Alex Cosma
Madmaxista
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El empoderamiento al desnudo
lasinterferencias.com/2014/01/23/el-empoderamiento-al-desnudo
Enero, 2014
Lo que los lectores tienen ante sí no es un estudio pormenorizado del “empoderamiento” sino una investigación viva y en marcha sobre el mismo. Pretendo ser lo más objetiva posible al tratar el tema, ciñéndome a la realidad concreta y a lo que expresan los autores de los temas que trato. Aún así, expreso mis preguntas, reflexiones, cosmovisión e ideología. He intentado traducir, como si de un diccionario de idiomas se tratara, el discurso capitalista y estatalista al lenguaje del pueblo llano desde una óptica libertaria, tarea quizás algo pretenciosa pero necesaria. Sé que no es la única visión posible y que habrá muchas otras que me encantará conocer en los comentarios. Pasen y lean, piensen y escriban. Ha llegado la hora de comenzar a quitar la careta a ciertos conceptos que están siendo utilizados para dominar y que han calado profundamente entre personas que incluso se consideran críticas o antisistema. Empecemos a pensar por nosotros mismos y no esperemos a que vengan a empoderarnos. ¡Emancipémonos por nosotros y nosotras mismas JUNTOS!
El empoderamiento en el contexto social
A pesar de que en internet muchos textos citan a Paulo Freire como uno de los orígenes del término “empoderamiento”, el pedagogo brasileño nunca utilizó esta palabra sino que habló de concienciación y emancipación, conceptos mucho más liberadores y críticos con el poder.
La primera vez que alguien utilizó la palabra “empowerment” fue en 1976 en el libro “Black Empowerment: Social Work in Oppressed Communities” de la trabajadora social Barbara Solomon. En él se definía el concepto como “un proceso mediante el cual las personas que pertenecen a una categoría social estigmatizada durante toda su vida pueden ser ayudadas a desarrollar y mejorar las habilidades en el ejercicio de la influencia interpersonal y el desempeño de roles sociales valiosos “. Se trataría de ayudar al colectivo estigmatizado a superar los sentimientos de desempoderamiento y la valoración negativa de la cultura dominante, según el libro “An empowering approach to managing social service organizations”. Barbara Solomon se centró en el empoderamiento neցro y de las minorías. De hecho, en su labor universitaria una de sus preocupaciones fundamentales era que las minorías accedieran en mayor número a la universidad. Es comprensible, ya que la educación universitaria es una de las formas de acceso principales a los puestos de poder y alta remuneración de la sociedad estadounidense, aunque no el único.
La propia Universidad del Sur de California habla de Barbara Solomon en estos términos con motivo de la recepción de un premio: “En la USC, sus ideas sobre la manera de aumentar el número de estudiantes de minorías en la escuela llevó a la formación de la Iniciativa Académica de Barrio, un programa ampliamente elogiado que prepara a los estudiantes de escuelas secundarias locales para la educación superior“.
Lanzo unas preguntas iniciales para la reflexión… ¿No sería más lógico cuestionar que haya gente pasando hambre o viviendo en la miseria mientras hay altos funcionarios y directivos con cifras astronómicas en sus cuentas? ¿No sería más lógico intentar crear nuevas formas de vida más allá de las opciones de pobreza o riqueza que ofrece el sistema actual? Creo que muchos podríamos estar de acuerdo en que no necesitamos ser ricos para vivir de una forma saludable en todos los planos de la existencia y que la opresión del sistema va mucho más allá de lo monetario, es decir, si nos subieran el sueldo y se mantuvieran las mismas condiciones vitales alienantes seguiríamos siendo igual de perversoss. Es más, mucha gente preferiría ganar menos y poder disponer de más tiempo y libertad para dedicarlo a otras actividades, como tejer relaciones interpersonales fuertes o construir un mundo mejor. A pesar de ello, el sistema nos aboca a tener que trabajar más y más horas para pagar hipotecas, alquileres, impuestos, comida sarama y los vicios destructivos promocionados por el mismo orden social.
Como vemos, es interesante observar que el “empowerment” no trata de ir contra el sistema de opresión en su conjunto y de que nos rebelemos de forma global y colectiva contra él. Además, en este concepto inicial ya está reflejado el rol pasivo de la persona que es “empoderada” por otros, además de aparecer ya el objetivo final del “empoderamiento” que es medrar y alcanzar puestos de poder de la “cultura dominante” en lugar de cuestionar la mera existencia de la pirámide jerárquica o su sustitución por sistemas horizontales en los que no haya roles sociales más valiosos que otros o sea necesario mejorar la influencia personal sobre los demás para ascender.
