old man of the mountain
Madmaxista
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IAR Noticias / Turquía: Se agita el fantasma del golpe militar
Menos de dos años después de acordada discretamente, parece haberse terminado la tregua entre el gobernante Partido Justicia y Desarrollo (AKP) y las Fuerzas Armadas en Turquía.
Por Jacques N. Couvas - IPS
La polémica histórica sobre el papel de los militares en la política nacional regresó al primer plano cuando se conoció un supuesto plan de oficiales del ejército para voltear al gobierno y acusar de terroristas a los seguidores de líder religioso Fethullah Gulen, residente en Estados Unidos y considerado uno de los abanderados del Islam moderado.
La publicación de esa versión el día 12 en el diario liberal Taraf causó indignación en el mundo político. Pero el fiscal del ejército desvinculó el miércoles a esa fuerza del plan, y por lo tanto no acusó a su supuesto autor, el coronel Dursun Cicec, de la unidad de guerra psicológica.
El fin de semana, miembros del gabinete de gobierno informaron al público que entregarían nuevas evidencias sobre la conspiración a los mandos del ejército y al Consejo de Seguridad Nacional, que se reunirá este martes.
Este enfrentamiento de alto nivel servirá para medir hasta qué punto funciona el pacto entre las fuerzas armadas, que se consideran garantes de las tradiciones seculares del Estado turco, y el gobierno, ejercido por un partido de raíces islamistas.
Según las acusaciones de PAK y el diario Taraf, el plan incluía acciones de agentes infiltrados en el partido de gobierno con el fin de desacreditarlo, así como "plantar" armas en hogares de miembros del movimiento que lidera el clérigo Gullen.
La intención, en este último caso, era convencer al público de la existencia de vínculos entre ese grupo religioso y el separatista Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK).
Además, los aparentes golpistas preveían manipular a los medios para alentar a nacionalistas turcos a tomar acciones contra las minorías de griegos y armenios.
Los golpes militares son habituales en la historia moderna de Turquía. Desde que finalizó la Segunda Guerra Mundial, en 1945, hubo tres dictaduras a manos de las Fuerzas Armadas, en 1960, 1971 y 1980.
En 1997, el Consejo de Seguridad provocó lo que se ha dado en denominar "golpe posmoderno": reclamó "enfrentar a las fuerzas reaccionarias", lo cual precipitó la caída del gobierno y su reemplazo por una coalición secularista.
El Consejo se refería entonces al Partido del Bienestar (RP), el primer movimiento político islamista en ganar elecciones en Turquía. Las autoridades prohibieron a sus dirigentes, incluido el actual primer ministro Recep Tayyip Erdogan (entonces alcalde de Estambul), participar en actividades políticas. El propio Erdogan pasó luego varios años preso.
El PAK, sucesor de RP, ganó las elecciones de 2002. Erdogan ascendió a la jefatura de gobierno en 2003. Desde entonces, las fuerzas armadas se mantienen vigilantes.
El dirigente del PAK Abdullah Gul fue elegido presidente de Turquía en agosto de 2007. Poco antes, en abril, cuando era el único candidato previsto para la jefatura del Estado, el entonces jefe del Estado Mayor Conjunto, general Yasar Buyukanit, se pronunció públicamente en contra de su consagración por su ideología islamista, sugiriendo que las Fuerzas Armadas podrían intervenir.
El gobierno y los militares se trenzaron en una puja al respecto, que concluyó con una reunión confidencial entre Buyukanit y Erdogan. El parlamento consagró a Gul, pero el jefe del Estado Mayor Conjunto no asistió a la ceremonia.
Se trata del primer presidente islamista de Turquía, cuyo estado profesa el secularismo desde la fundación de la república, bajo el liderazgo de Kemal Ataturk, en 1929.
Gul trabajó entre 1983 y 1991 en el Banco Islámico de Desarrollo en Arabia Saudita. Su esposa, Hayrunnisa, usa velo en sus apariciones públicas. Ambos son seguidores de Gulen.
Ese mismo año, hubo otro conflicto entre el AKP y las Fuerzas Armadas, cuando parlamento aprobó por una mayoría abrumadora invadir el norte de Iraq para reprimir a combatientes del PKK, organización considerada terrorista por este país, Estados Unidos y la Unión Europea.
