"Carrasclet"
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Saludos para los indepes y a los unionistas moderados.
Unos buenos thanqueos en mi primer post y primer hilo no vendrían mal y que la tropa de derechas-pandi no aparezca 8:
Deu mentides sobre Catalunya
En el caso de la historia de Cataluña, hay una serie de mentiras, a veces interesadas, a veces fruto de la ignorancia, que han dado lugar a una reiteración de tópicos, malentendidos y tergiversaciones, los que explicamos en el número 127 de SÀPIENS y que reproducimos en este especial. Leyéndolo conocerás las 10 grandes mentiras sobre nuestra historia y, también, los argumentos para rebatirlas.
Mentira número 1
Cataluña nunca ha sido una nación
Todas las naciones y lo que las caracteriza: etnia, lengua territorio, tradiciones comunes ... se han construido poco a poco, y Cataluña no ha sido una excepción. A finales del siglo VIII la mayor parte de la Península Ibérica la controlaba el emirato de Córdoba. Fue entonces cuando se constituyó la Marca Hispánica, una unidad administrativa integrada en el imperio Franco de Carlomagno y en la que quedaron reunidos buena parte de los territorios que han acabado configurando Cataluña. En consecuencia, su origen se vincula al estado cristiano más poderoso de la época, que se extendía hasta el centro de Europa, el imperio Carolingio, y no a ningún otro.
Los territorios de la marca hispánica
Estos territorios de la Marca, divididos en las demarcaciones condales de Pallars-Ribagorça, Urgell-lechonanya, Rosselló, Empúries, Girona y Barcelona, disfrutaron de un poder suficientemente autónomo porque su relación de vasallaje con la monarquía franca se limitara a las formas, ya que, de hecho, los condes tenían la capacidad de desarrollar una política exterior propia y establecer contactos diplomáticos tanto con los califas de Córdoba como con la corte pontificia romana.
Así, durante el siglo IX, los condes vertebrar y compactar el país en emprender una política de repoblación de aquellas zonas devastadas por las luchas contra los fiel a la religión del amores y fortalecieron su poder hasta adquirir un grado de soberanía respecto del rey franco, menudo ausente y con escasos medios para mostrar su autoridad.
Finalmente, a lo largo del siglo X se rompieron los vínculos de vasallaje de los condes con el imperio Carolingio, extremo que se confirmó a partir del 988, cuando Borrell II, conde de Barcelona, Girona, Osona y Urgel, no renovó juramento de fidelidad al rey Hugo Capeto, acto que se ha interpretado como la ratificación de la independencia de los condados catalanes, ya efectiva desde hacía tiempo.
Luchas intensas con los sarracenos
Ya independientes de los francos, los condes catalanes mantuvieron intensas luchas con los sarracenos en la Península para ensanchar sus fronteras y miraron hacia diferentes horizontes para prestigiar su autoridad. Así, Ramón Berenguer III firmó el 1.127 con el conde de Sicilia, Roger II, lo que se considera el primer tratado internacional con la intervención de Cataluña como entidad soberana, sin ataduras con otras naciones.
La conquista de las taifas andalusíes de Tortosa y Lleida los años 1.148 y 1149, seguida de un movimiento repoblador que duraría más de una generación, acabó de configurar geográficamente el país a grandes rasgos. Cataluña se convirtió en una sociedad feudal con una forma de gobierno, la soberanía condal, que construyó estructuras de estado.
En el tras*curso del siglo XII también se constata la existencia de otros elementos que conforman la identidad nacional, como la lengua. El documento más antiguo que se conserva escrito en catalán es un fragmento de una traducción hecha a mediados del siglo del Forum iudicum, un código de leyes visigótico, casi contemporáneo de las Homilías de Organyà, un sermonario destinado a la predicación del evangelio redactado entre el final del siglo XII y principios del XIII. Paralelamente al uso de la lengua está la primera aparición de palabras fáciles de relacionar filológicamente con Cataluña y catalanes en los documentos escritos que se leen en el Liber maiolichinus de gestis Pisanorum illustribus, una crónica pisana del 1.114 que habla de la fugaz conquista de Mallorca por una bandada formado con hombres de Pisa y Barcelona y que menciona los "catalanenses" y "Catalania".
El escudo y la bandera catalanes
En cuanto al escudo y la bandera de Cataluña, se inspiran en la señal heráldico de linaje de los condes de Barcelona: palos de gules sobre campo de oro. Aparece por primera vez en un sello con el que Ramon Berenguer IV validar un documento el 2 de septiembre de 1150, aunque se discute si la decoración con esta señal de las tumbas de Ermessenda de Carcasona y de Ramón Berenguer II es anterior a esta fecha o fruto de una restauración posterior. Desde el reinado de Jaime I, el número de postes se concretó en cuatro.
Mentira número 2
Cataluña no ha sido nunca soberana porque pertenecía a la Corona de Aragón
El 1137, el matrimonio del conde de Barcelona Ramón Berenguer IV con Petronila, hija del rey de Aragón, significó una unión dinástica de Cataluña y Aragón pero no una fusión política ni social. Se trató, pues, de una federación de estados en la que cada uno mantuvo sus leyes e instituciones, si bien ambos eran gobernados por una única testa coronada.
Fuera de la conquista del reino sarraceno de Valencia, que Jaume I efectuó a partir del 1232 con espíritu de cruzada, la política expansiva del Casal de Barcelona se dirigió hacia el norte y hacia el Mediterráneo. Así, la penetración en Occitania, al sur de Francia, fue una empresa que se cerró en 1213 con la derrota y la fin del conde rey Pedro el Católico en la batalla de Muret. Más exitosa fue la aventura marítima, ya que en los siglos XIII y XIV la corona catalanoaragonesa, mediante tratados, convirtió en tributarios algunos estados norteafricanos. En diferentes y sucesivas etapas y hasta la era moderna, los reinos de Mallorca, Cerdeña, Sicilia y Nápoles, los ducados de Atenas y de Neopatria y el condado de Malta estuvieron bajo dominio de la corona, en una demostración de vocación europea, además de mediterránea.
El conde de Barcelona era soberano
Hay un segundo punto que también hay que contar. A menudo se ha considerado que Cataluña, como que era un principiante y no un reino, tenía un poder de rango inferior o sometido a la Corona de Aragón. En época moderna, esta confusión se acentuó especialmente cuando se empezaron a identificar los antiguos reinos con los estados modernos: el reino de Francia, el reino de España ... Pero, en realidad, en la época medieval los títulos de los territorios, fueran reinos, condados o marquesados, no eran relevantes, ya que las relaciones eran sobre todo interpersonales: ser rey o conde era exactamente lo mismo con respecto al uso y la ostentación del poder.
Por tanto, el conde de Barcelona era soberano o real; es decir, que no tenía ninguna autoridad por encima de él. Esto se inició con Borrell II, que no renovó el juramento de fidelidad a los monarcas francos, y se puso por escrito el tratado de Corbeil del 1258, entre Jaime I y el rey de Francia Luis IX. De hecho, incluso el pacto entre Franco y Juan de Borbón, padre del actual rey, sobre el nombre que éste había de utilizar tiene este significado: era conocido como conde de Barcelona, que, a todos los efectos, desde el punto de vista de la legitimidad dinástica equivale exactamente a rey de Aragón, de Castilla, de León ...
Mentira número 3
Con los Reyes Católicos nace la nación española
Se trata de uno de los tópicos que más fortuna ha hecho, pero también uno de los más fáciles de desmontar. Los entonces príncipes de Castilla y de Aragón, Isabel y Fernando, casaron en secreto en 1469 y accedieron a los truenos respectivos en 1474 y el 1479. El matrimonio consumaba la unión dinástica entre ambos reinos, pero ambas coronas conservaban leyes e instituciones que las hacían independientes la una de la otra, como había sucedido en el siglo XII con la unión dinástica entre Cataluña y Aragón.
¿Qué quería decir exactamente 'Tanto monta'?
