Eric Finch
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Dado que los esbirros de la OTAN andan sobrados de inteligencia emocional espero que esto les guste:
Discurso del Presidente ruso, Vladímir pilinguin, durante la ceremonia de la firma de acuerdos sobre la incorporación a Rusia de las repúblicas de Donetsk y Lugansk y las provincias de Jersón y Zaporozhie
Cancillería de RusiaOctober 01, 2022
Vladímir pilinguin: ¡Estimados ciudadanos de Rusia, ciudadanos de la República Popular de Donetsk y la República Popular de Lugansk, habitantes de las provincias de Zaporiyia y Jersón, diputados de la Duma de Estado, senadores de la Federación de Rusia!
Saben que se han celebrado los referendos en la República Popular de Donetsk, la República Popular de Lugansk y las provincias de Zaporiyia y Jersón. Se han calculado los votos, hemos obtenido los resultados. La gente ha hecho su decisión, su decisión inequívoca.
Hoy firmamos los tratados de adhesión de la República Popular de Donetsk, la República Popular de Lugansk, la provincia de Zaporiyia y la provincia de Jersón a Rusia. Estoy seguro de que la Asamblea Federal apoyará las leyes constitucionales sobre la adhesión y la formación de cuatro regiones nuevas rusas, cuatro sujetos nuevos de la Federación de Rusia, porque es la voluntad de millones de personas.
(Aplausos.)
Y eso es, por supuesto, su derecho, su derecho inalienable, estipulado en el primer artículo de la Carta de la ONU, que señala manifiestamente el principio de la igualdad y la libre determinación de los pueblos.
Reitero: es un derecho inalienable de la gente, se basa en la unidad histórica, por la que muchas generaciones de nuestros antecesores ganaban luchas, los que, desde el principio la Rus Antigua, llevaban siglos creando y defendiendo Rusia. Aquí, en Nueva Rusia, lucharon Rumiántsev, Suvórov y Ushakov, establecieron nuevas ciudades Catalina II y Potiomkin. Aquí lucharon hasta la fin nuestros abuelos y bisabuelos en la II Guerra Mundial.
Siempre recordaremos a los héroes de la “Primavera Rusa”, los que en 2014 no aceptaron el golpe de Estado neonazi en Ucrania, todos los que murieron por el derecho a hablar el idioma materno, preservar su cultura, tradiciones, religión, el derecho a vivir. Son militares de Donbás, mártires de la “Jatyn de Odesa”, víctimas de actos terroristas inhumanos organizados por el régimen kievita. Son voluntarios y milicianos, son los civiles, niños, mujeres, ancianos, rusos, ucranianos, personas de diversas nacionalidades. Es el verdadero líder popular de Donetsk, Alexander Zajárchenko, son los jefes militares Arsén Pávlov y Vladímir Zhoga, Olga Kachura y Alexéi Mozgovói, es el fiscal de la República Popular de Lugansk, Serguéi Gorenko. Es el paracaidista Nurmagomed Gadzhimagomédov y todos nuestros soldados y oficiales que murieron valientemente en el curso de la operación militar especial. Son héroes. (Aplausos.) Son los héroes de gran Rusia. Y les pido rendir homenaje a su memoria con un minuto de silencio.
(Un minuto de silencio.)
Gracias.
La decisión de millones de habitantes de la República Popular de Donetsk, la República Popular de Lugansk, las provincias de Zaporiyia y Jersón, surge de nuestro destino común y la historia de miles de años.
Las personas llevan pasando este vínculo espiritual a sus niños y nietos. A pesar de todos los desafíos, ellos han preservado en sí mismos el amor a Rusia. Y nadie podrá destruir este sentido en nosotros. Por ese motivo, tanto las generaciones mayores, como los jóvenes, que nacieron tras la tragedia de la desintegración de la Unión Soviética, votaron en favor de nuestra unidad, nuestro futuro común.
En 1991, en el Bosque de Białowieża, sin preguntar a los ciudadanos ordinarios, los representantes de las élites de los partidos de aquel entonces decidieron desintegrar la URSS, y, en un instante, la gente se encontró separada de su patria. Este hecho cortó por lo sano, descuartizó nuestra comunión nacional, resultó una catástrofe nacional. Como había en algún tiempo después de la Revolución, cuando las fronteras de las repúblicas amistosas fueron determinadas en las conversaciones de pasillo, de la misma manera, los últimos dirigentes de la Unión Soviética, en contra de la voluntad manifiesta de la mayoría de los votantes en el referendo de 1991, arruinaron nuestro gran país, simplemente presentándolo como un hecho consumado a sus pueblos.
