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Madmaxista
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Camioneros españoles en la Jungla de Calais: "Me pusieron un cuchillo en el cuello."
Muchos ya se niegan a hacer la ruta por temor a ataques.
Los destrozos en el camión.
Era la una y media de la madrugada y circulaban por una autopista desierta. El camión iba tragando metros cuando, a lo lejos, notaron que una estructura bloqueaba la carretera. “Era una barricada, dos vallas de obra con palos de punta. Tuvimos que frenar de golpe para no chocar. En cuanto nos quedamos parados, del arcén empezaron a echársenos encima unas 50 personas. Estaban bien organizados y sin mediar palabra uno se puso en mi lado y me colocó un cuchillo de palmo y medio en el cuello. El otro le hizo lo mismo a mi compañero, con una garrota”.
Dentro de la cabina iban F. M. C. y J. A. P., dos tras*portistas de Sevilla. Relatan lo que ocurrió el lunes 18 de julio de madrugada, cuando fueron asaltados en los alrededores de Calais por decenas de pagapensiones (“la mayoría, yo creo que eran sirios, aunque también había neցros”). No querían robar la mercancía (los bidones líquidos de 1.000 litros que cargaba el remolque) sino que buscaban un tras*porte en el que esconderse para llegar hasta Reino Unido.
“Están totalmente desesperados. Ha corrido la voz de que con el Brexit la frontera se va a cerrar en unos días y ya les da igual todo. Son pobres desgraciados, pero nosotros tampoco tenemos la culpa. Salimos de allí que nos temblaban las piernas del miedo. Yo no vuelvo a meterme por allí en mi vida. Se acabó", dice F. M. C.
El susto duró más de una hora y media en total. Los camioneros recuerdan que los asaltantes giraron los retrovisores para que no pudiesen ver lo que estaba pasando en la parte trasera del camión. “Se oía el estruendo. Se metían por todos los sitios. Levantaron el peso y le hicieron seis tajos a la lona. Eso con un cuchillo normal no se logra, hace falta un machete camboyano como poco”, dicen.
Los ‘secuestradores’ les ordenaron seguir adelante y cruzar el canal de La Mancha. “Tiré muy despacio, con los intermitentes puestos, porque algunos aún estaban encima, intentando colarse dentro. En un descuido, llamé al 111 y a los 30 segundos apareció una furgoneta con policías franceses. Fue muy rápido. Lanzaron gases lacrimógenos y hubo muchos porrazos. Pero ellos se enfrentaron, plantaron cara. Le echaron bemoles. Eso hace unos meses no pasaba, antes salían corriendo”.
[YOUTUBE]DAK6L0wAnkw[/YOUTUBE]
La policía francesa sacó a los pagapensiones del camión en dos tandas, entre la autopista y los controles. “El acceso al puerto ya no es directo. Ahora te meten por un caracoleo con rotondas. En una de esas, volvimos a escuchar gente por el techo y vino otra vez la policía. De nuevo empezó a salir gente de todos sitios. Algunos eran chiquillos de nueve o 10 años. Al final, nos mandaron a un garaje cerrado con sensores de movimiento. Ya solo quedaba dentro un neցro. Se lo llevaron detenido, aunque él se iba riendo. Los destrozos del camión ascienden a más de 2.000 euros. Pusimos una denuncia, pero el boletín que nos dieron es de risa. No sabemos si lo cubre el seguro”, concluye su relato F. M. C.
La situación en la llamada Jungla de Calais, los campamentos improvisados donde miles de refugiados e pagapensiones esperan su oportunidad para cruzar el Canal de la Mancha, se ha deteriorado vertiginosamente en los últimos meses. Y los conductores cada vez tienen más miedo a hacer esa ruta. Algunos directamente se niegan a pasar por allí o dan rodeos interminables para evitar pasar por encima del campamento improvisado. Y aunque desde la primavera de 2015 se han venido produciendo asaltos a camiones, no son frecuentes escenas tan violentas como la que describen los camioneros andaluces. "Pasamos por aquí a menudo y nunca habíamos oído algo así. Esto va a estallar", dicen.
Los enfrentamientos, muchos de ellos relatados por la prensa inglesa y francesa, documentan una escalada de tensión entre pagapensiones y tras*portistas. Pedradas, ruedas rajadas, palizas.... Se han reproducido millones de veces por internet las imágenes (ver vídeo) de un camionero húngaro que grabó la carretera mientras daba volantazos para asustar a los pagapensiones que le salían al paso. También se hizo viral el relato de un grupo de estudiantes británicos cuyo autobús fue atacado por los refugiados.
