El conservacionismo contra la ruralidad, los pastores y los indígenas

Alex Cosma

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El conservacionismo contra la ruralidad, los pastores y los indígenas

“Por eso nosotros decimos siempre que
Parques Nacionales vino a exterminarnos”


Palabras del indígena Curruhuinca, reubicado a la fuerza ante la creación del Parque Nacional de Lanín, en Argentina: [1]

“Desde que fuimos expulsados de nuestras tierras, la fin nos sigue.
El poblado se está quedando vacío. Vamos hacia la extinción.
Ahora murieron los ancianos. Nuestra cultura también está muriendo.”


Mujer indígena Twa expulsada del Parque Nacional de Kahuzi-Biega, en la República Democrática del Congo.[2]

El grupo de poder conservacionista Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), junto con otras organizaciones mastodónticas del conservacionismo mundial como Nature Conservacy o Sierra Club, han promovido durante décadas la expulsión de los habitantes, pastores e indígenas de los territorios declarados Parques Nacionales, parques naturales, reservas o espacios “protegidos”. Muchos de estos parques han sido o son directamente financiados, organizados y promovidos por la WWF o la Nature Conservancy. En concreto la WWF se ha especializado en financiar el armamento y los salarios de guardabosques militarizados para mantener fuera a los humanos expulsados de estos espacios e ir expulsando a los que quedan poco a poco, en especial en el continente africano.

La acción histórica de los Estados y sus ejércitos ha ido siempre encaminada a tratar de mantener dominadas a las poblaciones de las zonas montañosas, boscosas o silvestres (también a los pueblos nómadas). Espacios éstos que no sólo han resguardado a comunidades celosas de su independencia y reacias al control estatal, sino que son lugares repletos de materias primas y recursos fundamentales para sostener y aumentar el poderío del Estado y su retoño el Capital.

El Capital es una flor de invernadero que necesita permanentemente de la protección, cuidado y promoción estatal para no sucumbir.

Tras siglos de lucha contra las comunidades indígenas o pastoriles de las zonas montañosas, silvestres o boscosas; los Estados han ido entendiendo que la mejor estrategia es “muerto el perro, se acabó la rabia”. Despoblar estos espacios se ha convertido en razón de Estado, ¿y qué mejor argumentación para legitimar el vaciamiento que aludir a la conservación de la fauna y flora?

Una vez entendido ésto se puede comprender el por qué de la enorme subvención por parte de los Estados o las multinacionales a las organizaciones conservacionistas a lo largo y ancho del mundo (por ejemplo, de la petrolera Shell a WWF[3]).

Mil medidas se han implementado desde los Estados para despoblar estas “zonas especiales”; desde matanzas y deportaciones hasta subvenciones y propaganda, pasando por trabas burocráticas, prohibición del pastoreo o la caza, esterilizaciones masivas o planificación familiar... La creatividad del Estado para conseguir sus objetivos de dominación siempre ha sido enorme. En este escrito trataremos sobre una de las estrategias estatales más brillantes para la derrota, despoblación y exterminio de las comunidades pastoriles o indígenas: la protección medioambiental en forma de Parques Nacionales, naturales, reservas, o decenas de otras formas de “protección medioambiental”.

Los modelos iniciales que han inspirado estas planificaciones de despoblación rural han sido Yellowstone y Yosemite.
El Parque Nacional de Yosemite será el primero, seguido de el Parque Nacional de Yellowstone. Fueron y son la inspiración y modelo de los demás Parques Nacionales del mundo. Expulsar a las comunidades humanas e identificar conservación con ausencia de humanos. Este pensamiento misántropo será la idea progenitora del liberalismo burgués y aristocrático de las élites norteamericanas y europeas.