Supongo que no entendían por completo qué hacían y qué consecuencias inevitable y finalmente podrían provocar sus acciones. Pero eso ya no importa. Ya no existe la Unión Soviética, lo pasado, pasado. Además, Rusia no lo necesita hoy, no aspiramos a eso. Pero no hay cosas más fuertes que la determinación de millones de personas, que a partir de su cultura, religión, costumbres, idioma, se consideran una parte de Rusia, cuyos antecesores han vivido en un solo Estado durante muchos siglos.
No hay cosas más fuertes que la determinación de estas personas de regresar a su patria genuina, histórica.
Durante ocho años largos, las personas de Donbás han sufrido un genocidio, bombardeos y asedios, y en Jersón y Zaporiyia había intentos de cultivar en ellas un repruebo hacia Rusia y todo lo ruso. Ahora, ya en el curso de los referendos, el régimen kievita amenazaba con represalias, matanzas de maestros, mujeres que trabajaban en comisiones electorales, intimidaba con represiones a millones de personas que vinieron a expresar su voluntad. Pero el pueblo no aplastado de Donbás, Zaporiyia y Jersón expresó su opinión.
Quisiera que me oigan los dirigentes de Kiev y sus dueños reales en Occidente, para que lo recuerden todas las personas: los que viven en Lugansk y Donetsk, Jersón y Zaporiyia, se hacen nuestros ciudadanos para siempre. (Aplausos.)
Exhortamos a que el régimen kievita cese el fuego inmediatamente, así como todas las hostilidades, la guerra que desató en 2014, y que regrese a la mesa de negociaciones. Estamos listos para eso, lo hemos mencionado muchas veces. Pero no vamos a discutir la decisión del pueblo de Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Jersón, ya lo han tomado, Rusia no va a traicionarla. (Aplausos.) Y los dirigentes de Kiev actuales deben respetar esta libre expresión de la voluntad popular, no hay otra manera. Solamente así puede ser el camino hacia la paz.
Vamos a defender nuestra tierra con todas las fuerzas y recursos que tenemos, y vamos a hacer todo para garantizar la vida segura de nuestra gente. En esto consiste la gran misión de liberación de nuestro pueblo.
Sin duda, reconstruiremos las ciudades, pueblos, viviendas, escuelas, hospitales, teatros, museos destruidos, restauraremos y desarrollaremos empresas, plantas, infraestructura, sistemas de seguridad social y pensiones, salud y educación.
Por supuesto, nos dedicaremos a reforzar la seguridad. Juntos aseguraremos de que los ciudadanos de nuevas regiones sientan el respaldo de todo el pueblo ruso, todo el país, todas las repúblicas, territorios y provincias de nuestra enorme patria. (Aplausos.)
¡Estimados amigos, colegas!
Hoy quisiera dirigirme a los soldados y oficiales que participan en la operación militar especial, a los militares de Donbás y Nueva Rusia, a los que, tras el decreto de la movilización parcial, entran en filas de las FF.AA., cumpliendo con su deber patriótico, a los que, siguiendo a su corazón, llegan por sí mismos a los comisariados militares. Quisiera dirigirme a sus padres, esposas, hijos, explicarles por qué está luchando nuestro pueblo, qué enemigo nos enfrenta, quién va echando el mundo en nuevas guerras y crisis, obteniendo beneficios ensangrentados de esta tragedia.
Nuestros compatriotas, nuestros hermanos y hermanas en Ucrania – una parte propia de nuestro pueblo único – han visto con sus propios ojos lo que están preparando para toda la humanidad las elites dirigentes de tal llamado Occidente. Aquí, en esencia, simplemente se quitaron sus máscaras, mostrando su verdadera naturaleza.
