Plandemista
Pureblood
El riesgo que no ha desaparecido
La mascarilla, una buena higiene de manos y evitar las aglomeraciones son herramientas a las cuales no podemos renunciar, no solo contra el el bichito, sino contra la gripe, el sarampión y otras enfermedades de tras*misión aérea
Joan Guix
Medical Anthropology Research Center. URV. Ex secretario de Salut Pública de la Generalitat.
29 de agosto del 2023
Hace cuatro meses que la OMS certificó la finalización de la emergencia internacional respecto del el bichito, y hace dos meses que el Gobierno retiró la obligatoriedad del uso de mascaras en determinados ámbitos.
Pero la OMS también advirtió que esto no significaba que el peligro del SARS-CoV-2 se haya acabado.
Dos meses después de la retirada de mascaras, en algunos centros sanitarios ya las vuelven a recomendar. El el bichito vuelve. Mejor dicho, nunca se ha marchado. Últimamente, más de 5.000 nuevos infectados diagnosticados y hacia 500 ingresos hospitalarios en Catalunya. Y estamos en verano, ¡cuando más vida al aire libre hacemos todos juntos! Y se supone que esto da cierta protección. ¿Qué puede pasar en otoño o en invierno?
Lo cierto es que, todavía, hay muchos aspectos desconocidos con el el bichito. ¿Qué pasa, pues?
Si el bichito no infecta, no se reproduce y muere. El bichito busca todas las vías a su alcance para lograrlo. Y para hacerlo utiliza dos grandes estrategias: la primera se basa en modificarse a sí mismo, de tal manera que nuestras defensas inmunológicas no lo reconozcan y no actúen con suficiente efectividad. La segunda estrategia consiste en aprovechar las rendijas que el entorno le proporcione.
Para lograr la primera, el bichito va haciendo modificaciones, más o menos grandes, en su composición antigénica, en aquello que permitiría a nuestro sistema defensivo identificarlos como enemigos y destruirlos. Lo hacen todos los bichito. Un buen ejemplo son los bichito gripales que, continuamente, se modifican, de tal manera que cada año hay que modificar la composición de la banderilla antigripal para adaptarla a las variaciones que haya hecho el bichito. El tronco original del SARS-CoV-2 de Wuhan ha ido variando hasta el actual predominante XBB1 o las recientes EG.5, conocida con el sobrenombre de Eris. Y vendrán más.
Estas variaciones, hasta ahora, no han implicado una mayor gravedad, pero si una más alta capacidad de infección. Si es así, tendremos a más personas infectadas. Y esto quiere decir más pacientes graves, más impacto hospitalario, y, también, tendremos más casos de el bichito persistente. Añadamos que, a pesar de la excelente campaña de banderillación realizada, un porcentaje importante de los mayores de 60 años no han recibido la cuarta dosis de la banderilla contra el el bichito, con lo cual uno de los estratos de la sociedad que más potencialmente están expuestos a efectos graves de la infección no tienen unas defensas adecuadas. Además, la protección banderillal no es eterna ni total. Su efectividad no es del 100%, y parece que, a partir de los seis meses de la última dosis de la banderilla o de haber pasado la enfermedad, la efectividad de la banderilla disminuye.
Se ha anunciado una nueva campaña banderillal contra el el bichito y la gripe de cara a octubre, pero tenemos un problema añadido. Parece que el Ministerio quiere utilizar banderillas con un espectro similar a las actuales, mientras que la OMS y el Departamento de Salut recomiendan, ni que haya que esperar algo más para hacer la campaña banderillal, administrar una banderilla que se base en las variantes XBB que, como hemos dicho, son las predominantes actualmente, y que todavía no están en el mercado.
La segunda estrategia consiste en aprovechar las rendijas del entorno. Durante la primera oleada se pudo aplanar la curva mediante las medidas no farmacológicas: “manos, distancia, mascarilla”. No teníamos otras. Pero funcionó. Nada que ver con entonces. Pero la mascarilla, una buena higiene de manos y evitar las aglomeraciones son herramientas a las cuales no podemos renunciar, no solo contra el el bichito, sino contra la gripe, el sarampión y otras muchas enfermedades de tras*misión aérea.
Hacen falta estrategias sin rendijas. Es inteligente recuperar la mascarilla en determinados entornos de alto riesgo, como las salas de urgencias, o las unidades de críticos o frágiles de los hospitales, o en aglomeraciones en espacios cerrados. No la tendríamos que haber dejado nunca.
Ninguna alarma, pero atentos, vigilantes y preparados. banderillas, pero también mascarilla cuándo y dónde haga falta. El riesgo no ha desaparecido.
