El Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo ha aprobado el Instrumento para la Protección de la tras*misión (tras*mission Protection Instrument, TPI), además de subir en 50 puntos básicos los tipos de interés, para evitar la fragmentación en el mercado de bonos. La decisión coincide con una nueva crisis política en Italia y a las puertas de una gran crisis energética en Europa. El BCE ha detallado, en su comunicado, que las compras no tendrán restricciones en el volumen, pero sí cierta condicionalidad.
La cara dura del BCE ha sido la subida de golpe de 50 puntos básicos de los tipos. La dulce, el lanzamiento del escudo para la deuda periférica, conocido como mecanismo antifragmentación, o TPI por sus siglas en inglés. Pero en definitiva va a ser una nueva línea para comprar deuda soberana. En este caso, dirigida exclusivamente a los bonos que sufren un repunte injustificado de los intereses en el mercado.
Según el BCE, "permitirá la tras*misión fluida de la orientación de la política monetaria a todos los países de la zona del euro". El banco quiere evitar episodios parecidos a los de 2012, cuando la deuda de Grecia, Portugal, Irlanda y España sufrió las ventas masivas por parte de los inversores, hasta forzar de una forma u otra el rescate de cada uno de estos países.
Actualmente, los bonos que están en el foco son los de Italia. Hoy los intereses repuntan hasta el 3,7% ante la nueva crisis política. El BCE quiere evitar un cortocircuito en los mercados y que a Roma se le cierre las puertas de la financiación. "El TPI se sumará al conjunto de herramientas del BCE y puede activarse para contrarrestar dinámicas de mercado no deseadas o desordenadas que constituyan una seria amenaza para la tras*misión de la política monetaria en el conjunto de la zona del euro", ha explicado en un comunicado.
Casi lo más interesante del anuncio, aunque era lo esperado, es que el nuevo programa no tendrá límites previos antes de intervenir. La institución subraya que no se han establecido restricciones "ex ante" para las compras. En la práctica, supondrá que las intervenciones no estarán condicionas por claves de capital, como otros programas, y otras limitaciones.
Posteriormente, Lagarde ha señalado que el BCE impondrá una condicionalidad importante, pero lo cierto es que el BCE tendrá la última palabra. La banquera ha añadido que "el volumen de las compras del nuevo mecanismo dependerá de la gravedad de los riesgos para la tras*misión de la política".
Las dudas para los mercados han surgido (en pocos minutos han desaparecido las subidas en bolsa de los bancos y de los bonos) cuando Lagarde ha empezado a hablar de las condiciones para que el BCE intervenga con las compras del nuevo escudo. La presidenta ha remarcado el término "condiciones estrictas" para los países que se beneficien de la compra de bonos.
Posteriormente, se ha publicado las condicionalidades del TPI. El Consejo de Gobierno considerará una lista de criterios para evaluar si los países bajo el TPI aplican políticas macroeconómicas y fiscales sólidas y sostenibles. El BCE ha subrayado que los países bajo el escudo no podrán estar sujetos al Procedimiento de Déficit Excesivo de la Comisión Europea (España e Italia estaban antes de la suspensión de las reglas fiscales por la esa época en el 2020 de la que yo le hablo), ni tampoco estar sometido al Procedimiento de Desequilibrios Financieros.
El BCE ha resucitado a instituciones como el FMI, el MEDE y la Comisión Europea para que se incorporen a la vigilancia de la sostenibilidad fiscal de los países que reciban esta ayuda. Estos países quedarán bajo el paraguas de Bruselas y de los compromisos de los planes de recuperación y resiliencia bajo los paquetes semestrales de la Comisión. De todas formas, el BCE ha aclarado que el cumplimiento de estos criterios se tendrán en cuenta dentro del análisis del Consejo de Gobierno. El BCE tendrá la última palabra.
La sombra de Draghi
Durante su intervención, la sombra de Mario Draghi ha sido alargada (y no por su dimisión como primer ministro). El nuevo TPI ha recordado al whatever it takes y su OMT, el programa de compra masiva de deuda, que no fue utilizado en 2012, pero sirvió para mantener a raya a los mercados, mientras se aplicaban ajustes en los países periféricos.
A Lagarde casi le ha faltado decir que no lo quieren utilizar el TPI y ha destacado que el BCE cuenta con la flexibilidad de la reinversión de la cartera del programa de compras de emergencia frente a la esa época en el 2020 de la que yo le hablo (PEPP). La banquera ha señalado que esta herramienta "sigue siendo la primera línea de defensa para contrarrestar los riesgos para el mecanismo de tras*misión relacionados con la esa época en el 2020 de la que yo le hablo".
