EL ECOLOGISMO, SU MALDAD Y NUESTRO EXTERMINIO

Alex Cosma

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Desde que fuimos expulsados de nuestras tierras, la fin nos sigue. El poblado se está quedando vacío. Vamos hacia la extinción. Ahora murieron los ancianos. Nuestra cultura también está muriendo.[1]

Palabras de una indígena Twa expulsada del Parque Nacional de Kahuzi-Biega, en la República Democrática del Congo. Algo muy parecido a lo que se oirá en nuestra península a los pastores de la Cordillera Cantábrica o del Pirineo, ambas cadenas montañosas invadidas por el Estado y su Red Natura 2000 etnocida y despobladora.
El que escribe esto es cabrero de oficio y por eso a lo largo del escrito hago referencias al pastoreo y su extinción deliberada.

Heidegger el ecohéroe

El filósofo alemán Martin Heidegger es el padre intelectual, junto a Nietzsche, del izquierdismo posmoderno de nuestra época. En sus reflexiones políticas se inspirarán los filósofos posmodernos que dan vida al izquierdismo universitario urbanita de nuestros días, como Deleuze, Derrida, Foucault, Vattimo, Lyotard, Guattari, Irigaray… Este grupo de filósofos también pertenecerán a lo que se llama el nietzscheisme (seguidores de Nietzsche). El anarquismo será especialmente permeable a estos autores e ideas.

Es necesario mirar la filosofía de Heidegger para entender por qué el izquierdismo apoya tan exaltadamente el conservacionismo misántropo y antipastoril; desde la Red Natura 2000 a los Parques Nacionales, pasando por el SEPRONA y la guardería forestal. Es necesario pararse a pensar en estos grandes padres del pensamiento de nuestras élites para entender el despoblamiento y la debacle del pastoreo y la vida rural.

El ecologismo y en concreto los llamados ecologistas profundos contemporáneos elevan a Heidegger al panteón de los ecohéroes. El rechazo furibundo que este filósofo desata contra el humanismo antropocéntrico le lleva a ser uno de los principales teóricos de la ecología profunda en particular y del ecologismo en general.
En la obra más famosa de Heidegger Ser y tiempo el filósofo Domenico Losurdo ve “una ideología de guerra”.[2] Su pesimismo antropológico y su misantropía son explicadas por Emmanuel Mounier cuando dice que: “El caballero de la fin de Durero,[3] símbolo predilecto de Nietzsche, es la imagen central de la antropología heidegeriana”.[4]
Para Heidegger el ser humano es ya desde su nacimiento Sein-zum-Tode o “Ser hacia-la fin”. Con su lenguaje oscuro intentará demoler los fundamentos de la cultura clásica occidental y desatará en muchos de sus discípulos un fuerte nihilismo. Para Heidegger el Ser debe estar subordinado a la Nada.
Ensalzará la fuerza como uno de los elementos esenciales del Ser y la identificará con la verdad, dirá: “Lo verdadero no es para todo el mundo, sino sólo para los fuertes”.
Asignará a Alemania la misión de rescatar lo auténtico.[5]
Sobre el Estado alemán Heidegger dirá en 1933:

¡Pero qué sentido tiene hablar de tiempo perdido, cuando la cuestión de que se trata es la de luchar por el Estado! El peligro no puede provenir de trabajar para el Estado nacionalsocialista. Viene solo de la indiferencia y la resistencia (Widerstand) al Estado.[6]

El compromiso de Heidegger con el Estado nancy será activo y permanente, incluso en la posguerra. Jamás se arrepentirá de su apoyo al nazismo, al que defenderá hasta el fin de sus días. Heidegger será uno de los encargados por el III Reich de editar y reeditar las obras de Nietzsche al considerarse que éstas guardaban el meollo de la ideología nancy.

El antihumanismo
En relación directa con el antihumanismo de Heidegger tenemos a Benigno Varillas, fundador de la revista Quercus, principal heraldo del conservacionismo español. Benigno Varillas también es fundador de Greenpeace España, Rewilding Spain y Rewilding Europe, además de receptor del Premio BBVA al Conservacionismo y otros 25 premios más. Es el biógrafo de Félix Rodríguez de la Fuente, además de un colaborador asiduo del CSIC y asesor del Ministerio de tras*ición Ecológica y el Reto Demográfico. En sus dos últimos libros, apiolar lo libre y La estirpe de los libres, Varillas identifica el pastoreo como el principal mal que afecta a la humanidad: lo que él llama el Neolítico pastoril. En estos libros dice:

El surgimiento del nacional socialismo en Alemania abominaba con razón de los pueblos neolíticos, en particular los del Este, que trajeron a Europa el ganado […] pastores que andan todo el día detrás de unas bestias idiotizadas […] pueblos de pastores que con su frenesí reproductor… van procreando millones de pastorcillos esclavos… responsables de la explosión demográfica [...] Es una buena noticia que desde 1974 el número de pastores se haya reducido a una décima parte porque así el territorio que ocupaban puede devolverse a su estado previo [...] hay que fomentar la vida salvaje y no la anacrónica ganadería […] La lógica sugiere que se devuelva el campo a su estado previo […] destinar esa mitad del Planeta que reclama el eminente ecólogo Edward O. Wilson para lo salvaje […] liberando el territorio de la ganadería con un rewilding que restaure los ecosistemas […] los pastores deben ser proscritos y asumir su destino […] la labor del Seprona en defensa de la naturaleza fue el gran avance de la política conservacionista […] también son un gran avance las ONG conservacionistas, así como los funcionarios de la naturaleza, como guardas, técnicos y científicos, que actualmente emplean su energía en intentar doblegar al mundo rural y pastoril para que no destruya la vida silvestre […] reducir la población no es ningún drama… el planeta tiene que reducir su población hasta los diez millones de personas

El rewilding del que habla Varillas, reasilvestrar o renaturalización, es una concepción de la conservación a gran escala, destinada a restaurar y devolver a un supuesto estado cercano al original (previo a la intervención humana). Hace especial hincapié en la conectividad entre las diversas Zonas que conforman los espacios, fomentando o re-introduciendo grandes depredadores y especies claves para alcanzar la autorregulación de los ecosistemas sin humanos. Todo entendido como una política de Estado.

La idea y el término rewilding fue forjado por David Foreman, americano nacido en 1949 y muerto a finales de 1980. La “renaturalización” preconizada por Foreman propone la desaparición del 70% de la población mundial. Famosa es su petición pública de que no se interviniera humanitariamente en las hambrunas del cuerno de África para no fomentar la sobrepoblación. Afirmó que una verdadera política ecologista debería oponerse al envío de comida a zonas de catástrofes para así dejar a la naturaleza campar a sus anchas. Foreman ha sido uno de los fundadores de Earth First! (¡Primero la Tierra!) y ha sido director de la enorme organización conservacionista Sierra Club. Foreman sólo veía “zonas vírgenes” donde había indígenas, pastores, rebaños y aldeas; y esta forma de mirar el mundo que tenía Foreman, ya la tenían antes que él los liberales y los nazis; y la tienen ahora los ecologistas más izquierdistas.

Earth First es hoy una asociación internacional ecologista que suscribe la llamada “ecología profunda”. Sus principios son antihumanistas y contrarios al antropocentrismo. Este ecologismo, no renuncia al Estado como herramienta y considera al humano una plaga, un cáncer que ha de ser combatido mediante políticas antinatalistas. Propone contener la expansión de los seres humanos y vaciar de ellos cuantos más espacios mejor. Este ecologismo es 100% neomalthusiano. Foreman dirá: “Los auténticos ecologistas no tienen hijos”. Estas ideas germinarán con gran éxito entre el izquierdismo ecologista urbanita de occidente.

Al igual que Foreman, David Brower también ha sido director ejecutivo de la gigante del conservacionismo Sierra Club. Brower, que también es el fundador de la organización ecologista Amigos de la Tierra, afirma que:

La maternidad debería ser un crimen punible contra la sociedad, a menos que los padres tengan una licencia del gobierno. Todos los padres potenciales deberían ser obligados a tomar sustancias químicas anticonceptivas y el gobierno debería suministrar antídotos a los ciudadanos elegidos para la maternidad[7]

Los principios antihumanistas del ecologismo actual hunden sus raíces en uno de los primeros ecologistas declarados, entendiendo el ecologismo como doctrina sistematizada y estructurada, más que como la práctica de “cuidar a la naturaleza”: el alemán Ernst Moritz Arndt (1769-1860). Este autor será reivindicado y estudiado a conciencia por el nazismo y dará forma a las teorías que arribaban de la Inglaterra industrial, como el malthusianismo, el darwinismo social o la misantropía. Fusionará estas ideas de origen anglosajón con el ecologismo autóctono alemán. Su lectura recordará una y otra vez al actual movimiento vegano en su oposición al antropocentrismo. Arndt dirá:

Cuando uno ve la naturaleza desde la necesaria conectividad e interrelación entre las cosas, entonces todas las cosas pasan a tener la misma importancia: los arbustos, los gusanos, las plantas, los humanos, las piedras, nada va primero o último.

