Desapariciones en Manzanares: el hallazgo del cadáver de un empresario en un pozo "puede ser solo la punta del iceberg"

El Pionero

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Marbella de tal y tal
El asesinato de Juan Miguel Isla "puede ser solo la punta del iceberg", señalan fuentes cercanas al caso a Libertad Digital. No es la primera vez que escuchamos la expresión en los últimos días. El hallazgo del cadáver del empresario -desaparecido el 22 de julio de 2022- en el pozo de una finca agrícola del corredor Antonio C. V., podría haber destapado la caja de Pandora.
La trayectoria del comisionista, muy aficionado a firmar pagarés y pedir préstamos que después le costaba devolver, está salpicada de muertes y desapariciones que ahora están bajo sospecha. La Guardia Civil prefiere ser cauta respecto a la posible relación del detenido con otros casos pero sí afirma que van a "dejar que la investigación por el asesinato de Isla siga su curso" y "a ver dónde nos lleva".

A la espera de que se conozcan más datos, se hace inevitable caer en la cuenta de que las circunstancias en las que se produjo la desaparición -también en Manzanares (Ciudad Real)- de otro empresario, Jesús María González Borrajo, son muy similares a las que se dieron en la de Juan Miguel Isla, que ha sido asesinado.
La primera y más importante de todas es que Antonio C. V., que se encuentra en prisión provisional por su implicación en el mencionado crimen, fue la última persona que estuvo con los dos hombres antes de que se esfumaran. La segunda, que en el caso de Isla se considera el móvil del asesinato, es que a ambos les debía importantes cantidades de dinero.

Es por esto que la familia de Jesús María, que se dedicaba al negocio de las máquinas recreativas, espera que la investigación del crimen del empresario vinícola también "arroje luz" sobre la desaparición de su ser querido. Para ellos, el corredor siempre fue el principal sospechoso. Llevan más de tres años reclamando que se indague sobre su posible relación con este caso.

La desaparición de Jesús María
A Jesús María González Borrajo se le perdió la pista el 19 de junio de 2019. En ese momento, el empresario manchego tenía 54 años y vivía en Vitoria. Viajó a Manzanares, su ciudad natal, para realizar la venta de dos coches de alta gama de la marca Mercedes. Antonio C. V. había actuado como intermediario en ambas operaciones.
El día de su desaparición, había quedado con los compradores de los vehículos y con el propio corredor. La primera venta se desarrolló sin contratiempos, por lo que ha manifestado su pareja. Claudia habló con él por última vez a las 14.40 horas. Dieron por concluida la llamada porque llegó el comprador del segundo coche y ya no consiguió contactar más con Jesús María.

Tenía planes de futuro

La familia del empresario tiene claro que él no se fue por su propio pie. Entre otras cosas, porque tenía planes de futuro, a corto y medio plazo. Para empezar, había comprado unos billetes para viajar a Paraguay -donde tenía otros negocios- próximamente, apenas unos días después de que se le perdiera el rastro.

Por otra parte, Claudia explicó que él tenía problemas de salud y quería deshacerse de algunas propiedades para ir bajando el ritmo de trabajo y preparar su jubilación. Según su relato, la pareja quería trasladarse a Alicante. Jesús María -aseguró- incluso había quedado allí el 19 de junio por la tarde con unos agentes inmobiliarios para comprar inmuebles en la ciudad valenciana. No acudió a la cita.

La versión de Antonio no encaja

La última persona que vio al empresario fue Antonio C. V., el ya famoso intermediario de Manzanares. Cuando comenzó la búsqueda de Jesús María, él reconoció que habían estado juntos el día de su desaparición, que se realizaron las mencionadas operaciones y -aseguró- que le pagó el dinero que procedía por la mismas.

Sin embargo, la familia del hombre encontró los dos pagarés correspondientes a la venta de los vehículos (cada uno de 14.000 euros) en la vivienda del desaparecido, lo que les hace pensar que no llegó a cobrarlos en ningún momento. Además apuntaron que no tenían constancia de que el corredor le abonara una deuda que tenía pendiente y que ascendía a alrededor de 50.000 euros.

Otras similitudes entre los casos
Los allegados de Jesús María siempre pensaron que los dos detenidos por el asesinato de Juan Miguel Isla podían tener que ver con su desaparición. Lo cierto es que en cualquier investigación la última persona en ver a alguien que se esfuma como por arte de magia siempre lo es.

En su caso, como comentábamos unas líneas más arriba, había un posible móvil: el económico. Antonio debía dinero al empresario y ya hemos comprobado lo que es capaz de hacer cuando se ve entre las cuerdas, después de que se hallara el cuerpo de Isla en el fondo de un pozo -cerrado a conciencia y bajo llave-.
Pero además encontramos otras similitudes. Se da la circunstancia de que ninguno de los empresarios vivía en Manzanares en el momento de su desaparición, y que los dos habían realizado el viaje solos hasta el municipio. Por tanto, podemos suponer que era más fácil deshacerse de ellos que de alguien que pudiera residir allí o tuviera familiares merodeando -y preguntando- constantemente por el pueblo.

 
Muy Paco todo...

Pagares, ventas de coches, comisiones, tirar a un Pozo para no tener que pagar...

Estos hacían los tratos en el bar del pueblo entre carajillos, todo de palabra y cada uno entendería lo que le dio la gana o ni se acordarian del trato y luego pasa lo que pasa
 
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