El fusilamiento que aguardó al parto

urano

Madmaxista
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una mujer cuya ejecución se postergó hasta que alumbrase y amamantase a su hija
Las hermanas Carmen y Rosario Soriano Gambín, dos jóvenes de Callosa de Segura (Alicante), fueron juzgadas en 1939 por un tribunal militar franquista, acusadas de haber participado en el asesinato de un guardia municipal. Ambas fueron condenadas a fin y a Rosario la fusilaron
inmediatamente. A Carmen, embarazada a sus 20 años, no la llevaron al paredón hasta el 1 de agosto de 1941, después de dar a luz y amamantar durante un tiempo a su hija. Cuando murió tenía 22 años. Su cuerpo acaba de exhumarse en una fosa común del cementerio de Alicante, junto al de otros represaliados, los primeros que aparecen en la provincia tras numerosas excavaciones.
La fuerte influencia de la Iglesia en el régimen franquista y el “tremendo poder” que los sacerdotes ejercían en las prisiones pueden ser las causas de que las autoridades permitieran que Carmen diera a luz, según conjetura el historiador Miguel Ors, antes de que se ejecutase su pena capital. “No le habrían permitido abortar”, sostiene, “y el cura no habría permitido que la fusilaran embarazada”, sostiene el experto, porque “el bebé no tenía culpa de nada”. Con todo, su caso es muy infrecuente, sino único, al menos en Alicante. En la provincia solo se fusilaron 20 mujeres frente a 605 hombres y Ors no tiene constancia de otras embarazadas condenadas a fin.

El cuerpo de Carmen estaba en la fosa 20 del cementerio de Alicante, una de las dos que se están excavando actualmente con la participación de la Consejería de Calidad Democrática de la Generalitat Valenciana, el Ayuntamiento de Aspe (Alicante) y la asociación local Cinco Ojos. Sus restos han sido los más fáciles de identificar “y ya están exhumados”, cuenta el arqueólogo Jorge García Fernández, de la empresa Drakkar Consultores y codirector de la excavación, “ya que es la única mujer enterrada en la fosa”.

“Carmen pertenecía a una familia de izquierdas”, recuerda el historiador ilicitano Miguel Ors, que especifica que alguno de sus hermanos murió durante la contienda, en el frente. Inicialmente, las hermanas Gambín fueron juzgadas por un tribunal popular republicano antes de que acabara la guerra. Se las acusaba de “haber estado envueltas en la fin de un guardia municipal”, aunque fueron absueltas.
En 1939, tras la victoria de los sublevados franquistas, las nuevas autoridades volvieron a detenerlas, alegando el mismo motivo, aunque esta vez fueron condenadas a fin. Rosario fue fusilada poco después de la sentencia. Con Carmen “esperaron a que diera a luz a su hija” que fue entregada a su viudo, Roberto Fernández, señala Ors. “Él se tuvo que ir del pueblo y no volvió hasta que ya era muy mayor”, señala. Carmen murió en el paredón el 1 de agosto de 1941. “Si las familias estaban atentas y reclamaban a sus hijos o nietos, se los daban”, asegura el historiador. Se da el caso, además, de que el viudo de Carmen no tenía ninguna cuenta pendiente con la justicia franquista.

En la misma fosa 20, junto a la joven de Callosa, fueron arrojados otros 13 represaliados, localizados por el Ayuntamiento de Aspe y la asociación Cinco Ojos. Los fallecidos también procedían de otras localidades además de Aspe y Callosa, como Ibi, La Unión (Murcia) o Madrid.

Ya se han exhumado nueve cuerpos de los 14 previstos. “Todos menos dos están enterrados en cajas de madera de pino”, manifiesta García Fernández, “y tres de ellos presentan orificios de proyectil en el cráneo y otro, en el esternón”. Estos signos de violencia parecen confirmar que se trata de condenados a fin “encarcelados en el reformatorio de adultos de Alicante”, los actuales juzgados de la ciudad, y “posteriormente fusilados en el cuartel militar de Rabasa”, unas instalaciones que aún están en uso. Luego fueron llevados, “ya cadáveres”, al cementerio”, indica el arqueólogo.

