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La torre solar, un obsoleto invento español rescatado por la ciencia extranjera - Noticias de Tecnología
CREADO POR ISIDORO CABANYES EN 1903
La torre solar, un obsoleto invento español rescatado por la ciencia extranjera
David Pérez 30/01/2014
La última chimenea solar de España cayó el mismo año que el muro de Berlín. Se había levantado en 1982, con capital alemán, en la localidad de Manzanares (Ciudad Real), 150 kilómetros al sur de Madrid. Tenía una altura de 195 metros y un diámetro de diez, pero una tormeta se la llevó por delante. Aquella torre estaba inspirada en un proyecto desarrollado a principios del siglo XX por un ingeniero español, Isidoro Cabanyes, quien publicó los pormenores de su invento en 1903 en la revista La energía eléctrica, aunque la literatura científica ha identificado algunos antecedentes del sistema en la cultura arabe.
En teoría, el sistema funciona, pero la mayor singularidad de la torre del coronel Cabanyes, y seguramente también el mayor impedimento a su viabilidad, es que necesita alcanzar una gran altura, hasta de un kilómetro (con las dificultades que esto entraña desde el punto de vista arquitectónico) para que el sistema sea eficiente y la generación de energía eléctrica rentable.
En esencia, la base estructural de la chimenea es un invernadero -en el modelo de Manzanares tenía una superficie de 46.000 m²- que durante el día acumula calor. A continuación, el aire asciende a través de la torre, según el fenómeno conocido como convección, para mover unas turbinas que finalmente generan energía.
La patente para una variación de la torre solar se concedió entre 1978 y 1981 en Estados Unidos, Canadá, Australia e Israel a otro ingeniero, pero desde entonces no se ha tenido conocimiento de un proyecro real para construir una chimenea similar, aunque también existe una patente española del año 2006. Como tantos otros inventos de la historia, la torre de Cabanyes estaba destinada a engrosar la lista de color de las buenas ideas que jamás ven la luz.
La estructura más alta del mundo
Sin embargo, más de un siglo después, dos empresas, una británica y otra australiana, han hecho justicia al olvidado ingeniero poniendo en marcha sendos proyectos para levantar dos torres solares.
El más ambicioso es el de la empresa británica Lindstrand Technologies, que en colaboración con el Centro para la Sostenibilidad Urbana y la Resilencia de la Universidad de Londres, está trabajando en varios prototipos, uno incial de 3,5 metros, muy lejos todavía de la altura de 1.000 metros que reclaman los estudios científicos; y otro de veinte metros.
Prototipo de la empresa australiana Enviromission para el desierto de Arizona
No obstante, el objetivo final del ingeniero sueco Per Lindstrad, uno de los impulsores del proyecto, y famoso por haber acompañado hace años al multimillonario Richard Branson a través del océano Pacífico, es construir una chimenea de un kilómetro de altura, 170 metros más alta que el mayor edificio del mundo, récord que ostenta en la actualidad el edificio Burj Khalifa (829 metros), ubicado en Dubai. El presupuesto fijado apra el desarrollo del proyecto es de 14 millones de euros. Su destino más probable puede ser el desierto de Atacama, en Chile, teniendo en cuenta que observatorio astronómico ALMA encargó encargó el prototipo.
Por su parte, la empresa australiana, de nombre Enviromission, ha decidido apostar por una torre fija para el proyecto que pretende desarrollar en el desierto de Arizona (Estados Unidos), que en este caso alcanzaría una altura de 792 metros de altura, con la promesa de generar suficiente energía para 150.000 viviendas.
Una torre inflable
Para solventar los problemas de estabilidad arquitectónica de la idea original, que lastraron la chimenea de Manzanares, hay un elemento nuevo significativo en el proyecto británico. En lugar de una estructura fija, la chimenea será inflable para evitar las circunstancias meteorológicas adversas. Ahora, el reto de los científicos es hallar el material adecuado para que el sol no destruya la estructura.
Los sistemas para generar electricidad basados en este tipo de torres, que combinan energía solar térmica, eólica y geotérmica, han sido criticados por su falta de eficencia, pero en la última década se ha avanzado tanto en cuestión de nuevos materiales, energías limpias e ingeniería, que los expertos creen que este tipo de estructuras pueden ser una alternativa a los paneles fotovoltaicos clásicos.
"Por ejemplo, en zonas desérticas donde la arena es muy fina los paneles se obstruyen rápidamente y hay que llevar a cabo un gran trabajo de limpieza en un lugar que no tiene agua", explica el propio Lindstrand en la revista Engineer. "El beneficio principal de estas chimeneas es que la energía solar se puede almacenar como calor en el suelo, usando materiales baratos como grava, betún o bolsas de agua salada, de forma que la planta puede continuar generando energía en días nublados y por las noches", agrega Patrick Cottam, investigador de la Universidad de Londres encargado del desarrollo de un simulador informático para el testado de la nueva torre solar.