Estamos ante el clásico lema del capitalismo y la falsa democracia en el que “todo el mundo puede llegar a ser presidente de su país” o “todo el mundo puede ser millonario si trabaja lo suficientemente duro”. Añado yo, y supuestamente todo esto es posible y más si a uno le empoderan bien. De hecho, el mejor ejemplo de empoderamiento neցro lo tendríamos, según estas teorías, en el Presidente Barack Obama, un hombre empoderado por las elites capitalistas porque ninguna persona llega a ese cargo si no es impulsado por ellas.
Otros autores citan al psicólogo comunitario Julian Rappaport como precursor en este tema con su propuesta de modelo del “empowerment” desarrollada a finales de los años setenta. Este autor lo define en 1987 de la siguiente manera:
“El concepto sugiere tanto la determinación individual de cada uno sobre su propia vida como la participación democrática en la vida de la propia comunidad, generalmente realizada a través de estructuras tales como las escuelas, el vecindari o, la iglesia y otras organizaciones de voluntarios. En el empowerment convergen el sentimiento de control personal y el interés por la influencia social real, el poder político y los derechos legales (Rappaport, 1987)”.
A pesar de las buenas intenciones en cuanto a la autodeterminación de las personas y el dejar de ser meros entes pasivos frente a los expertos, médicos o psicólogos, Rappaport no deja de conformarse con la realidad del sistema sin cuestionarlo en su conjunto. Es más, la participación democrática en las estructuras que cita es virtualmente inexistente. ¿Qué participación es posible en la escuela más allá del manido delegacionismo de las elecciones al claustro, un parlamento en miniatura que impide cualquier atisbo de verdadera democracia?
A pesar de su uso corriente hoy en día y en diferentes contextos, el “empowerment” sigue siendo un término ambiguo y de difícil definición o, más bien, con múltiples definiciones a medida para todos los gustos e intereses.
El empoderamiento corporativo
Para empezar a investigar el significado profundo de este concepto debemos después de conocer su origen histórico, saber cuál es el papel de este “palabro” dentro del mundo de la empresa. La primera vez que aparece el “empowerment” en el mundo del capitalismo empresarial es de la mano del experto Kenneth Blanchard y el científico conductista Paul Hersey en su libro “Management of Organizational Behavior” publicado en 1988. Otras fuentes señalan también en el mismo año el artículo que Jay A. Conger y Rabindra N. Kanungo escribieron sobre “El proceso de empoderamiento: integrando teoría y práctica” en Academy of Management Review.
Lo que más llama la atención cuando una estudia este concepto es que el empoderamiento es algo que es promovido por la dirección de la empresa, es decir, por los superiores jerárquicos, nunca parte de los trabajadores mismos. En teoría, se trata de que los directivos creen un ambiente en el cual los empleados y subordinados sientan que ellos tienen la capacidad de influir en la calidad y la eficiencia del negocio y se hagan responsables de los resultados.
Desde la óptica de una crítica libertaria anticapitalista y antiestatista podríamos traducir esta teoría a algo mucho más simple y comprensible: el objetivo del “empoderamiento” es que los trabajadores fusionen sus propios objetivos vitales con los de la empresa, es decir, con los de sus explotadores. El modelo ideal de trabajador “empoderado” es, por tanto, el que coloquialmente conocemos como el que trabaja “como si la empresa fuera suya”. Es simple y llanamente un lavado de cerebro en el que se otorga a los subordinados cierto poder de decisión y acción para hacerlos responsables de los pormenores de la empresa y que sientan como suyas las metas y objetivos que los superiores han elegido para ellos, por ejemplo, el de maximizar los beneficios de los directivos.
Este lavado de cerebro también consiste en hacer creer a los trabajadores que son dueños de su propio trabajo, es decir, trata de introducir un pequeño empresario dentro del cerebro del asalariado a base de darle más responsabilidades, poder, recursos materiales, información y competencias.
Este es un verdadero cambio de paradigma dentro del capitalismo corporativo. Si antes la autoridad se mostraba pronográficamente desnuda, después del empowerment lo hará de forma mucho más sutil. Ya no se desea que los trabajadores se limiten a seguir órdenes, obedecer y callar. Ya no es suficiente con explotar su cuerpo sino que el capital quiere también controlar su mente, sus ideas, su alma y su mundo espiritual. Es importante señalar que hasta los mismos intelectuales que definen el empowerment son conscientes de que se trata de que el trabajador crea y piense como ellos lo desean, no de que piense por sí mismo o llegue a sus propias conclusiones, por eso creo que llamarlo “lavado de cerebro” es lo más apropiado.