Tras la desintegración de la Unión Soviética, Occidente decidió que el mundo y todos nosotros tendríamos que siempre conformarnos con su dictadura. Entonces, en 1991, Occidente contaba con que Rusia nunca se recuperaría de tales disturbios y luego se desmoronaría por sí misma. Y eso casi sucedió – es que recordamos los años 90, los terribles 90, llenados de hambre, frío y sin esperanza. Pero Rusia resistió, renació, se hizo fuerte y volvió a ocupar su posición merecida en el mundo.
Al mismo tiempo, Occidente pasó todo eso tiempo buscando, y sigue buscando una nueva oportunidad de atacarnos, hacernos más débiles y destruir Rusia, con lo que siempre ha soñado, romper nuestro Estado, hacer luchar a los pueblos entre sí, condenarlos a la pobreza y la fin. Simplemente, le molesta que exista en el mundo un país tan grande y enorme, con su territorio, riquezas naturales, recursos, y el pueblo que no sabe y nunca va a vivir siguiendo instrucciones de otros.
Occidente está dispuesto a pisotear a todo para preservar el sistema neocolonial que le deja ser un parásito y, en esencia, saquear al mundo, debido al poder del dólar y la dictadura tecnológica, cobrar los verdaderos tributos de la humanidad, aprovechar la fuente principal del bienestar no merecido, la renta de la hegemonía.
El mantenimiento de esta renta es su motivo clave, verdadero y absolutamente egoísta. Precisamente por eso la desoberanización total corresponde a su interés. De eso emana su agresión contra los Estados independientes, valores tradicionales y culturas autóctonas, intentos de socavar los procesos de integración internacionales que no puede controlar, nuevas monedas mundiales y centros del desarrollo tecnológico. Es críticamente importante para Occidente que todos los países rechacen su soberanía en favor de EE.UU.
Las clases gobernantes de algunos Estados convienen voluntariamente en hacerlo, convienen voluntariamente en convertirse en vasallos; otros se ven sobornados o intimidados. Y si fracasan – destruyen países por completo, dejando a su paso catástrofes humanitarias, flagelos, ruinas, millones de destinos humanos extorsionados y arruinados, enclaves terroristas, zonas de flagelos sociales, protectorados, colonias y semicolonias. Les da igual, solo quieren obtener su beneficio.
Quiero reiterar otra vez: es la codicia, la determinación de mantener su poder no limitado en ningún sentido, en las que consisten las razones verdaderas de la guerra híbrida que lucha Occidente colectivo contra Rusia. No nos desean la libertad, sino que quieren ver cómo nos hacemos una colonia. No quieren cooperación igual, pero sí un saqueo. Quieren que seamos no una sociedad libre, sino una multitud de esclavos sin almas.
Para ellos sirven de una amenaza explícita nuestro pensamiento y filosofía, por eso atentan contra nuestros filósofos. Nuestra cultura y arte son peligrosos para ellos, por eso tratan de prohibirlos. Nuestro desarrollo y prosperidad son amenazas para ellos también – está creciendo la competencia. De verdad, no necesitan Rusia, la necesitamos nosotros mismos. (Aplausos.)
Quiero reiterar que, en el pasado, las reclamaciones por la dominación mundial hicieron frente a la valentía y resistencia de nuestro pueblo. Rusia siempre será Rusia. Ahora también defenderemos tanto nuestros valores como nuestra patria.
Occidente cuenta con la impunidad, que salga impune de todo. De hecho, hasta ahora, ha logrado hacerlo. Los acuerdos en el ámbito de la seguridad estratégica van a la sarama; los acuerdos alcanzados al nivel político más alto se declaran cuentos chinos; las promesas firmes de no expandir la OTAN hacia el este, en cuanto las tragaron nuestros ex dirigentes, resultaron un engaño sucio; el Tratado sobre Misiles Antibalísticos y él sobre Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio fueron rescindidos unilateralmente con pretextos fabricados.
Oímos todo el tiempo en todos los lugares: Occidente defiende el orden basado en las reglas. ¿De dónde han tomado estas reglas? ¿Quién las ha visto? ¿Quién las ha armonizado? Oigan, ¡es una verdadera tontería, puro engaño, un doble o triple rasero! Simplemente está diseñado para algunos fulastres.
Rusia es una gran potencia de un mil de años, un país-civilización, y no va a vivir siguiendo tales reglas amañadas y falsas.
