la semilla de ciprés
Madmaxista
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La neocolonización: cómo es el plan de China para conquistar América Latina y las peligrosas consecuenciasEl gigante asiático somete a países empobrecidos a fuerza de préstamos y promesas de inversiones. Mano de obra barata, precarización y deterioro ambiental. El modelo impuesto en África
La neocolonización: cómo es el plan de China para conquistar América Latina y las peligrosas consecuencias
África bajo China
El continente africano es una de las mayores apuestas de China. Políticamente inició sus primeros pasos en los años 60, cuando comenzó a disputar su influencia en aquella región con los Estados Unidos y su rival en el comunismo, la Unión Soviética. Eran tiempos de Guerra Fría en los cuales el dinero no florecía en la capital de la Ciudad Perdida. Ahora es otra la historia... al menos económica.
En Nigeria, por caso, además de las grandes empresas asociadas con Beijng como Huawei o China Bridge, el régimen empuja a empresarios más pequeños a instalarse en el extranjero y penetrar en poblaciones hasta el hueso. Abandonan China por la escasa oportunidad de negocios internos que pueden encontrar en una población mayoritariamente empobrecida. O por orden directa.
En aquel país africano los ejemplos abundan. Igbesa, una pequeña área a 60 kilómetros de Lagos, la ciudad más importante de la nación es uno de ellos. En esa zona de libre comercio quienes mandan son empresarios chinos a quienes el poder central nigeriano les facilitó todo. Los “inversionistas” prometieron mejorar las infraestructuras. Lo hicieron al extremo: ahora en el importante y extenso poblado lograron imponer leyes propias, una policía que les responde y su administración.
Un estado dentro de otro donde quienes tienen el manejo son hombres de negocios enviados por el PCC, que además de controlar el terreno, ordenan quién puede y quien no comercializar productos a través de las fronteras.
Pero la olvidada ciudad del estado de Ogun no solo sufre el yugo policial chino. También el medio ambiente es víctima de la destrucción. Su población ha hecho pedidos desesperados para que las autoridades pusieran un freno a lo que llaman una “oleada turística” de tierras. La comunidad ha denunciado que al menos 500 hectáreas habían sido destruidas por los “inversores” a pesar de que no podían hacer una explotación de ellas.
En términos absolutos la fracción aludida no parece extensa... si uno no es propietario de alguna de las hectáreas de allí. Los representantes legales chinos respondieron con dureza: amenazaron a los dueños con demandarlos ante la Justicia y retrotraer la adquisición que habían conseguido en 1977. Un litigio para ellos resultaría impensado en términos económicos. El gobierno de Nigeria, mientras tanto, mira hacia otro lado.
“Cada vez que vengo a África veo el dinamismo del continente y las aspiraciones de su gente para el desarrollo”. Las palabras corresponden a Jinping. Las pronunció en julio de 2018 en su cuarto viaje al continente. Seguramente no se refería al dinamismo y desarrollo percibido por los hombres y mujeres de Ogun.
Namibia es otro claro ejemplo. Le abrió completamente las puertas de sus recursos naturales, casi la exclusiva fuente de ingresos para la economía de aquel estado relativamente nuevo. A pesar de las promesas de crecimiento hechas por los “inversores”, ninguna permitió el desarrollo de su economía o infraestructura. La nación continúa atrasada.
Pero no solo aquella explotación de sus riquezas (diamantes, cobre, uranio, oro, plata, plomo, estaño, litio, cadmio, tungsteno, zinc y ¿petróleo?) interesa a Beijing. También su influencia política. Hace apenas diez días ambos gobiernos firmaron un acuerdo por el cual el régimen chino capacitaría a sus fuerzas armadas. Se trata del Colegio de Personal y Comandos dirigido por el PCC. Para el presidente del país africano, Hage Geingob, se trata del aporte de conocimiento en guerras tácticas y operativas y del papel de los militares en una “sociedad democrática”. Nadie se animó a lanzar una carcajada cuando las palabras “China” y “democracia” fueron conjugadas en la misma oración.
También emerge otra ironía: Namibia logró independizarse definitivamente en 1990. La rebeldía que supo tener en épocas coloniales parece haberla olvidado al dejar en manos de otro imperio recursos y entrenamiento militar, instrumentos que cualquier discurso político colocaría bajo el paraguas de la soberanía.
Otras naciones africanas también han permitido el desembarco del dinero y funcionarios y empresarios enviados del régimen comunista chino: Angola, Etiopía, Kenia, Senegal, Sudán o Yibuti, son otras de las bendecidas. En septiembre de 2018, Jinping había prometido flamantes capitales en el continente por 60 mil millones de dólares. A los gobernantes les brillaron los ojos. Alguno habrá exagerado una emoción. El gesto del jerarca chino, en cambio, era indescifrable. Su objetivo, no. Tres años antes también había ofrecido una suma idéntica que fue concretando. Los leones se relamían.
