Veo que la tragedia de Valencia está dejando en evidencia muchas cosas y compruebo que mucha gente comienza a hacerse la pregunta de ¿para qué pagamos impuestos?.
Pagar impuestos está bien si esto se traduce en servicios o en ayudas cuando ha pasado una catástrofe como es el caso. Pero el asunto es que, desde hace unos años, se suben impuestos y, al tiempo, se reducen servicios o se dan servicios de peor calidad.
Las campañas de propaganda gubernamental tratan de convencer a menudo con éxito que hay que pagar impuestos y atacan ferozmente a quien cuestiona estas subidas tachándole de insolidario o como si fuese un ignorante que desconociese de dónde sale el dinero para sufragar el gasto de los servicios, siempre poniendo por delante la salud y la educación.
Pero cuando surge la desgracia y los ciudadanos se quedan solos porque el estado no está presente y precisan del apoyo solidario de otros ciudadanos, entonces surge la pregunta que cuestiona a dónde va el dinero de nuestros impuestos.
Pagar impuestos está bien si esto se traduce en servicios o en ayudas cuando ha pasado una catástrofe como es el caso. Pero el asunto es que, desde hace unos años, se suben impuestos y, al tiempo, se reducen servicios o se dan servicios de peor calidad.
Las campañas de propaganda gubernamental tratan de convencer a menudo con éxito que hay que pagar impuestos y atacan ferozmente a quien cuestiona estas subidas tachándole de insolidario o como si fuese un ignorante que desconociese de dónde sale el dinero para sufragar el gasto de los servicios, siempre poniendo por delante la salud y la educación.
Pero cuando surge la desgracia y los ciudadanos se quedan solos porque el estado no está presente y precisan del apoyo solidario de otros ciudadanos, entonces surge la pregunta que cuestiona a dónde va el dinero de nuestros impuestos.