Los emblemas de los soberanos muestran también que la unión territorial fruto de su boda era sólo a título personal, ya que el de Isabel I (un haz de flechas) y el de Fernando II (un yugo con una cuerda suelta y con el lema "Tanto monta ") se mostraban juntos en los escudos, pero no unidos. Tiempo después, fue la Falange Española quien fusionó ambos emblemas para convertirlos en su símbolo.
La pretensión de que los Reyes Católicos fundaron una nación, algo que no se puede fundar en una fecha concreta para que las naciones son consecuencia de una evolución cultural y no de un arreglo político, se mezcla con la idea, también errónea, que lo que crean realmente es un estado que se superpone a un concepto geográfico. En el siglo XV España era el nombre moderno de la Hispania romana, que geográficamente había correspondido a lo que hoy conocemos como península Ibérica. Este hecho permitía que los portugueses, ya entonces con estado propio, se consideraran también parte de España. De hecho, los mismos Reyes Católicos tenían clara esta cuestión, como lo demuestra el hecho de que nunca tomaran el título de reyes de España. Otro factor que contribuye a envolver todo es que la pareja pertenecía a dos ramas de una misma familia, los Trastámara, detalle que refuerza una impresión de unidad sin fisuras.
La renuncia de Fernando II en Castilla
Además, la corte castellana también tenía claro de donde era rey de verdad Fernando II. Al morir Isabel I en 1504, su viudo renunció a Castilla a favor de su hija Juana y del marido de ésta, Felipe el Hermoso, para evitar un enfrentamiento armado y volvió a Aragón. Se volvió a casar el año siguiente con la princesa francesa Germana de Foix con la esperanza de que le diera un heredero para el trono aragonés, maniobra que enfureció los nobles castellanos al entender que con ello Fernando quería impedir que Juana y Felipe heredaran su corona. Y así era. El nacimiento del único hijo de la pareja en 1509, Juan de Aragón y Foix, implicaba la separación explícita de los reinos de Castilla y Aragón, pero el bebé murió a las pocas horas de haber nacido.
Una corriente historiográfico defensa que tan sólo se puede hablar de una unificación real de España a partir de la guerra de Sucesión, que suprime la personalidad política y jurídica de la Corona de Aragón y uniformiza los diferentes territorios de la monarquía de acuerdo con los usos del reino de Castilla. Sin embargo, estas reformas de carácter estatal y estructural tampoco otorgarían consistencia a una hipotética nación española. Otras opiniones sitúan el origen del concepto en 1812, haciéndolo coincidir con la Constitución de Cádiz y la definición de nación que se extendió todo a raíz de la Revolución Francesa.
Mentira número 4
Cataluña no ha tenido nunca un ejército propio
Los ejércitos ya existían en épocas en que su profesionalización era escasa o nula y, fuera de las tropas mercenarias, los integraban paisanos menudo sin experiencia de combate. En Cataluña esto ya se recogía en el siglo XI en un usaje de Barcelona, el 'Princeps namque', que establecía, en caso de amenaza de oleada turística, la potestad del soberano a llamar a las armas a todos los hombres útiles para la defensa del país. Sólo podía ser invocado cuando el soberano estaba presente en el territorio y no tenía validez fuera del Principado, circunstancias que reforzar el compromiso entre los gobernantes y el pueblo y favorecieron la noción de autodefensa, la formación de milicias, la posesión de armas y el rechazo a participar en ejércitos y en guerras exteriores.
Defensa ininterrumpida durante siete siglos
Del 'Princeps namque', se derivó el sacramental, una organización paramilitar basada en un juramento que hermanaba varios pueblos para garantizar su propia seguridad, que a su vez fue el origen de otra organización de autoprotección civil , el somatén, institucionalizado en el siglo XIII durante el reinado de Jaime I, que tenía a la vez carácter policial en el ámbito local y militar en el ámbito general. Fuera de las limitaciones que estipulaba el Princeps namque, cabe recordar la infantería ligera que fueron los almogávares y su expedición a Oriente a principios del siglo XIV.
Durante la guerra de Separación se constituyó el Batallón del Principado, un ejército regular formado por cuatro tercios de mil doscientos cincuenta hombres en diez compañías de 125 hombres cada una y 500 soldados de caballería en ocho compañías, que permaneció activo hasta 1652 .
En el conflicto siguiente, la guerra de Sucesión, destacaron el Regimiento de Reales Guardias Catalanas, una unidad militar de élite del bando aliado que participó en diferentes combates (las dos ocupaciones de Madrid, las batallas de Almenar y Zaragoza), el Regimiento de la Generalitat, creado en 1705 y encuadrado sucesivamente en el Ejército Regular austracistas y en el Ejército Regular de Cataluña, y la Coronela, fuerza armada del municipio de Barcelona con fines defensivos y nutrida por la gente de los gremios que estaba bajo el mando del primer consejero del Consejo de Ciento de la ciudad. Finalmente, el decreto de Nueva Planta derogó el 'Princeps namque' vigente desde el siglo XI.
Un cuerpo de élite durante la guerra civil
La última presencia castrense catalana en la historia correspondió al Regimiento Pirenaico número 1, formado en noviembre de 1936 por decreto de la Generalitat, que quería construir un ejército propio con motivo de la guerra civil, afán que se concretó el 6 de diciembre con la creación del Ejército Popular de Cataluña. Se trataba de la primera unidad militar de obediencia estrictamente catalana desde 1714 y se podía considerar un cuerpo de élite que se distinguió por un nivel de disciplina que contrastaba con la desorganización que caracterizó el ejército republicano. El Regimiento defendió el Palau de la Generalitat de los ataques anarquistas durante los hechos de Mayo del 1937, y al perder la Generalitat las competencias de defensa fue incorporado al Ejército Popular de la República, donde sus miembros fueron objeto de medidas disciplinarias extremas o destinados a misiones suicidas por su talante abiertamente separatista.
Mentira número 5
Cataluña es bilingüe desde el siglo XV
El acceso al trono de Aragón de la dinastía de los Trastámara a raíz del compromiso de Caspe favoreció un progresivo monolingüismo castellano en la corte, lo que provocó que las élites sociales y culturales adoptaran el castellano desde el inicio del siglo XVI todo coincidiendo con su afianzamiento como lengua común de todos los territorios de la monarquía hispánica. Muchos escritores catalanes escribieron su obra en castellano en un periodo en que la imprenta propició la edición en este idioma, más rentable que hacerlo en catalán. Pero todo ello no implicó que el uso del catalán disminuyera o fuera sustituido en ninguna parte, ni tampoco que se produjera una castellanización masiva de la población.
El catalán, única lengua de las instituciones hasta 1714
Al contrario. El catalán fue la única lengua de las instituciones hasta el 1714, como lo demuestran los Dietarios de la Generalidad de Cataluña y el Dietario del antiguo consejo barcelonés, y se mantuvo como única lengua coloquial durante los siglos XVI y XVII. La Iglesia hizo un uso mayoritario del catalán en la predicación porque entendió que era el habla del pueblo, circunstancia que hizo constar el religioso jesuita Pedro Gil en su prólogo a su traducción del latín al catalán de la obra La imitación de Cristo (1621), de Tomás de Kempis: "exceptuadas algunas pocas ciudades como son Barcelona, Tarragona, Girona, Tortosa y Lleida, y algunas pocas villas, como Perpiñán, Vilafranca del Penedès, Cervera, Tàrrega, Fraga, Monzón y similares [...] no es bien entendida la lengua castellana de la gente común ". El esfuerzo por implantar un bilingüismo real no se desarrollará hasta el siglo XVIII, al dictarse desde Madrid las medidas administrativas contrarias al uso oficial del catalán y su enseñanza.
Una 'decadencia' relativa
Se puede creer que el tema del bilingüismo vinculado a esta etapa se relaciona con un fenómeno paralelo en el tiempo, la Decadencia, nombre con el que los historiadores de la literatura catalana han designado el periodo comprendido entre el fin de la edad media y el inicio de la Renaixença, caracterizado por la disminución del uso literario del catalán y la poca calidad de los textos que se produjeron. El de la Decadencia es un concepto que hay que matizar y revisar, construido por intelectuales del siglo XIX y críticos posteriores. Si bien existió un abandono de la creación literaria en catalán, dado que la mayoría de autores del país cultivaron sus obras en castellano, latín o italiano, esto no supuso un descenso cultural general porque sí que proliferaron los libros de divulgación científica o técnica escritos en catalán que trataban de disciplinas como la medicina, la agricultura, la enseñanza, la historiografía y las concernientes a la milicia. Además, la base para hablar de Decadencia fue la comparación más desfavorable posible, la de nuestras letras con las castellanas, que en aquella época vivían su Siglo de Oro.