Pero Washington, y también el ejército, recomendaron contenerse de lanzar la campaña. Luego de una fuerte puja, las tropas turcas ingresaron en el norte de Iraq en febrero de 2008.
A continuación, la vida política siguió su curso normal, pero sólo en la superficie. El gobierno había demandado ante la justicia a 89 dirigentes políticos, periodistas y militares retirados, sospechosos de conspirar contra las autoridades constitucionalmente establecidas.
El juicio comenzó en octubre pasado. La acusación tiene 2.500 páginas. A comienzos de este año se ordenaron otros 39 arrestos, incluso de militares en actividad, en el marco de este proceso. Las autoridades de las Fuerzas Armadas creen que el único fin del juicio es desacreditarlas.
El gobierno afirma que el "plan de acción" contra el "fundamentalismo islamista" revelado por el diario Tafar fue pergeñado en los cuarteles.
Erdogan se reunió el fin de semana en privado con el actual jefe del Estado Mayor Conjunto, general Iker Basburg, y, según distintas versiones, los dos se mantuvieron en sus trece.
Basburg deslindó toda responsabilidad de las Fuerzas Armadas en el plan. Por su parte, Erdogan declaró luego que perseguiría sin descanso a los conspiradores.
Encuestas de opinión pública indican que las Fuerzas Armadas son la institución que inspira más confianza en el país, a pesar de que no habría respaldo popular para más dictaduras militares. El plan golpista podría ser obra de un grupo aislado de oficiales.
El gobierno y las Fuerzas Armadas tienen agendas divergentes, en asuntos como Chipre, la cuestión kurda, el reciente acercamiento con Armenia y la sistemática aprobación de leyes que quitan obstáculos a las prácticas cotidianas del Islam.
Además, en los últimos 10 años se purgó a 300 oficiales, mientras el AKP promueve un proyecto de constitución que resta autonomía a las Fuerzas Armadas con la intención de facilitar el ingreso del país a la Unión Europea.
Con la economía aún lejos de la recuperación y la situación regional cada día más inestable, los bandos en pugna en Turquía, el AKP y las Fuerzas Armadas, parecen atrapados en el dilema del prisionero.
Menos de dos años después de acordada discretamente, parece haberse terminado la tregua entre el gobernante Partido Justicia y Desarrollo (AKP) y las Fuerzas Armadas en Turquía.
Por Jacques N. Couvas - IPS
La polémica histórica sobre el papel de los militares en la política nacional regresó al primer plano cuando se conoció un supuesto plan de oficiales del ejército para voltear al gobierno y acusar de terroristas a los seguidores de líder religioso Fethullah Gulen, residente en Estados Unidos y considerado uno de los abanderados del Islam moderado.
La publicación de esa versión el día 12 en el diario liberal Taraf causó indignación en el mundo político. Pero el fiscal del ejército desvinculó el miércoles a esa fuerza del plan, y por lo tanto no acusó a su supuesto autor, el coronel Dursun Cicec, de la unidad de guerra psicológica.
El fin de semana, miembros del gabinete de gobierno informaron al público que entregarían nuevas evidencias sobre la conspiración a los mandos del ejército y al Consejo de Seguridad Nacional, que se reunirá este martes.
Este enfrentamiento de alto nivel servirá para medir hasta qué punto funciona el pacto entre las fuerzas armadas, que se consideran garantes de las tradiciones seculares del Estado turco, y el gobierno, ejercido por un partido de raíces islamistas.
Según las acusaciones de PAK y el diario Taraf, el plan incluía acciones de agentes infiltrados en el partido de gobierno con el fin de desacreditarlo, así como "plantar" armas en hogares de miembros del movimiento que lidera el clérigo Gullen.
La intención, en este último caso, era convencer al público de la existencia de vínculos entre ese grupo religioso y el separatista Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK).
Además, los aparentes golpistas preveían manipular a los medios para alentar a nacionalistas turcos a tomar acciones contra las minorías de griegos y armenios.
Los golpes militares son habituales en la historia moderna de Turquía. Desde que finalizó la Segunda Guerra Mundial, en 1945, hubo tres dictaduras a manos de las Fuerzas Armadas, en 1960, 1971 y 1980.