El Parque Nacional de Yosemite se erigirá sobre el hogar de los indígenas Miwok. Inmediatamente después de la declaración del Parque de Yosemite, las fuerzas del Estado entraron a sangre y fuego y expulsaron a los Miwok. Sus poblados fueron quemados y a ellos se los condenó a morir de frío y hambre. Los Miwok fueron privados de golpe de sus áreas de caza, de sus pesquerías, de sus áreas forestales de recolección de nueces. Una vez establecido el Parque fue administrado por el Ejército del Estado norteamericano hasta que se le unieron en 1916 los funcionarios forestales del Servicio Nacional de Parques.[4]
Hoy Yosemite recibe 4,5 millones de turistas al año. El negocio es total con hoteles chic, restaurantes, hipermercados, grandes almacenes, telesquís, alojamientos, escalada, rafting, patinaje sobre hielo. Un auténtico Parque Temático.

El Parque Nacional de Yellowstone ha sido el segundo Parque Nacional del mundo. Con una superficie similar a la de toda la provincia de Navarra, fue creado en 1872 por un decreto de el Estado norteamericano. Tras el exterminio metódico de las comunidades indígenas Crow, Pies neցros, Arapajó, Lakota o Shoshón hoy sólo quedan unos pocos autóctonos en reservas muy pequeñas. Éstas comunidades representan menos del 0,1 por ciento de la población del estado de Wyoming, que es donde se encuentra Yellowstone.

Cuando se decretó el nacimiento de este parque la gestión del mismo se entregó al Ejército norteamericano, al que se le sumó desde 1918 un servicio especial de guardas armados (los Rangers). En la inauguración del parque el presidente de los EEUU Ulysses Grant (1822-1885) dijo que el fin era crear un lugar “libre de la explotación mercantil”, dedicado a la satisfacción, entretenimiento, solaz y divertimento del pueblo.

Lejísimos de estar “libre de la explotación mercantil”, el parque recibe cerca de cuatro millones de turistas al año y genera un capital extraordinariamente cuantioso. Como industria pesada que es, el turismo ha supuesto la construcción de más de 500 km de carreteras que atraviesan todo Yellowstone para, tras pagar la tarifa, poder hacer visitas motorizadas donde se generan monumentales atascos cuando un animal aparece. Posee nueve museos, hoteles y restaurantes, y otros tantos centros para visitantes; además de un enorme observatorio volcánico como “geoparque” que también es.

El negocio generado con los suvenirs y el merchandising es brutal, pasmoso y estratosférico.

Por un módico precio se puede hacer piragüismo, excursiones, pesca, alpinismo, vuelo sin motor, paseos en bote, avistamientos de fauna, senderismo, esquí de fondo, paseos guiados con motonieve, montañismo, ala delta; y además, existen un montón de zonas de acampada especiales para consumir experiencias diferentes, excitantes, donde brote la adrenalina de sentirse en la naturaleza salvaje. También existe en el lago del parque un muelle deportivo.

El Estado norteamericano, con su conocido ramalazo exterminacionista, decidió en el año 1914 aniquilar de golpe a todos los lobos del Parque. Unas décadas más tarde, en 1994, cambia de opinión y decide reintroducirlos. Esta reintroducción la hizo el Estado americano aprovechando por todo lo alto las nuevas posibilidades mediáticas y las crecientes sensibilidades ecologistas; y fue utilizado maquiavélicamente para desplegar un bombo propagandístico impresionante para dárselas de conservacionista y “ecoEstado” protector de la naturaleza. La propaganda fue tan potente que aún hoy resuena por todo el mundo.

La fabulosa, avanzada, modélica y ejemplarísima “protección estatal” se materializará en incendios descontrolados y devastadores que serán una constante en Yellowstone y que ¡¡en 1988 llegará a quemarse nada menos que el 40% del parque!!!

Pero la palma del macro-negocio industrial pesado del turismo conservacionista se lo lleva el Parque Nacional Great Smoky Mountains entre Tennessee y Carolina el Norte. Este Parque recibe la impresionante cantidad de 11 millones de turistas al año. Lo fundó Franklin D. Roosevelt, el mismo que aprobó e impulsó el Proyecto Manhattan y el desarrollo de la bomba atómica con la que se asesinaron a cientos de miles de personas en unos pocos segundos.