Fue precisamente ese llamado Occidente quién pisoteó el principio de la inviolabilidad de las fronteras, y ahora decide por iniciativa propia quién tiene derecho a la libre determinación y quién no, quién no lo merece. Por qué decide eso, quién le ha otorgado el derecho a hacerlo, no está claro. Se le ha dado él mismo.
Por ese motivo les genera un gran rencor la decisión de la gente en Crimea, Sebastopol, Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Jersón. Occidente no tiene ningún derecho jovenlandesal a evaluarla, ni atreverse a hablar sobre la libertad de democracia. ¡No lo tiene y nunca lo ha tenido!
La soberanía nacional y el derecho internacional no son las únicas ideas que rechazan las élites occidentales. Su hegemonía tiene un marcado carácter de totalitarismo, despotismo y apartheid. Dividen impúdicamente el mundo en sus vasallos, en los llamados países civilizados y en todos los demás que, según los designios de los racistas occidentales actuales, deberían pasar a engrosar la lista de bárbaros y salvajes. Las falsas etiquetas de "país paria" y de "régimen autoritario" ya están en marcha. Estigmatizan a pueblos y estados enteros, y esto no es nada nuevo. No hay nada nuevo en ello: las élites occidentales siguen siendo lo que por tanto tiempo han sido: colonialistas. Discriminan, dividen a los pueblos en primera clase y en las otras.
Nunca hemos aceptado ni aceptaremos ese nacionalismo político y racismo. ¿Y qué es la rusofobia que se propaga ahora en todo el mundo, sino el racismo? ¿Qué, sino el racismo, es la convicción categórica de Occidente de que su civilización, su cultura neoliberal, es una autoridad innegable para el resto del mundo? "El que no está con nosotros, está contra nosotros". Por lo menos suena ridículo.
Incluso el arrepentimiento por sus propios crímenes históricos, las élites occidentales lo traspasan a todos los demás, exigiendo tanto a sus ciudadanos como a otras naciones que se disculpen por lo que ellos no tienen nada que ver, por ejemplo, por el período de las conquistas coloniales.
Vale la pena recordar a Occidente que él comenzó su política colonial en la Edad Media, seguida del comercio mundial de esclavos, el genocidio de nativos americanos, el saqueo de la India, África, las guerras de Inglaterra y Francia contra China, que le obligaron a abrir sus puertos al comercio del opio. Lo que hacían era enganchar a pueblos enteros a las drojas, exterminar deliberadamente a grupos étnicos enteros por el bien de la tierra y los recursos, y dar una verdadera caza de personas como bestias. Esto va contra la propia naturaleza humana, contra la verdad, la libertad y la justicia.
Y nosotros... Estamos orgullosos de que en el siglo XX fuera nuestro país el que liderara el movimiento anticolonial, que abrió a muchos pueblos del mundo oportunidades de desarrollo, de reducir la pobreza y la desigualdad, de vencer el hambre y la enfermedad.
Me gustaría subrayar que una de las razones de la rusofobia multisecular y la ira inconfesable de estas élites occidentales hacia Rusia es precisamente porque no nos dejamos desplumar durante la conquista colonial y obligamos a los europeos a comerciar en beneficio mutuo. Lo conseguimos por haber creado una fuerte Rusia centralizada, que se desarrolló y fortaleció por los grandes valores jovenlandesales de la ortodoxia, el islam, el judaísmo y el budismo, por la cultura y la palabra rusa accesibles a todos.
Es bien conocido que en repetidas ocasiones se hicieron planes para intervenciones en Rusia. Trataron de utilizar tanto la Época de la Inestabilidad de principios del siglo XVII, como el período de desorden después de 1917. Han fracasado. Sin embargo, Occidente consiguió hacerse con la riqueza de Rusia a finales del siglo XX, cuando el Estado fue destruido. Nos llamaban amigos y socios, pero en realidad nos trataban como a una colonia: nos desviaron trillones de dólares utilizando planes más diversos. Todos recordamos todo, nada es olvidado.
Y hoy en día, la gente de Donetsk y Lugansk, de Jersón y Zaporiyia se pronunció para restaurar nuestra unidad histórica. ¡Gracias! (Aplausos)
Discurso del Presidente ruso, Vladímir Putin, durante la ceremonia de la firma de acuerdos sobre la incorporación a Rusia de las…
Vladímir pilinguin: ¡Estimados ciudadanos de Rusia, ciudadanos de la República Popular de Donetsk y la República Popular de Lugansk, habitantes de las provincias de Zaporiyia y Jersón, diputados de la Duma de Estado, senadores de la Federación de Rusia! Saben que se han celebrado los referendos en...