En conclusión, se generó un cliché que aún dura, que ha disuadido a muchos investigadores de estudiar con rigor más de trescientos años de historia de cultura nacional, y que no se corresponde a la realidad del uso cotidiano de la lengua catalana en la era moderna, que era muy vigente.
Mentira número 6
Los catalanes no perdieron nada con la derrota de 1714
La derrota de 1714 tuvo consecuencias que política y socialmente afectaron todos y no sólo los círculos oligárquicos que pudieran retener el poder del país en ese momento, como a veces se ha dicho. Hay que advertir que en aquel momento, en Cataluña había derechos individuales y colectivos garantizados por leyes que se aprobaban en las Cortes. Los decretos de Nueva Planta, el conjunto de reglas promulgadas por Felipe V tras la guerra de Sucesión, implantaron el absolutismo y el monarca se convirtió en fuente de toda soberanía.
De acuerdo con ello y aludiendo al "derecho de conquista", Felipe V abolió los fueros y las constituciones de la Corona de Aragón y derogó también las instituciones propias que velaban por su desempeño. Estas medidas no se dirigieron a estamentos en concreto, sino al conjunto de la población, que pasó a ser gobernada por un organismo extranjero, el Consejo de Castilla.
Pérdida colectiva e individual
Los catalanes, como individuos y independientemente de su lugar en la escala social, perdieron derechos como las garantías procesales, mediante las que nadie podía ser encarcelado sin el expreso mandato del juez competente y se aseguraba que todo el mundo tuviera acceso a la justicia por encima de las respectivas posibilidades económicas. También fue suprimido el derecho de reparación, que permitía que el daño que provocara un empleado público a un ciudadano fuera inmediatamente reparado, y la legislación a propósito de la inviolabilidad del domicilio y de la correspondencia. En conclusión, los decretos de Nueva Planta representaron para los catalanes la pérdida del control económico, fiscal, judicial, aduanero y monetario propio y de una capacidad legislativa tradicionalmente avanzada a su época.
Económicamente, el decreto de Nueva Planta significó la imposición de un tributo nacido con pretensiones de modernidad y equidad entre los distintos territorios peninsulares, el catastro (véase Sapiens 122). La aplicación de este nuevo impuesto provocó que en cincuenta años la fiscalidad aumentara globalmente en Cataluña un 150%.
Mentira número 7
El castellano nunca ha sido una lengua de imposición
La derrota en la guerra de Sucesión también provocó la imposición del castellano. En la época del establecimiento de los decretos de Nueva Planta, la Administración borbónica aleccionaba los corregidores desplazados a Cataluña con instrucciones como la siguiente: "pondrá el mayor cuidado en introducir la lengua castellana, a cuyo fin Dara las providencias más templadas y disimuladas para que se consigna el efecto sin que se note el cuidado ". Más directos fueron los ministros del hijo de Felipe V, Carlos III, en promover reales cédulas por las que se prohibía la enseñanza del catalán en las escuelas de primeras letras (1768) y se ordenaba que todos los comerciantes llevaran los libros de contabilidad en castellano (1772). El privado de Carlos IV, Manuel Godoy, prosiguió el asedio al catalán en dictaminó en 1801 que no se representara en ningún teatro ninguna obra que no fuera en castellano.
Castigos a los niños que hablaran catalán en la escuela
El estado liberal no se diferenció del absolutista en la represión lingüística. Un edicto real de 1837 impuso castigos infamantes a los niños que hablaran catalán en la escuela, y en algunos lugares, como las Islas, se fomentó la delación entre alumnos para sancionar a los catalanohablantes. Ciertas medidas resultaron ridículas vez que tristes, como la que en 1838 prohibía que los epitafios de los cementerios fueran escritos en catalán o la emitida por la Dirección General de Correos y Telégrafos en 1896 al prohibir ... hablar en catalán por teléfono a todo España.
En 1924, en plena dictadura de Primo de Rivera, se publicó una real orden que sancionaba aquellos maestros que enseñaran en catalán, y Antoni Gaudí, que tenía entonces setenta y dos años, fue detenido por negarse a hablar en castellano ante la policía.
La Constitución española relega a un papel secundario el catalán
En 1939, consumada la victoria fascista en la guerra civil, una orden del Ministerio de Educación Nacional suprimió cualquier enseñanza relacionado con la cultura catalana. Incluso los presos debían hablar en castellano, según el reglamento de prisiones de 1956, y en castellano debían ser los nombres que se inscribieran en el Registro Civil, como se estipuló en 1957. Hay que recordar también el revuelo que hay hubo alrededor de Joan Manuel Serrat cuando, en 1968, se le prohibió cantar en catalán en Eurovisión el famoso la, la, la, con la que ganó el certamen Massiel.
En los tiempos actuales, la Constitución española de 1978 relega a un papel secundario el catalán en los territorios donde es lengua propia, ya que el castellano es reafirmado como la única lengua que los ciudadanos deben conocer obligatoriamente. La situación ha poco equilibrado suficiente para que la sentencia del Tribunal Constitucional respecto al Estatuto de Cataluña, hecha pública el 9 de julio de 2010, establezca que el catalán no es la lengua preferente de la Administración en Cataluña ni tampoco la lengua vehicular del sistema educativo.
Mentira número 8
El catalanismo es un invento de la burguesía
El arquetipo del catalán como personaje eminentemente burgués, generado en los tiempos de la industrialización, ha hecho bastante fortuna porque muchos miren la mayoría de habitantes del Principado como miembros de clases acomodadas, olvidando que fue en Cataluña, precisamente porque es donde estaban las fábricas, donde también nació el proletariado como clase social en la Península Ibérica. La potencia del arquetipo, que incluye la fuerza de su poder económico para hacerlo al mismo tiempo poderoso políticamente, ha permitido atribuirle gratuitamente la paternidad única del catalanismo.
Un fenómeno tras*versal e interclasista
El catalanismo fue un fenómeno tras*versal e interclasista cuyas raíces son culturales, pero provenientes también de los anhelos democratizadores de los estratos populares. En 1869 se creó la primera sociedad catalanista, La Joven Cataluña, fundada entre otros por Àngel Guimerà, estrechamente ligada a la Renaixença y los Juegos Florales y que se propuso ir más allá del debate literario a fin de dar un primer enfoque político. El abanico ideológico de sus integrantes era diverso, incluía tanto carlistas como republicanos de diferentes tendencias. Pero antes de todo esto, en 1840, se había constituido la Asociación Mutua de Obreros de la Industria Algodonera de Barcelona, que iniciaba un obrerismo catalán vinculado al republicanismo y que, aparte de defender mejoras en las condiciones de vida y de trabajo de los obreros, se comprometía con movimientos de tipo anticetralista. Este discurso aumentó en 1855 a raíz de la creación de la Junta Central de Directores de la Clase Obrera, que fuera del derecho de asociación y de la limitación de la jornada laboral reivindicó también la libertad de Cataluña. La prensa obrera usaba el catalán sin manías, y publicaciones como La Tramontana, de inspiración anarquista, se presentaba de la siguiente manera: "Es lo periòdich que s publica en idioma catalán, más Avensis en ideas políticas, religiosas y de economía social" .
