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Cómo 'El gran juego de la oca' destruyó a la familia Jiménez
El escritor Daniel Jiménez publica 'El plagio', un libro polémico que es además la carta de amor de un hijo a su padre, es decir, a sus luces y sus sombras

Por
Juan Soto Ivars
Entre 1993 y 1995 en Antena 3, y en 1998 en Telecinco, 'El gran juego de la oca' se emitió con un éxito tan colosal que todavía hoy se mantiene como uno de los programas más lucrativos de la historia de la televisión en España. El primer día, Emilio Aragón y Lydia Bosch se descolgaron hasta la fiesta en una tirolina con la que alcanzaron el plató, entre el parque de atracciones y el tablero del juego infantil, con pruebas en cada casilla, zonas trampa y equipos vestidos con los colores típicos de las fichas. Una idea genial.

El público se venía arriba mientras explicaban la mecánica de los dados virtuales que se lanzaban con un mando a distancia, pero nada era tan espectacular para el público como la química entre Aragón y Bosch. Tan intensa era que se los vería más tarde como matrimonio (de ficción) en 'Médico de familia', aunque casi todo el mundo pensaba, al menos en mi barrio, que eran una pareja real. De algún modo rivalizaron en los noventa con Scully y Mulder, los detectives de 'Expediente X'. En aquella época se daba mucho peso al amor. Las comedias románticas y la tensión sensual no resuelta lo petaban porque, un año después de Barcelona 92, continuaban el vino y las rosas, el despilfarro y la alegría. Los locos noventa.
Foto: Lydia Bosch, en una imagen promocional de 'TCMS'. (Antena 3)

Lydia Bosch (TCMS): "Dejé el entretenimiento para que me tomaran en serio como actriz"
Alberto Barranco
Pero un espectador sintonizó aquel día el programa con el cuerpo tensado por la rabia como un tirachinas. Mientras la gente se reía, su vida se deslizaba al infierno precisamente debido a ese alegre programa. Agarró un cuaderno, pulsó el botón de grabar en vídeo y se dispuso a analizar secuencia a secuencia la frívola distracción televisiva como un forense encargado de desentrañar el cadáver de un apuñalado. Solo que el apuñalado, por la espalda, era él mismo.

Este hombre vive todavía. Se llama Juan Jiménez y era el saxofón y flauta del mítico grupo de los sesenta y setenta Los Pekenikes. Acababa de volver de Sevilla, donde los tres directivos que pusieron en marcha 'El gran juego de la oca' en Antena 3 le habían enviado para grabar el programa piloto… del mismo espectáculo. Había sido idea suya, se la habían robado y todavía no era consciente de los problemas kafkianos a los que se enfrentaba.


El calvario
Juan Jiménez sostiene, y asegura que tiene pruebas de sobra, que él mismo había presentado a esos tres directivos en Televisión Española el formato de llevar a la televisión un juego de mesa, con dados electrónicos accionados por un mando a distancia y todo lo demás. La idea había entusiasmado a los directivos de la pública, que le animaron a gastar todos sus ahorros en el rodaje de un programa piloto. Se iban a hacer de oro, le dijeron, pero los tres se marcharon a Antena 3 después de darle largas.

Esta es, al menos, la versión de la familia Jiménez Palencia, que se enfrenta, mientras 'El Gran Juego de la Oca' produce decenas de millones de pesetas en publicidad, a un calvario de juicios amañados por un abogado presuntamente corrupto y, en consecuencia, al desastre: la obsesión del padre con que se haga justicia, la pobreza más perversos después de una vida de opulencia, los desahucios, la depresión y el suicidio de una de las hijas, que pesará como una losa en la conciencia de un hombre convertido en David frente a Goliat.
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'El plagio'. (Pepitas de calabaza)

'El plagio'. (Pepitas de calabaza)
Lo cuenta todo, sin llegar a mencionar el nombre del programa o de los directivos, aunque dejando pistas suficientes para que cualquiera que haya visto la televisión en esa época reconozca el cuerpo del delito, el escritor Daniel Jiménez en 'El Plagio' (Pepitas de calabaza). El libro llega el día 19 de enero a las librerías, viene avalado con el Premio Café Bretón y es, más allá de la polémica, la carta de amor de un hijo a su padre, es decir, a sus luces y sus sombras.


Jiménez (hijo) no es un escritor que eluda los terrenos pantanosos. En su primera novela, ' Cocaína ', desnudaba en una primera persona literaria su propia adicción a la droja y construía uno de los testimonios más sinceros y descarnados sobre la farlopa, con permiso de 'Diario de un aficionado a las líneas blancas' de Gustavo Biosca y Rafa Millán. En la segunda, ' Las dos muertes de Ray Loriga ', inventaba una trama a medio camino entre lo autobiográfico y lo ficticio en la que mataba al escritor contemporáneo que, curiosamente, funcionó como una maldición, puesto que después de la publicación el Loriga real estuvo a punto de morir. Y ahora reincide en la literatura del yo con esta biografía del padre, que denuncia uno de los movimientos más rastreros de la historia de la televisión.

La versión oficial dice que 'El gran juego de la oca' es un formato comprado a Italia, donde al mismo tiempo se emitía un programa exactamente igual, pero los italianos, según se lee en 'El plagio', no tienen tan claro el itinerario de la idea. De hecho, al final de cada emisión, aparecía un señor que aseguraba que él había tenido la idea de esta máquina de hacer dinero. Sin embargo, tras las bambalinas, estaban sucediendo cosas que 'El plagio' pone de manifiesto y que arrojan una sombra de duda sobre la cuestión. Para empezar, el asunto del abogado.

El abogado
A Juan Jiménez lo asesoró un abogado que luego resultó ser amigo íntimo de uno de los tres directivos. Le dijo que iban a denunciar a Antena 3, puesto que no tenía sentido ir a por los tres señores, y luego boicoteó el juicio desde dentro, según los Jiménez. Llegó a presentar tarde una pericial que aseguraba que el plagio era muy difícil de discutir, e hizo toda clase de movimientos desleales hacia Jiménez, que había perdido todo su dinero en el piloto y empezaba a endeudarse peligrosamente con el juicio.

Finalmente, después de muchos años y un cambio de jueza a última hora, la sentencia fue absolutoria para Antena 3, pero Jiménez logró grabar a escondidas una reunión con el abogado donde este admitía que los directivos le habían sobornado con dinero para hacer una defensa desleal, y donde además recomendaba a su cliente aceptar los 300.000 euros que los directivos le habían ofrecido a cambio de olvidarse de esta historia. Sin embargo, Jiménez no parece ser un hombre que se venda de esta forma.

Ahora este hombre arruinado de 75 años va a por el abogado, a quien quiere enfrentarse en los tribunales, y ha escrito otro libro donde presenta todas las pruebas, con documentos y un nivel de detalle que tal vez hace difícil que el manuscrito llegue a publicarse de forma convencional, pero que aumentan la intensidad de la sombra de la duda. Sin embargo, no es esta la razón más importante para leer 'El plagio', de Daniel Jiménez.

El libro es un testimonio poderoso y conmovedor de un hijo que trata de perdonar a su padre por haberles dado una vida difícil en contra de su voluntad, y lo consigue. De hecho, logra convertir el resentimiento infinito, la rabia y la frustración de su padre en un canto literario al amor familiar, a la lealtad y a la supervivencia. Si Jiménez padre perdiera todos los juicios que quiere emprender, si no lograra recuperar uno solo de los euros que cotizó la que asegura que fue su idea, ya habría conseguido ganar en algo. Este es el libro que todo padre querría ver publicar a su hijo.
 
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