Previsiblemente, ocho de ellos son aspenses que tomaron parte, de manera directa o indirecta en “el linchamiento de la familia Calpena”, afirma el catedrático de la Universidad de Alicante José Ramón García Gandía. Los hechos tuvieron lugar el 7 de julio de 1937. Ramón Calpena, “un importante industrial alpargatero”, fue detenido por fuerzas republicanas junto a su hijo Luis y su yerno Javier González. Se los acusaba de alentar la rebelión militar. El empresario fue encerrado en Totana y posteriormente “enviado a su pueblo bajo arresto domiciliario”. Nada más llegar a su casa, los tres fueron hostigados por algunos de sus conciudadanos, “quienes les odiaban por motivos sociales y laborales”, dice el historiador. Los dos Calpena murieron en el altercado. El yerno sobrevivió.

“La República intentó averiguar lo que había pasado”, especifica el experto, pero varios sospechosos fueron absueltos tras pasar por el Tribunal de Espionaje de Valencia y otro juzgado de Alicante. “Perdieron la oportunidad de hacer justicia, pero en plena guerra no se permitieron perder a destacados representantes políticos y sindicales”, continúa García Gandía. Al acabar la Guerra Civil, sin embargo, el franquismo volvió sobre este mismo asunto. “Juntaron a los principales sospechosos con altos cargos locales”, asevera el experto, “entre ellos, el alcalde socialista Pascual Cánovas Martínez”, que en realidad había tratado de impedir el asesinato de los Calpena. Cánovas fue fusilado y arrojado a la misma fosa 20 del cementerio alicantino.

La misma excavación se ha extendido a la fosa 26, donde el actual alcalde de Aspe, Antonio Puerto (Esquerra Unida del País Valencià), confía en que se pueda identificar a una decena de aspenses más, fusilados el 26 de junio de 1941. “Sus restos se trasladarán a un laboratorio custodiado que hemos instalado”, avanza el primer edil, “para que puedan ser identificados por su ADN”. En la misma fosa fueron arrojadas 25 personas, 22 de ellas represaliadas y procedentes de Aspe, Callosa de Segura, Orihuela, La Romana, Alicante, Torrevieja, Benissa y Elche. “La mayoría de los cuerpos están amontonados y removidos”, explica el codirector de los trabajos, “pero dos cráneos y un esternón presentan orificios de proyectil”.
 
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Al llegar al paredón del cuartel alicantino de Rabasa en el que lo iban a acabar, Francisco Alcolea Cremades guardó en un bolsillo del pantalón el ojo de cristal por el que todo el mundo lo conocía. Agricultor, miliciano, miembro del PCE, de UGT y de la cooperativa agraria Los Convencidos, casado y con tres hijos de tres, seis y 12 años, fue uno de los vecinos de Aspe (Alicante) acusados de instigar el linchamiento de los Calpena, aunque hasta el último momento defendió que no tuvo nada que ver, sino que en el momento de los hechos, se encontraba azufrando sus campos. El 26 de junio de 1941 fue acribillado y posteriormente enterrado en la fosa 20 del cementerio de Alicante
El ojo de cristal, una especie de “córnea pintada a mano”, ha facilitado su identificación, según el historiador García Gandía, codirector de la excavación. “Lo hemos encontrado junto a una pierna”, explica. “Aunque no quedan restos textiles, hemos interpretado que lo guardó en el pantalón antes del fusilamiento”, añade. El investigador comunicó el hallazgo a la familia de Alcolea Cremades, que prefiere “esperar al análisis de ADN”, señala Francisco Alcolea Torá, nieto del condenado, que se llama igual que su abuelo. “Falta el informe del laboratorio”, declara, “pero desde luego es un descanso para la familia”. “Ahora lo podremos enterrar junto a mi abuela”, prosigue.

Francisco perdió el ojo en Francia, donde trabajó como agricultor, detalla su nieto. “Fue miliciano y combatió con el batallón Alicante Rojo en el frente de Guadalajara”, recuerda. En 1937 volvió a su pueblo, Aspe, situado en zona republicana, “para trabajar sus tierras, probablemente viñedos para uva de mesa”, aventura Alcolea Torá. Al acabar la Guerra Civil, fue detenido en su casa. “Mi padre recuerda que se escondió y vio cómo lo maltrataban y se lo llevaban”, señala el nieto. Fue sentenciado a fin por “hacer propaganda de la causa roja”, incautar fincas y ser “promotor del asesinato de los Calpena”, según consta en el sumario.

