Sir Connor
Excelentisimo Sir
.
Entre el 19 y el 24 de octubre de 1940, el jerarca y genocida nancy Heinrich Himmlerrecorrió la España fascista. Durante su tour por nuestro país visitó Toledo, San Sebastián, Burgos y Barcelona. A pesar de que el régimen franquista presentó la visita del responsable de las brutales SS como un mero viaje turístico, el principal objetivo de la visita era inspeccionar los dispositivos de seguridad españoles, conversar sobre la cooperación policial hispano-alemana y preparar la mítica reunión de Hitler y Franco en Hendaya. Como no podía ser de otra forma, para agasajar al líder nancy, Franco y los suyos le organizaron una de las cosas que mejor sabían hacer: una corrida de toros. El espectáculo, sorprendentemente, provocó un profundo malestar en el sanguinario Himmler, llegando a provocarle mareos.
España en la mochila con…Himmler
Invitado por el represor José Finat y Escrivá de Romaní, director general de Seguridad, Himmler (en cuyos campos de exterminio fueron masacrados unos seis millones de judíos, entre 200.000 y 500.000 personas de etnia etniana, varios millones de civiles soviéticos, polacos y/o yugoslavos, y 5.185 españoles entre otras nacionalidades), fue recibido en Madrid el 20 de octubre por el cuñado de Franco, el ministro de Asuntos Exteriores, Serrano Suñer. Tras una parada técnica en el Hotel Ritz , para que el líder de la Orden de color dejara allí su equipaje, Heinrich Himmler se dirigió en un Mercedes neցro al El Pardo, donde se reunió con el Caudillo.
Una buena corrida para Herr Himmler
Tras la reunión, de la que según las crónicas el jerarca nancy sacó una pobre impresión de Francisco Franco, Himmler y un séquito de autoridades del régimen se dirigieron a la Plaza de Las Ventas, que recibió al siniestro líder nancy con una gran ovación.
Se había incluso creado un cartel especial para la corrida de toros, usándose el él, como guiño descarado, los colores de la bandera nancy y hasta la cruz gamada. El cartel, por cierto, indicaba que las mujeres debían acudir al evento ataviadas con el clásico mantón y la peineta española.
Cabe decir que se colocaron en las calles madrileñas banderas nazis y falangistaspor todas partes, y que la plaza, decorada con ellas, casi parecía más un mercado de Munich que las Ventas.
Todo un evento
Todo el que era (o intentaba ser) alguien en el sistema franquista se partió los cuernos por asistir a la corrida, por lo que la plaza (como decían el Pulga y el Linterna) estaba “abarrotá”. Se lidiaron seis toros de las ganaderías de Bernardo Escudero de Madrid y de Manuel Arranz de Salamanca, Los toreros Marcial Lalanda, Rafael Ortega «Gallito» y Pepe Luis Vázquez, que confirmaba la alternativa, hicieron el saludo nancy.
Hacía mal día en Madrid y empezó a llover, cada vez más. La corrida tuvo que ser suspendida en el tercer toro y el jerarca nancy abandonó la plaza después de saludar a los diestros, con los que se hizo algunas fotos.
El genocida imperturbable casi vomita viendo los toros
Paradójicamente, según escribieron Javier García Gibert en Sobre el viejo humanismo: exposición y defensa de una tradición, al terrible homicida y nada escrupuloso jefe de las SS la corrida le horrorizó. ABC se hizo eco hace un par de años de los rumores que aseguraban que el secuaz de Hitler llegó a marearsedurante la faena.
Posteriormente, según contó Fernando González Doria en Memorias de un fascista español comentaría su desagrado con lo visto, considerándolo “un espectáculo cruel”. Esto, opinión del hombre que, según El País, al encontrarse en la villa y corte con Carl Wissmann, director del hospital alemán en Madrid, le dejó la orden de que solo fueran atendidos allí compatriotas de origen ario.
Himmler, como explica Seymour Rossel en su libro The Holocaust: The World and the Jews, 1933-1945, era un amante de los animales que, frente al interés por las monterías de su compañero de partido Göring, se esforzó por prohibir la caza en Alemania. Merece la pena recordar una anécdota que aparece en las memorias de Felix Kersen. Mientras Himmler y sus siniestros lacayos cazaban humanos por toda Europa, el ratolnil jefe de las SS una vez recriminó a su masajista su afición por la cinegética.