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Discurso del Presidente ruso, Vladímir pilinguin, durante la ceremonia de la firma de acuerdos sobre la incorporación a Rusia de las repúblicas de Donetsk y Lugansk y las provincias de Jersón y Zaporozhie
Cancillería de RusiaOctober 01, 2022
Vladímir pilinguin: ¡Estimados ciudadanos de Rusia, ciudadanos de la República Popular de Donetsk y la República Popular de Lugansk, habitantes de las provincias de Zaporiyia y Jersón, diputados de la Duma de Estado, senadores de la Federación de Rusia!
Saben que se han celebrado los referendos en la República Popular de Donetsk, la República Popular de Lugansk y las provincias de Zaporiyia y Jersón. Se han calculado los votos, hemos obtenido los resultados. La gente ha hecho su decisión, su decisión inequívoca.
Hoy firmamos los tratados de adhesión de la República Popular de Donetsk, la República Popular de Lugansk, la provincia de Zaporiyia y la provincia de Jersón a Rusia. Estoy seguro de que la Asamblea Federal apoyará las leyes constitucionales sobre la adhesión y la formación de cuatro regiones nuevas rusas, cuatro sujetos nuevos de la Federación de Rusia, porque es la voluntad de millones de personas.
(Aplausos.)
Y eso es, por supuesto, su derecho, su derecho inalienable, estipulado en el primer artículo de la Carta de la ONU, que señala manifiestamente el principio de la igualdad y la libre determinación de los pueblos.
Reitero: es un derecho inalienable de la gente, se basa en la unidad histórica, por la que muchas generaciones de nuestros antecesores ganaban luchas, los que, desde el principio la Rus Antigua, llevaban siglos creando y defendiendo Rusia. Aquí, en Nueva Rusia, lucharon Rumiántsev, Suvórov y Ushakov, establecieron nuevas ciudades Catalina II y Potiomkin. Aquí lucharon hasta la fin nuestros abuelos y bisabuelos en la II Guerra Mundial.
Siempre recordaremos a los héroes de la “Primavera Rusa”, los que en 2014 no aceptaron el golpe de Estado neonazi en Ucrania, todos los que murieron por el derecho a hablar el idioma materno, preservar su cultura, tradiciones, religión, el derecho a vivir. Son militares de Donbás, mártires de la “Jatyn de Odesa”, víctimas de actos terroristas inhumanos organizados por el régimen kievita. Son voluntarios y milicianos, son los civiles, niños, mujeres, ancianos, rusos, ucranianos, personas de diversas nacionalidades. Es el verdadero líder popular de Donetsk, Alexander Zajárchenko, son los jefes militares Arsén Pávlov y Vladímir Zhoga, Olga Kachura y Alexéi Mozgovói, es el fiscal de la República Popular de Lugansk, Serguéi Gorenko. Es el paracaidista Nurmagomed Gadzhimagomédov y todos nuestros soldados y oficiales que murieron valientemente en el curso de la operación militar especial. Son héroes. (Aplausos.) Son los héroes de gran Rusia. Y les pido rendir homenaje a su memoria con un minuto de silencio.
(Un minuto de silencio.)
Gracias.
La decisión de millones de habitantes de la República Popular de Donetsk, la República Popular de Lugansk, las provincias de Zaporiyia y Jersón, surge de nuestro destino común y la historia de miles de años.
Las personas llevan pasando este vínculo espiritual a sus niños y nietos. A pesar de todos los desafíos, ellos han preservado en sí mismos el amor a Rusia. Y nadie podrá destruir este sentido en nosotros. Por ese motivo, tanto las generaciones mayores, como los jóvenes, que nacieron tras la tragedia de la desintegración de la Unión Soviética, votaron en favor de nuestra unidad, nuestro futuro común.
