De mi articulo sobre la batalla de Bailén en
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EL DOS DE MAYO EN MADRID
Cinco divisiones del ejército francés con la caballería de Grouchy en vanguardia emprendieron la marcha hacia Madrid por Somosierra con el cuerpo de Dupont cubriendo el flanco derecho en dirección al puerto de Guadarrama. El valido Godoy se dio por fin cuenta de las intenciones depredatorias de Napoleón sobre España y decidió trasladar a los reyes y el gobierno a Cádiz desde Aranjuez, donde estaban, como primer paso para emprender viaje a América como habían hecho los reyes de Portugal ante la oleada turística de Junot. Pero el partido fernandino de la corte, con la colaboración del embajador francés, creyendo que la proximidad de las tropas de Murat les favorecía promueve en Aranjuez un motín contra Godoy que resulta en la abdicación del monarca Carlos IV a favor de su hijo Fernando, ante la amenaza de asesinar al valido el día 19 de marzo.
Con este estado de cosas, Murat ordena a Moncey concentrar su cuerpo de ejército en las proximidades de Chamartín, en las primeras horas de la mañana del día 23 de marzo al objeto de revistarlo previamente a su entrada en Madrid, entrada que se produce en las primeras horas de la tarde de ese día con el gran duque de Berg (Murat) y su estado mayor a la cabeza, seguidos de la división de caballería de Grouchy y la primera división de infantería del general Musnier.
Un testigo presencial- Alcalá Galiano- narra esa entrada así:
“…Asistí a la entrada del ejército francés en Madrid, que se verificó en la tarde del 23 de marzo de 1808, presentando espectáculo singular verdaderamente.
Hasta entonces, dondequiera que habían entrado aquellas tropas, habían sido recibidas con muestra de apasionado afecto, pues aun quienes las sospechaban de venir como enemigas del gobierno las consideraban tales en calidad de aliadas del príncipe Fernando. En el día de su entrada en Madrid nada había desengañado de esta idea, y el general contento reinante,
con ser subido y puro, declaraba no temerse peligros ni aun de parte de aquellos extranjeros. Vióselos, con todo, entrar con curiosidad y no con desabrimiento, pero con gusto tampoco. Admirábaselos; extrañábase en su Infantería traer cubierta la cabeza con los llamados chacós, en vez de sombreros, la pequeñez de estatura de la mayor parte de los soldados, y cierta aparente falta de aliño en la formación y marcha; celebrábase en los cuerpos de Caballería su diverso y lucido porte, y poníase la vista con atención y asombro en los Mamelucos de la Guardia
Imperial, con su traje de orientales, o, según la frase común, de jovenlandeses, y con sus muchas armas, entre las que brillaba el corvo alfanje damasquino.
En medio de esto no sonaba un viva o un murmullo de desaprobación, ni se advertía en los semblantes o ademanes indicio de placer o pena. Todo ello, sin embargo, denotaba mudanza, por haber cuando menos cesado la satisfacción causada por la venida de huéspedes tan notables…”
Guerrero Acosta (2004:244-245)
Un oficial francés- el barón de Marbot- señala asimismo:
«…Comparando los anchos pechos y robustos miembros de los españoles que nos rodeaban con los de nuestros débiles y raquíticos infantes, mi amor propio nacional fue humillado, y sin prever los problemas que causaría la mala impresión que los españoles iban a concebir de nuestras
tropas, lamenté vivamente que el emperador no hubiera enviado a la península alguno de sus viejos cuerpos de Alemania…».
Ibidem, 245
Este testimonio es demostrativo de la baja calidad de las tropas que Napoleón había dedicado a la ocupación de España, en parte motivado por la pobre opinión que le merecían el ejército y las autoridades españolas y en parte por el afán reclutador del emperador que hace que la edad media de los conscriptos del ejército francés sea de sólo dieciocho años y medio en 1807.
Estos soldados franceses que ocupan Madrid, por cierto afectados en gran cantidad de la enfermedad de la sarna, van a provocar gran número de incidentes con la población durante su estancia hasta los sucesos del dos de mayo y aun después, con su conducta irrespetuosa y altanera como narran todas las crónicas contemporáneas de los hechos. En los días siguientes llegó a Madrid el cuerpo de ejército de Dupont con lo que Murat contaba con una fuerza de diez mil hombres en la ciudad y cuarenta mil en la periferia mientras que las fuerzas militares españolas habían abandonado casi enteramente la capital no contando más que con unos tres mil efectivos.
Todo el mes de abril tras*currió en un clima de creciente tensión, agravada por la marcha del nuevo rey Fernando a mediados del mes, atraído a Bayona con métodos felones por Napoleón sin que la gran inquietud popular, como el cas¡ motín de Vitoria para impedir el viaje, bastasen para neutralizar la idiocia de los reyes padres y la cobardía del nuevo rey, mientras que el pueblo español se mostraba cada vez más rebelde contra los invasores, produciéndose sólo en Madrid entra la entrada y el 1 de mayo la fin violenta de ciento setenta y cuatro franceses, Guerrero Acosta (2004:249).
Sabido es que la preparación de la partida del infante Francisco en la mañana del día 2 de mayo provocó la sublevación del pueblo de Madrid contra los franceses y resulta interesante leer en el informe del general Grouchy- gobernador militar francés de Madrid- a su jefe Murat las medidas extremas represivas que adoptaron los invasores para sofocar los disturbios.
Vanamente he intentado mediante oficiales franceses y españoles que los habitantes cesaran el fuego; los portadores de estas palabras de paz han sido recibidos a tiros de fusil y habiendo
anunciado inútilmente que haría pasar por el filo de la espada a todos aquellos que se encontraran en las casas desde las que se seguía haciendo fuego, me he visto obligado a llegar a esta cruel extremidad que la efusión de sangre francesa hacía necesaria.
Guerrero Acosta (2004:252)
Aunque es preciso señalar que el levantamiento del pueblo madrileño el día 2 de mayo no fue seguramente totalmente espontáneo como señala Pérez de Guzmán en su obra reseñada en la bibliografía, donde da además cuenta de la activa preparación de un plan de insurrección militar diseñado por el capitán de artillería Pedro Velarde en colaboración con el también capitán del mismo Cuerpo Luís Daoíz encaminado a expulsar de España a las tropas invasoras. (Pérez de Guzmán,1908;340).
Sin pretender entrar en un relato exhaustivo de la jornada que no es el objeto de este artículo, si se puede decir que ante el movimiento popular las tropas francesas convergieron sobre el centro de Madrid, las plazas de la Cebada, Mayor y Sol- donde se concentraban los españoles insurrectos- desde el gran campamento francés del Retiro en dos fuertes columnas por las calles de Alcalá y Carrera de San Jerónimo en combinación con otras fuerzas que acudían desde la Casa de Campo y los Carabancheles y para las dos de la tarde toda resistencia, incluida la única en la que tomaron parte tropas regulares españolas- la del parque de artillería de Monteleón- había cesado.
Las bajas producidas en el lado francés fueron de 38 muertos y 159 heridos (mínimo), Guerrero Acosta (2004:256) mientras que en el lado español se produjeron 410 muertos (entre los combates y los fusilamientos posteriores) y 171 heridos (5).
(5).-
ABC.es - 2 de mayo. ABC, diario insurrecto de la Monarqu?a. Consultado el 1-5-2013