene o 2.000 unidades del avión privado más caro del mundo, en manos de El Pocero y de Bill Gates, el Global Express XRS.
Con todo, Fluturel es un hombre austero. No lleva más de 300 euros en su billetera, huye de la ropa de marca y conduce un Golf. En su sencilla rutina nunca falta el paseo diario por los parques de Iasi, ciudad de la que escapa para navegar o practicar paracaidismo, dos de sus pasiones. «Entre ser rico o pobre no hay nada más que un paso», sentencia quien sueña con convertirse pronto en el primer turista espacial rumano.
- EL MUNDO | Suplemento cronica 617 - Soy más rico que Bill Gates
jojo, a ver si se lo van a embargar :XX:
LO DICE el rumano Florin Fluturel y lo avala el Registro Mercantil de su país y la World Record Academy. Basa su fortuna en un invento, que oculta, y que asegura que vale 125.000 millones de euros
ALEXANDRU PETRESCU
AL CIELO. Florin Fluturel, abogado, 34 años, practica paracaidismo y le gustaría convertirse en el primer turista espacial rumano.
Hasta hace poco más de un mes era un absoluto desconocido. Y ni siquiera ahora que Forbes -la biblia que mide las grandes fortunas del planeta- ha llamado a sus puertas para comprobar si merece el peldaño más alto entre los más ricos, su nombre es reconocido en los altos círculos financieros. «¿Florín qué?», pregunta un empresario rumano, compatriota del misterioso personaje.
Florin Mihai Fluturel, 34 años, abogado establecido en la localidad rumana de Iasi, inventor autodidacta, padre de revolucionarios -y secretos- avances tecnológicos que rozan la ciencia ficción y el hombre más rico del mundo, según se autoproclama. Ni Carlos Slim ni Bill Gates. El capital de Florin Fluturel (98.750 millones de euros) duplicaría al de Bill Gates (42.044 millones de euros) y al del empresario mexicano Carlos Slim, quien con 42.787 millones de euros acaba de desbancar del trono al dueño de Microsoft.
Florin Fluturel es un hombre tremendamente hermético en todo lo que tiene que ver con sus negocios, muy cauteloso con sus palabras e incluso receloso acerca de la finalidad de las preguntas. «Antes de ser tan prudente», se justifica, «presenté muchos de mis inventos a los medios y al poco salieron con otra forma por ahí, haciéndome perder muchísimo dinero. Hoy tengo un equipo de especialistas en relaciones públicas y mediáticas a mi servicio que me indican lo que puedo o no decir».
El equipo del que habla es el mismo que le prohibe que la cámara de Crónica lo retrate sosteniendo un globo terráqueo. No vaya a ser que la imagen se entienda como un desafío y enfade a los jeques árabes del petróleo, explica su jefe de prensa. Fluturel vive en un piso sobrio para la millonada que se le presume -«hay que tener un gran respeto a la gente que no lleva nada en los bolsillos. Ser modesto y moderado es el secreto del éxito. No quiero presumir de nada», dice-. Reside, junto a su mujer y su hija, en un apartamento de 75 metros cuadrados ubicado en un edificio de seis pisos en Isasi. Dentro, muebles sencillos pero modernos y ecológicos, tres habitaciones, dos cuartos de baño, cocina y un salón de 15 metros cuadrados equipado con aparatos de audio y vídeo de última generación.
En la habitación que hace las veces de su despacho tiene colgado el certificado de la World Records Academy que lo acredita como el hombre más rico del mundo. El flamante diploma fue expedido el pasado 31 de julio.
Para entender el porqué del título y el origen de su supuesta fortuna hay que acudir a la empresa Romvector, de la que Fluturel posee el 79%. Romvector, cuenta el nuevo rico, es dueña de un avance futurista, un sistema que permite controlar cualquier aparato electrónico a través del pensamiento. Es decir, que uno, con sólo desearlo podrá hacer que se encienda el televisor, cambiar el canal, poner la lavadora o bajar el sonido del equipo musical.
Alumbrado el invento, el abogado Fluturel contrató los servicios de una contable rumana, Veronica Stefanescu, para que pusiera valor al hallazgo. La experta concluyó que el dispositivo tenía un mercado potencial de 30 millones de personas y cada una estaría dispuesta a pagar por él unos 4.000 euros. Calculadora en mano, el invento, rubricó Stefanescu, valía 125.000 millones de euros.
