Cirujano de hierro
Será en Octubre
La ordenanza del taxi aprobada en junio de 2021 que elimina el requisito de tener el título de ESO facilita la llegada de paquistaníes de otros puntos de España.
En la ciudad condal, los paquistaníes conducen el 20% de la flota, alrededor de 2.000 vehículos.
Muhammad Adeel viste una camisa blanca y unos zapatos neցros impolutos, tiene apenas 30 años, sonríe cuando habla y dice Madrid con mucha gracia, como si tuviera tilde en la “a”. Lleva menos de dos años aquí y no quiere cambiar de ciudad. “La libertad del taxi no la tienes en ningún trabajo. Sabes que puedes trabajar 16 horas como máximo y puedes empezar y acabar cuando quieras, eres más libre”, explica en la parada de Ópera junto a su hermano, Muhammad Bilal, y un amigo, Fermad Masan, antes de empezar su turno.
Los tres son paquistaníes. Los dos hermanos vinieron a Madrid después de que en junio de 2021 el Ayuntamiento de Madrid cambiara la ordenanza que regula el taxi. La nueva normativa, que estableció entre otras cosas tasas fijas en los trayectos al y desde el aeropuerto Adolfo Suárez Madrid Barajas a la capital, eliminó el artículo 28.3 d de la anterior ordenanza, que databa de 2012 y que obligaba a los conductores a tener el título de Graduado en Educación Secundaria Obligatoria (ESO) o equivalente. En el caso de titulaciones obtenidas en el extranjero se debía convalidar, un proceso que podía llevar seis o siete meses y que echaba a muchos pagapensiones para atrás.
Al flexibilizarse las condiciones, decenas de paquistaníes han llegado a Madrid a trabajar en el taxi. Han pasado en poco tiempo de contarse con los dedos de la mano a sumar más de 250, 50 de los cuales tienen ya licencia en propiedad, de acuerdo a fuentes del sector. “Son gente muy trabajadora, muy leal, y entusiasta y cada vez son más”, aprecia José Miguel Funez, responsable de Comunicación de la Federación Profesional del Taxi de Madrid, sobre un fenómeno que lleva años ocurriendo en Barcelona: los paquistaníes son unos 2.000 de los 10.500 taxistas que hay en la ciudad condal. Tienen hasta su propia asociación gremial.
En Madrid, según datos del Portal de tras*parencia del Ayuntamiento, los paquistaníes ya son el 25% de los conductores de procedencia extranjera con tarjeta en activo, que son un total de 1.084 de los 16.886 taxistas con permiso para conducir en la actualidad. “Cada mes vienen más por el boca a boca”, aprecia Adeel, que junto a su hermano residía en Valencia desde 2013 hasta que dio el salto a Madrid. “Trabajábamos en hostelería, en fábricas...”.
Los paquistaníes trabajan tanto para dueños particulares de licencias de taxi como para flotas, en muchos casos repartiéndose con el propietario del vehículo el 50% de lo ingresado. En Milanuncios hay muchas entradas pidiendo conductores. “Somos nuestros propios jefes. Si trabajas más horas ganas más, y aquí se gana bien. No es como otros trabajos que tienes que cumplir un horario, donde empiezas y terminas cuando te digan”, apunta Bilal, que como el resto prefiere trabajar en el turno nocturno.
En el sector son conocidos por su astucia. Saben dónde están las zonas calientes dependiendo del día. “Se saben todos los horarios. No te los vas a encontrar un lunes en Barajas, saben que la mejor hora es el jueves por la tarde noche, que es cuando llegan más vuelos”, asegura Funez. “Tenemos un grupo de WhatsApp de gente de nuestro país. Somos más de 200. Nos avisamos de dónde hay trabajo o donde hay controles”, confirma Muhammad Adeel, que lleva meses tratando de comprar su propia licencia, pero no ha conseguido el banco que le adelante el dinero que cuesta y que oscila entre los 100.000 y 120.000 euros. “Es muy complicado, no hay manera. Te piden ya tener el 40%”, lamenta.