En 1991, en el Bosque de Białowieża, sin preguntar a los ciudadanos ordinarios, los representantes de las élites de los partidos de aquel entonces decidieron desintegrar la URSS, y, en un instante, la gente se encontró separada de su patria. Este hecho cortó por lo sano, descuartizó nuestra comunión nacional, resultó una catástrofe nacional. Como había en algún tiempo después de la Revolución, cuando las fronteras de las repúblicas amistosas fueron determinadas en las conversaciones de pasillo, de la misma manera, los últimos dirigentes de la Unión Soviética, en contra de la voluntad manifiesta de la mayoría de los votantes en el referendo de 1991, arruinaron nuestro gran país, simplemente presentándolo como un hecho consumado a sus pueblos.
Supongo que no entendían por completo qué hacían y qué consecuencias inevitable y finalmente podrían provocar sus acciones. Pero eso ya no importa. Ya no existe la Unión Soviética, lo pasado, pasado. Además, Rusia no lo necesita hoy, no aspiramos a eso. Pero no hay cosas más fuertes que la determinación de millones de personas, que a partir de su cultura, religión, costumbres, idioma, se consideran una parte de Rusia, cuyos antecesores han vivido en un solo Estado durante muchos siglos.
No hay cosas más fuertes que la determinación de estas personas de regresar a su patria genuina, histórica.
Durante ocho años largos, las personas de Donbás han sufrido un genocidio, bombardeos y asedios, y en Jersón y Zaporiyia había intentos de cultivar en ellas un repruebo hacia Rusia y todo lo ruso. Ahora, ya en el curso de los referendos, el régimen kievita amenazaba con represalias, matanzas de maestros, mujeres que trabajaban en comisiones electorales, intimidaba con represiones a millones de personas que vinieron a expresar su voluntad. Pero el pueblo no aplastado de Donbás, Zaporiyia y Jersón expresó su opinión.
Quisiera que me oigan los dirigentes de Kiev y sus dueños reales en Occidente, para que lo recuerden todas las personas: los que viven en Lugansk y Donetsk, Jersón y Zaporiyia, se hacen nuestros ciudadanos para siempre. (Aplausos.)
Exhortamos a que el régimen kievita cese el fuego inmediatamente, así como todas las hostilidades, la guerra que desató en 2014, y que regrese a la mesa de negociaciones. Estamos listos para eso, lo hemos mencionado muchas veces. Pero no vamos a discutir la decisión del pueblo de Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Jersón, ya lo han tomado, Rusia no va a traicionarla. (Aplausos.) Y los dirigentes de Kiev actuales deben respetar esta libre expresión de la voluntad popular, no hay otra manera. Solamente así puede ser el camino hacia la paz.
Vamos a defender nuestra tierra con todas las fuerzas y recursos que tenemos, y vamos a hacer todo para garantizar la vida segura de nuestra gente. En esto consiste la gran misión de liberación de nuestro pueblo.
Sin duda, reconstruiremos las ciudades, pueblos, viviendas, escuelas, hospitales, teatros, museos destruidos, restauraremos y desarrollaremos empresas, plantas, infraestructura, sistemas de seguridad social y pensiones, salud y educación.
Por supuesto, nos dedicaremos a reforzar la seguridad. Juntos aseguraremos de que los ciudadanos de nuevas regiones sientan el respaldo de todo el pueblo ruso, todo el país, todas las repúblicas, territorios y provincias de nuestra enorme patria. (Aplausos.)
¡Estimados amigos, colegas!
Hoy quisiera dirigirme a los soldados y oficiales que participan en la operación militar especial, a los militares de Donbás y Nueva Rusia, a los que, tras el decreto de la movilización parcial, entran en filas de las FF.AA., cumpliendo con su deber patriótico, a los que, siguiendo a su corazón, llegan por sí mismos a los comisariados militares. Quisiera dirigirme a sus padres, esposas, hijos, explicarles por qué está luchando nuestro pueblo, qué enemigo nos enfrenta, quién va echando el mundo en nuevas guerras y crisis, obteniendo beneficios ensangrentados de esta tragedia.
Nuestros compatriotas, nuestros hermanos y hermanas en Ucrania – una parte propia de nuestro pueblo único – han visto con sus propios ojos lo que están preparando para toda la humanidad las elites dirigentes de tal llamado Occidente. Aquí, en esencia, simplemente se quitaron sus máscaras, mostrando su verdadera naturaleza.
