El esclavo de hace 2.300 años que hoy arrasa entre los hombre de mediana edad

Cirujano de hierro

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El filósofo Epicteto practicaba sin complejos lo que hoy se llama 'autoayuda', pero queda mejor decir que se lee a los clásicos que un libro de la sección de psicología divulgativa.

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En una de sus retransmisiones en Twitch durante el mundial de fútbol, Luis Enrique afirmó que “estoy completamente obsesionado con leer a los clásicos estoicos y todo lo que tiene que ver con el estoicismo”. Tim Ferriss, un célebre gurú del estilo de vida y teórico de la productividad, dice que el estoicismo es algo así como su “sistema operativo”. Libros como Lecciones de estoicismo y Cómo ser un estoico, varias adaptaciones del pensamiento estoico para el management y el emprendimiento, e incluso sus fuentes originales, las Meditaciones de Marco Aurelio y las obras de Séneca se han convertido en bestsellers en varias lenguas.

¿Qué demonios pasa con el estoicismo 2.300 años después de su invención?

Ahora, la editorial Alianza acaba de publicar un pequeño y elegante volumen con el pensamiento de otro de los grandes pensadores estoicos, Epicteto, titulado El arte de vivir en tiempos difíciles. Aunque uno no sea gurú, coach, dealer, broker, emprendedor ni seleccionador de fútbol, el libro vale mucho la pena. Y, en cierta medida, desmonta la idea de que el estoicismo es un pensamiento para ricos y poderosos con tendencias intelectuales.


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Sí, el fundador del estoicismo fue Zenón de Citio, un rico mercader fenicio. Marco Aurelio fue emperador y Séneca ostentó los más altos cargos políticos durante el Imperio romano del siglo I. Pero Epicteto, nacido seguramente en el año 55 de nuestra era, fue un esclavo —su nombre significa “adquirido”—, propiedad de un rico liberto que trabajaba para el emperador Nerón. Tras la fin de este, fue liberado, pero más tarde el emperador Domiciano expulsó de Roma a todos los filósofos y Epicteto acabó en Nicópolis, en el noroeste de Grecia. Y ahí, tras una vida como esclavo, tuvo su propia escuela, en la que educó a patricios romanos en la filosofía estoica, adquirió fama y vivió pacíficamente.

Es probable, sin embargo, que todo su pensamiento estuviera vinculado al recuerdo de la esclavitud. Porque uno de sus principios básicos, que repite de manera constante, es que antes de pensar en ser felices o simplemente en vivir tranquilos, debemos hacer una distinción clave: “De las cosas que existen, unas dependen de nosotros, mientras que otras no”, dice en la primera anotación de su Manual. En consecuencia, debemos preocuparnos por aquello que depende de nosotros y nuestra racionalidad —las decisiones que tomamos, las acciones que emprendemos—, pero no angustiarnos lo más mínimo por lo que no está en nuestras manos —como la clase social en la que nacemos o qué piensan los demás de nosotros—. O, como dice un poco más adelante: “No pretendas que lo que ocurre ocurra como quieres, sino quiere lo que ocurre tal como ocurre, y te irá bien”. Es decir: no podemos escoger las cosas que nos pasan, pero sí podemos decidir qué hacer con ellas, cómo abordarlas, qué acciones emprender en consecuencia.

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Grabado representando a Epicteto.


Como todos los estoicos Epicteto intenta enseñarnos a sobrellevar las desgracias lo mejor posible, a ver la parte ridícula y estéril de las convenciones sociales. “Puedes ser invencible siempre y cuando no entables ninguna batalla en la que la victoria no dependa de ti”, dice respecto a lo primero. Y acerca de lo segundo: “Si alguien te cuenta que alguno habla mal de ti, en vez de defenderte contra lo que haya dicho, contesta: ‘Pues no conoce los demás defectos que tengo, porque si no no habría dicho solo eso’”.Hay que tener un cierto carácter para creer realmente en algo así —y no estoy seguro que los de un emprendedor o una celebrity del deporte sean los más adecuados—, aunque no está mal aspirar a ello.

Por qué tanta gente se considera estoica hoy

Pero, ¿por qué sigue vigente este pensamiento? Ignacio Pajón Leyra, el editor del librito de Epicteto, sostiene en un prólogo muy didáctico que la época helenística, en la que se desarrolló el estoicismo, y la nuestra se parecen mucho: fueron tiempos, dice, de inestabilidad y de grandes cambios políticos, en los que el ciudadano de una pequeña ciudad-Estado de repente formaba parte de un Imperio. Un momento en el que la religión tradicional entró en decadencia, se establecieron intensos contactos culturales en un Mediterráneo “globalizado”, hubo nuevas guerras que adoptaron una forma nueva, se produjo una crisis de las instituciones, un auge del individualismo… “Casi parecería la descripción de nuestro presente”, dice Pajón. En este contexto, entonces y ahora, el estoicismo ofrecería una relativa serenidad ante las muchas cosas que no entendemos.


Los estoicos, y este librito de Epicteto, siguen siendo herramientas simples y asombrosas para vivir un poco mejor


Pero más allá de esta posible semejanza histórica, creo que hay otra explicación del éxito actual de los estoicos. Estos practicaron, de manera abierta y desprejuiciada, lo que hoy llamamos “autoayuda”. Querían que su filosofía fuera práctica, sirviera para los problemas cotidianos que enfrenta cualquiera. No estaban tan interesados en filosofar sobre el mundo exterior —la física, las leyes naturales, los dioses, etcétera, aunque por supuesto también hablan de eso—, como en hacerlo sobre nuestras decisiones y el arte de vivir con cierta tranquilidad y, si es posible, felicidad. Y sospecho que a muchos hombres de mediana edad actuales les da vergüenza reconocer que recurren a la autoayuda y prefieren decir que leen a los clásicos, que a fin de cuentas llevaban toga, escribían en griego y latín y dan un cierto estatus intelectual. Estos libros no parecen lo mismo que los que encontramos en las secciones de psicología divulgativa o de consejos para el bienestar. Pero son lo mismo: filosofía práctica para gente bastante común, que sirve para tratar de entender cuál es la manera más razonable de vivir.

“Cuando veas a alguien recibir más honores que tú, o tener más poder, o estar bien considerado de cualquier otro modo, no lo tomes por un hombre feliz […] Pues si la entidad del bien reside en las cosas que dependen de nosotros, no hay lugar allí para la envidia o para los celos. Y tú mismo no desearás ser un pretor, o un senador, o un cónsul, sino ser libre. Y para serlo solo hay un camino: el desprecio de las cosas que no dependen de nosotros”. Como todo en la filosofía estoica, esto es más fácil de decir que de cumplir. Pero sea porque, como Epicteto, vivimos en tiempos complejos, sea porque todos, y también los hombres de mediana edad, necesitamos consejos sobre cómo vivir, o porque para esas dos cosas muchos no creemos necesario acudir a la religión o la espiritualidad, los estoicos, y este librito de Epícteto, siguen siendo herramientas simples y asombrosas para vivir un poco mejor. Incluso si usted no es gurú, coach, dealer, broker, emprendedor ni seleccionador de fútbol.


El esclavo de hace 2.300 años que hoy arrasa entre los hombre de mediana edad
 
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