El Pionero
Alcalde y presidente de Fútbol Paco premium
Basta permanecer de seis a seis en un adoquín de la madrileña calle Huertas para percatarse de que la noche ha cambiado. En el Huertas nocturno de hace una década había que abrirse paso a codazos para lograr avanzar entre la marabunta. Pero en el primer jueves de octubre de 2022, el ruido hay que buscarlo de tarde, cuando las terrazas del barrio aún no han encendido los neones.
Siete horas más tarde, pasan cinco minutos de la una y en el recién inaugurado viernes se echan en falta algunos históricos. El Lautrec está cerrado y la Fídula expiró en la segunda ola de la esa época en el 2020 de la que yo le hablo. Solo resisten un par de bares de copas –uno sobrevive gracias a los chavales del conservatorio que no perdonan un jueves–. Y el karaoke.
El fondo dominante de la compañía, Trilantic, busca comprador cinco años después de su entrada en el grupo
La densidad de población allí ya es otra cosa, pero al cerrar la puerta por fuera no hay más hilo musical que el del camión de la sarama. El fotógrafo está destrozado. En una búsqueda automática por las barras que conoce, se dirige a la paralela. En su Jazz Bar solo queda un quinteto de cuarentones y en El Elisa, «esto era un clásico», persiana al canto.
¿Se han vuelto los jóvenes unos muermos? En 2019, antes de que la esa época en el 2020 de la que yo le hablo contaminara los estudios sociológicos del futuro, la FAD publicó un informe en el que se concluye que el 75 por ciento de los españoles de entre 15 y 29 años prefieren navegar por internet a salir de fiesta en su tiempo libre. Solo un 22,7 por ciento se decanta, como plan ideal, por disfrutar de la noche con sus amigos cada fin de semana. El dato es sorprendente si se ve en perspectiva: en 1999 los juerguistas de fidelidad semanal ascendían al 64,6 por ciento.
El reservado por la pista
«¡Ojo! Sigue habiendo un grupo muy fiestero, pero la diversidad de perfiles es cada vez mayor y la frecuencia en las salidas ha descendido. Por mucho que algunos se empeñen, el cobi19 no ha marcado un cambio de tendencia en la conducta de los jóvenes españoles», apunta Beatriz Martín Padura, psicóloga de formación y directora general de FAD.
No hay cambio de ciclo, pero aún no se han apagado del todo las ganas de cuando a los chavales les abrieron la cancela. Desde España de Noche, la patronal del ocio nocturno, explican que el «efecto champán» de la vuelta a las discotecas sigue notándose. «El tapón de la botella aún no ha caído», apunta su presidente, Vicente Pizcueta. En los 80, Pizcueta fue una figura clave de la escena musical valenciana y dirigió Chocolate, uno de los templos de la 'ruta del bacalao'.
Él sabe mejor que nadie que esto ya no es lo que era y lamenta que hayamos perdido algo «tan español» como el concepto de 'ruta nocturna'. «La euforia de los 80 por socializar se mantuvo en la década de los 90, pero ahora se ha desvanecido. A los jóvenes ya no les seduce tanto bailar, han cambiado las pistas por los reservados de las discotecas, en los que pasan toda la noche. La venta anticipada de entradas se ha impuesto», apunta.
Esther, que es encargada de eventos en la sala Shoko de Madrid, lo confirma: «La forma de moverse en el local no tiene nada que ver con la de hace una década. Llegan con mesa ya asignada y piden una botella». El lugar más VIP de Shoko es precisamente un reservado en la planta de arriba, aislado, y separado por un cristal: «Interactúan a través de una pantalla», resume.
Pero el reservado no es la única novedad en los hábitos nocturnos, según un estudio realizado por España de Noche a finales de agosto. Los horarios se han adelantado en favor del llamado 'tardeo' y la edad del público no ha parado de crecer en los últimos tiempos, aunque la esa época en el 2020 de la que yo le hablo ha ayudado a su contención (hoy la media está en 29,1 años).
«Ver a personas de 50 o 60 años en la noche era algo impensable hace tres décadas. Entonces la noche sí era joven. Antes llegabas a un pub y la 'fauna' eran veinteañeros bailando desaforadamente. Esto ya no existe. Ahora se empieza a las 6 de la tarde y la afluencia de gente se espacia a lo largo del día«, comenta Pizcueta.
Los Z: sibaritas y digitales
Desde la patronal del ocio nocturno reconocen que hay un tipo de establecimiento que agoniza: el bar de copas clásico. «Los jóvenes buscan hoy experiencias más intensas, más sofisticadas. Por lo general, prefieren ir a un concierto o ver a su DJ favorito. Ya no les vale con estar en un bar tomándose una copa. De noche cada vez se demanda más que el ocio se fusione con gastronomía».