Ramón Valdivia, director general de la Asociación del tras*porte Internacional por Carretera (ASTIC), dice que llevan “tres lustros” conviviendo con el problema de la inmi gración ilegal en el túnel. “Pero en los últimos meses se ha recrudecido mucho, ya empieza a haber enfrentamientos físicos. Aunque, que yo sepa, no había alcanzado el nivel de violencia de este caso. Las autoridades pretenden que hagamos nosotros de policías. Nos sancionan con hasta 2.500 libras por cada viajero que encuentran en los camiones, pero no podemos asumir la responsabilidad de luchar contra las mafias organizadas que orquestan esto. Debería ser una labor policial. Es una preocupación muy grave para nosotros”, dice.
La ASTIC calcula que pasan entre 1.000 y 2.000 camiones españoles cada día por el túnel del estrecho, y argumentan que, si la situación sigue deteriorándose, podría generar un problema a los exportadores. “Cuando se consiguen meter dentro, aunque los descubran antes de la frontera, nos causan muchos quebraderos de cabeza. Por ejemplo, ¿qué hacemos con la carga cuando la pisotean? Sobre todo si son alimentos…”.
F. M. C. y J. A. P. relatan que han cruzado muchas fronteras (“durante años, por Ceuta y Meilla") y que, aunque se han enfrentado antes con la inmi gración ilegal, nunca habían visto algo parecido a lo que ahora se vive en Calais.
“Antes, los sirios se ponían delante del camión para poder subirse. Un portugués se llevó varios por delante y ahora le quieren meter tres años en la guandoca. Ahora ya hay agresiones. Los camioneros estamos cada vez más preocupados, y yo vaticino que va a haber muertos . ¿Qué haces si te ponen un cuchillo en el cuello? Me dan mucha pena, pero no tengo la culpa de lo que pasa en Siria. Soy un padre de familia, también tengo que poder ganarme la vida sin estos sustos”, concluye.
En fin señores, así está el percal, y los civiles hasta la platano y la policía actuando como debe.
Muchos ya se niegan a hacer la ruta por temor a ataques.
Los destrozos en el camión.
Era la una y media de la madrugada y circulaban por una autopista desierta. El camión iba tragando metros cuando, a lo lejos, notaron que una estructura bloqueaba la carretera. “Era una barricada, dos vallas de obra con palos de punta. Tuvimos que frenar de golpe para no chocar. En cuanto nos quedamos parados, del arcén empezaron a echársenos encima unas 50 personas. Estaban bien organizados y sin mediar palabra uno se puso en mi lado y me colocó un cuchillo de palmo y medio en el cuello. El otro le hizo lo mismo a mi compañero, con una garrota”.
Dentro de la cabina iban F. M. C. y J. A. P., dos tras*portistas de Sevilla. Relatan lo que ocurrió el lunes 18 de julio de madrugada, cuando fueron asaltados en los alrededores de Calais por decenas de pagapensiones (“la mayoría, yo creo que eran sirios, aunque también había neցros”). No querían robar la mercancía (los bidones líquidos de 1.000 litros que cargaba el remolque) sino que buscaban un tras*porte en el que esconderse para llegar hasta Reino Unido.
“Están totalmente desesperados. Ha corrido la voz de que con el Brexit la frontera se va a cerrar en unos días y ya les da igual todo. Son pobres desgraciados, pero nosotros tampoco tenemos la culpa. Salimos de allí que nos temblaban las piernas del miedo. Yo no vuelvo a meterme por allí en mi vida. Se acabó", dice F. M. C.
El susto duró más de una hora y media en total. Los camioneros recuerdan que los asaltantes giraron los retrovisores para que no pudiesen ver lo que estaba pasando en la parte trasera del camión. “Se oía el estruendo. Se metían por todos los sitios. Levantaron el peso y le hicieron seis tajos a la lona. Eso con un cuchillo normal no se logra, hace falta un machete camboyano como poco”, dicen.
