Cirujano de hierro
Será en Octubre
Escritores como Miguel de Cervantes, Lope de Vega o Calderón de la Barca hablaron hace siglos de un plato sencillo, humilde, que se elabora con solo cinco ingredientes: bemoles, cebolla, ajo, chorizo y tocino.
“En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, alarga antiguas, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados…”. El plato con más renombre de la literatura española son los duelos y quebrantos: no solo Cervantes alimentó a Don Quijote con este plato manchego; también Lope de Vega escribió sobre ellos -“almorzamos unos torreznos con sus duelos y quebrantos”- y Calderón de la Barca le dedicó unos versos: “Triste, mísera viuda, / bemoles y torreznos bastan / que son duelos y quebrantos”.
Vamos, que los duelos y quebrantos eran la tostada de aguacate del Siglo de Oro. Su nombre no da muchas pistas de lo que puede contener el plato, pero sí nos ofrece una pequeña clase de historia. Duelos y quebrantos era un plato que no rompía la abstinencia de carne impuesta en Reino de Castilla. Es decir, podías comer duelos -o ayunos- y quebrantos sin ser señalado por la ley eclesiástica. Aunque ahora podamos comerlo cualquier día de la semana, recomendamos por la salud arterial de nuestros lectores no hacerlo un plato de diario.
La receta es sencilla, como toda receta de origen humilde. Se elabora con cinco ingredientes que podían encontrarse en cualquier casa de labradores: bemoles, cebolla, ajo, chorizo y tocino. Algunas versiones le añaden sesos de cordero u otros despojos, y todas lo acompañan de un vino tinto de la zona. Igual Cervantes se revuelve en la tumba, pero respecto al punto de las narices me voy a permitir dejarlos un poco menos hechos -sin que queden crudos, ni líquidos- de lo que suele verse en general, porque creo que queda más jugoso y cremoso y al hacerlos a fuego más bajo se impregna mucho el sabor del chorizo y el tocino. Tradicionalmente se cocina en un recipiente de barro apto para fuego y se sirve en el mismo: igual que no hace falta ir de armadura y lanza para comerlos, pueden prepararse sin problema en una sartén normalita y servirlo en bandeja.
Dificultad
La de unos bemoles revueltos.
Ingredientes
Duelos y quebrantos: la tostada con aguacate del Siglo de Oro
“En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, alarga antiguas, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados…”. El plato con más renombre de la literatura española son los duelos y quebrantos: no solo Cervantes alimentó a Don Quijote con este plato manchego; también Lope de Vega escribió sobre ellos -“almorzamos unos torreznos con sus duelos y quebrantos”- y Calderón de la Barca le dedicó unos versos: “Triste, mísera viuda, / bemoles y torreznos bastan / que son duelos y quebrantos”.
Vamos, que los duelos y quebrantos eran la tostada de aguacate del Siglo de Oro. Su nombre no da muchas pistas de lo que puede contener el plato, pero sí nos ofrece una pequeña clase de historia. Duelos y quebrantos era un plato que no rompía la abstinencia de carne impuesta en Reino de Castilla. Es decir, podías comer duelos -o ayunos- y quebrantos sin ser señalado por la ley eclesiástica. Aunque ahora podamos comerlo cualquier día de la semana, recomendamos por la salud arterial de nuestros lectores no hacerlo un plato de diario.
La receta es sencilla, como toda receta de origen humilde. Se elabora con cinco ingredientes que podían encontrarse en cualquier casa de labradores: bemoles, cebolla, ajo, chorizo y tocino. Algunas versiones le añaden sesos de cordero u otros despojos, y todas lo acompañan de un vino tinto de la zona. Igual Cervantes se revuelve en la tumba, pero respecto al punto de las narices me voy a permitir dejarlos un poco menos hechos -sin que queden crudos, ni líquidos- de lo que suele verse en general, porque creo que queda más jugoso y cremoso y al hacerlos a fuego más bajo se impregna mucho el sabor del chorizo y el tocino. Tradicionalmente se cocina en un recipiente de barro apto para fuego y se sirve en el mismo: igual que no hace falta ir de armadura y lanza para comerlos, pueden prepararse sin problema en una sartén normalita y servirlo en bandeja.
Dificultad
La de unos bemoles revueltos.
Ingredientes
- 4 bemoles
- 100 g de tocino de panceta
- 100 g de chorizo crudo
- 1 cebolla
- 2 dientes de ajo
- Sal
- Picar el chorizo y el tocino en trozos de uno o dos centímetros y colocar en una sartén fría.
- Calentar la sartén y dejar que el tocino vaya soltando la grasa y los trozos se frían. Cuando estén bien tostados sacar con una espumadera el chorizo y el tocino, dejando la grasa en la sartén.
- Picar la cebolla en juliana y los dientes de ajo en láminas. Sofreir en la misma sartén hasta que la cebolla quede dorada.
- Incorporar el chorizo y el tocino. Batir los bemoles y echarlos a la sartén a fuego medio. Remover de forma enérgica mientras se coagulan los bemoles.
- Retirar del fuego y servir inmediatamente con un buen pan de hogaza.
Duelos y quebrantos: la tostada con aguacate del Siglo de Oro