El marqués de Villaviciosa, Pedro Pidal, viajará a EEUU y allí se empapará de las ideas conservacionistas. Cuando vuelva aquí el Estado español le nombrará Comisario General de Parques Nacionales e inmediatamente fundará el Parque Nacional de la Montaña de Covadonga (hoy llamado de Los Picos de Europa) el 22 de julio de 1918 y el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido el 16 de agosto de 1918 . No tardará en lanzar un anatema contra los pastores y las comunidades rurales del interior de ambos parques. Poco a poco, por medio de normativas, prohibiciones, controles, burocracias, dificultades, denegaciones de permisos… se irán expulsando a los pastores, hasta nuestros días que sobreviven solamente unos pocos muy meritoriamente. Acabará el marqués sus días siendo un exaltado falangista de la rama más hitleriana de las JONS (Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalistas).

Tenemos decenas de ejemplos de lo que a ocurrido en nuestro mundo rural ibérico y quién ha sido el responsable de su despoblación actual pero por mor a la brevedad nos explayaremos sólo en un caso, el de la sierra de Segura y el Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y las Villas.

El caso de éste parque es un ejemplo luminoso. Las Ordenanzas del Común de Segura y su Tierra de 1580 demuestran que ha sido el pueblo y no el Estado el que ha mantenido protegido el bosque a través de los concejos abiertos y las normativas del derecho consuetudinario elaborado asambleariamente. En éstas se especifica que “es cosa notoria que en más de treinta leguas a la redonda de estos términos no hay bosque alguno de su majestad ni de señor alguno particular...”, es decir, no hay propiedad privada/estatal[5] de monte alguno. Todo era propiedad comunal/concejil. El historiador Gutiérrez Nieto nos explica que la comunidad montañesa de estas tierras del sureste peninsular cuidaba sus bosques concejiles con esmero y que el silvopastorismo era una de las actividades principales.

El Estado necesita la madera que protegen los concejos y decide despoblar la sierra. Para ello decreta que los pastores han de ser expulsados para poder deforestar (y luego llenarlo de plantaciones industriales). Es un error garrafal del ecologismo acusar a las comunidades rurales/pastoriles de ser los enemigos de los árboles cuando, de hecho, eran sus protectores. La cercanía del ecologismo oficial con el Estado le impide ver la responsabilidad de éste en el ecocidio.
Las sierras necesitaron vaciarse para las necesidades extractivistas del Estado y su retoño el Capital.

Con la vista puesta en los 400 millones de corpulentos árboles de esta Sierra y, además, con la posibilidad de tras*portarlos por el Guadalquivir, el Ministerio de Hacienda creará en 1733 en Sevilla el Negociado de Maderas de Segura que empezará a acelerar la deforestación. Unos pocos años más tarde, el Estado aplicará con saña la Ordenanza de Marina que disparará la violencia: en 1776 el guarda forestal Blas Asensio será asesinado ante la frustración general de los habitantes; y la Guardería Forestal se ganará un repruebo feroz. En 1777 muchos Guardas dejarán su empleo por no poder soportar la presión de un pueblo movilizado en la defensa de sus tierras, montes y bosques. En 1780 muchos pastores serán arrestados. En 1812 el Estado abolirá todos los fueros y ordenanzas centenarias y prohibirá las Comunidades de Villa y Tierra (una especie de confederación rural popular de concejos abiertos, un ejemplo increíble de democracia y auto-organización del pueblo ibérico ninguneado y olvidado, cuando no combatido, por la academia oficial del Estado).

Juan Martínez Garrido[6], jornalero, dirá que en 1836 se lanza un “horroroso anatema contra los pastores” y que “entonces empezaron a correr largamente las lágrimas de los habitantes de los Alpes españoles...”
En 1853 el Estado impondrá la Ley desamortizadora de Madoz, que durará hasta 1921. Esta ley declarará muchísimos montes comunales/concejiles propiedad del Estado. Esta horrible ley irá acompañada de la creación de la Guardia Civil con el objetivo prioritario de defender a los nuevos terratenientes y sus nuevas tierras privatizadas.

En 1936 las gentes del pueblo de Yeste deciden re-ocupar su bosque comunal/concejil expropiado por el Estado y entregado en propiedad a un urbanita madrileño miembro de Izquierda Republicana. El izquierdista Frente Popular de la Segunda República ordena a la Guardia Civil ametrallar a las gentes de Yeste que se niegan a aceptar la realidad del nuevo terrateniente izquierdista y que quieren recuperar su comunal. Mueren 11 vecinos bajo las balas de la Guardia Civil y decenas más son heridos.