En concreto, esa última suma -anunciada el año pasado en la cumbre del Foro de Cooperación China-África- se repartirá en 15.000 millones de dólares en préstamos sin intereses, 20.000 millones en líneas de crédito, 10.000 millones en fondos para el desarrollo y 5.000 millones para financiar las importaciones africanas. El resto en otro tipo de capital privado.
El comercio bilateral entre China y el continente crece alrededor de un 20% anual. Desde el año 2000 Beijing concedió créditos por 136.000 millones de dólares, según datos de la consultora estadounidense McKinsey. El argumento es siempre el mismo desde la oficina de Jinping: el desarrollo de África. Sin embargo, en ese lapso es poca la evolución que puede observarse en aquellos países.
La neocolonización: cómo es el plan de China para conquistar América Latina y las peligrosas consecuencias
DIEZ MILLONES DE PERSONAS EN EL CUERNO DE ÁFRICA SUFREN HAMBRUNA
África vende sus tierras a tras*nacionales y fondos de inversión
Más de 63 millones de hectáreas de tierras fértiles han sido vendidas en África a inversores extranjeros para producir alimentos que van al exterior. Es el fenómemo conocido como acaparamiento de tierras. Mientras, la FAO ha requerido ayuda ante la hambruna que afecta a más de diez millones de jovenlandeses.
India y China, países a la cabeza del acaparamiento de tierras
China, socio preferente en el continente africano, donde ha invertido grandes cantidades en infraestructuras, ha adquirido también millones de kilómetros en tierras. Beidahuang Group, la primera empresa de la agroindustria china, cuenta ya con dos billones de hectáreas en varios continentes, sobre todo en África.
África vende sus tierras a tras*nacionales y fondos de inversión | Periódico Diagonal
África vende sus tierras a tras*nacionales y fondos de inversión | Periódico Diagonal
La gran expansión china
Anteayer, el presidente de Kenia, Uhuru Kenyatta, inauguró una línea de ferrocarril que une Nairobi con la ciudad de Naivasha, en el valle del Rift. La infraestructura prolonga la vía que une el puerto de Mombasa con la capital y supone la apertura de un corredor fundamental para sacar al mar las abundantes materias primas que hay en esa región central de Kenia, donde el Gobierno, además, está construyendo un parque industrial. La línea de tren ha costado 1.500 millones de dólares y ha sido financiada y construida por China.
La gran expansión china
La neocolonización: cómo es el plan de China para conquistar América Latina y las peligrosas consecuenciasEl gigante asiático somete a países empobrecidos a fuerza de préstamos y promesas de inversiones. Mano de obra barata, precarización y deterioro ambiental. El modelo impuesto en África
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África bajo China
El continente africano es una de las mayores apuestas de China. Políticamente inició sus primeros pasos en los años 60, cuando comenzó a disputar su influencia en aquella región con los Estados Unidos y su rival en el comunismo, la Unión Soviética. Eran tiempos de Guerra Fría en los cuales el dinero no florecía en la capital de la Ciudad Perdida. Ahora es otra la historia... al menos económica.
En Nigeria, por caso, además de las grandes empresas asociadas con Beijng como Huawei o China Bridge, el régimen empuja a empresarios más pequeños a instalarse en el extranjero y penetrar en poblaciones hasta el hueso. Abandonan China por la escasa oportunidad de negocios internos que pueden encontrar en una población mayoritariamente empobrecida. O por orden directa.
En aquel país africano los ejemplos abundan. Igbesa, una pequeña área a 60 kilómetros de Lagos, la ciudad más importante de la nación es uno de ellos. En esa zona de libre comercio quienes mandan son empresarios chinos a quienes el poder central nigeriano les facilitó todo. Los “inversionistas” prometieron mejorar las infraestructuras. Lo hicieron al extremo: ahora en el importante y extenso poblado lograron imponer leyes propias, una policía que les responde y su administración.
Un estado dentro de otro donde quienes tienen el manejo son hombres de negocios enviados por el PCC, que además de controlar el terreno, ordenan quién puede y quien no comercializar productos a través de las fronteras.
Pero la olvidada ciudad del estado de Ogun no solo sufre el yugo policial chino. También el medio ambiente es víctima de la destrucción. Su población ha hecho pedidos desesperados para que las autoridades pusieran un freno a lo que llaman una “oleada turística” de tierras. La comunidad ha denunciado que al menos 500 hectáreas habían sido destruidas por los “inversores” a pesar de que no podían hacer una explotación de ellas.
