El Canal de Isabel II

Rafa PF

Pompero
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Como hoy se habla tanto del Canal Isabel II, la empresa que da alegría a las cafeteras y pucheros de las buenas gentes de Madrid, me he dado cuenta de que, seguramente, mucha gente ni siquiera recuerde quién fue la señora que le da nombre. Y como siempre decían en catequesis que compartir es amar pues allá vamos en plan rapidillo.
Isabel II es la retatarabuela del actual rey, Felipe VI de Borbón. Era hija de Fernando VII un paisano cerril, patilludo, pueblerino y de cejas grandes, que antes de su fin en 1833 abolió la Ley Sálica que impedía reinar a las mujeres para que Isabel fuese, además de la reina de la casa, la de España. Se han dicho muchas cosas ruines de aquella joven de mirada soñadora y embelesada: que escribía fatal o que con diez años apenas sabía hacer sumas sencillas, pero no estoy seguro de que todo esto sólo sean habladurías. Lo de la mirada no, eso es cierto. Invito a buscar imágenes, merece la pena. El caso es que como sólo tenía tres años tuvo que esperar hasta 1843 para ponerse la corona, mientras su progenitora tenía un pollo de los buenos con su tío, Carlos Mª Isidro, un místico ruralista y ultracatólico que organizó un ejército guerrillero en defensa de los fueros vascos y casi arma, nunca mejor dicho, la de Dios. También recomiendo buscar fotos; tenía un flequillo con mucha personalidad, Carlos María.
Lo que más le gustaba a Isabel II era amar, afición que heredó de su padre y que ha sido seña de identidad de la casa de Borbón hasta hace no demasiado. No sabemos cómo anda la cosa ahora. Esta vocación era apreciada por conciudadanos que hicieron numerosos retratos como homenaje a la "Reina Castiza", también apodada por Galdós como "la de los Tristes Destinos", tal y como se puede observar en la imagen de arriba, que forma parte de una serie de ilustraciones, muy conocida: "Los Borbones en pelota", atribuída a Gustavo A. Becquer (al que le clavaban pupilas azules) y a su hermano Valeriano, que era pintor.
Isabel II tuvo muchos partos, aunque sólo media docena de hijos, el mismo número que la duquesa de Alba pero unos cuantos menos que otras mujeres ilustres como, no sé, Cuca Alonso, por poner un ejemplo. Era campechana, tal y como revela el hecho de que al ginecólogo que predijo que iba a tener un varón, Alfonso XII, le concedió el título de Marqués del Real Acierto, honor que el paisano decidió rechazar reconociendo que había sido potra. Así era ella.
Isabel vivió tiempos interesantes, porque fue la época en la que el liberalismo empezó a extenderse a partir de que su mamá, durante el pollo con su tío, se apoyase en ellos para mantenerse en el poder. Máquinas que hacían chuchú, reorganización de los impuestos, constituciones, fábricas que tosían enfisemas pulmonares, logias masónicas y el ejército metido en todas las movidas polítcas. Destacaron, entre otros, su cipotudo amigo Narvaez, espadón de Loja, y Espartero, el del caballo con elefantiasis. Por aquel entonces, el 80% de la población se moría de ardor de estomago, con una esperanza de vida de unos treintaypocos (es raro pensarlo pero en mi caso, por ejemplo, ya estaría criando geranios). En 1868, se armó una revolución por la típica crisis económica, el típico descrédito de las instituciones y más cosas típicas, así que Isabel, de vacaciones en San Sebastián, se recogió la falda, se subió a un tren y se largó a Francia. Luego los demócratas buscaron un rey que no cantase demasiado la Traviatta y, vaya por Dios, encontraron a un italiano, Amadeo, que fue en plan visto y no visto. Se formó la I República, muy democrática pero que también duró poco. Después llegó su hijo, Alfonso XII, lo de los partidos del turno y a partir de ahí ya engancha con el argumentario que suelta PIT cada dos o tres meses.
Isabel nunca perdió su mirada blanca ni su abanico. En su honor levantaron, al menos que yo sepa, una estatua en Madrid, en la que sale muy favorecida. Para ser sinceros, lo que quizá fuese su mayor virtud, su pasión por el fornicio, ha sido el objeto de la mayor parte de burlas y ataques, a pesar de ser la depositaria de una institución esencialmente antidemocrática, condicionada por la Iglesia y rodeada de corruptelas. También su limitada capacidad intelectual o la católica e insana costumbre de multiplicarse más allá de lo que aguantaría cualquier cuerpo humano. Ya he dejado de verle la gracia a estas cosas. El problema no es que le gustase amar, es que le hubiese encantado lo del volquete de puñeteros. Que lo veía natural y que la inmunidad estaba institucionalizada. El desarrollo político, industrial y económico cojo, a pesar de los cambios de gobierno permanentes, no se produjo gracias a Isabel II sino a pesar de ella y de lo que representaba. Así que el problema no era sólo la corrupción -que también hombre, ya lo sé- sino que era legal que el personal se muriese de ardor de estomago. Y que para cambiar eso, había que cepillarse (políticamente) a Isabel II, porque era condición necesaria no sólo para barrer caspa, que en cierto modo ni así, sino para poder vivir en otro lado que no diese arcadas de sólo pensarlo.
 