El ejemplo clásico de medida de “empowerment” en la empresa es la del empleado del mes de Mc Donalds. Y, por ejemplo, en la empresa en la que yo trabajo un buen ejemplo serían los premios del Consejo Social de la UNED en el que los miembros de esta entidad, presidida en estos momentos por Cesar Alierta, Presidente de Telefónica, premian a los trabajadores por su labor.
lasinterferencias.com/2014/01/23/el-empoderamiento-al-desnudo
Enero, 2014
Lo que los lectores tienen ante sí no es un estudio pormenorizado del “empoderamiento” sino una investigación viva y en marcha sobre el mismo. Pretendo ser lo más objetiva posible al tratar el tema, ciñéndome a la realidad concreta y a lo que expresan los autores de los temas que trato. Aún así, expreso mis preguntas, reflexiones, cosmovisión e ideología. He intentado traducir, como si de un diccionario de idiomas se tratara, el discurso capitalista y estatalista al lenguaje del pueblo llano desde una óptica libertaria, tarea quizás algo pretenciosa pero necesaria. Sé que no es la única visión posible y que habrá muchas otras que me encantará conocer en los comentarios. Pasen y lean, piensen y escriban. Ha llegado la hora de comenzar a quitar la careta a ciertos conceptos que están siendo utilizados para dominar y que han calado profundamente entre personas que incluso se consideran críticas o antisistema. Empecemos a pensar por nosotros mismos y no esperemos a que vengan a empoderarnos. ¡Emancipémonos por nosotros y nosotras mismas JUNTOS!
El empoderamiento en el contexto social
A pesar de que en internet muchos textos citan a Paulo Freire como uno de los orígenes del término “empoderamiento”, el pedagogo brasileño nunca utilizó esta palabra sino que habló de concienciación y emancipación, conceptos mucho más liberadores y críticos con el poder.
La primera vez que alguien utilizó la palabra “empowerment” fue en 1976 en el libro “Black Empowerment: Social Work in Oppressed Communities” de la trabajadora social Barbara Solomon. En él se definía el concepto como “un proceso mediante el cual las personas que pertenecen a una categoría social estigmatizada durante toda su vida pueden ser ayudadas a desarrollar y mejorar las habilidades en el ejercicio de la influencia interpersonal y el desempeño de roles sociales valiosos “. Se trataría de ayudar al colectivo estigmatizado a superar los sentimientos de desempoderamiento y la valoración negativa de la cultura dominante, según el libro “An empowering approach to managing social service organizations”. Barbara Solomon se centró en el empoderamiento neցro y de las minorías. De hecho, en su labor universitaria una de sus preocupaciones fundamentales era que las minorías accedieran en mayor número a la universidad. Es comprensible, ya que la educación universitaria es una de las formas de acceso principales a los puestos de poder y alta remuneración de la sociedad estadounidense, aunque no el único.
La propia Universidad del Sur de California habla de Barbara Solomon en estos términos con motivo de la recepción de un premio: “En la USC, sus ideas sobre la manera de aumentar el número de estudiantes de minorías en la escuela llevó a la formación de la Iniciativa Académica de Barrio, un programa ampliamente elogiado que prepara a los estudiantes de escuelas secundarias locales para la educación superior“.
Lanzo unas preguntas iniciales para la reflexión… ¿No sería más lógico cuestionar que haya gente pasando hambre o viviendo en la miseria mientras hay altos funcionarios y directivos con cifras astronómicas en sus cuentas? ¿No sería más lógico intentar crear nuevas formas de vida más allá de las opciones de pobreza o riqueza que ofrece el sistema actual? Creo que muchos podríamos estar de acuerdo en que no necesitamos ser ricos para vivir de una forma saludable en todos los planos de la existencia y que la opresión del sistema va mucho más allá de lo monetario, es decir, si nos subieran el sueldo y se mantuvieran las mismas condiciones vitales alienantes seguiríamos siendo igual de perversoss. Es más, mucha gente preferiría ganar menos y poder disponer de más tiempo y libertad para dedicarlo a otras actividades, como tejer relaciones interpersonales fuertes o construir un mundo mejor. A pesar de ello, el sistema nos aboca a tener que trabajar más y más horas para pagar hipotecas, alquileres, impuestos, comida sarama y los vicios destructivos promocionados por el mismo orden social.
Como vemos, es interesante observar que el “empowerment” no trata de ir contra el sistema de opresión en su conjunto y de que nos rebelemos de forma global y colectiva contra él. Además, en este concepto inicial ya está reflejado el rol pasivo de la persona que es “empoderada” por otros, además de aparecer ya el objetivo final del “empoderamiento” que es medrar y alcanzar puestos de poder de la “cultura dominante” en lugar de cuestionar la mera existencia de la pirámide jerárquica o su sustitución por sistemas horizontales en los que no haya roles sociales más valiosos que otros o sea necesario mejorar la influencia personal sobre los demás para ascender.