En términos absolutos la fracción aludida no parece extensa... si uno no es propietario de alguna de las hectáreas de allí. Los representantes legales chinos respondieron con dureza: amenazaron a los dueños con demandarlos ante la Justicia y retrotraer la adquisición que habían conseguido en 1977. Un litigio para ellos resultaría impensado en términos económicos. El gobierno de Nigeria, mientras tanto, mira hacia otro lado.
“Cada vez que vengo a África veo el dinamismo del continente y las aspiraciones de su gente para el desarrollo”. Las palabras corresponden a Jinping. Las pronunció en julio de 2018 en su cuarto viaje al continente. Seguramente no se refería al dinamismo y desarrollo percibido por los hombres y mujeres de Ogun.
Namibia es otro claro ejemplo. Le abrió completamente las puertas de sus recursos naturales, casi la exclusiva fuente de ingresos para la economía de aquel estado relativamente nuevo. A pesar de las promesas de crecimiento hechas por los “inversores”, ninguna permitió el desarrollo de su economía o infraestructura. La nación continúa atrasada.
Pero no solo aquella explotación de sus riquezas (diamantes, cobre, uranio, oro, plata, plomo, estaño, litio, cadmio, tungsteno, zinc y ¿petróleo?) interesa a Beijing. También su influencia política. Hace apenas diez días ambos gobiernos firmaron un acuerdo por el cual el régimen chino capacitaría a sus fuerzas armadas. Se trata del Colegio de Personal y Comandos dirigido por el PCC. Para el presidente del país africano, Hage Geingob, se trata del aporte de conocimiento en guerras tácticas y operativas y del papel de los militares en una “sociedad democrática”. Nadie se animó a lanzar una carcajada cuando las palabras “China” y “democracia” fueron conjugadas en la misma oración.
También emerge otra ironía: Namibia logró independizarse definitivamente en 1990. La rebeldía que supo tener en épocas coloniales parece haberla olvidado al dejar en manos de otro imperio recursos y entrenamiento militar, instrumentos que cualquier discurso político colocaría bajo el paraguas de la soberanía.
Otras naciones africanas también han permitido el desembarco del dinero y funcionarios y empresarios enviados del régimen comunista chino: Angola, Etiopía, Kenia, Senegal, Sudán o Yibuti, son otras de las bendecidas. En septiembre de 2018, Jinping había prometido flamantes capitales en el continente por 60 mil millones de dólares. A los gobernantes les brillaron los ojos. Alguno habrá exagerado una emoción. El gesto del jerarca chino, en cambio, era indescifrable. Su objetivo, no. Tres años antes también había ofrecido una suma idéntica que fue concretando. Los leones se relamían.
En concreto, esa última suma -anunciada el año pasado en la cumbre del Foro de Cooperación China-África- se repartirá en 15.000 millones de dólares en préstamos sin intereses, 20.000 millones en líneas de crédito, 10.000 millones en fondos para el desarrollo y 5.000 millones para financiar las importaciones africanas. El resto en otro tipo de capital privado.
El comercio bilateral entre China y el continente crece alrededor de un 20% anual. Desde el año 2000 Beijing concedió créditos por 136.000 millones de dólares, según datos de la consultora estadounidense McKinsey. El argumento es siempre el mismo desde la oficina de Jinping: el desarrollo de África. Sin embargo, en ese lapso es poca la evolución que puede observarse en aquellos países.
La neocolonización: cómo es el plan de China para conquistar América Latina y las peligrosas consecuencias
DIEZ MILLONES DE PERSONAS EN EL CUERNO DE ÁFRICA SUFREN HAMBRUNA
África vende sus tierras a tras*nacionales y fondos de inversión
Más de 63 millones de hectáreas de tierras fértiles han sido vendidas en África a inversores extranjeros para producir alimentos que van al exterior. Es el fenómemo conocido como acaparamiento de tierras. Mientras, la FAO ha requerido ayuda ante la hambruna que afecta a más de diez millones de jovenlandeses.
India y China, países a la cabeza del acaparamiento de tierras
China, socio preferente en el continente africano, donde ha invertido grandes cantidades en infraestructuras, ha adquirido también millones de kilómetros en tierras. Beidahuang Group, la primera empresa de la agroindustria china, cuenta ya con dos billones de hectáreas en varios continentes, sobre todo en África.
África vende sus tierras a tras*nacionales y fondos de inversión | Periódico Diagonal
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La gran expansión china
Anteayer, el presidente de Kenia, Uhuru Kenyatta, inauguró una línea de ferrocarril que une Nairobi con la ciudad de Naivasha, en el valle del Rift. La infraestructura prolonga la vía que une el puerto de Mombasa con la capital y supone la apertura de un corredor fundamental para sacar al mar las abundantes materias primas que hay en esa región central de Kenia, donde el Gobierno, además, está construyendo un parque industrial. La línea de tren ha costado 1.500 millones de dólares y ha sido financiada y construida por China.
La gran expansión china