El Consejo de Gobierno prevé seguir reinvirtiendo íntegramente el principal de los valores adquiridos en el marco de los programas de compras, que vayan venciendo desde que el BCE comience a subir los tipos. La fecha oficial será el próximo 27 de julio. El BCE defiende que las reinversiones durarán el "tiempo que sea necesario para mantener unas condiciones de amplia liquidez y una orientación adecuada de la política monetaria".
La cara dura del BCE ha sido la subida de golpe de 50 puntos básicos de los tipos. La dulce, el lanzamiento del escudo para la deuda periférica, conocido como mecanismo antifragmentación, o TPI por sus siglas en inglés. Pero en definitiva va a ser una nueva línea para comprar deuda soberana. En este caso, dirigida exclusivamente a los bonos que sufren un repunte injustificado de los intereses en el mercado.
Según el BCE, "permitirá la tras*misión fluida de la orientación de la política monetaria a todos los países de la zona del euro". El banco quiere evitar episodios parecidos a los de 2012, cuando la deuda de Grecia, Portugal, Irlanda y España sufrió las ventas masivas por parte de los inversores, hasta forzar de una forma u otra el rescate de cada uno de estos países.
Actualmente, los bonos que están en el foco son los de Italia. Hoy los intereses repuntan hasta el 3,7% ante la nueva crisis política. El BCE quiere evitar un cortocircuito en los mercados y que a Roma se le cierre las puertas de la financiación. "El TPI se sumará al conjunto de herramientas del BCE y puede activarse para contrarrestar dinámicas de mercado no deseadas o desordenadas que constituyan una seria amenaza para la tras*misión de la política monetaria en el conjunto de la zona del euro", ha explicado en un comunicado.
Casi lo más interesante del anuncio, aunque era lo esperado, es que el nuevo programa no tendrá límites previos antes de intervenir. La institución subraya que no se han establecido restricciones "ex ante" para las compras. En la práctica, supondrá que las intervenciones no estarán condicionas por claves de capital, como otros programas, y otras limitaciones.
Posteriormente, Lagarde ha señalado que el BCE impondrá una condicionalidad importante, pero lo cierto es que el BCE tendrá la última palabra. La banquera ha añadido que "el volumen de las compras del nuevo mecanismo dependerá de la gravedad de los riesgos para la tras*misión de la política".
Las dudas para los mercados han surgido (en pocos minutos han desaparecido las subidas en bolsa de los bancos y de los bonos) cuando Lagarde ha empezado a hablar de las condiciones para que el BCE intervenga con las compras del nuevo escudo. La presidenta ha remarcado el término "condiciones estrictas" para los países que se beneficien de la compra de bonos.
Posteriormente, se ha publicado las condicionalidades del TPI. El Consejo de Gobierno considerará una lista de criterios para evaluar si los países bajo el TPI aplican políticas macroeconómicas y fiscales sólidas y sostenibles. El BCE ha subrayado que los países bajo el escudo no podrán estar sujetos al Procedimiento de Déficit Excesivo de la Comisión Europea (España e Italia estaban antes de la suspensión de las reglas fiscales por la esa época en el 2020 de la que yo le hablo), ni tampoco estar sometido al Procedimiento de Desequilibrios Financieros.
El BCE ha resucitado a instituciones como el FMI, el MEDE y la Comisión Europea para que se incorporen a la vigilancia de la sostenibilidad fiscal de los países que reciban esta ayuda. Estos países quedarán bajo el paraguas de Bruselas y de los compromisos de los planes de recuperación y resiliencia bajo los paquetes semestrales de la Comisión. De todas formas, el BCE ha aclarado que el cumplimiento de estos criterios se tendrán en cuenta dentro del análisis del Consejo de Gobierno. El BCE tendrá la última palabra.
La sombra de Draghi
Durante su intervención, la sombra de Mario Draghi ha sido alargada (y no por su dimisión como primer ministro). El nuevo TPI ha recordado al whatever it takes y su OMT, el programa de compra masiva de deuda, que no fue utilizado en 2012, pero sirvió para mantener a raya a los mercados, mientras se aplicaban ajustes en los países periféricos.
A Lagarde casi le ha faltado decir que no lo quieren utilizar el TPI y ha destacado que el BCE cuenta con la flexibilidad de la reinversión de la cartera del programa de compras de emergencia frente a la esa época en el 2020 de la que yo le hablo (PEPP). La banquera ha señalado que esta herramienta "sigue siendo la primera línea de defensa para contrarrestar los riesgos para el mecanismo de tras*misión relacionados con la esa época en el 2020 de la que yo le hablo".
El Consejo de Gobierno prevé seguir reinvirtiendo íntegramente el principal de los valores adquiridos en el marco de los programas de compras, que vayan venciendo desde que el BCE comience a subir los tipos. La fecha oficial será el próximo 27 de julio. El BCE defiende que las reinversiones durarán el "tiempo que sea necesario para mantener unas condiciones de amplia liquidez y una orientación adecuada de la política monetaria".