Los nuevos gustos de la Generación Z se entienden con la radiografía de su carácter: «No es que sean más solitarios, es que son menos presencialistas. En su cabeza, lo digital les hace estar tan presentes como lo analógico», opina Martínez Padura.
La noche en la Ciudad Condal ha ido menguando con el cierre de más de 200 locales en 30 años. Ramón Más Espinalt, secretario general del gremio de discotecas de Barcelona, explica a ABC que existe un grave problema con las normativas urbanísticas. «Llevamos desde finales de los años 90 sin que nos otorguen nuevas licencias, que siempre van asociadas a un lugar físico». Espinalt argumenta que el error no está en que «pongan un Mercadona donde antes había un pub, sino en que no se abra ninguna sala nueva». En su opinión, la Generalitat lleva desde las Olimpiadas arrastrando esta falta de compensación y añade que «cada vez que sale una nueva normativa, es más restrictiva que la anterior». El ecosistema nocturno de Barcelona se ha resentido, zanja, «está muy tocado».
Esta psicóloga explica que los jóvenes de hoy valoran su tiempo libre y eso hace que sean más exigentes con el tipo de experiencia que prefieren para disfrutar de la noche. No les importa quedarse en casa 'chateando'. «Igual no salen todos los fines de semana pero, si lo hacen, gastan más, optan por un plan más complejo. En ese sentido, son sibaritas»,
argumenta. Pizcueta añade que esa querencia por lo exclusivo se refleja en su estética, en su forma de vestir: «Llevan cadenas de oro, zapatillas de 300 euros. Les va lo 'bling bling'».
«Llevan cadenas de oro, zapatillas de 300 euros. Les va lo 'bling bling'»
Vicente Pizcueta, portavoz de España de Noche
Más allá del elitismo juvenil, si hay algo en lo que coinciden la FAD y España de Noche es en la decadencia del botellón. Los primeros señalan que las relaciones virtuales alejan a las nuevas generaciones de esta práctica, antaño considerada «fórmula para ligar». Ahora lo hacen por Tinder. A esto se añade que en la esa época en el 2020 de la que yo le hablo los jóvenes percibieron el botellón como un »foco de conflicto« y la imagen aún permanece en su memoria, dicen los segundos.
El lenguaje de los Z también les delata: el «tengo plan» que se escriben por Whatsapp ha pasado a sustituir al «hoy se sale» o su recambio, «hoy se lía». Los vecinos de la calle Huertas lo agradecen.
Siete horas más tarde, pasan cinco minutos de la una y en el recién inaugurado viernes se echan en falta algunos históricos. El Lautrec está cerrado y la Fídula expiró en la segunda ola de la esa época en el 2020 de la que yo le hablo. Solo resisten un par de bares de copas –uno sobrevive gracias a los chavales del conservatorio que no perdonan un jueves–. Y el karaoke.
El fondo dominante de la compañía, Trilantic, busca comprador cinco años después de su entrada en el grupo
La densidad de población allí ya es otra cosa, pero al cerrar la puerta por fuera no hay más hilo musical que el del camión de la sarama. El fotógrafo está destrozado. En una búsqueda automática por las barras que conoce, se dirige a la paralela. En su Jazz Bar solo queda un quinteto de cuarentones y en El Elisa, «esto era un clásico», persiana al canto.
¿Se han vuelto los jóvenes unos muermos? En 2019, antes de que la esa época en el 2020 de la que yo le hablo contaminara los estudios sociológicos del futuro, la FAD publicó un informe en el que se concluye que el 75 por ciento de los españoles de entre 15 y 29 años prefieren navegar por internet a salir de fiesta en su tiempo libre. Solo un 22,7 por ciento se decanta, como plan ideal, por disfrutar de la noche con sus amigos cada fin de semana. El dato es sorprendente si se ve en perspectiva: en 1999 los juerguistas de fidelidad semanal ascendían al 64,6 por ciento.
El reservado por la pista
«¡Ojo! Sigue habiendo un grupo muy fiestero, pero la diversidad de perfiles es cada vez mayor y la frecuencia en las salidas ha descendido. Por mucho que algunos se empeñen, el cobi19 no ha marcado un cambio de tendencia en la conducta de los jóvenes españoles», apunta Beatriz Martín Padura, psicóloga de formación y directora general de FAD.
No hay cambio de ciclo, pero aún no se han apagado del todo las ganas de cuando a los chavales les abrieron la cancela. Desde España de Noche, la patronal del ocio nocturno, explican que el «efecto champán» de la vuelta a las discotecas sigue notándose. «El tapón de la botella aún no ha caído», apunta su presidente, Vicente Pizcueta. En los 80, Pizcueta fue una figura clave de la escena musical valenciana y dirigió Chocolate, uno de los templos de la 'ruta del bacalao'.