El 'regionalismo burgués' de Lerroux
La celebración en 1880 del Primer Congreso Catalanista para aglutinar todos los sectores sociales favorables al autogobierno de Cataluña ya evidenció que la burguesía no era la protagonista exclusiva de este sentimiento. Sin embargo, las convulsiones y represiones que vivió el obrerismo a finales del siglo XIX y principios del XX ayudaron a que un político demagogo y populista como Alejandro Lerroux tuviera audiencia entre los trabajadores, que escuchaban sus denuncias de lo llamaba regionalismo burgués y que podía identificarse con el catalanismo como conjunto. Contra esta visión, el catalanismo más popular fundó, en 1903, el Centro Autonomista de Dependientes del Comercio y de la Industria (CADCI) para defender el reformismo social y la divulgación del catalanismo, la pluralidad se completó en 1906 con la creación del Centro Nacionalista Republicano, el primer partido catalanista de izquierdas.
Ciertamente, no se puede negar la participación en un proyecto nacional catalán, ya antes de la aparición de un catalanismo conservador, de una clase obrera reunida en un tejido asociativo variado que disponía de ateneos, escuelas y orfeones que contribuyeron a extender la cultura entre los sectores populares. Su peso, además de completar una imagen de Cataluña en la que sólo era visible la burguesía mercantil e industrial, fue fundamental para consolidar el catalanismo en un sentido democrático.
Mentira número 9
La guerra civil sólo fue una guerra entre derechas e izquierdas
Es muy simplista reducir al repruebo entre derechas e izquierdas el motivo del estallido de la Guerra Civil Española, ya que sobre todo supone ignorar el debate que había a propósito de la organización territorial del Estado republicano, en el que el papel de Cataluña ya como comunidad autónoma de pleno derecho amenazaba la idea de la unidad de España. Diferentes regiones se reflejaban en el ejemplo catalán para emprender la vía autonómica. La redacción del Estatuto de Aragón se desarrollaba en marzo de 1936; se presentaba el cuarto proyecto de Estatuto para el País Vasco el 15 de abril; el proyecto de Estatuto de Asturias se redactaba en mayo, coincidiendo con las conversaciones de los ayuntamientos castellanos para la autonomía de Castilla y León; un segundo plebiscito favorable al Estatuto gallego se votaba el 28 de junio, y en Andalucía se producía una reunión preparatoria para la redacción de un proyecto autonómico el 6 de julio, una semana y pico antes del inicio de la guerra. Este ambiente acrecentó el nerviosismo de los sectores conservadores que impulsaron la rebelión militar.
"Antes que el Estatuto la guerra civil"
La aversión hacia Cataluña en los círculos de poder estatal ya venía de antiguo, desde la vertebración política del catalanismo. Tras la proclamación de la República en 1931, las negociaciones para el Estatuto de Cataluña levantaron una gran polvareda perceptible en el que se leía en 1932 en algunos periódicos, como 'El imparcial', que reflejaban posicionamientos que a la vez predecían la tragedia : "Antes que el Estatuto la guerra civil". Un enemigo de la autonomía catalana, Ramiro Ledesma, teórico del nacionalsindicalismo, el considerado fascismo español, buscó el enfrentamiento incitando el Ejército a emprender una acción armada. "Falta esta prueba a los catalanes separatistas: la del heroísmo. Careca de ejecutorias guerreras, y por eso el resto de España Debe obligarlas a batirse ", declaraba.
La estrofa catalanofobia del 'Cara al sol'
Con la guerra iniciada, la prensa del Principado se hacía eco de la catalanofobia del bando sublevado. Un titular de 'La Publicidad' en agosto de 1936 era suficientemente explícito: "Los insurgentes ya explotan la fobia anticatalana. Los traidores al régimen nos tratan de extranjeros ". No se trataba de una exageración. En sus emisiones radiofónicas desde Sevilla el general Queipo de Llano soltaba perlas como esta: "tras*formaremos Madrid en un vergel, Bilbao en una gran fábrica y Barcelona en un inmenso solar". Y en 1938 la Falange Española cambió una estrofa de su himno, el 'Cara al sol', por la siguiente: "Catalán, judío y renegado, pagarás los Daños que has causado. Llega escuadras, a vencer, que en España empieza a amanecer ". Tal realidad la reconocían incluso diarios editados en la zona franquista, como era el caso de la ABC ("Hay -inútiles sería ocultarlo- en muchos LUGAR DE LA España en definitiva, un sentimiento muy acusada de rencor contra los catalanes") o El Adelanto, de Salamanca ("Actitudes" catalanofobas "las hemo Hallado recientemente en articulos insertos en periódicos de la España liberada").
Desgraciadamente, la catalanofobia no estaba ausente en el bando republicano. La libertad con la que el gobierno de la Generalitat actuó, debido a los trastornos en que verterlo la guerra, al margen de lo que se dictaminara en Madrid, generó un fuerte resentimiento del Gobierno central hacia las autoridades catalanas. En consecuencia, el decreto de Franco mediante el cual abolía el Estatuto de Autonomía de Cataluña en abril de 1938 parece que encontró una buena acogida por parte de algunos políticos republicanos.
Mentira número 10
Franco fue clave en la industrialización de Cataluña
La industrialización de Cataluña no es un fenómeno reciente ni debe nada a la acción de un dictador. Sería más justo decir que la industria catalana sobrevivió a pesar de un dictador que hizo todo lo posible para debilitar el país, pero que tuvo que tragarse sus fobias cuando se hizo evidente que si Cataluña se empobrecía, el empobrecimiento de toda España se convertiría imparable.
El emprendimiento no se hace en 40 años
El procés d’industrialització català va iniciar-se en el segle XVIII amb el sector cotoner i les fàbriques d’indianes, afavorits per l’existència d’un esperit empresarial emprenedor, la proximitat geogràfica a l’Europa que proporcionava la tecnologia i la inversió d’una part dels beneficis generats per la modernització de l’agricultura del Principat. Aquest nucli inicial es va eixamplar al llarg del segle XIX, malgrat guerres, revoltes i crisis, i amb retard respecte de l’Europa occidental. La revolució dels tras*ports, amb l’establiment d’una xarxa de ferrocarrils, i la substitució del vapor per l’energia hidràulica, factors que van escampar la mecanització arreu del país, van inaugurar una etapa de prosperitat, tot i que el pensament lliurecanvista i antiindustrialista dels governs centrals va fer més nosa que servei a unes activitats que requerien lleis proteccionistes. Bona part d’això es va malmetre amb la guerra civil.
L'autarquia franquista
El franquisme va instaurar l’autarquia, una economia rígida de racionament, sense intercanvis amb l’exterior, en què l’Estat havia de produir tots els béns necessaris. Fins a la fi de la Segona Guerra Mundial es va fer evident la voluntat de les autoritats de dificultar la recuperació econòmica de Catalunya. Es van traslladar a Madrid les seus socials d’empreses catalanes; es va depurar el personal dels organismes encarregats de l’economia del país; es va crear l’Instituto Nacional de Industria (INI), orientat a construir indústries allà on no pogués arribar la iniciativa privada i que va representar una discriminació envers el Principat; i els bancs espanyols van absorbir les entitats del país amb prou agressivitat perquè a mitjan dècada dels cinquanta la banca catalana només representés el 3% del sistema bancari espanyol.
Tanmateix, l’aïllament que va patir la dictadura espanyola després de la derrota del nazisme va dur la seva economia a l’estancament. Hi mancaven energia i matèries primeres, les restriccions elèctriques eren constants. La burgesia industrial i comercial catalana, que havia renunciat a exercir un paper polític i que donava suport al règim perquè era garant d’una pau social que permetia obtenir guanys, es limitava a fer funcionar els seus negocis a pesar de l’intervencionisme estatal, intervencionisme que no sempre se sortia amb la seva.
Franco accedeix als desitjos de FIAT
La dictadura, que hauria volgut que Catalunya s’especialitzés en la indústria tèxtil, va haver de tras*igir amb el desig de l’empresa automobilística italiana FIAT d’instal·lar la factoria SEAT a Barcelona pel seu port i la seva mà d’obra qualificada, desig que va contrariar el general Franco, que havia ofert altres ubicacions, i va incrementar el pes del sector del metall al Principat.
El model autàrquic, incapaç de millorar el nivell de vida de la població, va entrar en crisi i va haver d’evolucionar cap a la liberalització del sistema econòmic amb el Pla d’Estabilització del 1959, aprovat a desgrat del dictador, que tenia en l’autarquia un símbol de la seva victòria en la guerra. Començava el redreçament econòmic.
