Ernesto o lo otro
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que sí, que ya sé que habla de Hungría y de Polonia, y si la abuela fuma y pilinguin y bla bla bla
sí os quedáis ahí ya os digo que mejor ni lo miréis
El acuerdo firmado por el gobierno español con los independentistas catalanes es un ataque al Estado de derecho. Europa no puede desviar su mirada. Como europeos, debemos estar muy preocupados por la deriva de España , un gran país que toma el camino de socavar el Estado de Derecho con el proyecto de un amnistía que representa un ataque frontal a la justicia y a la separación de poderes. Sabíamos que el nacionalismo era peligroso: lo está demostrando al amenazar un gran logro democrático en nombre de ideas fantasiosas, una falsificación de la historia y una reivindicación étnica de la esencia misma del pueblo catalán.
Después de Hungría, después de Polonia, ¿se está convirtiendo España en víctima de estos delirios identitarios? Nos habría gustado ver a la gran socialdemocracia española mostrar más coraje para oponerse a la exclusión y al repruebo. ¿Cómo puede Pedro Sánchez justificar su negativa a dialogar y pactar con el principal partido español, el Partido Popular -liderado por Alberto Núñez Feijóo que ofreció seis pactos de estado- , y aceptar las condiciones leoninas de un partido que solo tiene el 1,6 por ciento del voto nacional y el 11,16 por ciento en Cataluña y que pidió el apoyo de pilinguin?
Durante la campaña electoral los socialistas habían asegurado que la amnistía era inconstitucional. ¿Cómo pueden rechazar las muchas reticencias y la oposición de grandes figuras de la izquierda socialista? Las expresan de manera especialmente bien argumentada Felipe González, expresidente del Gobierno (1982-1996), que advirtió en la página web de su fundación el 7 de noviembre que este acuerdo sería peligroso para España; por su exvicepresidente, Alfonso Guerra, quien jugó un papel esencial en la redacción de la Constitución de 1978; o por Juan Luis Cebrián, que se pronunció en el mismo sentido el 13 de noviembre en las páginas de El País, del que fue primer director.
Por mis vínculos personales con España, me consterna verla atrapada por sus demonios interiores en un momento en que el mundo está en llamas y en que podría, con la fuerza de su historia, ser una voz indispensable, como lo fue al acoger en 1991 la conferencia de paz para Oriente Medio, en lugar de aceptar su relegación internacional, a la que está condenada por la ceguera geopolítica de los aprendices de brujo del nacionalismo.
sí os quedáis ahí ya os digo que mejor ni lo miréis
Consternado por España
Después de Hungría, después de Polonia, ¿se está convirtiendo España en víctima de estos delirios identitarios?
www.eldebate.com
El acuerdo firmado por el gobierno español con los independentistas catalanes es un ataque al Estado de derecho. Europa no puede desviar su mirada. Como europeos, debemos estar muy preocupados por la deriva de España , un gran país que toma el camino de socavar el Estado de Derecho con el proyecto de un amnistía que representa un ataque frontal a la justicia y a la separación de poderes. Sabíamos que el nacionalismo era peligroso: lo está demostrando al amenazar un gran logro democrático en nombre de ideas fantasiosas, una falsificación de la historia y una reivindicación étnica de la esencia misma del pueblo catalán.
Después de Hungría, después de Polonia, ¿se está convirtiendo España en víctima de estos delirios identitarios? Nos habría gustado ver a la gran socialdemocracia española mostrar más coraje para oponerse a la exclusión y al repruebo. ¿Cómo puede Pedro Sánchez justificar su negativa a dialogar y pactar con el principal partido español, el Partido Popular -liderado por Alberto Núñez Feijóo que ofreció seis pactos de estado- , y aceptar las condiciones leoninas de un partido que solo tiene el 1,6 por ciento del voto nacional y el 11,16 por ciento en Cataluña y que pidió el apoyo de pilinguin?
Durante la campaña electoral los socialistas habían asegurado que la amnistía era inconstitucional. ¿Cómo pueden rechazar las muchas reticencias y la oposición de grandes figuras de la izquierda socialista? Las expresan de manera especialmente bien argumentada Felipe González, expresidente del Gobierno (1982-1996), que advirtió en la página web de su fundación el 7 de noviembre que este acuerdo sería peligroso para España; por su exvicepresidente, Alfonso Guerra, quien jugó un papel esencial en la redacción de la Constitución de 1978; o por Juan Luis Cebrián, que se pronunció en el mismo sentido el 13 de noviembre en las páginas de El País, del que fue primer director.
Por mis vínculos personales con España, me consterna verla atrapada por sus demonios interiores en un momento en que el mundo está en llamas y en que podría, con la fuerza de su historia, ser una voz indispensable, como lo fue al acoger en 1991 la conferencia de paz para Oriente Medio, en lugar de aceptar su relegación internacional, a la que está condenada por la ceguera geopolítica de los aprendices de brujo del nacionalismo.