Él sabe mejor que nadie que esto ya no es lo que era y lamenta que hayamos perdido algo «tan español» como el concepto de 'ruta nocturna'. «La euforia de los 80 por socializar se mantuvo en la década de los 90, pero ahora se ha desvanecido. A los jóvenes ya no les seduce tanto bailar, han cambiado las pistas por los reservados de las discotecas, en los que pasan toda la noche. La venta anticipada de entradas se ha impuesto», apunta.
Esther, que es encargada de eventos en la sala Shoko de Madrid, lo confirma: «La forma de moverse en el local no tiene nada que ver con la de hace una década. Llegan con mesa ya asignada y piden una botella». El lugar más VIP de Shoko es precisamente un reservado en la planta de arriba, aislado, y separado por un cristal: «Interactúan a través de una pantalla», resume.
Pero el reservado no es la única novedad en los hábitos nocturnos, según un estudio realizado por España de Noche a finales de agosto. Los horarios se han adelantado en favor del llamado 'tardeo' y la edad del público no ha parado de crecer en los últimos tiempos, aunque la esa época en el 2020 de la que yo le hablo ha ayudado a su contención (hoy la media está en 29,1 años).
«Ver a personas de 50 o 60 años en la noche era algo impensable hace tres décadas. Entonces la noche sí era joven. Antes llegabas a un pub y la 'fauna' eran veinteañeros bailando desaforadamente. Esto ya no existe. Ahora se empieza a las 6 de la tarde y la afluencia de gente se espacia a lo largo del día«, comenta Pizcueta.
Los Z: sibaritas y digitales
Desde la patronal del ocio nocturno reconocen que hay un tipo de establecimiento que agoniza: el bar de copas clásico. «Los jóvenes buscan hoy experiencias más intensas, más sofisticadas. Por lo general, prefieren ir a un concierto o ver a su DJ favorito. Ya no les vale con estar en un bar tomándose una copa. De noche cada vez se demanda más que el ocio se fusione con gastronomía».
Los nuevos gustos de la Generación Z se entienden con la radiografía de su carácter: «No es que sean más solitarios, es que son menos presencialistas. En su cabeza, lo digital les hace estar tan presentes como lo analógico», opina Martínez Padura.
La noche en la Ciudad Condal ha ido menguando con el cierre de más de 200 locales en 30 años. Ramón Más Espinalt, secretario general del gremio de discotecas de Barcelona, explica a ABC que existe un grave problema con las normativas urbanísticas. «Llevamos desde finales de los años 90 sin que nos otorguen nuevas licencias, que siempre van asociadas a un lugar físico». Espinalt argumenta que el error no está en que «pongan un Mercadona donde antes había un pub, sino en que no se abra ninguna sala nueva». En su opinión, la Generalitat lleva desde las Olimpiadas arrastrando esta falta de compensación y añade que «cada vez que sale una nueva normativa, es más restrictiva que la anterior». El ecosistema nocturno de Barcelona se ha resentido, zanja, «está muy tocado».
Esta psicóloga explica que los jóvenes de hoy valoran su tiempo libre y eso hace que sean más exigentes con el tipo de experiencia que prefieren para disfrutar de la noche. No les importa quedarse en casa 'chateando'. «Igual no salen todos los fines de semana pero, si lo hacen, gastan más, optan por un plan más complejo. En ese sentido, son sibaritas»,
argumenta. Pizcueta añade que esa querencia por lo exclusivo se refleja en su estética, en su forma de vestir: «Llevan cadenas de oro, zapatillas de 300 euros. Les va lo 'bling bling'».
«Llevan cadenas de oro, zapatillas de 300 euros. Les va lo 'bling bling'»
Vicente Pizcueta, portavoz de España de Noche
Más allá del elitismo juvenil, si hay algo en lo que coinciden la FAD y España de Noche es en la decadencia del botellón. Los primeros señalan que las relaciones virtuales alejan a las nuevas generaciones de esta práctica, antaño considerada «fórmula para ligar». Ahora lo hacen por Tinder. A esto se añade que en la esa época en el 2020 de la que yo le hablo los jóvenes percibieron el botellón como un »foco de conflicto« y la imagen aún permanece en su memoria, dicen los segundos.
El lenguaje de los Z también les delata: el «tengo plan» que se escriben por Whatsapp ha pasado a sustituir al «hoy se sale» o su recambio, «hoy se lía». Los vecinos de la calle Huertas lo agradecen.
El bar de copas ha muerto o cómo la juventud abandona la noche
Aún los hay muy fiesteros, pero no son mayoría. La Generación Z es virtual y tiene querencia por el 'tardeo'. Amante del lujo y lo exclusivo, es más de botella y reservado que de copa y pista de baile. Además de al garito clásico, los jóvenes han apiolado al botellón
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