Independientemente de que se cepillase a todo lo que se movía o no, ya digo que es lo de menos, el origen del fracaso del desarrollo económico no radica en los casos de corrupción o las intervenciones del ejército en sí como en un cambio a medias, unas estructuras que institucionalizaban esas prácticas y el escollo de intentar un régimen liberal sin eliminar los vestigios del Antiguo Régimen.
 
Independientemente de que se cepillase a todo lo que se movía o no, ya digo que es lo de menos, el origen del fracaso del desarrollo económico no radica en los casos de corrupción o las intervenciones del ejército en sí como en un cambio a medias, unas estructuras que institucionalizaban esas prácticas y el escollo de intentar un régimen liberal sin eliminar los vestigios del Antiguo Régimen.

Lo que fue un escollo fue implantar un régimen liberal, y no uno proteccionista para desarrollar nuestra industria.
 
En realidad no fue ni lo uno ni lo otro. La textil catalana se benefició de medidas proteccionistas. Otros sectores se abrieron al capital y tecnología extranjera, del ferrocarril a la explotación de zinc por los belgas. La aristocracia no estaba por la labor, la alta burguesía tampoco. No había personal formado ni capital suficiente.
 
Un hilo que se suponía dedicado a la historia del Canal de Isabel II y ha resultado ser una recopilación de chismes repetidos hasta el hastío.

¿Hacía falta abrir un hilo nuevo para esto?

El texto es malo a rabiar. Su autor es una de tantos entre los miles de imitadores de Arturo Pérez Reverte, que, al igual que éste, tratan de epatar a sus lectores con una tediosa combinación de lenguaje extremadamente soez y erudición a la violeta, salpicado de lugares comunes y observaciones que denotan su pasmosa ignorancia.

Ya que remata su diatriba con la manida alusión a "la caspa" (sólo le ha falta añadir algo sobre cuñaos), como si su escrito fuera un dechado de elegancia, sabiduría y buen gusto, me permito aconsejar al "historiador" que ìntente adecentar un poco su prosa, que aprenda a escribir sin llenar sus textos con expresiones malsonantes , chascarrillos y fobias personales, que no pretenda llamar la atención con ilustraciones pronográficas, que no caiga con tanta facilidad en los estereotipos y que sea más crítico consigo mismo.
 
Vaya, de sentido del humor andamos regular, ¿no?. Ni erudición ni diatriba, ni ambición de elegancia o sabiduría. Cada cosa en su sitio. Por cierto, me encantan las ilustraciones pronográficas. Estas fueron compiladas en los 90 en un álbum muy recomendable.
¿Pérez Reverte? No creo que me hayan llamado cosas mucho peores. Estoy en jaque.
Por cierto, al final no me cerraron el súper.
 
Todo mentiras contadas por masones contemporáneos.

Ni la reina era tan frívola como se cuenta, ni los que escribieron esas insidias adalides de la libertad.


Tiene el mismo rigor como si dentro de 200 años alguien pretende escribir la historia actual tomando "El Jueves" como fuente.

