EE.UU. recomienda tolerancia con Grecia pero no cede con Puerto Rico
La isla caribeña, que es un estado asociado, no puede pagar su deuda y trata de que la Justicia estadounidense le permita protegerse bajo la ley de quiebras, como hizo Detroit
por Martín Burbridge
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"Consejos vendo pero para mí no tengo", es un clásico del refranero español que bien podría describir la postura dual del gobierno de EE.UU. frente a la crisis griega por un lado, y respecto de su propio embrollo financiero en el Estado Libre Asociado de Puerto Rico, por el otro. Porque la isla caribeña, que en 2017 va a cumplir un siglo de asociación con EE.UU. (permite que los portorriqueños sean ciudadanos estadounidenses, entre otros beneficios), se encuentra hoy en una crisis terminal que pone en riesgo el pago de su deuda soberana en el corto plazo y que tiene muchas similitudes con el dolor de cabeza que representa Grecia para la zona euro.
"No podemos pagar nuestra deuda. No se trata de una cuestión política, sino que es matemática. Nos encontramos atrapados en una espiral mortal". Esta declaración pudo haber sido realizada en las últimas semanas por el primer ministro griego Alexis Tsipras en uno de sus múltiples encuentros con el Eurogrupo, con quien negocia el rescate financiero para Grecia. Pero en realidad, fue una afirmación hecha por el gobernador de Puerto Rico, Alejandro García Padilla, en una entrevista al New York Times. "No existe otra alternativa. Me encantaría tener una opción más sencilla", agregó el funcionario.
Con una deuda de u$s 72.000 millones (100% del PIB), el país se acerca peligrosamente a la asfixia financiera y al default. Porque además la economía se encuentra atrapada desde hace una década en un círculo vicioso: estancada y con un desempleo que no deja de crecer, las inversiones caen al igual que los ingresos fiscales. De ahí que cualquier similitud con Grecia no sea una mera coincidencia.
Como Puerto Rico es un estado asociado a EE.UU., su moneda (el dólar), las leyes y la Justicia se rigen a través de las instituciones estadounidenses: la Reserva Federal, el Congreso y la Corte Suprema. Eso significa que, como sucede en Grecia, el gobierno de García Padilla no puede recurrir a una devaluación para recuperar competitividad, tal el caso de la Argentina en 2002. Tanto Grecia como Puerto Rico deberían separarse de sus propias asociaciones supranacionales (la zona euro o EE.UU.) para poder aplicar esta medida.
La isla pidió la ayuda del gobierno de Barack Obama y de la Justicia estadounidense para poder ampararse bajo la ley de quiebras y así reestructurar su deuda (Detroit hizo lo propio en 2013). Sin embargo, su estatus especial lo impide y pone al país en una situación peor que la de Grecia: al no ser una nación soberana ni un estado de EE.UU., no puede recurrir a una línea de crédito del FMI ni esperar un rescate del gobierno de Obama.
¿Cómo se llegó a esta si
tuación? La asociación de Puerto Rico con EE.UU., declarada en 1917, fue una bendición para los portorriqueños durante casi un siglo. Con beneficios fiscales que permitieron atraer inversiones y desarrollar una industria de alto valor agregado (principalmente laboratorios y petroquímica), en 2006 el gobierno estadounidense decidió poner fin a este régimen de promoción industrial. Cuando las empresas mudaron sus plantas, el gobierno boricua prefirió financiar su gasto con endeudamiento en lugar de reconvertir su tejido industrial. Como quienes compraban bonos del país se encontraban exentos de pagar impuestos, la deuda portorriqueña (soberana y corporativa) se convirtió en un imán para los grandes fondos y los pequeños ahorristas estadounidenses.
El problema llegó cuando se hizo imposible cancelar los vencimientos. La primera señal de alarma fue dada hace dos semanas atrás cuando la compañía de electricidad estatal PREPA no pudo pagar u$s 415 millones (su deuda total alcanza los u$s 9.000 millones), disparando las alarmas y las tasas de interés de los demás títulos públicos boricuas, que ya alcanzaron la categoría de "sarama" para las agencias calificadoras (encima, la isla posee el mayor endeudamiento per cápita de los estados de EE.UU.). Es la famosa "espiral mortal" a la que hizo referencia el gobernador García Padilla para tratar de obtener la misericordia de las autoridades estadounidenses. La respuesta, en cambio, fue totalmente opuesta: "Pedimos al gobierno portorriqueño elaborar un programa económico que contemple una orientación fiscal sostenible en el largo plazo".
Consejos vendo...
Lo curioso del caso es que mientras esto sucede entre EE.UU. y Puerto Rico, el mismo gobierno estadounidense ha intentado convencer a sus colegas europeos (principalmente Alemania) de que la solución para Grecia pasa por ser flexibles y autorizar un nuevo rescate para la economía helena. Justamente, lo contrario que predica en el caso portorriqueño.
Es por eso que el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, propuso a su par estadounidense hacer el siguiente intercambio territorial: "Hace poco le ofrecí a mi amigo Jack Lew que la zona euro se quede con Puerto Rico si EE.UU. acepta a Grecia dentro de su zona dólar. Creyó que se trataba de un chiste", comentó con gran ironía el funcionario germano.
Para Puerto Rico, el futuro luce bastante oscuro. Porque hoy la mayor parte de sus bonos está en manos de hedge funds, en una proporción mayor que la deuda argentina en su momento, así que su gobierno tendría que prepararse para enfrentar a figuras como el célebre Paul Singer y los fondos buitre (Axel Kicillof tendría trabajo asegurado como asesor). Sin embargo, para la "Grecia del Caribe" todavía existe una posible salvación: con cinco millones de portorriqueños que viven en EE.UU., este grupo podría inclinar la balanza en la elección presidencial de 2016 y forzar al próximo gobierno a cambiar de postura. Como dice el boricua Ricky Martin, "Yo no podré salvarme/¿Podrás salvarte tú?".
