EL INTERVENTOR
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Se repite la historia de otro escándalo ético: las esterilizaciones eugenésicas
Siete jóvenes en 'detransición' se juntaron este año en Los Ángeles el 12 de marzo (Día de la Conciencia DeTrans) para responder públicamente a preguntas sobre su experiencia con la 'tras*ición de género'.
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ReL
12 agosto 2023 12:20
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En algunos países europeos se está dando marcha atrás en el abordaje hormonal y quirúrgico de los menores con disforia de género, ante la evidencia del daño irreversible que se les causa.
Pero en otros, como Estados Unidos, el establishment médico sigue resistiéndose a la evidencia científica y aferrándose a los criterios sesgados de los lobbys LGTBQI+.
Se está repitiendo algo que ya sucedió antes, en el siglo XX, con la complicidad médica y judicial con las esterilizaciones eugenésicas. El actual escándalo ético no es menor, como sostiene Emilie Kao, asesora legal en Alliance Defending Freedom, en un reciente artículo en Public Discourse:
El castillo de naipes del movimiento tras*género se derrumba
La Academia Americana de Pediatría (AAP) ha celebrado su conferencia anual de líderes en su sede de Itasca (Illinois). Un tema que no figuraba en el orden del día pero que estará en la mente de muchos miembros es cómo tratar la disforia de género en los niños.
La AAP, junto con la mayor parte del establishment médico estadounidense, respalda el enfoque de la Asociación Mundial de Profesionales de la Salud tras*género (WPATH, por sus siglas en inglés).
Este grupo de apoyo a los tras*género recomienda que los médicos alteren de forma irreversible la apariencia física de un niño mediante hormonas y cirugías para que parezca de un género diferente.
Pero dos médicos con identidad tras*género de WPATH advierten de que los pacientes adolescentes están recibiendo una "atención chapucera". Y en las propias filas de la AAP hay discrepancias sobre la legitimidad de esta práctica.
El imponente edificio sede de la AAP. Foto: Opus Group.
Mientras muchos países de todo el mundo recurren a una "espera vigilante" no invasiva y a la psicoterapia para tratar a los niños con disforia de género en lugar de recurrir a las hormonas y a la cirugía, Estados Unidos se está convirtiendo rápidamente en un caso atípico.
Ahora, antiguos pacientes (conocidos como detransitioners), con el apoyo de denuncias desde dentro, están presentando demandas por negligencia médica y ofreciendo su testimonio para apoyar límites legislativos a la administración de estos procedimientos experimentales en niños.
Los arquitectos de la tras*ición de género pediátrica han basado sus argumentos en pruebas poco sólidas y en la reputación de grupos prestigiosos, y no en una ciencia objetiva y sólida. Su castillo de naipes empieza a derrumbarse.
Estándares de atención politizados
La disforia de género es un trastorno mental que crea incongruencia entre la percepción interna del género y la realidad del cuerpo sexuado. Pero, a diferencia de la anorexia, el tratamiento recomendado por la AAP no se centra en resolver la incongruencia mente-cuerpo mediante el asesoramiento.
En su lugar, los médicos de las "clínicas de género" intentan que el cuerpo de una persona se parezca a su autopercepción, por muy desordenada que sea. Recientemente, 21 médicos de nueve países expresaron su preocupación por el hecho de que la clase médica estadounidense haya adoptado normas de atención "politizadas".
No es la primera vez que esto ocurre.
Ya en el siglo XX, otra ideología radical se apoderó del establishment científico y médico. Los eugenistas persuadieron a los médicos para que esterilizaran a 70.000 estadounidenses, en su mayoría mujeres y minorías. Las facultades de medicina enseñaban eugenesia. Los magnates financiaban esta práctica. Y tres presidentes (Theodore Roosevelt, Franklin Delano Roosevelt y Woodrow Wilson) la apoyaron.
El apoyo a la eugenesia también existía a nivel sistémico: la Asociación Neurológica Americana respaldó la esterilización forzosa de personas con esquizofrenia, depresión maníaca, epilepsia y síndrome de Down, y la Asociación Médica Americana se basó en las investigaciones de un acaudalado defensor de la eugenesia para sus ensayos anticonceptivos.
Con el tiempo, la premisa de la eugenesia, es decir, la herencia genética, fue desmentida y desacreditada por las pruebas científicas. Pero durante tres décadas, los médicos participaron en uno de los mayores escándalos éticos del siglo pasado.
Respaldo legal a la eugenesia y creciente escepticismo
Lamentablemente, los tribunales también permitieron a los médicos utilizar sus licencias, credenciales y habilidades para llevar a cabo experimentos eugenésicos con sus pacientes. En el caso Buck contra Bell de 1927, el Tribunal Supremo de Estados Unidos confirmó una ley de Virginia que permitió esterilizar a una mujer de 18 años, Carrie Buck, en contra de su voluntad.
Después de que Buck denunciara que se había quedado embarazada por violación, sus padres adoptivos la internaron en una institución para "débiles mentales". Los médicos trataron de esterilizar a Buck alegando que así se eliminaría de la población un rasgo desfavorable. En un apoyo infamemente cruel a la eugenesia, el juez Oliver Wendell Holmes, Jr. declaró: "Con tres generaciones de fulastres es suficiente".