Según explican en la Federación del Taxi, cada vez son más también los paquistaníes que consiguen hacerse con una licencia. “Crecen”, explica Funez, “porque su fórmula de comprar es muy buena. Son gente muy de palabra, se respetan mucho, y entre varios ahorran dinero para un bote común y cuando se engorda compran una licencia, y luego otra, y así”. Cuando uno de ellos la consigue monta una especie de fiesta, normalmente en la T-4 de Barajas, donde invita a arroz biryani, con carne y especias, típico de su país, y a un dulce tradicional.
Sobre su experiencia conduciendo por la capital, los paquistaníes reconocen que conducir en Madrid es “difícil. Aquí la gente conduce peor, todos te intentan adelantar. Hay que estar con todos los sentidos. Vas por una calle normal y te puedes cruzar una persona de repente, hay que estar siempre alerta”, aseguran. Lo que sí tienen claro es que ir con el taxi es mucho mejor que conducir un VTC. “Ellos igual tienen más trabajo que nosotros, pueden ganar 100 o 150 euros más al día”, admite Bilal, pero “hay sitios donde no pueden parar o no pueden entrar. Con el taxi tienes más libertad y no te tienes que comer tanto la cabeza”.
Sobre el sitio más raro al que les han pedido ir aseguran que es a “Valdemingómez o a San Cristóbal, en Villaverde”, destinos a los que drogodependientes acuden a comprar estupefacientes. “Tratamos de no ir para allá por la noche”. Aun así tienen claro que Madrid “es más seguro que Valencia o Barcelona” a la hora de llevar un taxi. “Un día me intentaron robar el móvil, llamé al 112 y la Policía llegó en dos minutos”, se sorprende todavía Adeel, que como el resto se sonríe al preguntarle qué emisora llevan puesta en el coche. “Los 40 [Principales], los jóvenes nos la piden mucho”, admiten los tres.
Por ahora, la convivencia con el resto de compañeros españoles es muy buena, aunque desde la Federación recuerdan que hay que mantener “uniformidad” en la vestimenta, en referencia a que algunos llevan turbante, afirma Funez, que valora positivamente la importancia que le dan a llevar el taxi. “Son muy entusiastas, vienen en algunos casos de la nada, y conducir el taxi es para ellos un motivo de orgullo. Eso es positivo”.
El fenómeno de los taxistas paquistaníes de Barcelona llega a Madrid
En la ciudad condal, los paquistaníes conducen el 20% de la flota, alrededor de 2.000 vehículos.
Muhammad Adeel viste una camisa blanca y unos zapatos neցros impolutos, tiene apenas 30 años, sonríe cuando habla y dice Madrid con mucha gracia, como si tuviera tilde en la “a”. Lleva menos de dos años aquí y no quiere cambiar de ciudad. “La libertad del taxi no la tienes en ningún trabajo. Sabes que puedes trabajar 16 horas como máximo y puedes empezar y acabar cuando quieras, eres más libre”, explica en la parada de Ópera junto a su hermano, Muhammad Bilal, y un amigo, Fermad Masan, antes de empezar su turno.
Los tres son paquistaníes. Los dos hermanos vinieron a Madrid después de que en junio de 2021 el Ayuntamiento de Madrid cambiara la ordenanza que regula el taxi. La nueva normativa, que estableció entre otras cosas tasas fijas en los trayectos al y desde el aeropuerto Adolfo Suárez Madrid Barajas a la capital, eliminó el artículo 28.3 d de la anterior ordenanza, que databa de 2012 y que obligaba a los conductores a tener el título de Graduado en Educación Secundaria Obligatoria (ESO) o equivalente. En el caso de titulaciones obtenidas en el extranjero se debía convalidar, un proceso que podía llevar seis o siete meses y que echaba a muchos pagapensiones para atrás.
Al flexibilizarse las condiciones, decenas de paquistaníes han llegado a Madrid a trabajar en el taxi. Han pasado en poco tiempo de contarse con los dedos de la mano a sumar más de 250, 50 de los cuales tienen ya licencia en propiedad, de acuerdo a fuentes del sector. “Son gente muy trabajadora, muy leal, y entusiasta y cada vez son más”, aprecia José Miguel Funez, responsable de Comunicación de la Federación Profesional del Taxi de Madrid, sobre un fenómeno que lleva años ocurriendo en Barcelona: los paquistaníes son unos 2.000 de los 10.500 taxistas que hay en la ciudad condal. Tienen hasta su propia asociación gremial.