Tras la desintegración de la Unión Soviética, Occidente decidió que el mundo y todos nosotros tendríamos que siempre conformarnos con su dictadura. Entonces, en 1991, Occidente contaba con que Rusia nunca se recuperaría de tales disturbios y luego se desmoronaría por sí misma. Y eso casi sucedió – es que recordamos los años 90, los terribles 90, llenados de hambre, frío y sin esperanza. Pero Rusia resistió, renació, se hizo fuerte y volvió a ocupar su posición merecida en el mundo.
Al mismo tiempo, Occidente pasó todo eso tiempo buscando, y sigue buscando una nueva oportunidad de atacarnos, hacernos más débiles y destruir Rusia, con lo que siempre ha soñado, romper nuestro Estado, hacer luchar a los pueblos entre sí, condenarlos a la pobreza y la fin. Simplemente, le molesta que exista en el mundo un país tan grande y enorme, con su territorio, riquezas naturales, recursos, y el pueblo que no sabe y nunca va a vivir siguiendo instrucciones de otros.
Occidente está dispuesto a pisotear a todo para preservar el sistema neocolonial que le deja ser un parásito y, en esencia, saquear al mundo, debido al poder del dólar y la dictadura tecnológica, cobrar los verdaderos tributos de la humanidad, aprovechar la fuente principal del bienestar no merecido, la renta de la hegemonía.
El mantenimiento de esta renta es su motivo clave, verdadero y absolutamente egoísta. Precisamente por eso la desoberanización total corresponde a su interés. De eso emana su agresión contra los Estados independientes, valores tradicionales y culturas autóctonas, intentos de socavar los procesos de integración internacionales que no puede controlar, nuevas monedas mundiales y centros del desarrollo tecnológico. Es críticamente importante para Occidente que todos los países rechacen su soberanía en favor de EE.UU.
Las clases gobernantes de algunos Estados convienen voluntariamente en hacerlo, convienen voluntariamente en convertirse en vasallos; otros se ven sobornados o intimidados. Y si fracasan – destruyen países por completo, dejando a su paso catástrofes humanitarias, flagelos, ruinas, millones de destinos humanos extorsionados y arruinados, enclaves terroristas, zonas de flagelos sociales, protectorados, colonias y semicolonias. Les da igual, solo quieren obtener su beneficio.
Quiero reiterar otra vez: es la codicia, la determinación de mantener su poder no limitado en ningún sentido, en las que consisten las razones verdaderas de la guerra híbrida que lucha Occidente colectivo contra Rusia. No nos desean la libertad, sino que quieren ver cómo nos hacemos una colonia. No quieren cooperación igual, pero sí un saqueo. Quieren que seamos no una sociedad libre, sino una multitud de esclavos sin almas.
Para ellos sirven de una amenaza explícita nuestro pensamiento y filosofía, por eso atentan contra nuestros filósofos. Nuestra cultura y arte son peligrosos para ellos, por eso tratan de prohibirlos. Nuestro desarrollo y prosperidad son amenazas para ellos también – está creciendo la competencia. De verdad, no necesitan Rusia, la necesitamos nosotros mismos. (Aplausos.)
Quiero reiterar que, en el pasado, las reclamaciones por la dominación mundial hicieron frente a la valentía y resistencia de nuestro pueblo. Rusia siempre será Rusia. Ahora también defenderemos tanto nuestros valores como nuestra patria.
Occidente cuenta con la impunidad, que salga impune de todo. De hecho, hasta ahora, ha logrado hacerlo. Los acuerdos en el ámbito de la seguridad estratégica van a la sarama; los acuerdos alcanzados al nivel político más alto se declaran cuentos chinos; las promesas firmes de no expandir la OTAN hacia el este, en cuanto las tragaron nuestros ex dirigentes, resultaron un engaño sucio; el Tratado sobre Misiles Antibalísticos y él sobre Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio fueron rescindidos unilateralmente con pretextos fabricados.
Oímos todo el tiempo en todos los lugares: Occidente defiende el orden basado en las reglas. ¿De dónde han tomado estas reglas? ¿Quién las ha visto? ¿Quién las ha armonizado? Oigan, ¡es una verdadera tontería, puro engaño, un doble o triple rasero! Simplemente está diseñado para algunos fulastres.