Se repite la historia de otro escándalo ético: las esterilizaciones eugenésicas
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ReL
12 agosto 2023 12:20
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En algunos países europeos se está dando marcha atrás en el abordaje hormonal y quirúrgico de los menores con disforia de género, ante la evidencia del daño irreversible que se les causa.
Pero en otros, como Estados Unidos, el establishment médico sigue resistiéndose a la evidencia científica y aferrándose a los criterios sesgados de los lobbys LGTBQI+.
Se está repitiendo algo que ya sucedió antes, en el siglo XX, con la complicidad médica y judicial con las esterilizaciones eugenésicas. El actual escándalo ético no es menor, como sostiene Emilie Kao, asesora legal en Alliance Defending Freedom, en un reciente artículo en Public Discourse:
El castillo de naipes del movimiento tras*género se derrumba
La Academia Americana de Pediatría (AAP) ha celebrado su conferencia anual de líderes en su sede de Itasca (Illinois). Un tema que no figuraba en el orden del día pero que estará en la mente de muchos miembros es cómo tratar la disforia de género en los niños.
La AAP, junto con la mayor parte del establishment médico estadounidense, respalda el enfoque de la Asociación Mundial de Profesionales de la Salud tras*género (WPATH, por sus siglas en inglés).
Este grupo de apoyo a los tras*género recomienda que los médicos alteren de forma irreversible la apariencia física de un niño mediante hormonas y cirugías para que parezca de un género diferente.
Pero dos médicos con identidad tras*género de WPATH advierten de que los pacientes adolescentes están recibiendo una "atención chapucera". Y en las propias filas de la AAP hay discrepancias sobre la legitimidad de esta práctica.
El imponente edificio sede de la AAP. Foto: Opus Group.
Mientras muchos países de todo el mundo recurren a una "espera vigilante" no invasiva y a la psicoterapia para tratar a los niños con disforia de género en lugar de recurrir a las hormonas y a la cirugía, Estados Unidos se está convirtiendo rápidamente en un caso atípico.
Ahora, antiguos pacientes (conocidos como detransitioners), con el apoyo de denuncias desde dentro, están presentando demandas por negligencia médica y ofreciendo su testimonio para apoyar límites legislativos a la administración de estos procedimientos experimentales en niños.
Los arquitectos de la tras*ición de género pediátrica han basado sus argumentos en pruebas poco sólidas y en la reputación de grupos prestigiosos, y no en una ciencia objetiva y sólida. Su castillo de naipes empieza a derrumbarse.
Estándares de atención politizados
La disforia de género es un trastorno mental que crea incongruencia entre la percepción interna del género y la realidad del cuerpo sexuado. Pero, a diferencia de la anorexia, el tratamiento recomendado por la AAP no se centra en resolver la incongruencia mente-cuerpo mediante el asesoramiento.
En su lugar, los médicos de las "clínicas de género" intentan que el cuerpo de una persona se parezca a su autopercepción, por muy desordenada que sea. Recientemente, 21 médicos de nueve países expresaron su preocupación por el hecho de que la clase médica estadounidense haya adoptado normas de atención "politizadas".
No es la primera vez que esto ocurre.
Ya en el siglo XX, otra ideología radical se apoderó del establishment científico y médico. Los eugenistas persuadieron a los médicos para que esterilizaran a 70.000 estadounidenses, en su mayoría mujeres y minorías. Las facultades de medicina enseñaban eugenesia. Los magnates financiaban esta práctica. Y tres presidentes (Theodore Roosevelt, Franklin Delano Roosevelt y Woodrow Wilson) la apoyaron.
El apoyo a la eugenesia también existía a nivel sistémico: la Asociación Neurológica Americana respaldó la esterilización forzosa de personas con esquizofrenia, depresión maníaca, epilepsia y síndrome de Down, y la Asociación Médica Americana se basó en las investigaciones de un acaudalado defensor de la eugenesia para sus ensayos anticonceptivos.
Con el tiempo, la premisa de la eugenesia, es decir, la herencia genética, fue desmentida y desacreditada por las pruebas científicas. Pero durante tres décadas, los médicos participaron en uno de los mayores escándalos éticos del siglo pasado.
Respaldo legal a la eugenesia y creciente escepticismo
Lamentablemente, los tribunales también permitieron a los médicos utilizar sus licencias, credenciales y habilidades para llevar a cabo experimentos eugenésicos con sus pacientes. En el caso Buck contra Bell de 1927, el Tribunal Supremo de Estados Unidos confirmó una ley de Virginia que permitió esterilizar a una mujer de 18 años, Carrie Buck, en contra de su voluntad.
Después de que Buck denunciara que se había quedado embarazada por violación, sus padres adoptivos la internaron en una institución para "débiles mentales". Los médicos trataron de esterilizar a Buck alegando que así se eliminaría de la población un rasgo desfavorable. En un apoyo infamemente cruel a la eugenesia, el juez Oliver Wendell Holmes, Jr. declaró: "Con tres generaciones de fulastres es suficiente".