Los ‘secuestradores’ les ordenaron seguir adelante y cruzar el canal de La Mancha. “Tiré muy despacio, con los intermitentes puestos, porque algunos aún estaban encima, intentando colarse dentro. En un descuido, llamé al 111 y a los 30 segundos apareció una furgoneta con policías franceses. Fue muy rápido. Lanzaron gases lacrimógenos y hubo muchos porrazos. Pero ellos se enfrentaron, plantaron cara. Le echaron bemoles. Eso hace unos meses no pasaba, antes salían corriendo”.
[YOUTUBE]DAK6L0wAnkw[/YOUTUBE]
La policía francesa sacó a los pagapensiones del camión en dos tandas, entre la autopista y los controles. “El acceso al puerto ya no es directo. Ahora te meten por un caracoleo con rotondas. En una de esas, volvimos a escuchar gente por el techo y vino otra vez la policía. De nuevo empezó a salir gente de todos sitios. Algunos eran chiquillos de nueve o 10 años. Al final, nos mandaron a un garaje cerrado con sensores de movimiento. Ya solo quedaba dentro un neցro. Se lo llevaron detenido, aunque él se iba riendo. Los destrozos del camión ascienden a más de 2.000 euros. Pusimos una denuncia, pero el boletín que nos dieron es de risa. No sabemos si lo cubre el seguro”, concluye su relato F. M. C.
La situación en la llamada Jungla de Calais, los campamentos improvisados donde miles de refugiados e pagapensiones esperan su oportunidad para cruzar el Canal de la Mancha, se ha deteriorado vertiginosamente en los últimos meses. Y los conductores cada vez tienen más miedo a hacer esa ruta. Algunos directamente se niegan a pasar por allí o dan rodeos interminables para evitar pasar por encima del campamento improvisado. Y aunque desde la primavera de 2015 se han venido produciendo asaltos a camiones, no son frecuentes escenas tan violentas como la que describen los camioneros andaluces. "Pasamos por aquí a menudo y nunca habíamos oído algo así. Esto va a estallar", dicen.
Los enfrentamientos, muchos de ellos relatados por la prensa inglesa y francesa, documentan una escalada de tensión entre pagapensiones y tras*portistas. Pedradas, ruedas rajadas, palizas.... Se han reproducido millones de veces por internet las imágenes (ver vídeo) de un camionero húngaro que grabó la carretera mientras daba volantazos para asustar a los pagapensiones que le salían al paso. También se hizo viral el relato de un grupo de estudiantes británicos cuyo autobús fue atacado por los refugiados.
Ramón Valdivia, director general de la Asociación del tras*porte Internacional por Carretera (ASTIC), dice que llevan “tres lustros” conviviendo con el problema de la inmi gración ilegal en el túnel. “Pero en los últimos meses se ha recrudecido mucho, ya empieza a haber enfrentamientos físicos. Aunque, que yo sepa, no había alcanzado el nivel de violencia de este caso. Las autoridades pretenden que hagamos nosotros de policías. Nos sancionan con hasta 2.500 libras por cada viajero que encuentran en los camiones, pero no podemos asumir la responsabilidad de luchar contra las mafias organizadas que orquestan esto. Debería ser una labor policial. Es una preocupación muy grave para nosotros”, dice.
La ASTIC calcula que pasan entre 1.000 y 2.000 camiones españoles cada día por el túnel del estrecho, y argumentan que, si la situación sigue deteriorándose, podría generar un problema a los exportadores. “Cuando se consiguen meter dentro, aunque los descubran antes de la frontera, nos causan muchos quebraderos de cabeza. Por ejemplo, ¿qué hacemos con la carga cuando la pisotean? Sobre todo si son alimentos…”.
F. M. C. y J. A. P. relatan que han cruzado muchas fronteras (“durante años, por Ceuta y Meilla") y que, aunque se han enfrentado antes con la inmi gración ilegal, nunca habían visto algo parecido a lo que ahora se vive en Calais.
“Antes, los sirios se ponían delante del camión para poder subirse. Un portugués se llevó varios por delante y ahora le quieren meter tres años en la guandoca. Ahora ya hay agresiones. Los camioneros estamos cada vez más preocupados, y yo vaticino que va a haber muertos . ¿Qué haces si te ponen un cuchillo en el cuello? Me dan mucha pena, pero no tengo la culpa de lo que pasa en Siria. Soy un padre de familia, también tengo que poder ganarme la vida sin estos sustos”, concluye.
En fin señores, así está el percal, y los civiles hasta la platano y la policía actuando como debe.