En 1942 nacerá Explotaciones Forestales de Renfe que continuará con el ecocidio. Esta empresa estatal tratará ya sin escrúpulo ninguno a todos los montes como “propiedad del Estado”. Ya en 1974 había en el Juzgado 7.000 denuncias contra pastores, uno del pueblo de Pontones se ahorcó abrumado por las deudas de las denuncias. En estos años setenta el gobierno solicitará asesoramiento a unos técnicos norteamericanos para la creación de un Parque Natural. Éstos realizarán un informe al Estado español en el que recomendarán “el desplazamiento o la deportación de doce mil personas al llano”.

El ICONA se gana un repruebo total en la Sierra de Segura. En 1985 la Junta de Andalucía decide por decreto continuar con el plan franquista y un año después se crea el Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas (actualmente la mayor “área protegida” del estado español). En ese momento se declaran fuegos importantes por todas partes, se ataca la Casa forestal y el Centro de Interpretación de la Naturaleza es rodeado por los pastores y destrozado. Los funcionarios del ICONA y del PSOE son abucheados, empujados y golpeados el 24 de febrero.

Todos los pueblos de las sierras se llenan de pintadas como: “Nos quieren echar con el Parque Natural”.

Mientras, alejados del campo y desde las ciudades, los universitarios ambientalistas, forestales y ecologistas continúan presionando contra el pastoreo extensivo. De aquellos 400 millones de árboles sólo quedan 50 millones al empezar el siglo XXI. Toda esta increíble labor funcionarial nos ha traído a la situación actual en la que el 65% de la población del Estado español vive en sólo el 4% del territorio, con regiones extensísimas con una densidad de población inferior al Sáhara o a las regiones europeas del círculo polar ártico, cuando sólo hace unos pocos años que no era así.

Desde la expulsión de la mayor parte de los pastores del Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas los incendios han sido numerosos: en 1986 ardieron más de 1500 hectáreas; unas 5000 hectáreas en 2005; más de 10.000 hectáreas en 2015; y entre uno y otro muchos más de 800 a 1000 hectáreas. Ni que decir tiene que con los rebaños en el monte y las aldeas y pueblos vivos los incendios eran mucho menos frecuentes y menores en intensidad. El Estado y su dictadura sólo trajo destrucción de la naturaleza, despoblación y masificación turística.

El doctor y profesor de Historia del Derecho de la Complutense, Emilio de la Cruz Aguilar nacido en 1936, en su libro La destrucción de los montes (claves histórico-jurídicas) dice que “la aspiración de los forestales ha sido siempre vaciar las sierras de personas”.

Con la desaparición de los pastores desaparecieron los lobos. El último lobo en esta sierra fue abatido a finales de los setenta del pasado siglo. Otro error garrafal del ecologismo oficial es culpar a las comunidades rurales de su extinción en esta zona. Cuanto más fuertes fueron estas comunidades y cuando más pastores hubo, más manadas de lobos existieron. En cambio, el Estado creó las Juntas Provinciales de Extinción de fieras que desde 1953 a 1962 persiguieron y mataron a miles de animales silvestres, entre ellos extinguieron al lobo de estas sierras.

El oso y el lobo (así como una gran mayoría de la fauna/flora salvaje autóctona) fueron desapareciendo de grandes zonas de la península por dos razones fundamentales:
La deforestación, es decir, la desaparición del hábitat de estos animales, con todo lo que ello significa; y la caza elitista del alto funcionariado y la aristocracia frívola.
La deforestación la realiza la voluntad de poder y la razón militar del Estado, yno como insinúan calumniosamente muchos ecologistas o conservacionistas, por hacer el pueblo la leña o pastorear rebaños.
 
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Excelente hilo que merece reflote.

Los Parques Nacionales son el eufemismo para la privatización de la naturaleza y la desnaturalización de sus habitantes.

Terrible pero cierto.
 
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