En Madrid, según datos del Portal de tras*parencia del Ayuntamiento, los paquistaníes ya son el 25% de los conductores de procedencia extranjera con tarjeta en activo, que son un total de 1.084 de los 16.886 taxistas con permiso para conducir en la actualidad. “Cada mes vienen más por el boca a boca”, aprecia Adeel, que junto a su hermano residía en Valencia desde 2013 hasta que dio el salto a Madrid. “Trabajábamos en hostelería, en fábricas...”.
Los paquistaníes trabajan tanto para dueños particulares de licencias de taxi como para flotas, en muchos casos repartiéndose con el propietario del vehículo el 50% de lo ingresado. En Milanuncios hay muchas entradas pidiendo conductores. “Somos nuestros propios jefes. Si trabajas más horas ganas más, y aquí se gana bien. No es como otros trabajos que tienes que cumplir un horario, donde empiezas y terminas cuando te digan”, apunta Bilal, que como el resto prefiere trabajar en el turno nocturno.
En el sector son conocidos por su astucia. Saben dónde están las zonas calientes dependiendo del día. “Se saben todos los horarios. No te los vas a encontrar un lunes en Barajas, saben que la mejor hora es el jueves por la tarde noche, que es cuando llegan más vuelos”, asegura Funez. “Tenemos un grupo de WhatsApp de gente de nuestro país. Somos más de 200. Nos avisamos de dónde hay trabajo o donde hay controles”, confirma Muhammad Adeel, que lleva meses tratando de comprar su propia licencia, pero no ha conseguido el banco que le adelante el dinero que cuesta y que oscila entre los 100.000 y 120.000 euros. “Es muy complicado, no hay manera. Te piden ya tener el 40%”, lamenta.
Según explican en la Federación del Taxi, cada vez son más también los paquistaníes que consiguen hacerse con una licencia. “Crecen”, explica Funez, “porque su fórmula de comprar es muy buena. Son gente muy de palabra, se respetan mucho, y entre varios ahorran dinero para un bote común y cuando se engorda compran una licencia, y luego otra, y así”. Cuando uno de ellos la consigue monta una especie de fiesta, normalmente en la T-4 de Barajas, donde invita a arroz biryani, con carne y especias, típico de su país, y a un dulce tradicional.
Sobre su experiencia conduciendo por la capital, los paquistaníes reconocen que conducir en Madrid es “difícil. Aquí la gente conduce peor, todos te intentan adelantar. Hay que estar con todos los sentidos. Vas por una calle normal y te puedes cruzar una persona de repente, hay que estar siempre alerta”, aseguran. Lo que sí tienen claro es que ir con el taxi es mucho mejor que conducir un VTC. “Ellos igual tienen más trabajo que nosotros, pueden ganar 100 o 150 euros más al día”, admite Bilal, pero “hay sitios donde no pueden parar o no pueden entrar. Con el taxi tienes más libertad y no te tienes que comer tanto la cabeza”.
Sobre el sitio más raro al que les han pedido ir aseguran que es a “Valdemingómez o a San Cristóbal, en Villaverde”, destinos a los que drogodependientes acuden a comprar estupefacientes. “Tratamos de no ir para allá por la noche”. Aun así tienen claro que Madrid “es más seguro que Valencia o Barcelona” a la hora de llevar un taxi. “Un día me intentaron robar el móvil, llamé al 112 y la Policía llegó en dos minutos”, se sorprende todavía Adeel, que como el resto se sonríe al preguntarle qué emisora llevan puesta en el coche. “Los 40 [Principales], los jóvenes nos la piden mucho”, admiten los tres.
Por ahora, la convivencia con el resto de compañeros españoles es muy buena, aunque desde la Federación recuerdan que hay que mantener “uniformidad” en la vestimenta, en referencia a que algunos llevan turbante, afirma Funez, que valora positivamente la importancia que le dan a llevar el taxi. “Son muy entusiastas, vienen en algunos casos de la nada, y conducir el taxi es para ellos un motivo de orgullo. Eso es positivo”.
El fenómeno de los taxistas paquistaníes de Barcelona llega a Madrid