Una vez un señor neցro, en realidad varios, me abordaron con proposiciones comerciales inapropiadas: yo les daba todo y ellos a cambio me daban lo mío. Fue fuera de España. Les regalé un poco de metal y se pusieron tan contentos que allí mismo se pusieron a dormir.
Uno de esos señores incluso me regaló un poco de metal, pero yo no tenía ganas de dormir y por eso estoy por aquí.
Las únicas peleas callejeras que he perdido son contra mujeres, blancas. Me he largado corriendo cuando me hablaban de presentarme a sus padres.
En otra un tipo empeñado en quitarnos toda la ropa para discutir filosofía hegeliana. Mis argumentos en contra le aburrieron tanto que resbaló y rompió el suelo con la nariz. Varias veces.