Unos buenos thanqueos en mi primer post y primer hilo no vendrían mal y que la tropa de derechas-pandi no aparezca 8:
Deu mentides sobre Catalunya
En el caso de la historia de Cataluña, hay una serie de mentiras, a veces interesadas, a veces fruto de la ignorancia, que han dado lugar a una reiteración de tópicos, malentendidos y tergiversaciones, los que explicamos en el número 127 de SÀPIENS y que reproducimos en este especial. Leyéndolo conocerás las 10 grandes mentiras sobre nuestra historia y, también, los argumentos para rebatirlas.
Mentira número 1
Cataluña nunca ha sido una nación
Todas las naciones y lo que las caracteriza: etnia, lengua territorio, tradiciones comunes ... se han construido poco a poco, y Cataluña no ha sido una excepción. A finales del siglo VIII la mayor parte de la Península Ibérica la controlaba el emirato de Córdoba. Fue entonces cuando se constituyó la Marca Hispánica, una unidad administrativa integrada en el imperio Franco de Carlomagno y en la que quedaron reunidos buena parte de los territorios que han acabado configurando Cataluña. En consecuencia, su origen se vincula al estado cristiano más poderoso de la época, que se extendía hasta el centro de Europa, el imperio Carolingio, y no a ningún otro.
Los territorios de la marca hispánica
Estos territorios de la Marca, divididos en las demarcaciones condales de Pallars-Ribagorça, Urgell-lechonanya, Rosselló, Empúries, Girona y Barcelona, disfrutaron de un poder suficientemente autónomo porque su relación de vasallaje con la monarquía franca se limitara a las formas, ya que, de hecho, los condes tenían la capacidad de desarrollar una política exterior propia y establecer contactos diplomáticos tanto con los califas de Córdoba como con la corte pontificia romana.
Así, durante el siglo IX, los condes vertebrar y compactar el país en emprender una política de repoblación de aquellas zonas devastadas por las luchas contra los fiel a la religión del amores y fortalecieron su poder hasta adquirir un grado de soberanía respecto del rey franco, menudo ausente y con escasos medios para mostrar su autoridad.
Finalmente, a lo largo del siglo X se rompieron los vínculos de vasallaje de los condes con el imperio Carolingio, extremo que se confirmó a partir del 988, cuando Borrell II, conde de Barcelona, Girona, Osona y Urgel, no renovó juramento de fidelidad al rey Hugo Capeto, acto que se ha interpretado como la ratificación de la independencia de los condados catalanes, ya efectiva desde hacía tiempo.
Luchas intensas con los sarracenos
Ya independientes de los francos, los condes catalanes mantuvieron intensas luchas con los sarracenos en la Península para ensanchar sus fronteras y miraron hacia diferentes horizontes para prestigiar su autoridad. Así, Ramón Berenguer III firmó el 1.127 con el conde de Sicilia, Roger II, lo que se considera el primer tratado internacional con la intervención de Cataluña como entidad soberana, sin ataduras con otras naciones.
La conquista de las taifas andalusíes de Tortosa y Lleida los años 1.148 y 1149, seguida de un movimiento repoblador que duraría más de una generación, acabó de configurar geográficamente el país a grandes rasgos. Cataluña se convirtió en una sociedad feudal con una forma de gobierno, la soberanía condal, que construyó estructuras de estado.
En el tras*curso del siglo XII también se constata la existencia de otros elementos que conforman la identidad nacional, como la lengua. El documento más antiguo que se conserva escrito en catalán es un fragmento de una traducción hecha a mediados del siglo del Forum iudicum, un código de leyes visigótico, casi contemporáneo de las Homilías de Organyà, un sermonario destinado a la predicación del evangelio redactado entre el final del siglo XII y principios del XIII. Paralelamente al uso de la lengua está la primera aparición de palabras fáciles de relacionar filológicamente con Cataluña y catalanes en los documentos escritos que se leen en el Liber maiolichinus de gestis Pisanorum illustribus, una crónica pisana del 1.114 que habla de la fugaz conquista de Mallorca por una bandada formado con hombres de Pisa y Barcelona y que menciona los "catalanenses" y "Catalania".
El escudo y la bandera catalanes
En cuanto al escudo y la bandera de Cataluña, se inspiran en la señal heráldico de linaje de los condes de Barcelona: palos de gules sobre campo de oro. Aparece por primera vez en un sello con el que Ramon Berenguer IV validar un documento el 2 de septiembre de 1150, aunque se discute si la decoración con esta señal de las tumbas de Ermessenda de Carcasona y de Ramón Berenguer II es anterior a esta fecha o fruto de una restauración posterior. Desde el reinado de Jaime I, el número de postes se concretó en cuatro.
Mentira número 2
Cataluña no ha sido nunca soberana porque pertenecía a la Corona de Aragón
El 1137, el matrimonio del conde de Barcelona Ramón Berenguer IV con Petronila, hija del rey de Aragón, significó una unión dinástica de Cataluña y Aragón pero no una fusión política ni social. Se trató, pues, de una federación de estados en la que cada uno mantuvo sus leyes e instituciones, si bien ambos eran gobernados por una única testa coronada.
Fuera de la conquista del reino sarraceno de Valencia, que Jaume I efectuó a partir del 1232 con espíritu de cruzada, la política expansiva del Casal de Barcelona se dirigió hacia el norte y hacia el Mediterráneo. Así, la penetración en Occitania, al sur de Francia, fue una empresa que se cerró en 1213 con la derrota y la fin del conde rey Pedro el Católico en la batalla de Muret. Más exitosa fue la aventura marítima, ya que en los siglos XIII y XIV la corona catalanoaragonesa, mediante tratados, convirtió en tributarios algunos estados norteafricanos. En diferentes y sucesivas etapas y hasta la era moderna, los reinos de Mallorca, Cerdeña, Sicilia y Nápoles, los ducados de Atenas y de Neopatria y el condado de Malta estuvieron bajo dominio de la corona, en una demostración de vocación europea, además de mediterránea.
El conde de Barcelona era soberano
Hay un segundo punto que también hay que contar. A menudo se ha considerado que Cataluña, como que era un principiante y no un reino, tenía un poder de rango inferior o sometido a la Corona de Aragón. En época moderna, esta confusión se acentuó especialmente cuando se empezaron a identificar los antiguos reinos con los estados modernos: el reino de Francia, el reino de España ... Pero, en realidad, en la época medieval los títulos de los territorios, fueran reinos, condados o marquesados, no eran relevantes, ya que las relaciones eran sobre todo interpersonales: ser rey o conde era exactamente lo mismo con respecto al uso y la ostentación del poder.
Por tanto, el conde de Barcelona era soberano o real; es decir, que no tenía ninguna autoridad por encima de él. Esto se inició con Borrell II, que no renovó el juramento de fidelidad a los monarcas francos, y se puso por escrito el tratado de Corbeil del 1258, entre Jaime I y el rey de Francia Luis IX. De hecho, incluso el pacto entre Franco y Juan de Borbón, padre del actual rey, sobre el nombre que éste había de utilizar tiene este significado: era conocido como conde de Barcelona, que, a todos los efectos, desde el punto de vista de la legitimidad dinástica equivale exactamente a rey de Aragón, de Castilla, de León ...
Mentira número 3
Con los Reyes Católicos nace la nación española
Se trata de uno de los tópicos que más fortuna ha hecho, pero también uno de los más fáciles de desmontar. Los entonces príncipes de Castilla y de Aragón, Isabel y Fernando, casaron en secreto en 1469 y accedieron a los truenos respectivos en 1474 y el 1479. El matrimonio consumaba la unión dinástica entre ambos reinos, pero ambas coronas conservaban leyes e instituciones que las hacían independientes la una de la otra, como había sucedido en el siglo XII con la unión dinástica entre Cataluña y Aragón.
¿Qué quería decir exactamente 'Tanto monta'?
Los emblemas de los soberanos muestran también que la unión territorial fruto de su boda era sólo a título personal, ya que el de Isabel I (un haz de flechas) y el de Fernando II (un yugo con una cuerda suelta y con el lema "Tanto monta ") se mostraban juntos en los escudos, pero no unidos. Tiempo después, fue la Falange Española quien fusionó ambos emblemas para convertirlos en su símbolo.
