El Pionero
Alcalde y presidente de Fútbol Paco premium
El turno le tocó esta semana a los vecinos de la calle de Cáceres, en la localidad de Getafe. Al menos una decena de portales de esta pequeña vía de apenas 300 metros amanecieron sin los tiradores de latón, una aleación de cobre y zinc que da cuerpo a este tipo de piezas.
Los amigos de lo ajeno ‘barrieron’ la zona con sigilo, empleando herramientas específicas para evitar ruidos y ser así detectados. La cadena de hurtos en este enclave se extiende a otras calles como las de Valencia, Granada, Andalucía, Alicante o la avenida de los Ángeles. El alza de las materias primas, con una subida de media superior al 20 por ciento en lo que va de año, parece estar detrás de un antiguo problema más de moda que nunca.
Los saqueos también han llegado a Leganés, Alcorcón o Pinto. En el primero de estos municipios, los jovenlandesadores del distrito de Zarzaquemada advertían semanas atrás de la oleada sufrida; también los vecinos de las calles de San Nicasio y Loreto, la avenida de Europa y la plaza de la Inmaculada, entre otros puntos, se han visto afectados. Por su parte, en la localidad alcorconera, las pérdidas han tenido lugar en el barrio de San José de Valderas y otras calles como Mayor, Sierra Alcubierre o la plaza de la Constitución. Y en Pinto, el barrio de Buenos Aires, la zona centro y la urbanización de Valparaíso han sido los principales blancos de los maleantes . Con todo, el fenómeno se ha generalizado en la última década y alcanza a casi cualquier rincón de la región.
Desabastecimiento
Los cotizados objetos se revenden después en chatarrerías ‘de confianza’, por una sencilla razón: para que la tras*acción sea legal hay que acreditar el origen de la mercancía . El precio actual por cada kilogramo de latón oscila entre los 3,6 y 4,2 euros, según el establecimiento, y siempre supeditado a la evolución de las materias primas en el mercado. El colapso de la esa época en el 2020 de la que yo le hablo unido a la guerra en Ucrania arrojan un neցro panorama marcado por la falta de abastecimiento y el consecuente alza de precios, por lo que no es de extrañar que algunos rateros hayan vuelto a poner el foco en una práctica hasta ahora venida a menos por su baja rentabilidad.
El peso de cada tirador o pomo varía según el material y tamaño, si bien un picaporte de latón estándar suele pesar tres kilos y tener un coste en el mercado neցro cercano a los 12 euros. Los ladrones más especializados emplean imanes de alta resistencia para identificar el material oculto bajo la fina capa de cromo. El bronce es lo más cotizado, seguido del latón, mientras que el metal termina por ser desechado. Para evitar nuevas sustracciones, son varias las empresas que fabrican las piezas en acero inoxidable; e incluso, hay comunidades vecinales que han optado por soldar los pomos de sus portales hartas de afrontar la reposición de los mismos. «Nos habían robado hasta tres veces», resume con indignación el presidente de una de ellas.
Otras modalidades
Además de esta modalidad delictiva, están también los que se emplean a fondo para robar arquetas, tapas y alcantarillas de la vía pública. O los ladrones de cobre, que sustraen el preciado metal en subestaciones , vías ferroviarias, urbanizaciones y carreteras. Para ello, se valen de un cortafríos o una radial para cortar y tirar del cable, antes de cargarlo en un vehículo. Eliminar el plástico que lo cubre es esencial para su posterior venta: por un lado, se borran los datos de procedencia, y por otro, se obtienen mayores ganancias al entregar el cobre lo más limpio posible.
Este y otros metales extraídos de manera ilegal acaban normalmente en poder de las llamadas chatarrerías ‘fantasma’, instalaciones clandestinas que no cuentan con licencia para ejercer tal actividad ni declaran lo ‘facturado’ en Hacienda. Con la ley en la mano, los empleados de los locales autorizados están obligados a pedir el DNI a los vendedores, cuyos datos quedan por escrito en un libro de registro que la Policía puede examinar para descartar el origen fraudulento de los pases.