“Mi abuelo aparece en varios testimonios del juicio”, continúa su nieto, “parece que estuvo en varios lugares a la vez la noche del linchamiento”. La familia sospecha que el principal motivo que condujo a su fin fue ser “amigo de Francisco Alcaraz”, un relevante miembro del partido comunista en Aspe, fugaz alcalde y posible instigador del crimen. “Mi abuelo le prestó dinero para que saliera de Aspe y se fuera al puerto de Alicante”, explica, “donde embarcó en el Stanbrook”, el célebre último barco que zarpó desde la ciudad cargado de republicanos con destino a Orán (Argelia), un día antes de acabar la Guerra Civil. Tras pasar por los penales de Aspe y Novelda, a los que su mujer, Francisca, le llevaba ropa y comida, fue finalmente conducido a Alicante, donde fue fusilado y enterrado en la fosa común.
 

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Gran muestra de humanismo esperar a que el bebé naciera, ya que en efecto, no tenía culpa de las atrocidades cometidas por semejantes personajes.
Franco pecó de compasivo muchas veces, pero en esta ocasión estaba no solo justificado sino que además era costumbre hacerlo así.
 
Esos gestos de falsa magnanimidad son muy fáciles cuando la guerra ya se ha ganado... Lo de siempre, dan el golpe de estado desatando una guerra, dan el pasaporte y violan indiscriminadamente durante la guerra, y cuando ya la han ganado, os venden el relato de que los derrotados eran monstruos y de que ellos eran muy buenos porque dejaron que una fusilada pariera y amamantara antes de volarle la tapa de los sesos.

Y las ratas cretinas españordas evidentemente os tragáis el relato y lo hacéis vuestro.
 
Si hubiera sido cosa de gente de izquierdas la hubieran fusilado embarazada y les habría importado una cosa apiolar al bebé.

La verdad es que sí... emanaban bondad por los cuatro costados.... meparto: meparto:

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El cura de Telde sacó la pistola del cinto para dar el tiro de gracia a los cinco hombres, el más joven, casi un niño, se retorcía de dolor en el suelo volcánico. D. Juan se subió la sotana para agacharse y hacerle la seña de la cruz en la frente –Por esta santa unión y por su bondadosa misericordia, te ayude el Señor con la gracia del Espíritu Santo, -dijo- mientras con la otra mano cargaba el arma para dispararle en la nuca.

Aquel joven párroco había estado con Eufemiano varias noches de agosto del 36 en la Sima de Jinámar, en la Mar antiestética, en los pozos de Arucas y Tenoya, acompañando a las “Brigadas del amanecer” en su miles de asesinatos. Se mantenía siempre en segundo plano con un crucifijo en la mano, bendecía rezando en baja voz, un susurro que llegaba a los oídos de los que iban a ser arrojados al vacío, simplemente por pensar diferente, por defender la democracia, la legalidad republicana.

Le gustaba al sacerdote salir a media noche, reunirse en la sede falangista de la calle Albareda del Puerto de la Luz, donde organizaban los grupos y revisaban las listas negras con las direcciones de las personas que esa noche serían ejecutadas. Bonny siempre lo miraba sonriendo, le gustaba que un sacerdote alumbrara la noche de la sangre, los hijos del Conde y la Marquesa lo invitaban a un trago de ron de caña antes de salir hacia el norte o el sur de la isla, los viejos camiones no paraban, su ruido inundaba las humildes viviendas de La Isleta, su gente atemorizada casi no respiraba para evitar que estos genocidas se acercaran a sus puertas.

El Teniente Lázaro bromeaba con el capellán cuando en la casa de algunos de los detenidos había mujeres –¿Nos las amamos padre? Los conejos gente de izquierdas son los mejores, -decía entre carcajadas- D. Juan callaba con una media sonrisa en sus finos labios. Absorto miraba las violaciones múltiples desde fuera de los habitáculos. Como mucho se asomaba por las ventanas. No se inmutaba ante los gritos de las mujeres, algunas niñas, menores de 10 diez años, que sufrían los abusos sensuales de la soldadesca fascista, junto a guardias civiles, requetés y civiles, que hacían cola para entrar uno a uno donde las tenían retenidas, en muchos casos atadas a la parte posterior de las cabeceras de las camas.

Al clérigo ya no le temblaba la mano en las ejecuciones, su función de tirador de gracia parecía gustarle, asistía a los consejos de guerra, visitaba a los reos poco antes de ser fusilados para ofrecerles confesión, acompañamiento en los instantes finales, su pistola destacaba en su delgada cintura, siempre por fuera de la sotana sucia, manchada de bemoles fritos y aceite de pescado. Su mirada parecía escrutar a los hombres detenidos, no se inmutaba ante los gritos y llantos de dolor, ofrecía misericordia mientras apadrinaba el crimen.
 
