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El culpable de su drástico cambio de vida ha sido su perro. Juampy (Juan Pablo) Pérez regresó a su hogar, en Fuenlabrada, tras residir siete años en Santander, pero sus padres no querían acoger a Teyco. Fue entonces cuando se compró una caravana de 4 metros de largo. Cinco años después, necesitaba algo más grande: ahora vive en un autobús con su fiel amigo.
«Prefiero dormir en un cartón en la calle que apiolar a mi perro», declara Juampy, que ha equipado por completo el vehículo de 12 metros de largo. Lo que era un autobús de pasajeros, que encontró, en octubre de 2018, buceando en Milanuncios, en un desguace de Arteijo (La Coruña) por 1.210 euros, es una casa con todas las letras. Aunque la entrada mantiene varios asientos originales, una cortina da paso a una espaciosa cocina, un baño —con ducha e hidromasaje— y una habitación, que hace las veces de salón. En total, ha invertido 30.000 euros y dos meses de trabajo en la reforma.
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Juampy vive con su perro en un bus de línea en Fuenlabrada. Le costó 1.210 euros, tiene placas solares e hidromasaje
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El culpable de su drástico cambio de vida ha sido su perro. Juampy (Juan Pablo) Pérez regresó a su hogar, en Fuenlabrada, tras residir siete años en Santander, pero sus padres no querían acoger a Teyco. Fue entonces cuando se compró una caravana de 4 metros de largo. Cinco años después, necesitaba algo más grande: ahora vive en un autobús con su fiel amigo.
«Prefiero dormir en un cartón en la calle que apiolar a mi perro», declara Juampy, que ha equipado por completo el vehículo de 12 metros de largo. Lo que era un autobús de pasajeros, que encontró, en octubre de 2018, buceando en Milanuncios, en un desguace de Arteijo (La Coruña) por 1.210 euros, es una casa con todas las letras. Aunque la entrada mantiene varios asientos originales, una cortina da paso a una espaciosa cocina, un baño —con ducha e hidromasaje— y una habitación, que hace las veces de salón. En total, ha invertido 30.000 euros y dos meses de trabajo en la reforma.
Su hogar de 30 metros cuadrados, la mayoría, hecho con materiales reciclados, dispone de internet, aire acondicionado y calefacción, nevera y congelador, microondas y horno. Una cafetera Italcrem 102 de 1946, que encontró abandonada en Ibiza, donde trabaja en verano, es uno de sus objetos fetiche, junto con una radio antigua que compró su abuela, cuando era joven, en Canarias. Un patinete eléctrico, un «walkie-talkie», un micrófono-karaoke y una correa de luz multicolor, que ilumina el ambiente, completan sus singulares pertenencias. Y los ladridos de su compañero Teyco son su alarma de seguridad.
Además, Juampy no tiene que conectarse a tomas de corriente: «Soy autosuficiente». De hecho, genera su propia agua, unos 20 litros diarios —consume cinco para ducharse—, con el aire acondicionado. Sobre el techo del autobús descansan seis placas solares y una antena de televisión. Además, guarda cinco botellas de butano, ya que muchos de sus aparatos funcionan con gas.
Esta vida ascética apenas le cuesta 42 euros al mes. «No puedo mantener un alquiler», explica, otra de las razones por las que decidió mudarse a una casa sobre ruedas. Con lo que gana durante cuatro meses en Ibiza, en plena temporada alta, como conductor de autobuses, le basta para disfrutar el resto del año. «No me gusta trabajar», reconoce, entre risas; prefiere «ser libre» y viajar a su antojo. Con su anterior caravana, que convirtió en un «food truck», recorría los festivales, donde servía café, cerveza y hamburguesas. «He estado en el Viña Rock, en el Frequency de Portugal, hasta en Tomorrowland, en Bélgica», enumera.
El plan inicial era hacer de su autobús otro puesto de venta, pero cambió de parecer. Ahora está volcado en su canal de YouTube, en el que muestra vídeos de su hogar y tutoriales de su peculiar estilo de vida. En casi dos meses ha conseguido 700 suscriptores y 3.200 horas de visualización. «Cada vez hay más gente que quiere montarse su “furgo”, porque se dan cuenta de que no puedes estar cobrando sueldos de 1.000 euros y pagar 750 euros de alquiler, la luz, el agua, el gas...», dice.
Desde octubre, estaciona en los polígonos industriales de Fuenlabrada, donde cambia de lugar cada dos o tres días. Mientras tanto, ha corrido la voz de su historia. Después de que, la semana pasada, saliera en la televisión madrileña, ha dado la bienvenida a «muchos cotillas» que se acercan a conocerle. Él no tiene reparo alguno; el fin de semana preparó una paella para sus vecinos del lavadero, frente al que ha aparcado, y acostumbra a invitar a cafés. «Soy feliz», asegura.
Con todo, Juampy quiere más: «Se me queda pequeño». Ya está maquinando adquirir un autobús más grande, esta vez, de dos plantas. Y grabar sus aventuras, allá donde sean, para compartirlas en YouTube. «Mi lema es: si tienes un sueño, intenta cumplirlo, es la única forma de saber si va a realizarse».
«El alquiler es caro y vivo en un autobús»