Rusia es una gran potencia de un mil de años, un país-civilización, y no va a vivir siguiendo tales reglas amañadas y falsas.
Fue precisamente ese llamado Occidente quién pisoteó el principio de la inviolabilidad de las fronteras, y ahora decide por iniciativa propia quién tiene derecho a la libre determinación y quién no, quién no lo merece. Por qué decide eso, quién le ha otorgado el derecho a hacerlo, no está claro. Se le ha dado él mismo.
Por ese motivo les genera un gran rencor la decisión de la gente en Crimea, Sebastopol, Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Jersón. Occidente no tiene ningún derecho jovenlandesal a evaluarla, ni atreverse a hablar sobre la libertad de democracia. ¡No lo tiene y nunca lo ha tenido!
La soberanía nacional y el derecho internacional no son las únicas ideas que rechazan las élites occidentales. Su hegemonía tiene un marcado carácter de totalitarismo, despotismo y apartheid. Dividen impúdicamente el mundo en sus vasallos, en los llamados países civilizados y en todos los demás que, según los designios de los racistas occidentales actuales, deberían pasar a engrosar la lista de bárbaros y salvajes. Las falsas etiquetas de "país paria" y de "régimen autoritario" ya están en marcha. Estigmatizan a pueblos y estados enteros, y esto no es nada nuevo. No hay nada nuevo en ello: las élites occidentales siguen siendo lo que por tanto tiempo han sido: colonialistas. Discriminan, dividen a los pueblos en primera clase y en las otras.
Nunca hemos aceptado ni aceptaremos ese nacionalismo político y racismo. ¿Y qué es la rusofobia que se propaga ahora en todo el mundo, sino el racismo? ¿Qué, sino el racismo, es la convicción categórica de Occidente de que su civilización, su cultura neoliberal, es una autoridad innegable para el resto del mundo? "El que no está con nosotros, está contra nosotros". Por lo menos suena ridículo.
Incluso el arrepentimiento por sus propios crímenes históricos, las élites occidentales lo traspasan a todos los demás, exigiendo tanto a sus ciudadanos como a otras naciones que se disculpen por lo que ellos no tienen nada que ver, por ejemplo, por el período de las conquistas coloniales.
Vale la pena recordar a Occidente que él comenzó su política colonial en la Edad Media, seguida del comercio mundial de esclavos, el genocidio de nativos americanos, el saqueo de la India, África, las guerras de Inglaterra y Francia contra China, que le obligaron a abrir sus puertos al comercio del opio. Lo que hacían era enganchar a pueblos enteros a las drojas, exterminar deliberadamente a grupos étnicos enteros por el bien de la tierra y los recursos, y dar una verdadera caza de personas como bestias. Esto va contra la propia naturaleza humana, contra la verdad, la libertad y la justicia.
Y nosotros... Estamos orgullosos de que en el siglo XX fuera nuestro país el que liderara el movimiento anticolonial, que abrió a muchos pueblos del mundo oportunidades de desarrollo, de reducir la pobreza y la desigualdad, de vencer el hambre y la enfermedad.
Me gustaría subrayar que una de las razones de la rusofobia multisecular y la ira inconfesable de estas élites occidentales hacia Rusia es precisamente porque no nos dejamos desplumar durante la conquista colonial y obligamos a los europeos a comerciar en beneficio mutuo. Lo conseguimos por haber creado una fuerte Rusia centralizada, que se desarrolló y fortaleció por los grandes valores jovenlandesales de la ortodoxia, el islam, el judaísmo y el budismo, por la cultura y la palabra rusa accesibles a todos.
Es bien conocido que en repetidas ocasiones se hicieron planes para intervenciones en Rusia. Trataron de utilizar tanto la Época de la Inestabilidad de principios del siglo XVII, como el período de desorden después de 1917. Han fracasado. Sin embargo, Occidente consiguió hacerse con la riqueza de Rusia a finales del siglo XX, cuando el Estado fue destruido. Nos llamaban amigos y socios, pero en realidad nos trataban como a una colonia: nos desviaron trillones de dólares utilizando planes más diversos. Todos recordamos todo, nada es olvidado.
Y hoy en día, la gente de Donetsk y Lugansk, de Jersón y Zaporiyia se pronunció para restaurar nuestra unidad histórica. ¡Gracias! (Aplausos)