Última edición:
Esos gestos de falsa magnanimidad son muy fáciles cuando la guerra ya se ha ganado... Lo de siempre, dan el golpe de estado desatando una guerra, dan el pasaporte y violan indiscriminadamente durante la guerra, y cuando ya la han ganado, os venden el relato de que los derrotados eran monstruos y de que ellos eran muy buenos porque dejaron que una fusilada pariera y amamantara antes de volarle la tapa de los sesos.

Y las ratas cretinas españordas evidentemente os tragáis el relato y lo hacéis vuestro.

No tergiverse la historia ...roto2
 
Última edición:
Si hubiera sido cosa de gente de izquierdas la hubieran fusilado embarazada y les habría importado una cosa apiolar al bebé.
No te quepa la menor duda. Todo el mundo sabe lo que hicieron a las mujeres alemanas en el 45, por ejemplo.

Y aquí muchos de estos, incluso terminada la guerra y perdida por tanto su consideración de combatientes, se entregaron al terrorismo y al bandidaje durante unos cuantos años, robando, violando, matando y destruyendo lo que podían, hasta que fueron siendo liquidados o capturados por la Fuerza Pública.
 
la verdad es que se les debería haber dado el mismo tratamiento que dispensaron a sus víctimas. El fusilamiento es una fin para soldados, no para la guano.

Una bonita checa seguro que les hubiese gustado más a ellos.


¡CAFÉ!
 
La verdad es que sí... emanaban bondad por los cuatro costados.... meparto: meparto:

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El cura de Telde sacó la pistola del cinto para dar el tiro de gracia a los cinco hombres, el más joven, casi un niño, se retorcía de dolor en el suelo volcánico. D. Juan se subió la sotana para agacharse y hacerle la seña de la cruz en la frente –Por esta santa unión y por su bondadosa misericordia, te ayude el Señor con la gracia del Espíritu Santo, -dijo- mientras con la otra mano cargaba el arma para dispararle en la nuca.

Aquel joven párroco había estado con Eufemiano varias noches de agosto del 36 en la Sima de Jinámar, en la Mar antiestética, en los pozos de Arucas y Tenoya, acompañando a las “Brigadas del amanecer” en su miles de asesinatos. Se mantenía siempre en segundo plano con un crucifijo en la mano, bendecía rezando en baja voz, un susurro que llegaba a los oídos de los que iban a ser arrojados al vacío, simplemente por pensar diferente, por defender la democracia, la legalidad republicana.

Le gustaba al sacerdote salir a media noche, reunirse en la sede falangista de la calle Albareda del Puerto de la Luz, donde organizaban los grupos y revisaban las listas negras con las direcciones de las personas que esa noche serían ejecutadas. Bonny siempre lo miraba sonriendo, le gustaba que un sacerdote alumbrara la noche de la sangre, los hijos del Conde y la Marquesa lo invitaban a un trago de ron de caña antes de salir hacia el norte o el sur de la isla, los viejos camiones no paraban, su ruido inundaba las humildes viviendas de La Isleta, su gente atemorizada casi no respiraba para evitar que estos genocidas se acercaran a sus puertas.

El Teniente Lázaro bromeaba con el capellán cuando en la casa de algunos de los detenidos había mujeres –¿Nos las amamos padre? Los conejos gente de izquierdas son los mejores, -decía entre carcajadas- D. Juan callaba con una media sonrisa en sus finos labios. Absorto miraba las violaciones múltiples desde fuera de los habitáculos. Como mucho se asomaba por las ventanas. No se inmutaba ante los gritos de las mujeres, algunas niñas, menores de 10 diez años, que sufrían los abusos sensuales de la soldadesca fascista, junto a guardias civiles, requetés y civiles, que hacían cola para entrar uno a uno donde las tenían retenidas, en muchos casos atadas a la parte posterior de las cabeceras de las camas.

Al clérigo ya no le temblaba la mano en las ejecuciones, su función de tirador de gracia parecía gustarle, asistía a los consejos de guerra, visitaba a los reos poco antes de ser fusilados para ofrecerles confesión, acompañamiento en los instantes finales, su pistola destacaba en su delgada cintura, siempre por fuera de la sotana sucia, manchada de bemoles fritos y aceite de pescado. Su mirada parecía escrutar a los hombres detenidos, no se inmutaba ante los gritos y llantos de dolor, ofrecía misericordia mientras apadrinaba el crimen.
Ya que fusilas textos de otros, en este caso webs de extrema izquierda, y que no sabemos la relación con el tema del hilo que pueden tener, al menos moléstate en poner el enlace.
 