La pretensión de que los Reyes Católicos fundaron una nación, algo que no se puede fundar en una fecha concreta para que las naciones son consecuencia de una evolución cultural y no de un arreglo político, se mezcla con la idea, también errónea, que lo que crean realmente es un estado que se superpone a un concepto geográfico. En el siglo XV España era el nombre moderno de la Hispania romana, que geográficamente había correspondido a lo que hoy conocemos como península Ibérica. Este hecho permitía que los portugueses, ya entonces con estado propio, se consideraran también parte de España. De hecho, los mismos Reyes Católicos tenían clara esta cuestión, como lo demuestra el hecho de que nunca tomaran el título de reyes de España. Otro factor que contribuye a envolver todo es que la pareja pertenecía a dos ramas de una misma familia, los Trastámara, detalle que refuerza una impresión de unidad sin fisuras.
La renuncia de Fernando II en Castilla
Además, la corte castellana también tenía claro de donde era rey de verdad Fernando II. Al morir Isabel I en 1504, su viudo renunció a Castilla a favor de su hija Juana y del marido de ésta, Felipe el Hermoso, para evitar un enfrentamiento armado y volvió a Aragón. Se volvió a casar el año siguiente con la princesa francesa Germana de Foix con la esperanza de que le diera un heredero para el trono aragonés, maniobra que enfureció los nobles castellanos al entender que con ello Fernando quería impedir que Juana y Felipe heredaran su corona. Y así era. El nacimiento del único hijo de la pareja en 1509, Juan de Aragón y Foix, implicaba la separación explícita de los reinos de Castilla y Aragón, pero el bebé murió a las pocas horas de haber nacido.
Una corriente historiográfico defensa que tan sólo se puede hablar de una unificación real de España a partir de la guerra de Sucesión, que suprime la personalidad política y jurídica de la Corona de Aragón y uniformiza los diferentes territorios de la monarquía de acuerdo con los usos del reino de Castilla. Sin embargo, estas reformas de carácter estatal y estructural tampoco otorgarían consistencia a una hipotética nación española. Otras opiniones sitúan el origen del concepto en 1812, haciéndolo coincidir con la Constitución de Cádiz y la definición de nación que se extendió todo a raíz de la Revolución Francesa.
Mentira número 4
Cataluña no ha tenido nunca un ejército propio
Los ejércitos ya existían en épocas en que su profesionalización era escasa o nula y, fuera de las tropas mercenarias, los integraban paisanos menudo sin experiencia de combate. En Cataluña esto ya se recogía en el siglo XI en un usaje de Barcelona, el 'Princeps namque', que establecía, en caso de amenaza de oleada turística, la potestad del soberano a llamar a las armas a todos los hombres útiles para la defensa del país. Sólo podía ser invocado cuando el soberano estaba presente en el territorio y no tenía validez fuera del Principado, circunstancias que reforzar el compromiso entre los gobernantes y el pueblo y favorecieron la noción de autodefensa, la formación de milicias, la posesión de armas y el rechazo a participar en ejércitos y en guerras exteriores.
Defensa ininterrumpida durante siete siglos
Del 'Princeps namque', se derivó el sacramental, una organización paramilitar basada en un juramento que hermanaba varios pueblos para garantizar su propia seguridad, que a su vez fue el origen de otra organización de autoprotección civil , el somatén, institucionalizado en el siglo XIII durante el reinado de Jaime I, que tenía a la vez carácter policial en el ámbito local y militar en el ámbito general. Fuera de las limitaciones que estipulaba el Princeps namque, cabe recordar la infantería ligera que fueron los almogávares y su expedición a Oriente a principios del siglo XIV.
Durante la guerra de Separación se constituyó el Batallón del Principado, un ejército regular formado por cuatro tercios de mil doscientos cincuenta hombres en diez compañías de 125 hombres cada una y 500 soldados de caballería en ocho compañías, que permaneció activo hasta 1652 .
En el conflicto siguiente, la guerra de Sucesión, destacaron el Regimiento de Reales Guardias Catalanas, una unidad militar de élite del bando aliado que participó en diferentes combates (las dos ocupaciones de Madrid, las batallas de Almenar y Zaragoza), el Regimiento de la Generalitat, creado en 1705 y encuadrado sucesivamente en el Ejército Regular austracistas y en el Ejército Regular de Cataluña, y la Coronela, fuerza armada del municipio de Barcelona con fines defensivos y nutrida por la gente de los gremios que estaba bajo el mando del primer consejero del Consejo de Ciento de la ciudad. Finalmente, el decreto de Nueva Planta derogó el 'Princeps namque' vigente desde el siglo XI.
Un cuerpo de élite durante la guerra civil
La última presencia castrense catalana en la historia correspondió al Regimiento Pirenaico número 1, formado en noviembre de 1936 por decreto de la Generalitat, que quería construir un ejército propio con motivo de la guerra civil, afán que se concretó el 6 de diciembre con la creación del Ejército Popular de Cataluña. Se trataba de la primera unidad militar de obediencia estrictamente catalana desde 1714 y se podía considerar un cuerpo de élite que se distinguió por un nivel de disciplina que contrastaba con la desorganización que caracterizó el ejército republicano. El Regimiento defendió el Palau de la Generalitat de los ataques anarquistas durante los hechos de Mayo del 1937, y al perder la Generalitat las competencias de defensa fue incorporado al Ejército Popular de la República, donde sus miembros fueron objeto de medidas disciplinarias extremas o destinados a misiones suicidas por su talante abiertamente separatista.
Mentira número 5
Cataluña es bilingüe desde el siglo XV
El acceso al trono de Aragón de la dinastía de los Trastámara a raíz del compromiso de Caspe favoreció un progresivo monolingüismo castellano en la corte, lo que provocó que las élites sociales y culturales adoptaran el castellano desde el inicio del siglo XVI todo coincidiendo con su afianzamiento como lengua común de todos los territorios de la monarquía hispánica. Muchos escritores catalanes escribieron su obra en castellano en un periodo en que la imprenta propició la edición en este idioma, más rentable que hacerlo en catalán. Pero todo ello no implicó que el uso del catalán disminuyera o fuera sustituido en ninguna parte, ni tampoco que se produjera una castellanización masiva de la población.
El catalán, única lengua de las instituciones hasta 1714
Al contrario. El catalán fue la única lengua de las instituciones hasta el 1714, como lo demuestran los Dietarios de la Generalidad de Cataluña y el Dietario del antiguo consejo barcelonés, y se mantuvo como única lengua coloquial durante los siglos XVI y XVII. La Iglesia hizo un uso mayoritario del catalán en la predicación porque entendió que era el habla del pueblo, circunstancia que hizo constar el religioso jesuita Pedro Gil en su prólogo a su traducción del latín al catalán de la obra La imitación de Cristo (1621), de Tomás de Kempis: "exceptuadas algunas pocas ciudades como son Barcelona, Tarragona, Girona, Tortosa y Lleida, y algunas pocas villas, como Perpiñán, Vilafranca del Penedès, Cervera, Tàrrega, Fraga, Monzón y similares [...] no es bien entendida la lengua castellana de la gente común ". El esfuerzo por implantar un bilingüismo real no se desarrollará hasta el siglo XVIII, al dictarse desde Madrid las medidas administrativas contrarias al uso oficial del catalán y su enseñanza.
Una 'decadencia' relativa
Se puede creer que el tema del bilingüismo vinculado a esta etapa se relaciona con un fenómeno paralelo en el tiempo, la Decadencia, nombre con el que los historiadores de la literatura catalana han designado el periodo comprendido entre el fin de la edad media y el inicio de la Renaixença, caracterizado por la disminución del uso literario del catalán y la poca calidad de los textos que se produjeron. El de la Decadencia es un concepto que hay que matizar y revisar, construido por intelectuales del siglo XIX y críticos posteriores. Si bien existió un abandono de la creación literaria en catalán, dado que la mayoría de autores del país cultivaron sus obras en castellano, latín o italiano, esto no supuso un descenso cultural general porque sí que proliferaron los libros de divulgación científica o técnica escritos en catalán que trataban de disciplinas como la medicina, la agricultura, la enseñanza, la historiografía y las concernientes a la milicia. Además, la base para hablar de Decadencia fue la comparación más desfavorable posible, la de nuestras letras con las castellanas, que en aquella época vivían su Siglo de Oro.