En 1997, el Consejo de Seguridad provocó lo que se ha dado en denominar "golpe posmoderno": reclamó "enfrentar a las fuerzas reaccionarias", lo cual precipitó la caída del gobierno y su reemplazo por una coalición secularista.
El Consejo se refería entonces al Partido del Bienestar (RP), el primer movimiento político islamista en ganar elecciones en Turquía. Las autoridades prohibieron a sus dirigentes, incluido el actual primer ministro Recep Tayyip Erdogan (entonces alcalde de Estambul), participar en actividades políticas. El propio Erdogan pasó luego varios años preso.
El PAK, sucesor de RP, ganó las elecciones de 2002. Erdogan ascendió a la jefatura de gobierno en 2003. Desde entonces, las fuerzas armadas se mantienen vigilantes.
El dirigente del PAK Abdullah Gul fue elegido presidente de Turquía en agosto de 2007. Poco antes, en abril, cuando era el único candidato previsto para la jefatura del Estado, el entonces jefe del Estado Mayor Conjunto, general Yasar Buyukanit, se pronunció públicamente en contra de su consagración por su ideología islamista, sugiriendo que las Fuerzas Armadas podrían intervenir.
El gobierno y los militares se trenzaron en una puja al respecto, que concluyó con una reunión confidencial entre Buyukanit y Erdogan. El parlamento consagró a Gul, pero el jefe del Estado Mayor Conjunto no asistió a la ceremonia.
Se trata del primer presidente islamista de Turquía, cuyo estado profesa el secularismo desde la fundación de la república, bajo el liderazgo de Kemal Ataturk, en 1929.
Gul trabajó entre 1983 y 1991 en el Banco Islámico de Desarrollo en Arabia Saudita. Su esposa, Hayrunnisa, usa velo en sus apariciones públicas. Ambos son seguidores de Gulen.
Ese mismo año, hubo otro conflicto entre el AKP y las Fuerzas Armadas, cuando parlamento aprobó por una mayoría abrumadora invadir el norte de Iraq para reprimir a combatientes del PKK, organización considerada terrorista por este país, Estados Unidos y la Unión Europea.
Pero Washington, y también el ejército, recomendaron contenerse de lanzar la campaña. Luego de una fuerte puja, las tropas turcas ingresaron en el norte de Iraq en febrero de 2008.
A continuación, la vida política siguió su curso normal, pero sólo en la superficie. El gobierno había demandado ante la justicia a 89 dirigentes políticos, periodistas y militares retirados, sospechosos de conspirar contra las autoridades constitucionalmente establecidas.
El juicio comenzó en octubre pasado. La acusación tiene 2.500 páginas. A comienzos de este año se ordenaron otros 39 arrestos, incluso de militares en actividad, en el marco de este proceso. Las autoridades de las Fuerzas Armadas creen que el único fin del juicio es desacreditarlas.
El gobierno afirma que el "plan de acción" contra el "fundamentalismo islamista" revelado por el diario Tafar fue pergeñado en los cuarteles.
Erdogan se reunió el fin de semana en privado con el actual jefe del Estado Mayor Conjunto, general Iker Basburg, y, según distintas versiones, los dos se mantuvieron en sus trece.
Basburg deslindó toda responsabilidad de las Fuerzas Armadas en el plan. Por su parte, Erdogan declaró luego que perseguiría sin descanso a los conspiradores.
Encuestas de opinión pública indican que las Fuerzas Armadas son la institución que inspira más confianza en el país, a pesar de que no habría respaldo popular para más dictaduras militares. El plan golpista podría ser obra de un grupo aislado de oficiales.
El gobierno y las Fuerzas Armadas tienen agendas divergentes, en asuntos como Chipre, la cuestión kurda, el reciente acercamiento con Armenia y la sistemática aprobación de leyes que quitan obstáculos a las prácticas cotidianas del Islam.
Además, en los últimos 10 años se purgó a 300 oficiales, mientras el AKP promueve un proyecto de constitución que resta autonomía a las Fuerzas Armadas con la intención de facilitar el ingreso del país a la Unión Europea.
Con la economía aún lejos de la recuperación y la situación regional cada día más inestable, los bandos en pugna en Turquía, el AKP y las Fuerzas Armadas, parecen atrapados en el dilema del prisionero.