Del antihumanismo ecologista anglosajón destacarán figuras como el científico y escritor James Lovelock, inglés nacido en 1919, famoso por su obra La venganza de la Tierra (2007). La teoría de Gaia y el futuro de la humanidad. Lovelock se reivindica como muy cercano a la “ecología profunda”. Sostiene que se debe reducir la población a la fuerza y que el Estado debe tener un papel central en la ecología. Propone la dictadura estatal “dejando la democracia en espera por un momento” para aplicar biopolíticas y leyes de excepción. Lovelock arremete contra lo que él llama “ecologismo humanista”. Se le considera el padre del ecofascismo. Asevera que el Estado debe reducir la población urgentemente sabiendo “que se tienen que tomar algunas decisiones difíciles”.

También Lovelock es un activista a favor de la energía nuclear que la ve como uno de los grandes remedios a la crisis mediombiental. Sin duda la Zona de Exclusión de Chernobyl es un ejemplo magnífico de despoblación y rewilding donde ya no queda nadie y la fauna silvestre prospera. 350.000 personas fueron desalojadas para siempre de su tierra y varios miles murieron o enfermaron. La ciudad de Prípiat es una ciudad fantasma colonizada hoy por lobos, bisontes, alces, linces, osos, caballos silvestres y ciervos.

Los antihijos
Pero sigamos con el ecologismo antihumanista y neomalthusiano para seguir profundizando en la comprensión del porqué de la situación actual del pastoreo, de nuestros montes y de nuestra ruralidad. El científico y naturista divulgador más famoso de los documentales de la televisión, David Attenboroug afirma que “los humanos son una plaga sobre la Tierra[8] y al igual que David Foreman insiste en lo absurdo de desarrollar programas contra el hambre en el cuerno de África porque “hay demasiada gente allí[9]. Attenboroug es un aristócrata ecologista multimillonario de la más alta alcurnia inglesa defensor a ultranza del capitalismo, del Estado y del orden jerárquico de la vida. Entre sus numerosas llamadas veladas al genocidio de los pobres todos estos años se ha visto recompensado por el Estado español con el Premio Príncipe de Asturias. Lord Attenboroug es uno de los principales miembros de la organización Population Matters que realiza campañas por la esterilización masiva de la población.

Otro miembro insigne de Population Matters es el investigador naturista y activista antinatalista Paul R. Ehrlich, exasesor del presidente Bush hijo. Afirma que el Estado debe controlar autoritariamente la libertad de tener los hijos que se quieran. Dice que: “nadie debería tener derecho a tener más de dos hijos… la solución es la reducción de población”.[10]

Otra ecologista de renombre que ha recibido, al igual que el ya mencionado Benigno Varillas, el Premio BBVA a la Conservación y, al igual que Attenboroug, el Premio Príncipe de Asturias es la primatóloga Jane Goodall. Goodall es también miembro de Population Matters y apoya la implementación de políticas antinatalistas forzosas por parte del Estado. Ha vivido muchos años en Tanzania y junto a su marido, miembro del gobierno de Tanzania y director general de los Parques Nacionales de ese país, han implementado una política de expulsión generalizada de personas de los espacios “protegidos” apoyado por la WWF. Goodall pertenece, al igual que David Attenboroug, a la Excelentísima Orden del Imperio Británico por sus notables servicios al Estado británico. Goodall es vegana y ha sido presidenta de la asociación animalista Advocates for Animals que pide la prohibición de, entre otras cosas, el pastoreo.

(Continúa...)
 
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Ñel Cañedo no es anti-estado, de hecho cobra subvenciones... Tampoco voy a criticarle por ello, tal y como está el panorama... pero su lucha es reformista, no revolucionaria. Además pide (pedir y no conquistar, es decir, la forma de vida reformista) al ESTADO algo que lo éste no le puede dar, que es LIBERTAD y menos cargas fiscales y menos burocracia. Por contra, Enrique Bardají sí tiene clara la nocividad (y la necesaria eliminación) del ESTADO.
Pero Nel Cañedo ve lo que hay, lo que no va a hacer él sólo es ponerse directamente la diana en la frente, aunque en parte ya lo ha hecho. Le mandan a los técnicos de mantenimiento y lo aniquila con un par de firmas.
Pero da algunas claves aunque tiene la ingenuidad de creer que gritándole en youtube los de la administración se ruborizarán, ese es su mayor error.
 
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