En conclusión, se generó un cliché que aún dura, que ha disuadido a muchos investigadores de estudiar con rigor más de trescientos años de historia de cultura nacional, y que no se corresponde a la realidad del uso cotidiano de la lengua catalana en la era moderna, que era muy vigente.
Mentira número 6
Los catalanes no perdieron nada con la derrota de 1714
La derrota de 1714 tuvo consecuencias que política y socialmente afectaron todos y no sólo los círculos oligárquicos que pudieran retener el poder del país en ese momento, como a veces se ha dicho. Hay que advertir que en aquel momento, en Cataluña había derechos individuales y colectivos garantizados por leyes que se aprobaban en las Cortes. Los decretos de Nueva Planta, el conjunto de reglas promulgadas por Felipe V tras la guerra de Sucesión, implantaron el absolutismo y el monarca se convirtió en fuente de toda soberanía.
De acuerdo con ello y aludiendo al "derecho de conquista", Felipe V abolió los fueros y las constituciones de la Corona de Aragón y derogó también las instituciones propias que velaban por su desempeño. Estas medidas no se dirigieron a estamentos en concreto, sino al conjunto de la población, que pasó a ser gobernada por un organismo extranjero, el Consejo de Castilla.
Pérdida colectiva e individual
Los catalanes, como individuos y independientemente de su lugar en la escala social, perdieron derechos como las garantías procesales, mediante las que nadie podía ser encarcelado sin el expreso mandato del juez competente y se aseguraba que todo el mundo tuviera acceso a la justicia por encima de las respectivas posibilidades económicas. También fue suprimido el derecho de reparación, que permitía que el daño que provocara un empleado público a un ciudadano fuera inmediatamente reparado, y la legislación a propósito de la inviolabilidad del domicilio y de la correspondencia. En conclusión, los decretos de Nueva Planta representaron para los catalanes la pérdida del control económico, fiscal, judicial, aduanero y monetario propio y de una capacidad legislativa tradicionalmente avanzada a su época.
Económicamente, el decreto de Nueva Planta significó la imposición de un tributo nacido con pretensiones de modernidad y equidad entre los distintos territorios peninsulares, el catastro (véase Sapiens 122). La aplicación de este nuevo impuesto provocó que en cincuenta años la fiscalidad aumentara globalmente en Cataluña un 150%.
Mentira número 7
El castellano nunca ha sido una lengua de imposición
La derrota en la guerra de Sucesión también provocó la imposición del castellano. En la época del establecimiento de los decretos de Nueva Planta, la Administración borbónica aleccionaba los corregidores desplazados a Cataluña con instrucciones como la siguiente: "pondrá el mayor cuidado en introducir la lengua castellana, a cuyo fin Dara las providencias más templadas y disimuladas para que se consigna el efecto sin que se note el cuidado ". Más directos fueron los ministros del hijo de Felipe V, Carlos III, en promover reales cédulas por las que se prohibía la enseñanza del catalán en las escuelas de primeras letras (1768) y se ordenaba que todos los comerciantes llevaran los libros de contabilidad en castellano (1772). El privado de Carlos IV, Manuel Godoy, prosiguió el asedio al catalán en dictaminó en 1801 que no se representara en ningún teatro ninguna obra que no fuera en castellano.
Castigos a los niños que hablaran catalán en la escuela
El estado liberal no se diferenció del absolutista en la represión lingüística. Un edicto real de 1837 impuso castigos infamantes a los niños que hablaran catalán en la escuela, y en algunos lugares, como las Islas, se fomentó la delación entre alumnos para sancionar a los catalanohablantes. Ciertas medidas resultaron ridículas vez que tristes, como la que en 1838 prohibía que los epitafios de los cementerios fueran escritos en catalán o la emitida por la Dirección General de Correos y Telégrafos en 1896 al prohibir ... hablar en catalán por teléfono a todo España.
En 1924, en plena dictadura de Primo de Rivera, se publicó una real orden que sancionaba aquellos maestros que enseñaran en catalán, y Antoni Gaudí, que tenía entonces setenta y dos años, fue detenido por negarse a hablar en castellano ante la policía.
La Constitución española relega a un papel secundario el catalán
En 1939, consumada la victoria fascista en la guerra civil, una orden del Ministerio de Educación Nacional suprimió cualquier enseñanza relacionado con la cultura catalana. Incluso los presos debían hablar en castellano, según el reglamento de prisiones de 1956, y en castellano debían ser los nombres que se inscribieran en el Registro Civil, como se estipuló en 1957. Hay que recordar también el revuelo que hay hubo alrededor de Joan Manuel Serrat cuando, en 1968, se le prohibió cantar en catalán en Eurovisión el famoso la, la, la, con la que ganó el certamen Massiel.
En los tiempos actuales, la Constitución española de 1978 relega a un papel secundario el catalán en los territorios donde es lengua propia, ya que el castellano es reafirmado como la única lengua que los ciudadanos deben conocer obligatoriamente. La situación ha poco equilibrado suficiente para que la sentencia del Tribunal Constitucional respecto al Estatuto de Cataluña, hecha pública el 9 de julio de 2010, establezca que el catalán no es la lengua preferente de la Administración en Cataluña ni tampoco la lengua vehicular del sistema educativo.
Mentira número 8
El catalanismo es un invento de la burguesía
El arquetipo del catalán como personaje eminentemente burgués, generado en los tiempos de la industrialización, ha hecho bastante fortuna porque muchos miren la mayoría de habitantes del Principado como miembros de clases acomodadas, olvidando que fue en Cataluña, precisamente porque es donde estaban las fábricas, donde también nació el proletariado como clase social en la Península Ibérica. La potencia del arquetipo, que incluye la fuerza de su poder económico para hacerlo al mismo tiempo poderoso políticamente, ha permitido atribuirle gratuitamente la paternidad única del catalanismo.
Un fenómeno tras*versal e interclasista
El catalanismo fue un fenómeno tras*versal e interclasista cuyas raíces son culturales, pero provenientes también de los anhelos democratizadores de los estratos populares. En 1869 se creó la primera sociedad catalanista, La Joven Cataluña, fundada entre otros por Àngel Guimerà, estrechamente ligada a la Renaixença y los Juegos Florales y que se propuso ir más allá del debate literario a fin de dar un primer enfoque político. El abanico ideológico de sus integrantes era diverso, incluía tanto carlistas como republicanos de diferentes tendencias. Pero antes de todo esto, en 1840, se había constituido la Asociación Mutua de Obreros de la Industria Algodonera de Barcelona, que iniciaba un obrerismo catalán vinculado al republicanismo y que, aparte de defender mejoras en las condiciones de vida y de trabajo de los obreros, se comprometía con movimientos de tipo anticetralista. Este discurso aumentó en 1855 a raíz de la creación de la Junta Central de Directores de la Clase Obrera, que fuera del derecho de asociación y de la limitación de la jornada laboral reivindicó también la libertad de Cataluña. La prensa obrera usaba el catalán sin manías, y publicaciones como La Tramontana, de inspiración anarquista, se presentaba de la siguiente manera: "Es lo periòdich que s publica en idioma catalán, más Avensis en ideas políticas, religiosas y de economía social" .
El 'regionalismo burgués' de Lerroux
La celebración en 1880 del Primer Congreso Catalanista para aglutinar todos los sectores sociales favorables al autogobierno de Cataluña ya evidenció que la burguesía no era la protagonista exclusiva de este sentimiento. Sin embargo, las convulsiones y represiones que vivió el obrerismo a finales del siglo XIX y principios del XX ayudaron a que un político demagogo y populista como Alejandro Lerroux tuviera audiencia entre los trabajadores, que escuchaban sus denuncias de lo llamaba regionalismo burgués y que podía identificarse con el catalanismo como conjunto. Contra esta visión, el catalanismo más popular fundó, en 1903, el Centro Autonomista de Dependientes del Comercio y de la Industria (CADCI) para defender el reformismo social y la divulgación del catalanismo, la pluralidad se completó en 1906 con la creación del Centro Nacionalista Republicano, el primer partido catalanista de izquierdas.
