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Madmaxista
Zapatero escondido, el PSOE asustado
Pablo Sebastián
El espectáculo de escapismo que han protagonizado Zapatero y De la Vega en la derrota electoral del pasado domingo da una idea del desconcierto y el poderoso impacto que tan sonoro fracaso tuvo en el Gobierno y el PSOE, donde habitan ministros y dirigentes de muy escaso nivel político, o de una manifiesta incapacidad y preparación para gestionar el gobernanza del país. Y menos aún en los tiempos de grandes dificultades económicas y sociales en que vivimos, en los que la propaganda, el discurso social y el pretendido "buenismo" (por no hablar del "tontismo", que citó el presidente Sarkozy) no sólo no engañan a nadie, sino que además chocan a diario con la cruda e imbatible realidad.
Que el líder del PSOE se haya escondido y dejado en la mayor soledad de la derrota a la "planetaria" Leire Pajín, además de una cobardía es una falta de responsabilidad por parte de quien es el secretario general del Partido Socialista y el principal protagonista de las pasadas elecciones, por más que López Aguilar apareciera como primer candidato. Y penosa y balbuceante fue la aparición televisiva de la vicepresidenta De la Vega negándose, en la noche electoral y en el acto oficial del anuncio de los resultados, a dar su opinión sobre la derrota del PSOE y del Gobierno. Ella que utiliza todos los viernes el palacio de la Moncloa para criticar a la oposición desde la rueda de prensa del Consejo de Ministros. Su actitud antidemocrática habla por sí sola del deterioro de su posición política y de sus malos modales, ante un asombrado Rubalcaba, que puede ser su sustituto a nada que alguien -como Felipe González- dé la señal de alarma y un abrazo en la mesa del PSOE ante el riesgo real de que los socialistas pierdan el poder.
Y, vistos los resultados, ya han empezado a perderlo en toda España y de especial manera en La Mancha, Andalucía, Baleares y Cataluña, quedando en la mayor evidencia en Madrid, Valencia y Murcia. Como han perdido su capacidad de pacto con CiU y PNV por las muchas mentiras de Zapatero, y puede que con ERC -en caída libre- a nada que el Tribunal Constitucional retoque el Estatuto catalán. Mentiras a las que se añade una purga incesante de notorios dirigentes del PSOE -Jáuregui ha sido el último-, de Maragall hasta Bono, pasando por Redondo, Leguina, Borrell, etc., dejando el partido en las pintorescas manos de Pepiño, que arruinó las elecciones gallegas, o Pajín, que acaba de estrenarse con una derrota nacional, y sin que en la sede central de Ferraz se aprecie el menor atisbo de inteligencia, de experiencia o, simplemente, de sentido común.
Todo esto, en plena euforia económica y batalla cainita en el seno del PP, no parecía tener la menor importancia. Pero a la luz de la derrota europea, con una crisis que va para largo y un PP reforzado en cohesión y liderazgo de Rajoy, anuncia el fin de la impostura y de la insoportable sonrisa de un temerario "intruso" en el liderazgo del PSOE -se coló por la gatera felipista en el congreso socialista frente a Bono- y en la Moncloa -aprovechando la masacre del 11-M y los errores de Aznar-, donde hizo mangas y capirotes en detrimento de la convivencia ciudadana y de la nación española que él consideró "discutida y discutible", para inventar de un plumazo la España federal, pactar con ETA el fin de la violencia y darle "la vuelta a la tortilla" de la Guerra Civil española. Culminando con "arrojo" su magistral lección a los ingenuos y timoratos dirigentes políticos del PSOE y otros partidos, que, tan generosamente, protagonizaron la tras*ición para así recuperar las libertades y sellar la reconciliación nacional.
Zapatero lleva dos días escondido detrás de Leire Pajín, porque no sabe qué hacer -acaba de reformar el Gobierno que ha sido derrotado-, ni qué decir, ni cómo abordar la crisis económica, ni cómo explicar que su Europa se va a los brazos de la derecha que, según el monclovita, es la responsable de la crisis económica que nos invade. O sea, el pueblo, entontecido, vota a favor de los políticos causantes de la hecatombe laboral. O, simplemente, ya está cansado de mentiras e incompetencia manifiesta y buscan a otros que estén en condiciones de hacernos salir de esta crisis que para Zapatero nunca ha existido, ni existirá porque los brotes verdes ya anuncian la recuperación. Y todavía hay dirigentes políticos y publicistas del PP que apuestan por la pronta recuperación de Zapatero, sin entender el alcance de esta derrota y la oportunidad que les brinda a ellos, y a los españoles en general, de acabar con esta pesadilla que, afortunadamente, se empieza a desmoronar.