La mascarilla, una buena higiene de manos y evitar las aglomeraciones son herramientas a las cuales no podemos renunciar, no solo contra el el bichito, sino contra la gripe, el sarampión y otras enfermedades de tras*misión aérea
Joan Guix
Medical Anthropology Research Center. URV. Ex secretario de Salut Pública de la Generalitat.
29 de agosto del 2023
Hace cuatro meses que la OMS certificó la finalización de la emergencia internacional respecto del el bichito, y hace dos meses que el Gobierno retiró la obligatoriedad del uso de mascaras en determinados ámbitos.
Pero la OMS también advirtió que esto no significaba que el peligro del SARS-CoV-2 se haya acabado.
Dos meses después de la retirada de mascaras, en algunos centros sanitarios ya las vuelven a recomendar. El el bichito vuelve. Mejor dicho, nunca se ha marchado. Últimamente, más de 5.000 nuevos infectados diagnosticados y hacia 500 ingresos hospitalarios en Catalunya. Y estamos en verano, ¡cuando más vida al aire libre hacemos todos juntos! Y se supone que esto da cierta protección. ¿Qué puede pasar en otoño o en invierno?
Lo cierto es que, todavía, hay muchos aspectos desconocidos con el el bichito. ¿Qué pasa, pues?
Si el bichito no infecta, no se reproduce y muere. El bichito busca todas las vías a su alcance para lograrlo. Y para hacerlo utiliza dos grandes estrategias: la primera se basa en modificarse a sí mismo, de tal manera que nuestras defensas inmunológicas no lo reconozcan y no actúen con suficiente efectividad. La segunda estrategia consiste en aprovechar las rendijas que el entorno le proporcione.
Para lograr la primera, el bichito va haciendo modificaciones, más o menos grandes, en su composición antigénica, en aquello que permitiría a nuestro sistema defensivo identificarlos como enemigos y destruirlos. Lo hacen todos los bichito. Un buen ejemplo son los bichito gripales que, continuamente, se modifican, de tal manera que cada año hay que modificar la composición de la banderilla antigripal para adaptarla a las variaciones que haya hecho el bichito. El tronco original del SARS-CoV-2 de Wuhan ha ido variando hasta el actual predominante XBB1 o las recientes EG.5, conocida con el sobrenombre de Eris. Y vendrán más.
Estas variaciones, hasta ahora, no han implicado una mayor gravedad, pero si una más alta capacidad de infección. Si es así, tendremos a más personas infectadas. Y esto quiere decir más pacientes graves, más impacto hospitalario, y, también, tendremos más casos de el bichito persistente. Añadamos que, a pesar de la excelente campaña de banderillación realizada, un porcentaje importante de los mayores de 60 años no han recibido la cuarta dosis de la banderilla contra el el bichito, con lo cual uno de los estratos de la sociedad que más potencialmente están expuestos a efectos graves de la infección no tienen unas defensas adecuadas. Además, la protección banderillal no es eterna ni total. Su efectividad no es del 100%, y parece que, a partir de los seis meses de la última dosis de la banderilla o de haber pasado la enfermedad, la efectividad de la banderilla disminuye.
Se ha anunciado una nueva campaña banderillal contra el el bichito y la gripe de cara a octubre, pero tenemos un problema añadido. Parece que el Ministerio quiere utilizar banderillas con un espectro similar a las actuales, mientras que la OMS y el Departamento de Salut recomiendan, ni que haya que esperar algo más para hacer la campaña banderillal, administrar una banderilla que se base en las variantes XBB que, como hemos dicho, son las predominantes actualmente, y que todavía no están en el mercado.
La segunda estrategia consiste en aprovechar las rendijas del entorno. Durante la primera oleada se pudo aplanar la curva mediante las medidas no farmacológicas: “manos, distancia, mascarilla”. No teníamos otras. Pero funcionó. Nada que ver con entonces. Pero la mascarilla, una buena higiene de manos y evitar las aglomeraciones son herramientas a las cuales no podemos renunciar, no solo contra el el bichito, sino contra la gripe, el sarampión y otras muchas enfermedades de tras*misión aérea.
Hacen falta estrategias sin rendijas. Es inteligente recuperar la mascarilla en determinados entornos de alto riesgo, como las salas de urgencias, o las unidades de críticos o frágiles de los hospitales, o en aglomeraciones en espacios cerrados. No la tendríamos que haber dejado nunca.
Ninguna alarma, pero atentos, vigilantes y preparados. banderillas, pero también mascarilla cuándo y dónde haga falta. El riesgo no ha desaparecido.
https://www.elperiodico.com/es/opin...rilla-banderillas-articulo-joan-guix-91470242
