El despilfarro de los descartes de pescado

cybor

Madmaxista
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En el negocio de la alimentación no escasean los absurdos, pero si hay un género en el que el disparate alcanza cotas monumentales es en el pescado. Como una especie de zombi menso al que sólo le interesa zampar sin preocuparse de las consecuencias, las grandes empresas pesqueras están destruyendo uno de los recursos nutritivos más sanos y exquisitos a base de esquilmarlo sin contemplaciones. No me gusta dar la murga con soflamas reivindicativas, pero de verdad que si no se frena este delirio, dentro de poco el pescado salvaje va ser artículo de lujo sólo al alcance de los ricos. Más de lo que ya lo es ahora.
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Una de las prácticas más sonrojantes en este terreno es la de tirar pescado. Según los responsables de la campaña británica Fish Fight, en Europa los barcos capturan y después arrojan al mar 1,3 millones de toneladas de peces muertos o heridos al año. ¿Y por qué lo tiran? Pues porque la Unión permite, por un lado, la pesca de arrastre a lo bestia, y por otro, impone un sistema de cuotas ideado para salvaguardar las reservas de peces que está causando justo el efecto contrario. Si un pez pertenece a una especie cuyo límite de pesca ya se ha cumplido, se va al agua. Si no cumple con las medidas estipuladas por la UE, también.

La política comunitaria pesquera lleva en proceso de reforma desde 2010, y las nuevas normas que se decidan serán aplicadas en 2013. En un intento de que la opinión pública europea obligue a establecer criterios más sensatos en cuanto a los llamados "descartes", Fish Fight ha extendido su campaña a otros países de la Unión, entre ellos España. Aquí se llama Ni Un Pez Por La Borda, tiene como cara visible al meteorólogo televisivo Mario Picazo y cuenta con el apoyo de seis chefs de renombre: Sergi Arola, Paco Roncero, Ángel León, Mario Sandoval, Joaquín de Felipe y Darío Barrio. A modo de presentación, juntos montarán mañana un bar de tapas de pescado sostenible en el Mercado de San Miguel de Madrid. Allí pedirán firmas para una carta dirigida a la comisaria de Pesca, Maria Damanaki, los eurodiputados y los gobiernos de la UE, en la que se exige el fin del despilfarro pesquero.


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La iniciativa está apoyada por varias organizaciones ecologistas, cada una de las cuales propone distintas soluciones a la vergüenza de los descartes. Greenpeace pide, por primera providencia, el fin de la pesca de arrastre de profundidad, la técnica que más pescado de desecho genera (¡hasta un 42%!). Por alucinante que parezca, países como España subvencionan con los impuestos de todos flotas que arrasan los fondos marinos con esta práctica. La ONG también sugiere que se fomente la pesca artesanal y se mejore la selectividad de los artes pesqueros. Oceana propone la prohibición de devolver al mar las piezas pescadas (algo que la comisaria Damanaki apoya) mientras que la Fundación Lonxanet avisa de que, si se permite la comercialización de los descartes sin más, se estará beneficiando a las capturas más abusivas, cuando lo que se tendría que hacer es pescar de una manera más selectiva.

¿Y qué podemos hacer nosotros, los que vamos cada semana a la pescadería a por algún animal marino que echarnos a la boca? Aparte de negarnos a comprar especies amenazadas por la sobrepesca, no estaría de más ampliar el catálogo de peces salvajes que consumimos, que cada vez es más pequeño. No sé si por pura vagancia o porque las tiendas sólo nos ofrecen estos pescados, cada vez nos salimos menos del atún, la merluza, el rape y demás parientes grandotes y con pocas espinas. Buena parte de los descartes se generan en la búsqueda de estas especies, mientras que ignoramos otras de proximidad mucho más sostenibles como la caballa, la sardina, el chicharro o la breca. Y cuando no andamos bien de pasta, nos vamos a las alternativas baratas de criadero o a las gemelas satánicas del pescado fileteado Perca y Panga.

En este sentido, es una pena que la aplicación para móviles de Fish Fight no haya sido adaptada al idioma y el mercado español: contiene recetas sostenibles de pescado, una lista de peces que no se deben comprar y una guía de restaurantes concienciados al respecto. También duele un poco que, frente a la abundancia de propuestas culinarias de la web inglesa, la española se limite a dos recetas de Joaquín de Felipe y tres de Ángel León, sin duda deliciosas pero algo difíciles de poner en práctica incluso para un cocinillas avanzado. En cualquier caso, creo que se trata de una iniciativa digna de apoyo, que debería animar a la gente a preocuparse por el origen del pescado que come.

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Cuando las normas las crean los mayores ineptos, las consecuencias son estas y no sólo en la pesca...
 
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