Pablo Sebastián
El espectáculo de escapismo que han protagonizado Zapatero y De la Vega en la derrota electoral del pasado domingo da una idea del desconcierto y el poderoso impacto que tan sonoro fracaso tuvo en el Gobierno y el PSOE, donde habitan ministros y dirigentes de muy escaso nivel político, o de una manifiesta incapacidad y preparación para gestionar el gobernanza del país. Y menos aún en los tiempos de grandes dificultades económicas y sociales en que vivimos, en los que la propaganda, el discurso social y el pretendido "buenismo" (por no hablar del "tontismo", que citó el presidente Sarkozy) no sólo no engañan a nadie, sino que además chocan a diario con la cruda e imbatible realidad.
Que el líder del PSOE se haya escondido y dejado en la mayor soledad de la derrota a la "planetaria" Leire Pajín, además de una cobardía es una falta de responsabilidad por parte de quien es el secretario general del Partido Socialista y el principal protagonista de las pasadas elecciones, por más que López Aguilar apareciera como primer candidato. Y penosa y balbuceante fue la aparición televisiva de la vicepresidenta De la Vega negándose, en la noche electoral y en el acto oficial del anuncio de los resultados, a dar su opinión sobre la derrota del PSOE y del Gobierno. Ella que utiliza todos los viernes el palacio de la Moncloa para criticar a la oposición desde la rueda de prensa del Consejo de Ministros. Su actitud antidemocrática habla por sí sola del deterioro de su posición política y de sus malos modales, ante un asombrado Rubalcaba, que puede ser su sustituto a nada que alguien -como Felipe González- dé la señal de alarma y un abrazo en la mesa del PSOE ante el riesgo real de que los socialistas pierdan el poder.
Y, vistos los resultados, ya han empezado a perderlo en toda España y de especial manera en La Mancha, Andalucía, Baleares y Cataluña, quedando en la mayor evidencia en Madrid, Valencia y Murcia. Como han perdido su capacidad de pacto con CiU y PNV por las muchas mentiras de Zapatero, y puede que con ERC -en caída libre- a nada que el Tribunal Constitucional retoque el Estatuto catalán. Mentiras a las que se añade una purga incesante de notorios dirigentes del PSOE -Jáuregui ha sido el último-, de Maragall hasta Bono, pasando por Redondo, Leguina, Borrell, etc., dejando el partido en las pintorescas manos de Pepiño, que arruinó las elecciones gallegas, o Pajín, que acaba de estrenarse con una derrota nacional, y sin que en la sede central de Ferraz se aprecie el menor atisbo de inteligencia, de experiencia o, simplemente, de sentido común.
Todo esto, en plena euforia económica y batalla cainita en el seno del PP, no parecía tener la menor importancia. Pero a la luz de la derrota europea, con una crisis que va para largo y un PP reforzado en cohesión y liderazgo de Rajoy, anuncia el fin de la impostura y de la insoportable sonrisa de un temerario "intruso" en el liderazgo del PSOE -se coló por la gatera felipista en el congreso socialista frente a Bono- y en la Moncloa -aprovechando la masacre del 11-M y los errores de Aznar-, donde hizo mangas y capirotes en detrimento de la convivencia ciudadana y de la nación española que él consideró "discutida y discutible", para inventar de un plumazo la España federal, pactar con ETA el fin de la violencia y darle "la vuelta a la tortilla" de la Guerra Civil española. Culminando con "arrojo" su magistral lección a los ingenuos y timoratos dirigentes políticos del PSOE y otros partidos, que, tan generosamente, protagonizaron la tras*ición para así recuperar las libertades y sellar la reconciliación nacional.
Zapatero lleva dos días escondido detrás de Leire Pajín, porque no sabe qué hacer -acaba de reformar el Gobierno que ha sido derrotado-, ni qué decir, ni cómo abordar la crisis económica, ni cómo explicar que su Europa se va a los brazos de la derecha que, según el monclovita, es la responsable de la crisis económica que nos invade. O sea, el pueblo, entontecido, vota a favor de los políticos causantes de la hecatombe laboral. O, simplemente, ya está cansado de mentiras e incompetencia manifiesta y buscan a otros que estén en condiciones de hacernos salir de esta crisis que para Zapatero nunca ha existido, ni existirá porque los brotes verdes ya anuncian la recuperación. Y todavía hay dirigentes políticos y publicistas del PP que apuestan por la pronta recuperación de Zapatero, sin entender el alcance de esta derrota y la oportunidad que les brinda a ellos, y a los españoles en general, de acabar con esta pesadilla que, afortunadamente, se empieza a desmoronar.