La verdad es que sí... emanaban bondad por los cuatro costados.... meparto: meparto:

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El cura de Telde sacó la pistola del cinto para dar el tiro de gracia a los cinco hombres, el más joven, casi un niño, se retorcía de dolor en el suelo volcánico. D. Juan se subió la sotana para agacharse y hacerle la seña de la cruz en la frente –Por esta santa unión y por su bondadosa misericordia, te ayude el Señor con la gracia del Espíritu Santo, -dijo- mientras con la otra mano cargaba el arma para dispararle en la nuca.

Aquel joven párroco había estado con Eufemiano varias noches de agosto del 36 en la Sima de Jinámar, en la Mar antiestética, en los pozos de Arucas y Tenoya, acompañando a las “Brigadas del amanecer” en su miles de asesinatos. Se mantenía siempre en segundo plano con un crucifijo en la mano, bendecía rezando en baja voz, un susurro que llegaba a los oídos de los que iban a ser arrojados al vacío, simplemente por pensar diferente, por defender la democracia, la legalidad republicana.

Le gustaba al sacerdote salir a media noche, reunirse en la sede falangista de la calle Albareda del Puerto de la Luz, donde organizaban los grupos y revisaban las listas negras con las direcciones de las personas que esa noche serían ejecutadas. Bonny siempre lo miraba sonriendo, le gustaba que un sacerdote alumbrara la noche de la sangre, los hijos del Conde y la Marquesa lo invitaban a un trago de ron de caña antes de salir hacia el norte o el sur de la isla, los viejos camiones no paraban, su ruido inundaba las humildes viviendas de La Isleta, su gente atemorizada casi no respiraba para evitar que estos genocidas se acercaran a sus puertas.

El Teniente Lázaro bromeaba con el capellán cuando en la casa de algunos de los detenidos había mujeres –¿Nos las amamos padre? Los conejos gente de izquierdas son los mejores, -decía entre carcajadas- D. Juan callaba con una media sonrisa en sus finos labios. Absorto miraba las violaciones múltiples desde fuera de los habitáculos. Como mucho se asomaba por las ventanas. No se inmutaba ante los gritos de las mujeres, algunas niñas, menores de 10 diez años, que sufrían los abusos sensuales de la soldadesca fascista, junto a guardias civiles, requetés y civiles, que hacían cola para entrar uno a uno donde las tenían retenidas, en muchos casos atadas a la parte posterior de las cabeceras de las camas.

Al clérigo ya no le temblaba la mano en las ejecuciones, su función de tirador de gracia parecía gustarle, asistía a los consejos de guerra, visitaba a los reos poco antes de ser fusilados para ofrecerles confesión, acompañamiento en los instantes finales, su pistola destacaba en su delgada cintura, siempre por fuera de la sotana sucia, manchada de bemoles fritos y aceite de pescado. Su mirada parecía escrutar a los hombres detenidos, no se inmutaba ante los gritos y llantos de dolor, ofrecía misericordia mientras apadrinaba el crimen.

Cargaba el arma con una sola mano? Menudo crack.
 
la verdad es que se les debería haber dado el mismo tratamiento que dispensaron a sus víctimas. El fusilamiento es una fin para soldados, no para la guano.

Una bonita checa seguro que les hubiese gustado más a ellos.

¡CAFÉ!

Que hijo de la gran fruta el de derechas orate .. habría que quemarlos vivos...

A ver si hay suerte y el matasanos nos da una buena noticia prontito ....sonrisa:... me huele que esta cerca y tengo bastante buen olfato ... angelito:

Y se junta con sus puñeteros muertos en el infierno....saco de cosa... meparto: meparto: meparto:
 
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Que hijo de la gran fruta el de derechas orate ..

A ver si hay suerte y el matasanos nos da una buena noticia prontito ....sonrisa:... me huele que esta cerca y tengo bastante buen olfato ... angelito:


Me da a mi que aquí eres tú el único orate que hay, o al menos el más grande..... pensando:


Por cierto, eso de remover los crímenes de la guerra civil y el dolor de la gente para conseguir un rédito político sesgado, solo lo puede hacer gente muy hija de fruta.... pensando:


otra vez a vueltas con "los huesos" cerca de las elecciones
 
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