La acuarela que "decora" el articulo es obra de Valeriano Becquer que junto con su hermano Gustavo prostituyeron su talento, para dejar huella de su ingratitud para con una reina que financio sus proyectos artisticos.

Pero ya que habla del Canal de Isabel II, sus obras costaron 80 000 000 de reales, y el año anterior la reina perdono al estado la cantidad de 90 000 000 que le debia en atrasos a su asignacion, no es exacto decir que ella pago la obra, pero si que se le acerca bastante.
 
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La historiografía decimonónica esta muy contaminada por autores como Galdós que para redactar sus episodios nacionales (que recordemos, son novelas) no seguía ninguna metodológica científica como siguen los historiadores de ahora, recurriendo a fuentes, cartas, archivos, decretos, órdenes ministeriales etc, si no que su método consistía en recopilar anécdotas contadas por perico el de los palotes sobre tal o cuál político, espadón o rey que le caía mal.Además siempre con una tintura partidista, puesto que él era republicano radical, y seguramente masón (no critico su labor como novelista que es excelsa, si no la intoxicación que produjo como historiador).
 
La historiografía decimonónica esta muy contaminada por autores como Galdós que para redactar sus episodios nacionales (que recordemos, son novelas) no seguía ninguna metodológica científica como siguen los historiadores de ahora, recurriendo a fuentes, cartas, archivos, decretos, órdenes ministeriales etc, si no que su método consistía en recopilar anécdotas contadas por perico el de los palotes sobre tal o cuál político, espadón o rey que le caía mal.Además siempre con una tintura partidista, puesto que él era republicano radical, y seguramente masón (no critico su labor como novelista que es excelsa, si no la intoxicación que produjo como historiador).

Y Galdos no es el peor, lo de Valle Inclan le supera, al menos Galdos tras conocer a la reina, cambio mucho su percepcion de ella, precisamente "La de los tristes destinos" que dedica al personaje de la reina es mucho menos acida que novelas anteriores que habia escrito sin conocerla.
 
La historiografía decimonónica esta muy contaminada por autores como Galdós que para redactar sus episodios nacionales (que recordemos, son novelas) no seguía ninguna metodológica científica como siguen los historiadores de ahora, recurriendo a fuentes, cartas, archivos, decretos, órdenes ministeriales etc, si no que su método consistía en recopilar anécdotas contadas por perico el de los palotes sobre tal o cuál político, espadón o rey que le caía mal.Además siempre con una tintura partidista, puesto que él era republicano radical, y seguramente masón (no critico su labor como novelista que es excelsa, si no la intoxicación que produjo como historiador).
Para ser justo la mayor parte de la cosa sobre el XIX español e Isabel II en particular viene de los carlistas. Valle-Inclán principalmente. Excelente escritor también pero que fue el que popularizó, si no inventó, lo de "Corte de los milagros". Probablemente una referencia tomada de Victor Hugo.
 
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Para ser justo la mayor parte de la cosa sobre el XIX español e Isabel II en particular viene de los carlistas. Valle-Inclán principalmente. Excelente escritor también pero que fue el que popularizo, si no inventó, lo de "Corte de los milagros". Probablemente una referencia tomada de Victor Hugo.


No exactamente, en realidad quienes mas ensuciaron la imagen de Isabel II fueron los moderados.

Los moderados no eran un partido unido, eran varias familias politicas, pues bien cuando una de esas familias se sentia alejada del poder publicaban cosa sobre la reina, atacaban al gobierno metiendo presion a la reina para que lo cesase, se empezo con Serrano, que era moderado pero de la rama puritana (algo asi como la rama mas a la izquierda del partido) pues bien los que se sentian perjudicados airearon y exageraron el asunto para perjudicar a Serrano, que como efecto colateral perjudicasen la imagen de la reina parece que no les importaba mucho, ya intentarian arreglarlo cuando recuperasen el poder.

Siempre que los moderados se alejaban del poder se recrudecian las criticas a la vida privada de la reina, es algo que se repite a lo largo de todo su reinado, solo en la etapa final de su reinado es cuando la prensa progresista ataca ese asunto.
 
Valle-Inclán era un histrión de mentalidad republicana y anticlerical que se hizo pasar por carlista durante una parte de su vida sólo porque le venía bien al personaje que se había creado.
 
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