Los amigos de lo ajeno ‘barrieron’ la zona con sigilo, empleando herramientas específicas para evitar ruidos y ser así detectados. La cadena de hurtos en este enclave se extiende a otras calles como las de Valencia, Granada, Andalucía, Alicante o la avenida de los Ángeles. El alza de las materias primas, con una subida de media superior al 20 por ciento en lo que va de año, parece estar detrás de un antiguo problema más de moda que nunca.
Los saqueos también han llegado a Leganés, Alcorcón o Pinto. En el primero de estos municipios, los jovenlandesadores del distrito de Zarzaquemada advertían semanas atrás de la oleada sufrida; también los vecinos de las calles de San Nicasio y Loreto, la avenida de Europa y la plaza de la Inmaculada, entre otros puntos, se han visto afectados. Por su parte, en la localidad alcorconera, las pérdidas han tenido lugar en el barrio de San José de Valderas y otras calles como Mayor, Sierra Alcubierre o la plaza de la Constitución. Y en Pinto, el barrio de Buenos Aires, la zona centro y la urbanización de Valparaíso han sido los principales blancos de los maleantes . Con todo, el fenómeno se ha generalizado en la última década y alcanza a casi cualquier rincón de la región.
Desabastecimiento
Los cotizados objetos se revenden después en chatarrerías ‘de confianza’, por una sencilla razón: para que la tras*acción sea legal hay que acreditar el origen de la mercancía . El precio actual por cada kilogramo de latón oscila entre los 3,6 y 4,2 euros, según el establecimiento, y siempre supeditado a la evolución de las materias primas en el mercado. El colapso de la esa época en el 2020 de la que yo le hablo unido a la guerra en Ucrania arrojan un neցro panorama marcado por la falta de abastecimiento y el consecuente alza de precios, por lo que no es de extrañar que algunos rateros hayan vuelto a poner el foco en una práctica hasta ahora venida a menos por su baja rentabilidad.
El peso de cada tirador o pomo varía según el material y tamaño, si bien un picaporte de latón estándar suele pesar tres kilos y tener un coste en el mercado neցro cercano a los 12 euros. Los ladrones más especializados emplean imanes de alta resistencia para identificar el material oculto bajo la fina capa de cromo. El bronce es lo más cotizado, seguido del latón, mientras que el metal termina por ser desechado. Para evitar nuevas sustracciones, son varias las empresas que fabrican las piezas en acero inoxidable; e incluso, hay comunidades vecinales que han optado por soldar los pomos de sus portales hartas de afrontar la reposición de los mismos. «Nos habían robado hasta tres veces», resume con indignación el presidente de una de ellas.
Otras modalidades
Además de esta modalidad delictiva, están también los que se emplean a fondo para robar arquetas, tapas y alcantarillas de la vía pública. O los ladrones de cobre, que sustraen el preciado metal en subestaciones , vías ferroviarias, urbanizaciones y carreteras. Para ello, se valen de un cortafríos o una radial para cortar y tirar del cable, antes de cargarlo en un vehículo. Eliminar el plástico que lo cubre es esencial para su posterior venta: por un lado, se borran los datos de procedencia, y por otro, se obtienen mayores ganancias al entregar el cobre lo más limpio posible.
Este y otros metales extraídos de manera ilegal acaban normalmente en poder de las llamadas chatarrerías ‘fantasma’, instalaciones clandestinas que no cuentan con licencia para ejercer tal actividad ni declaran lo ‘facturado’ en Hacienda. Con la ley en la mano, los empleados de los locales autorizados están obligados a pedir el DNI a los vendedores, cuyos datos quedan por escrito en un libro de registro que la Policía puede examinar para descartar el origen fraudulento de los pases.
El alza del latón dispara el robo masivo de picaportes en portales
Vecinos de Leganés y Getafe son los últimos en perder este tipo de piezas, cuyo valor ha subido en el mercado
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