Entre el 19 y el 24 de octubre de 1940, el jerarca y genocida nancy Heinrich Himmlerrecorrió la España fascista. Durante su tour por nuestro país visitó Toledo, San Sebastián, Burgos y Barcelona. A pesar de que el régimen franquista presentó la visita del responsable de las brutales SS como un mero viaje turístico, el principal objetivo de la visita era inspeccionar los dispositivos de seguridad españoles, conversar sobre la cooperación policial hispano-alemana y preparar la mítica reunión de Hitler y Franco en Hendaya. Como no podía ser de otra forma, para agasajar al líder nancy, Franco y los suyos le organizaron una de las cosas que mejor sabían hacer: una corrida de toros. El espectáculo, sorprendentemente, provocó un profundo malestar en el sanguinario Himmler, llegando a provocarle mareos.
España en la mochila con…Himmler
Invitado por el represor José Finat y Escrivá de Romaní, director general de Seguridad, Himmler (en cuyos campos de exterminio fueron masacrados unos seis millones de judíos, entre 200.000 y 500.000 personas de etnia etniana, varios millones de civiles soviéticos, polacos y/o yugoslavos, y 5.185 españoles entre otras nacionalidades), fue recibido en Madrid el 20 de octubre por el cuñado de Franco, el ministro de Asuntos Exteriores, Serrano Suñer. Tras una parada técnica en el Hotel Ritz , para que el líder de la Orden de color dejara allí su equipaje, Heinrich Himmler se dirigió en un Mercedes neցro al El Pardo, donde se reunió con el Caudillo.
Una buena corrida para Herr Himmler
Tras la reunión, de la que según las crónicas el jerarca nancy sacó una pobre impresión de Francisco Franco, Himmler y un séquito de autoridades del régimen se dirigieron a la Plaza de Las Ventas, que recibió al siniestro líder nancy con una gran ovación.
Se había incluso creado un cartel especial para la corrida de toros, usándose el él, como guiño descarado, los colores de la bandera nancy y hasta la cruz gamada. El cartel, por cierto, indicaba que las mujeres debían acudir al evento ataviadas con el clásico mantón y la peineta española.
Cabe decir que se colocaron en las calles madrileñas banderas nazis y falangistaspor todas partes, y que la plaza, decorada con ellas, casi parecía más un mercado de Munich que las Ventas.
Todo un evento
Todo el que era (o intentaba ser) alguien en el sistema franquista se partió los cuernos por asistir a la corrida, por lo que la plaza (como decían el Pulga y el Linterna) estaba “abarrotá”. Se lidiaron seis toros de las ganaderías de Bernardo Escudero de Madrid y de Manuel Arranz de Salamanca, Los toreros Marcial Lalanda, Rafael Ortega «Gallito» y Pepe Luis Vázquez, que confirmaba la alternativa, hicieron el saludo nancy.
Hacía mal día en Madrid y empezó a llover, cada vez más. La corrida tuvo que ser suspendida en el tercer toro y el jerarca nancy abandonó la plaza después de saludar a los diestros, con los que se hizo algunas fotos.
El genocida imperturbable casi vomita viendo los toros
Paradójicamente, según escribieron Javier García Gibert en Sobre el viejo humanismo: exposición y defensa de una tradición, al terrible homicida y nada escrupuloso jefe de las SS la corrida le horrorizó. ABC se hizo eco hace un par de años de los rumores que aseguraban que el secuaz de Hitler llegó a marearsedurante la faena.
Posteriormente, según contó Fernando González Doria en Memorias de un fascista español comentaría su desagrado con lo visto, considerándolo “un espectáculo cruel”. Esto, opinión del hombre que, según El País, al encontrarse en la villa y corte con Carl Wissmann, director del hospital alemán en Madrid, le dejó la orden de que solo fueran atendidos allí compatriotas de origen ario.
Himmler, como explica Seymour Rossel en su libro The Holocaust: The World and the Jews, 1933-1945, era un amante de los animales que, frente al interés por las monterías de su compañero de partido Göring, se esforzó por prohibir la caza en Alemania. Merece la pena recordar una anécdota que aparece en las memorias de Felix Kersen. Mientras Himmler y sus siniestros lacayos cazaban humanos por toda Europa, el ratolnil jefe de las SS una vez recriminó a su masajista su afición por la cinegética.
“¿Cómo puedes tú, doctor Kersten, disfrutar disparando desde un escondite a criaturas indefensas que vagan por el bosque, incapaces de protegerse ? Es un auténtico delito. La naturaleza es tremendamente hermosa y todos los animales tienen derecho a vivir”.