Ciertamente, no se puede negar la participación en un proyecto nacional catalán, ya antes de la aparición de un catalanismo conservador, de una clase obrera reunida en un tejido asociativo variado que disponía de ateneos, escuelas y orfeones que contribuyeron a extender la cultura entre los sectores populares. Su peso, además de completar una imagen de Cataluña en la que sólo era visible la burguesía mercantil e industrial, fue fundamental para consolidar el catalanismo en un sentido democrático.
Mentira número 9
La guerra civil sólo fue una guerra entre derechas e izquierdas
Es muy simplista reducir al repruebo entre derechas e izquierdas el motivo del estallido de la Guerra Civil Española, ya que sobre todo supone ignorar el debate que había a propósito de la organización territorial del Estado republicano, en el que el papel de Cataluña ya como comunidad autónoma de pleno derecho amenazaba la idea de la unidad de España. Diferentes regiones se reflejaban en el ejemplo catalán para emprender la vía autonómica. La redacción del Estatuto de Aragón se desarrollaba en marzo de 1936; se presentaba el cuarto proyecto de Estatuto para el País Vasco el 15 de abril; el proyecto de Estatuto de Asturias se redactaba en mayo, coincidiendo con las conversaciones de los ayuntamientos castellanos para la autonomía de Castilla y León; un segundo plebiscito favorable al Estatuto gallego se votaba el 28 de junio, y en Andalucía se producía una reunión preparatoria para la redacción de un proyecto autonómico el 6 de julio, una semana y pico antes del inicio de la guerra. Este ambiente acrecentó el nerviosismo de los sectores conservadores que impulsaron la rebelión militar.
"Antes que el Estatuto la guerra civil"
La aversión hacia Cataluña en los círculos de poder estatal ya venía de antiguo, desde la vertebración política del catalanismo. Tras la proclamación de la República en 1931, las negociaciones para el Estatuto de Cataluña levantaron una gran polvareda perceptible en el que se leía en 1932 en algunos periódicos, como 'El imparcial', que reflejaban posicionamientos que a la vez predecían la tragedia : "Antes que el Estatuto la guerra civil". Un enemigo de la autonomía catalana, Ramiro Ledesma, teórico del nacionalsindicalismo, el considerado fascismo español, buscó el enfrentamiento incitando el Ejército a emprender una acción armada. "Falta esta prueba a los catalanes separatistas: la del heroísmo. Careca de ejecutorias guerreras, y por eso el resto de España Debe obligarlas a batirse ", declaraba.
La estrofa catalanofobia del 'Cara al sol'
Con la guerra iniciada, la prensa del Principado se hacía eco de la catalanofobia del bando sublevado. Un titular de 'La Publicidad' en agosto de 1936 era suficientemente explícito: "Los insurgentes ya explotan la fobia anticatalana. Los traidores al régimen nos tratan de extranjeros ". No se trataba de una exageración. En sus emisiones radiofónicas desde Sevilla el general Queipo de Llano soltaba perlas como esta: "tras*formaremos Madrid en un vergel, Bilbao en una gran fábrica y Barcelona en un inmenso solar". Y en 1938 la Falange Española cambió una estrofa de su himno, el 'Cara al sol', por la siguiente: "Catalán, judío y renegado, pagarás los Daños que has causado. Llega escuadras, a vencer, que en España empieza a amanecer ". Tal realidad la reconocían incluso diarios editados en la zona franquista, como era el caso de la ABC ("Hay -inútiles sería ocultarlo- en muchos LUGAR DE LA España en definitiva, un sentimiento muy acusada de rencor contra los catalanes") o El Adelanto, de Salamanca ("Actitudes" catalanofobas "las hemo Hallado recientemente en articulos insertos en periódicos de la España liberada").
Desgraciadamente, la catalanofobia no estaba ausente en el bando republicano. La libertad con la que el gobierno de la Generalitat actuó, debido a los trastornos en que verterlo la guerra, al margen de lo que se dictaminara en Madrid, generó un fuerte resentimiento del Gobierno central hacia las autoridades catalanas. En consecuencia, el decreto de Franco mediante el cual abolía el Estatuto de Autonomía de Cataluña en abril de 1938 parece que encontró una buena acogida por parte de algunos políticos republicanos.
Mentira número 10
Franco fue clave en la industrialización de Cataluña
La industrialización de Cataluña no es un fenómeno reciente ni debe nada a la acción de un dictador. Sería más justo decir que la industria catalana sobrevivió a pesar de un dictador que hizo todo lo posible para debilitar el país, pero que tuvo que tragarse sus fobias cuando se hizo evidente que si Cataluña se empobrecía, el empobrecimiento de toda España se convertiría imparable.
El emprendimiento no se hace en 40 años
El procés d’industrialització català va iniciar-se en el segle XVIII amb el sector cotoner i les fàbriques d’indianes, afavorits per l’existència d’un esperit empresarial emprenedor, la proximitat geogràfica a l’Europa que proporcionava la tecnologia i la inversió d’una part dels beneficis generats per la modernització de l’agricultura del Principat. Aquest nucli inicial es va eixamplar al llarg del segle XIX, malgrat guerres, revoltes i crisis, i amb retard respecte de l’Europa occidental. La revolució dels tras*ports, amb l’establiment d’una xarxa de ferrocarrils, i la substitució del vapor per l’energia hidràulica, factors que van escampar la mecanització arreu del país, van inaugurar una etapa de prosperitat, tot i que el pensament lliurecanvista i antiindustrialista dels governs centrals va fer més nosa que servei a unes activitats que requerien lleis proteccionistes. Bona part d’això es va malmetre amb la guerra civil.
L'autarquia franquista
El franquisme va instaurar l’autarquia, una economia rígida de racionament, sense intercanvis amb l’exterior, en què l’Estat havia de produir tots els béns necessaris. Fins a la fi de la Segona Guerra Mundial es va fer evident la voluntat de les autoritats de dificultar la recuperació econòmica de Catalunya. Es van traslladar a Madrid les seus socials d’empreses catalanes; es va depurar el personal dels organismes encarregats de l’economia del país; es va crear l’Instituto Nacional de Industria (INI), orientat a construir indústries allà on no pogués arribar la iniciativa privada i que va representar una discriminació envers el Principat; i els bancs espanyols van absorbir les entitats del país amb prou agressivitat perquè a mitjan dècada dels cinquanta la banca catalana només representés el 3% del sistema bancari espanyol.
Tanmateix, l’aïllament que va patir la dictadura espanyola després de la derrota del nazisme va dur la seva economia a l’estancament. Hi mancaven energia i matèries primeres, les restriccions elèctriques eren constants. La burgesia industrial i comercial catalana, que havia renunciat a exercir un paper polític i que donava suport al règim perquè era garant d’una pau social que permetia obtenir guanys, es limitava a fer funcionar els seus negocis a pesar de l’intervencionisme estatal, intervencionisme que no sempre se sortia amb la seva.
Franco accedeix als desitjos de FIAT
La dictadura, que hauria volgut que Catalunya s’especialitzés en la indústria tèxtil, va haver de tras*igir amb el desig de l’empresa automobilística italiana FIAT d’instal·lar la factoria SEAT a Barcelona pel seu port i la seva mà d’obra qualificada, desig que va contrariar el general Franco, que havia ofert altres ubicacions, i va incrementar el pes del sector del metall al Principat.
El model autàrquic, incapaç de millorar el nivell de vida de la població, va entrar en crisi i va haver d’evolucionar cap a la liberalització del sistema econòmic amb el Pla d’Estabilització del 1959, aprovat a desgrat del dictador, que tenia en l’autarquia un símbol de la seva victòria en la guerra. Començava el redreçament econòmic.
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