El siguiente paso que dio Fluturel fue acudir al Registro Mercantil rumano para inscribir a su empresa, Romvector. Como capital social aportó el invento y el certificado con la valoración de la experta. Desde el 7 de julio pasado, Romvector vale 125.000 millones de euros y puesto que Florin Fluturel es el accionista mayoritario -tiene un 79% de la misma y otro 10% está en manos de su esposa, Mihaela Silvia, también abogada- se ha convertido él solo en dueño y señor de una fortuna, intangible de momento, de 98.750 millones de euros.
Crónica ha tenido acceso al documento de inscripción en el Registro Mercantil y al certificado de la experta que atestiguan la veracidad de las cifras, pero no así al invento que Fluturel esconde al mundo. Una empresa japonesa, asegura, lo tienta ya para comprárselo. «Si quiero, puedo vender la compañía en cualquier momento», dice cuando se le manifiestan dudas sobre el revolucionario invento. «Aunque hoy parezca una locura, llegará un momento en que será de lo más normal. Nadie tuvo fe en la telefonía móvil en su momento y ya ve hoy en día...», dice el inventor autodidacta, quien con sólo nueve años osó construir una nave espacial que acabó hecha añicos en el suelo.
Aparte del sistema para manejar aparatos con la mente, Romvector -cuenta Fluturel- es propietaria de un millar de creaciones, todas con tintes futuristas: un arma no letal que provoca indigestión aguda, un sistema de aire comprimido para los motores diésel, una plataforma robótica multifuncional con aplicaciones en el terreno militar, un sistema de reducción de la agresividad de los seres vivos... «No podemos ampliar información sobre nuestros inventos y la actividad de Romvector porque tenemos varios protocolos firmados con empresas colaboradoras y, sobre todo, son inventos muy secretos bajo la llave del silencio», dice Nicolae Nacioiu, científico, agente del Centro de Tecnología Militar de Bucarest y dueño de un 10% de Romvector, millonario también pues. «Altos cargos de los ejércitos rumano y de la OTAN nos impiden aún hacerlo público», añade.
EN ALICANTE
A Florin Fluturel podremos verlo en unos meses en Alicante. Ha elegido la ciudad levantina para presentar a nivel mundial otra de sus criaturas, un sistema que asegura que ralentizará el ritmo de envejecimiento. La elección no es casual. Con su presencia quiere demostrar a los españoles que no todos los rumanos son peones y mujeres de la limpieza. «Algunos de los albañiles que han levantado tantos edificios para los españoles tienen estudios superiores y muchas sirvientas hablan dos o tres idiomas», dice.
Fluturel conoce la situación de sus compatriotas en España de primera mano, pues tiene familiares trabajando aquí pero, asegura, no quieren ser entrevistados por miedo a que los secuestren por culpa del parentesco con Florin. «Me gustaría visitar los castillos de España y hacer la ruta de Don Quijote y del Cid Campeador, comprarme un chalé en Marina D'Or, ver cómo el mar lame la arena....», asegura.
Quiere también hacerse con algún medio de comunicación en nuestro país, abrir un Liceo para los hijos de los pagapensiones rumanos y comprar un equipo de fútbol. «Me gusta el F.C Barcelona», dice. Desde luego, si su fortuna se materializa en dinero contante y sonante no tendría problemas para adquirir el Barça al contado. Con 98.750 millones de euros podría comprar un millón de apartamentos como el que tiene o 2.000 unidades del avión privado más caro del mundo, en manos de El Pocero y de Bill Gates, el Global Express XRS.
Con todo, Fluturel es un hombre austero. No lleva más de 300 euros en su billetera, huye de la ropa de marca y conduce un Golf. En su sencilla rutina nunca falta el paseo diario por los parques de Iasi, ciudad de la que escapa para navegar o practicar paracaidismo, dos de sus pasiones. «Entre ser rico o pobre no hay nada más que un paso», sentencia quien sueña con convertirse pronto en el primer turista espacial rumano.
- EL MUNDO | Suplemento cronica 617 - Soy más rico que Bill Gates
jojo, a ver si se lo van a embargar :XX:
