JHO LOW Y SU ESTAFA DE 4.500 MILLONES DE DÓLARES
El robo del siglo ya salpica a DiCaprio, Kardashian, Obama, Trump, China...
El malasio Jho Low hizo regalos millonarios a diversas celebrities de Hollywood metiendo mano en el fondo soberano de su país. Consiguió su amistad, pero se pulió 4.500 millones de dólares. Prófugo desde 2015, el escándalo ha saltado a los tribunales y no ha hecho más que empezar.
POR CARLOS MANUEL SÁNCHEZ
Quien tiene un amigo tiene un tesoro, pero Jho Low pensaba que quien tiene un tesoro (que sea ajeno es una minucia si le puedes meter mano) tiene muchos amigos. Famosos, además. Leonardo DiCaprio, Kim Kardashian, Kanye West… Con todos ellos (y con unos cuantos más) se iba de parranda el Gran Gatsby asiático, como se lo apodó por sus fiestas delirantes. Y como a los amigos hay que cuidarlos, les hacía regalos espléndidos. Coches de carreras, cuadros de Monet y Picasso, bolsas de sarama repletas de dinero… Que le pregunten a la supermodelo Miranda Kerr, con la que se ennovió y que recibió un piano tras*parente y joyas valoradas en siete millones de su galán...
En Hollywood, la amistad tiene un precio. Y Low se pulió más de 4500 millones de dólares de un fondo soberano de Malasia (1MDB) para ganarse el derecho a que Paris Hilton, Alicia Keys o Robert De Niro lo tratasen como si lo conociesen de toda la vida. Ninguno le preguntó de dónde sacaba semejante fortunón. Como le confesó Kim Kardashian al FBI: «Ese era su mayor misterio». Dicho de otro modo, el encanto de aquel joven con aspecto de buda, perpetuamente sonriente, es que todos lo veían como una especie de cajero automático con patas.
Jho Low tiene hoy 41 años y está escondido desde 2015. Es, sin duda, el fugitivo con la mejor agenda de contactos del mundo. En Las Vegas regó de champán las suites de los hoteles y de fichas los tapetes (una noche perdió casi dos millones de dólares en diez minutos) durante los peores años de la crisis; y ahora, presuntamente, lo esconden los señores del juego de Macao, la urbe autónoma china de los megacasinos. Aunque también se lo ha visto en Hong Kong y Shanghái. El Gobierno chino niega que le esté dando refugio. Pero son muchos los que le deben favores.
Bloomberg ha filtrado los detalles de los interrogatorios que les hizo el FBI a Leonardo DiCaprio y Kim Kardashian en 2018 y 2019, respectivamente, en vísperas de otro juicio del siglo, a partir del 27 de marzo: el del rapero Pras Michel, al que se lo acusa de haber recibido 21 millones de Low para financiar la campaña de Obama en 2012, en presunta connivencia con el Ministerio de Seguridad Pública de China. Lo que probaría que no solo es Rusia la que ha intentado influir en las elecciones norteamericanas.
Pras también habría recabado la ayuda del magnate de los casinos Steve Wynn, amigo de Donald Trump, para presionar al Departamento de Justicia con el fin de que dejase correr el asunto. El cantante ha pedido que ambos expresidentes declaren en su juicio, pero la Fiscalía lo ha descartado
Cuando realidad y ficción se funden
Ante los federales, DiCaprio dijo que solo recordaba vagamente a Low, pero estos le refrescaron la memoria enseñándole sus correos. El actor y Low se conocieron en 2010 en un club nocturno. Y durante tres años se corrieron juergas por medio mundo. Low organizó una fiesta de cumpleaños a la cual invitó a Chris Brown, Pharrell Williams y Jamie Foxx y en la que Britney Spears salió de una tarta gigante. En su yate de 250 millones actuó Kanye West. En 2013 fletó un Boeing-747 y se llevó a cuarenta personas a Australia para celebrar el Año Nuevo. Poco después de la medianoche, los embarcó hacia Las Vegas para celebrarlo por segunda vez.
Ese mismo año, DiCaprio rodó El Lobo de Wall Street, la película de Martin Scorsese que retrata los desmanes de la élite financiera y que fue financiada por una productora montada por Low. Toda una ironía. Scorsese incluso se permitió el capricho de estrellar un Lamborghini valorado en 800.000 dólares en una escena. A DiCaprio le dijeron que el pastizal provenía de Abu Dabi y que su nuevo amigo era «el Mozart de las finanzas». Entre sus negocios se incluían petroleras saudíes, hoteles en Beverly Hills, mansiones en Nueva York, discográficas…
El escándalo deja en mantillas a Bernie Madoff
Wall Street hizo la vista subida de peso. Según el Financial Times, Tim Leissner, un exdirectivo de Goldman Sachs compinchado con Low, reconoció que la gestión del fondo generó comisiones para el banco por valor de unos 700 millones. «A quienes cerraban una compra de bonos [para inversiones en Malasia jamás hechas] se les consideraba héroes». Las operaciones era ventajosas para todos, salvo para el pueblo malasio, claro, pues el dinero se desviaba de los planes de desarrollo en aquel país. Un funcionario del Departamento de Justicia que asumió el liderazgo de la investigación cuando se vio que el Gobierno malasio no lo iba a hacer, pues entre los principales implicados estaban el antiguo primer ministro Najib Razak y su familia, afirmó que se trataba del «mayor escándalo de cleptocracia del siglo XXI». Bernie Madoff robó unas diez veces más, pero en 45 años y a sus amigos ricos. Low y sus compinches saquearon los fondos de un país en solo seis años.
El tinglado empezó a venirse abajo en 2015, cuando Xavier Justo –un banquero suizo de origen español– filtró cientos de documentos sobre los tejemanejes en 1MDB. Con las mismas, Low se esfumó. Desde entonces, sus abogados buscan acuerdos con la Justicia de una decena de países. Low promete «ayudar a Malasia a encontrar el dinero perdido» (las autoridades solo han recuperado una cuarta parte del botín) a cambio del perdón, al tiempo que señala que ni siquiera aparece su nombre en el organigrama del fondo de inversiones, aunque era el principal asesor y tesorero en la sombra.
La carrera de Low fue meteórica. Su abuelo poseía destilerías y su padre, una fábrica textil. Fue al colegio Harrow de Londres junto con los herederos de las mayores fortunas del mundo. Pronto tuvo clara la importancia del networking y de las apariencias. Invitó a sus compañeros de la Escuela de Negocios Wharton, de la Universidad de Pensilvania, a un yate prestado y lo decoró con fotos de su familia para que creyesen que era suyo. Su amistad con Riza Aziz, el hijastro del primer ministro malasio, fue decisiva para que se le encomendase en 2009 la gestión del fondo nacional 1MDB. Todos metieron el cazo.
La fiesta ha terminado. Indonesia confiscó su yate; Singapur, su avión; Malasia busca recuperar algunas migajas… Sus amigos ya devolvieron sus regalos. DiCaprio, el Picasso de tres millones de dólares, el Basquiat de nueve millones y el Oscar ganado por Marlon Brando. Miranda Kerr, las joyas y el piano…
La productora de El Lobo de Wall Street pagó una indemnización de 60 millones de dólares. El antiguo primer ministro malasio Najib Razak fue condenado a 12 años por malversación y blanqueo de capitales. Fueron necesarios varios camiones para sacar los artículos de lujo de sus mansiones; entre ellos, 12.000 joyas y 567 bolsos. Y los funcionarios necesitaron tres días y seis máquinas para contar los billetes requisados. Lo último que ha trascendido de Low es una conversación con su abogado. «¡Consígueme un acuerdo!», le gritó.
El robo del siglo ya salpica a DiCaprio, Kardashian, Obama, Trump, China...
El malasio Jho Low hizo regalos millonarios a diversas celebrities de Hollywood metiendo mano en el fondo soberano de su país. Consiguió su amistad, pero se pulió 4.500 millones de dólares. Prófugo desde 2015, el escándalo ha saltado a los tribunales y no ha hecho más que empezar.
POR CARLOS MANUEL SÁNCHEZ
Quien tiene un amigo tiene un tesoro, pero Jho Low pensaba que quien tiene un tesoro (que sea ajeno es una minucia si le puedes meter mano) tiene muchos amigos. Famosos, además. Leonardo DiCaprio, Kim Kardashian, Kanye West… Con todos ellos (y con unos cuantos más) se iba de parranda el Gran Gatsby asiático, como se lo apodó por sus fiestas delirantes. Y como a los amigos hay que cuidarlos, les hacía regalos espléndidos. Coches de carreras, cuadros de Monet y Picasso, bolsas de sarama repletas de dinero… Que le pregunten a la supermodelo Miranda Kerr, con la que se ennovió y que recibió un piano tras*parente y joyas valoradas en siete millones de su galán...
En Hollywood, la amistad tiene un precio. Y Low se pulió más de 4500 millones de dólares de un fondo soberano de Malasia (1MDB) para ganarse el derecho a que Paris Hilton, Alicia Keys o Robert De Niro lo tratasen como si lo conociesen de toda la vida. Ninguno le preguntó de dónde sacaba semejante fortunón. Como le confesó Kim Kardashian al FBI: «Ese era su mayor misterio». Dicho de otro modo, el encanto de aquel joven con aspecto de buda, perpetuamente sonriente, es que todos lo veían como una especie de cajero automático con patas.
Jho Low tiene hoy 41 años y está escondido desde 2015. Es, sin duda, el fugitivo con la mejor agenda de contactos del mundo. En Las Vegas regó de champán las suites de los hoteles y de fichas los tapetes (una noche perdió casi dos millones de dólares en diez minutos) durante los peores años de la crisis; y ahora, presuntamente, lo esconden los señores del juego de Macao, la urbe autónoma china de los megacasinos. Aunque también se lo ha visto en Hong Kong y Shanghái. El Gobierno chino niega que le esté dando refugio. Pero son muchos los que le deben favores.
Bloomberg ha filtrado los detalles de los interrogatorios que les hizo el FBI a Leonardo DiCaprio y Kim Kardashian en 2018 y 2019, respectivamente, en vísperas de otro juicio del siglo, a partir del 27 de marzo: el del rapero Pras Michel, al que se lo acusa de haber recibido 21 millones de Low para financiar la campaña de Obama en 2012, en presunta connivencia con el Ministerio de Seguridad Pública de China. Lo que probaría que no solo es Rusia la que ha intentado influir en las elecciones norteamericanas.
Pras también habría recabado la ayuda del magnate de los casinos Steve Wynn, amigo de Donald Trump, para presionar al Departamento de Justicia con el fin de que dejase correr el asunto. El cantante ha pedido que ambos expresidentes declaren en su juicio, pero la Fiscalía lo ha descartado
Cuando realidad y ficción se funden
Ante los federales, DiCaprio dijo que solo recordaba vagamente a Low, pero estos le refrescaron la memoria enseñándole sus correos. El actor y Low se conocieron en 2010 en un club nocturno. Y durante tres años se corrieron juergas por medio mundo. Low organizó una fiesta de cumpleaños a la cual invitó a Chris Brown, Pharrell Williams y Jamie Foxx y en la que Britney Spears salió de una tarta gigante. En su yate de 250 millones actuó Kanye West. En 2013 fletó un Boeing-747 y se llevó a cuarenta personas a Australia para celebrar el Año Nuevo. Poco después de la medianoche, los embarcó hacia Las Vegas para celebrarlo por segunda vez.
Ese mismo año, DiCaprio rodó El Lobo de Wall Street, la película de Martin Scorsese que retrata los desmanes de la élite financiera y que fue financiada por una productora montada por Low. Toda una ironía. Scorsese incluso se permitió el capricho de estrellar un Lamborghini valorado en 800.000 dólares en una escena. A DiCaprio le dijeron que el pastizal provenía de Abu Dabi y que su nuevo amigo era «el Mozart de las finanzas». Entre sus negocios se incluían petroleras saudíes, hoteles en Beverly Hills, mansiones en Nueva York, discográficas…
El escándalo deja en mantillas a Bernie Madoff
Wall Street hizo la vista subida de peso. Según el Financial Times, Tim Leissner, un exdirectivo de Goldman Sachs compinchado con Low, reconoció que la gestión del fondo generó comisiones para el banco por valor de unos 700 millones. «A quienes cerraban una compra de bonos [para inversiones en Malasia jamás hechas] se les consideraba héroes». Las operaciones era ventajosas para todos, salvo para el pueblo malasio, claro, pues el dinero se desviaba de los planes de desarrollo en aquel país. Un funcionario del Departamento de Justicia que asumió el liderazgo de la investigación cuando se vio que el Gobierno malasio no lo iba a hacer, pues entre los principales implicados estaban el antiguo primer ministro Najib Razak y su familia, afirmó que se trataba del «mayor escándalo de cleptocracia del siglo XXI». Bernie Madoff robó unas diez veces más, pero en 45 años y a sus amigos ricos. Low y sus compinches saquearon los fondos de un país en solo seis años.
El tinglado empezó a venirse abajo en 2015, cuando Xavier Justo –un banquero suizo de origen español– filtró cientos de documentos sobre los tejemanejes en 1MDB. Con las mismas, Low se esfumó. Desde entonces, sus abogados buscan acuerdos con la Justicia de una decena de países. Low promete «ayudar a Malasia a encontrar el dinero perdido» (las autoridades solo han recuperado una cuarta parte del botín) a cambio del perdón, al tiempo que señala que ni siquiera aparece su nombre en el organigrama del fondo de inversiones, aunque era el principal asesor y tesorero en la sombra.
La carrera de Low fue meteórica. Su abuelo poseía destilerías y su padre, una fábrica textil. Fue al colegio Harrow de Londres junto con los herederos de las mayores fortunas del mundo. Pronto tuvo clara la importancia del networking y de las apariencias. Invitó a sus compañeros de la Escuela de Negocios Wharton, de la Universidad de Pensilvania, a un yate prestado y lo decoró con fotos de su familia para que creyesen que era suyo. Su amistad con Riza Aziz, el hijastro del primer ministro malasio, fue decisiva para que se le encomendase en 2009 la gestión del fondo nacional 1MDB. Todos metieron el cazo.
La fiesta ha terminado. Indonesia confiscó su yate; Singapur, su avión; Malasia busca recuperar algunas migajas… Sus amigos ya devolvieron sus regalos. DiCaprio, el Picasso de tres millones de dólares, el Basquiat de nueve millones y el Oscar ganado por Marlon Brando. Miranda Kerr, las joyas y el piano…
La productora de El Lobo de Wall Street pagó una indemnización de 60 millones de dólares. El antiguo primer ministro malasio Najib Razak fue condenado a 12 años por malversación y blanqueo de capitales. Fueron necesarios varios camiones para sacar los artículos de lujo de sus mansiones; entre ellos, 12.000 joyas y 567 bolsos. Y los funcionarios necesitaron tres días y seis máquinas para contar los billetes requisados. Lo último que ha trascendido de Low es una conversación con su abogado. «¡Consígueme un acuerdo!», le gritó.