Estamos ante el clásico lema del capitalismo y la falsa democracia en el que “todo el mundo puede llegar a ser presidente de su país” o “todo el mundo puede ser millonario si trabaja lo suficientemente duro”. Añado yo, y supuestamente todo esto es posible y más si a uno le empoderan bien. De hecho, el mejor ejemplo de empoderamiento neցro lo tendríamos, según estas teorías, en el Presidente Barack Obama, un hombre empoderado por las elites capitalistas porque ninguna persona llega a ese cargo si no es impulsado por ellas.
Otros autores citan al psicólogo comunitario Julian Rappaport como precursor en este tema con su propuesta de modelo del “empowerment” desarrollada a finales de los años setenta. Este autor lo define en 1987 de la siguiente manera:
“El concepto sugiere tanto la determinación individual de cada uno sobre su propia vida como la participación democrática en la vida de la propia comunidad, generalmente realizada a través de estructuras tales como las escuelas, el vecindari o, la iglesia y otras organizaciones de voluntarios. En el empowerment convergen el sentimiento de control personal y el interés por la influencia social real, el poder político y los derechos legales (Rappaport, 1987)”.
A pesar de las buenas intenciones en cuanto a la autodeterminación de las personas y el dejar de ser meros entes pasivos frente a los expertos, médicos o psicólogos, Rappaport no deja de conformarse con la realidad del sistema sin cuestionarlo en su conjunto. Es más, la participación democrática en las estructuras que cita es virtualmente inexistente. ¿Qué participación es posible en la escuela más allá del manido delegacionismo de las elecciones al claustro, un parlamento en miniatura que impide cualquier atisbo de verdadera democracia?
A pesar de su uso corriente hoy en día y en diferentes contextos, el “empowerment” sigue siendo un término ambiguo y de difícil definición o, más bien, con múltiples definiciones a medida para todos los gustos e intereses.
El empoderamiento corporativo
Para empezar a investigar el significado profundo de este concepto debemos después de conocer su origen histórico, saber cuál es el papel de este “palabro” dentro del mundo de la empresa. La primera vez que aparece el “empowerment” en el mundo del capitalismo empresarial es de la mano del experto Kenneth Blanchard y el científico conductista Paul Hersey en su libro “Management of Organizational Behavior” publicado en 1988. Otras fuentes señalan también en el mismo año el artículo que Jay A. Conger y Rabindra N. Kanungo escribieron sobre “El proceso de empoderamiento: integrando teoría y práctica” en Academy of Management Review.
Lo que más llama la atención cuando una estudia este concepto es que el empoderamiento es algo que es promovido por la dirección de la empresa, es decir, por los superiores jerárquicos, nunca parte de los trabajadores mismos. En teoría, se trata de que los directivos creen un ambiente en el cual los empleados y subordinados sientan que ellos tienen la capacidad de influir en la calidad y la eficiencia del negocio y se hagan responsables de los resultados.
Desde la óptica de una crítica libertaria anticapitalista y antiestatista podríamos traducir esta teoría a algo mucho más simple y comprensible: el objetivo del “empoderamiento” es que los trabajadores fusionen sus propios objetivos vitales con los de la empresa, es decir, con los de sus explotadores. El modelo ideal de trabajador “empoderado” es, por tanto, el que coloquialmente conocemos como el que trabaja “como si la empresa fuera suya”. Es simple y llanamente un lavado de cerebro en el que se otorga a los subordinados cierto poder de decisión y acción para hacerlos responsables de los pormenores de la empresa y que sientan como suyas las metas y objetivos que los superiores han elegido para ellos, por ejemplo, el de maximizar los beneficios de los directivos.
Este lavado de cerebro también consiste en hacer creer a los trabajadores que son dueños de su propio trabajo, es decir, trata de introducir un pequeño empresario dentro del cerebro del asalariado a base de darle más responsabilidades, poder, recursos materiales, información y competencias.
Este es un verdadero cambio de paradigma dentro del capitalismo corporativo. Si antes la autoridad se mostraba pronográficamente desnuda, después del empowerment lo hará de forma mucho más sutil. Ya no se desea que los trabajadores se limiten a seguir órdenes, obedecer y callar. Ya no es suficiente con explotar su cuerpo sino que el capital quiere también controlar su mente, sus ideas, su alma y su mundo espiritual. Es importante señalar que hasta los mismos intelectuales que definen el empowerment son conscientes de que se trata de que el trabajador crea y piense como ellos lo desean, no de que piense por sí mismo o llegue a sus propias conclusiones, por eso creo que llamarlo “lavado de cerebro” es lo más apropiado.
El ejemplo clásico de medida de “empowerment” en la empresa es la del empleado del mes de Mc Donalds. Y, por ejemplo, en la empresa en la que yo trabajo un buen ejemplo serían los premios del Consejo Social de la UNED en el que los miembros de esta entidad, presidida en estos momentos por Cesar Alierta, Presidente de Telefónica, premian a los trabajadores por su labor.